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Capítulo 18

Lo peligroso de ver morir una flor

Si el torbellino que a veces puede ser la vida logra destrozarlo todo, a veces puede arreglarlo. 

Si en ese torbellino se terminan historias, vidas y recuerdos, se pueden lograr...¿recuperar?

Recuperar. 

Qué palabra tan sencilla de decir. Qué palabra. Una simplemente extraordinaria.

Así como aquella pasional rosa con espinas tan igