Capítulo 6
La tela que envuelve otro misterio
Durante mis diecisiete años de vida, la violencia siempre ha sido protagonista de mis días.
Los insultos que se guardaban en las paredes, los golpes que se acumulaban en la piel y la sangre que pintaban las manos, se quedan en tu memoria por siempre.
Cuando eres pequeña frágil e inocente nunca sabes si lo que piensas concuerda con tu mente.
A veces miras cuerpos y lágrimas, mientras que en otras ocasiones observas risas y abrazos.
Llegas a un punto en donde vives en un colapso mental, entre la mentira y la realidad, lo malo y lo horrible.
En las noches, cierras los ojos e imaginas que estás tumbada relajándote en un prado, pero después te levantas y estas llena de heridas, tu cuerpo y el suyo. Te despiertas agitada, los abres de nuevo, sueltas algunas lágrimas traicioneras y sigues con tu vida.
Bien, ese era mi ciclo, esa era mi forma de aferrarme más al pasado e ignorar al presente.
Un día puedes jugar al escondite con tu mejor amigo, en el otro sanarle las heridas de una batalla.
Un día puedes enamorarte de alguien, en el otro verlo con otra persona.
Quieres parar con el sufrimiento de los demás, aumentado el tuyo. Deseas dejar de ver sangre y ocultas la de ellos.
No hablaré de la violencia, aún no, necesitas conocerme más para poder entenderme.
En esta ocasión, te contaré lo que ocasiona lo prohibido, sin embargo, ¿Qué es una prohibición?
Se puede buscar varios significados, entre ellos el saber que es eso que te niegan o que no puedes realizar, por cualquier norma en específica.
Hay varios tipos, entre ellas la más predominante, el amor. Sí, estoy hablando del amor prohibido.
Una de las más trágicas historias de William Shakespeare nos podrá ayudar con eso, ¿Ya sabes cuál es?
Se trata de Romeo y Julieta. Una novela que nos relata muy bien como estos personajes son negados a amarse, por culpa de la rivalidad de sus familias, ya todos conocemos el final, no hace falta explicarlo.
Dicen que el amor es ciego, aunque también es peligroso, demasiado para nuestro propio bienestar.
Siguiendo la temática de lo prohibido, podemos poner de ejemplo a la familia de Charly, la cual tenía estrictamente negado la violencia.
En otro caso tenemos a James, a él no le permitían golpear a alguien que no fuera un contrincante o enemigo.
Como es obvio, a los dos les gustaba contradecir las normas.
—¡Basta ya!— grité intentando interferir entre los dos, no lo logré, en cambio conseguí que cayeran al suelo.
Perfecto, ahora se mancharán de tierra.
Tontos, definitivamente son tontos.
—Un golpe más y juro que llamo a la directora— amenacé intentando causarles miedo o algo por el estilo.
Charly hizo caso omiso a mis palabras, lo cual no me sorprendía, aunque esperé a que James decidiera parar, y no lo hizo. Los dos habían conseguido levantarse, cosa que agradecí, pero lo que estaba por pasar superó mis límites.
A continuación sucedieron muchas cosas, todas malas.
El pelirrojo agarró una parte de la sudadera de mi mejor amigo y lo arrastró otra vez hacía la tierra.
Una vez ahí, comenzó a darle puñetazos por todos lados, mientras que James lo agarraba como podía por el cuello, causando que su rostro quedara totalmente enrojecido.
Parecía que estaban haciendo una especie de baile, cuando realmente estaban golpeándose.
Mi mejor amigo apoyó su hombro sobre el césped, impulsó todo su cuerpo y volvió a estar de pie. Al ver como no conseguía dejarlo inconsciente, el pelirrojo lo agarró por los hombros, a los segundos James lo detuvo de la misma manera.
Me habría resultado gracioso, si no hubiera sangre de por medio, en ese instante solo podía jurar que se mataban con la mirada y preparaban su próximo ataque.
Charly recuperó fuerza y se subió sobre el pelinegro, los dos cayeron, no obstante el pelirrojo se posicionó rápidamente empezando a patear el cuerpo adolorido de James.
Mi corazón se estrujó e intenté moverme, entonces mi pelinegro favorito cambió los roles. James empujó a Charly, alejándose de su cuerpo.
Segundos después lo agarró y estampó contra un árbol, golpeo y golpeo tan fuerte, como a un saco de boxeo. El pelirrojo, exhausto, decidió darse por vencido.
Decidí intervenir de nuevo cuando la sangre del pequeño Benrite comenzó a salir por su boca.
Corrí hacía ellos, alejé a mi mejor amigo lo más lejos de su contrincante, él quiso seguir con la pelea, no obstante me puse delante de Charly, ahora yo era su escudo.
—¿Me golpearás a mí también?— pregunté con decepción, sabía perfectamente que James odiaba entristecerme y más sentir que me estaba fallando.
Y esa vez quise hacérselo saber, estaba enfadada, con él y con su actitud.
—Sabes que nunca te tocaría ni un pelo.
—Yo ya no sé que no harías.
Su cara se destrozó por completo, sentí su dolor como si fuera el mío. Me ardió haber provocado tristeza en James, sin embargo él se comportó fatal.
No podía ir golpeando a cualquier persona por algo mínimo, ese era el comportamiento que tanto intentaba evitar en él.
—Perdiste— murmuró, esta vez hablándole al pelirrojo, que seguía paralizado.
—No. Julieta seguirá siendo mi amiga, lástima que no pueda decir lo mismo de ti— contestó como pudo, me sorprendí al escucharlo.
Sí, se notaba que Charly no participó en una pelea en su vida. Pero él era fuerte con las palabras, mi mejor amigo ya había perdido las posibilidades de ganar.
Físicamente James destrozó a su contrincante en menos de diez minutos. Aunque, sentimentalmente el ganador fue Charly, supo decir lo que el pelinegro no esperaba oír y lo hirió, por supuesto que lo hizo.
—Señorita linda quiero hablar contigo...
Me pensé seriamente aceptar, suspiré al sentirme aliviada, para mí ya pasó el momento de la violencia, era suficiente para sentirme bien.
Ahora llegaba el momento de las consecuencias y era hora de dejar las cosas claras.
—Sí, tenemos que hablar— respondí de inmediato, me dirigí al pelirrojo que ahora se había recostado en el árbol—. Ahora vuelvo e iremos juntos a la enfermería— sonreí para mostrarle que todo saldrá bien, que el dolor desaparecería.
Charly solo asintió y yo caminé junto con James al baño de mujeres.
Mientras pasábamos por ahí recordé al castaño excitante, no había vuelto a verle desde que salí del teatro. Simplemente imaginé que estaría con Claire, lo que provocó que mi enfado se multiplicará más rápido.
En cuanto llegamos cerré la puerta con seguro, él se apoyó en la pared, en cambio yo me aleje como pude de su presencia.
—Sé que estás enfadada, reconozco que no me comporté demasiado bien y rompí la promesa...
Lo interrumpí enseguida.
—Sé lo que has hecho, estuve ahí— contesté sarcástica—. Resumiendo todo, la cagaste.
—Estaba furioso, hoy era un día duro para mí y la primera noticia que encuentro es tu nombre entre las hojas del casting— explicó como pudo, se veía frustrado, él quería que lo perdonara.
—James...
—¡Basta! Pretendes hacer como si nada, como todo en tu vida, no puedes huir de tus problemas, porque llegarán y acabarán contigo. No pienso estar ahí para defenderte— dijo con maldad, estaba hablando en serio.
Él estaba regañándome y no era para nada justo.
—No necesito que me defiendas, sé cuidarme sola.
—¿En serio crees eso? ¿Quieres que te recuerde...?
—¡Cállate! No quiero seguir escuchándote, lo único que quiero es que pidas perdón a Charly.
—No lo haré.
—Tu orgullo es tan estúpido.
—Como Charly, además he ganado, no puedo disculparme por pelear estupendamente.
—Eres como un niño pequeño, así no te soporto.
—¡Pues déjame en paz!— gritó dirigiéndose hacia mí, tanto que llegó a estar cerca de mis labios—. Mejor vete con el pelirrojo ese, podéis vivir vuestro amor, no seré ningún obstáculo.
—¿Qué dices?— susurré nerviosa, su boca estaba tan cerca...
—Espera, ¡Se me olvidaba! Ahora te gusta el castaño atrevido...¿Con cuál te vas a quedar, Julieta?
Respiré con dificultad, James atravesó el límite.
—Con nadie, pero si no fuera así, ¿A ti que te importa?— escupí con odio—. Es mi vida, mis decisiones.
—Cierto, no me interesa nada que venga de ti. Me voy, así puedes correr a ayudar al estúpido ese.
Se alejó rompiendo los centímetros que nos separaban y me hizo saber que estaba furioso cuando cerró la puerta de un portazo.
Mierda.
****
Pasó una larga semana en donde no volví a ver Charly. La última vez que habló conmigo fue en la enfermería, en parte lo entendía, se llevó una golpiza por mi culpa.
Y como era de esperarse, James no me habló desde la discusión que tuvimos.
Así que volví a estar sola, como en mi infancia, perdí la amabilidad del pequeño Benrite y el cariño de mi pelinegro favorito.
Tenía que empezar a entender que esos momentos estaban enterrados en el pasado.
Mis niños inocentes habían muerto, así como mi antiguo yo.
En fin, te preguntarás ¿Dónde está Rodrigo?
A él tampoco lo vi demasiado. Compartimos ensayos, porque yo siempre estaba en el teatro. Aunque el castaño decidió hacerse nuevos amigos y pasar tiempo con Claire. No me molestaba, al contrario, me hacía bien estar solo conmigo.
Yo era feliz sola.
El viernes fue diferente.
Claire me pidió "amablemente" que preparé la vestimenta del elenco. Su manera de tratarme como una criada hizo que quisiera meterle una manzana en la boca, para que callara esa voz chillona que poseía.
Sin embargo, no lo hice, porque estaba Rodrigo delante y porque no quería problemas.
Después de algunas clases se acercó a mí, lo que me sorprendía, pensaba que ahora fingiría que no me conocía, pero no fue así.
—Hace tiempo que no veo tus preciosos ojos...
—No puedo culparte, estabas ocupado recibiendo abrazos y mensajes de tus admiradoras.
—No me lo recuerdes, a veces son un poco...
—¿Agobiantes?
—Prefiero llamarlas atrevidas.
—¿Te pidieron escaparse contigo e ir al pasillo del infierno?
—¿El pasillo del infierno?
—Ahí va la gente a hacer de todo, menos estudiar— expliqué mientras se me venían a la mente las veces que había ido.
—Ah, nunca escuché de ese pasillo— habló el castaño entendiendo la mecánica del lugar—. Bueno preferiría eso a que me pidan una foto en ropa interior.
Y de repente, tuve más interés en la conversación.
—¿En serio?— abrí los ojos, sorprendida—. ¿Y las mandaste?
—Claro que no, me dediqué a bloquear...ni siquiera sé cómo consiguieron mi número.
Yo tampoco.
—Debo irme, tengo trabajo que hacer...
—¿Te puedo ayudar?— se atrevió a preguntar mirándome con ternura.
—Sí, si quieres...
—Pues prepárate pequeña rubia, porque seré el mejor ayudante que puedas tener.
Le sonreí, él era muy amable.
—Podemos ir al pueblo vecino, venden telas muy bonitas.
—Entonces te recojo a las cuatro.
—Es muy tarde, el bus ya se habrá ido.
—Iremos con mi abuelo, así os conocéis.
¿Conoceré al abuelo?
¿HOY? ¿YO LO CONOCERÉ?
—En ese caso nos vemos a las cuatro. Gracias Rodrigo— dije emocionada, por lo menos no me iba a aburrir.
—¿Quieres sentarte con nosotros?— preguntó señalando una mesa llena de adolescentes—. Me encantaría que me cuentes cómo fue tu semana...
—Está bien.
****
Mis compañeros de teatro resultaron ser agradables y conversé con ellos, incluso me dieron ideas para añadir a la historia de Nessa. Hice amigos, eso llegué a creer.
Después no hubo nada nuevo, así que exactamente a las dos y media, me encontraba cansada de corregir los diálogos y decidí dormir un rato.
Estaba en mi casa, había una cama al lado y yo tenía el pijama, ¡Era una señal!
Cama ahí te voy.
Olvidé decir que yo era una despistada, no puse la alarma así que no medí el transcurso de las horas.
Entonces, cuando bajé de mi cuarto preparada, luego de despertarme tardísimo, Rodrigo estaba esperándome impaciente.
Después de hablar un rato nos despedimos de mi abu. Íbamos caminando tranquilamente, la casa del castaño excitante no estaba muy lejos.
A la entrada un señor mayor con varias canas blancas y arrugas por el rostro nos esperaba. Tenía pinta de ser alguien serio así que me dio un poco de pavor.
—Abuelo esta es Julieta— me presentó el castaño—. Este es mi abuelo, Ernesto Wall.
Tenía en frente de mi pequeño cuerpo al señor Wall, el abuelo de mi amigo, pero otro tipo de sensación llegó a mí. No lo veía como una persona amigable, había algo en él.
Observé detalladamente sus movimientos, estaba agobiado, triste y arrepentido. Ese anciano consiguió asustarme, sus expresivos ojos miraban mi cara con sorpresa, sentí como su mirada atravesaba más allá de mis iris.
Fue como si fuera diferente, hizo que recordara lo que yo era en realidad.
Entonces fue cuando tuve miedo de volver a aparecerme a ella.
Me pregunté cómo una persona podía conseguir llevarme de nuevo al pasado.
Una idea se me vino a la mente, la cual descarté.
Jamás debí descartar nada.
El recorrido resultó ser más incómodo, a veces notaba como el abuelo no paraba de contradecirse con él mismo y yo no paraba de culparme por sus acciones.
Al pasar unos quince minutos el aura se volvió relajante, el señor Wall se encargó de causar risas mientras contaba anécdotas sobre la infancia de Rodrigo. Él hablaba como el castaño, con alegría y entusiasmo, aunque siempre había un toque de perfección y orden.
—Usted es muy gracioso— reí de nuevo, el abuelo acaba de contarme cuando descubrió el porqué Rodrigo dormía desnudo. El castaño solo se dedicó a rodar los ojos, aunque siempre acababa soltando alguna carcajada.
El señor se giró para verme, su sonrisa desapareció y noté una chispa de tristeza invadirle. Me molestaba el misterio que rodeaba su ser, él hacía como si no existiera, como si estuviera viendo un fantasma.
—Eres como ella...— susurró con angustia.
—¿Disculpe?
—¿Sucede algo, abuelo?— intervino Rodrigo.
—No, nada, recordé a una jovencita de tu edad, sois casi idénticas.
—Oh, suele pasar...
El abuelo dejó la conversación a un lado y nos pidió que estuviéramos en silencio hasta llegar a nuestro destino.
Siempre dudé de como tratar a los Wall.
Ellos planificaban cada paso que daban, lo que me causaba más interés para saber sobre su vida. Parecía normal lo que sucedía en sus pensamientos, pero por alguna extraña razón, yo sabía que existía algo que causó que se trasladaran a Vendonia.
Alguna horrible razón.
****
El pueblo vecino era un anuncio de televisión.
Esos que ves sentada mientras haces alguna actividad, esos en los que sale una familia feliz. Viviendo su perfecta vida en un perfecto mundo, que en realidad no existía.
Soñé tantas veces con tener lo que los anuncios mostraban, atención por parte de mi mamá y besos de buenas noches, incluso me hubiera confortado con un simple abrazo.
Yo no crecí con eso, lo que me conllevó a lo que era en ese momento.
Yo no era una adolescente peculiar.
Yo era una adolescente del montón, del malo.
Porque Julieta Brown siempre iba a permanecer en el lado malo.
Unas señoras y señores paseaban con sus hijos, contaban curiosidades sobre ellos y sobre sus trabajos.
Eso en Vendonia no sucedía.
Otro grupo de padres jugaban al fútbol con sus hijos e hijas.
Lo que tampoco pasaba en mi pueblo.
A lo lejos de todo ese mundo de colores, una adolescente caminaba con su madre con una gran bolsa de ropa.
Miles de pedazos de cristales se clavaron en mi piel, la envidia se apoderó de mí. No por el contenido de la bolsa, sino por el momento. En ese preciso momento en donde los ojos de su mamá se iluminaban al charlar con su hija.
No me habían visto jamás de esa manera. Lo que me hizo prometerme que nunca dejaría de mirar así a mi hija o hijo, si algún día los tenía.
No sé ni porque, ni la razón, pero a Rodrigo se le ocurrió ir a comprar un ramo de rosas. Ni siquiera sabía para quienes eran o para qué las quería, no obstante lo acompañé mientras el señor Wall descansaba sentado.
Como bien dije antes, este pueblo era lo contrario a Vendonia, hasta el camino. Parecía que estuvieras pasando la entrada al cielo cuando solo nos dirigíamos a la floristería más cercana.
Al pasar la puerta un agradable aroma se posó sobre nuestras fosas nasales, ese lugar era el arcoíris y la armonía personificados.
Las flores tenían distintos colores, aunque mis ojos solo se detuvieron en los preciosos girasoles, ellos eran tan especiales, tan fuertes.
Rodrigo empezó su búsqueda por el establecimiento, me dediqué a seguirlo hasta que choqué con una anciana con bastón. Me apresuré a disculparme, pero ella me detuvo con la mano y soltó un lamento, un desastroso lamento.
—¡Oh dulce Paulette!— gritó con melancolía— ¿Qué te ha sucedido? Tu adorada sonrisa se ha oscurecido, no quise creer que ya te habían convertido...
Y así fue cuando supe que estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado.
Ella estaba volviendo a mí. Yo estaba volviendo a ella.
****
¡Hola a todos! :)
Sean bienvenidos al primer capitulo del año 2021 🔥
Las cosas están empezando a ponerse feas entre los personajes...
El abuelo de Rodrigo esconde algo...
¿Quién demonios es Paulette?
Adelanto: Romeo y Julieta son un claro ejemplo de una relación secreta...
Un personaje va a ponerse mal :/
¡Nos vemos pronto espero!
¡Tengan un buen día, tarde o noche!❤
—Anahy🌹
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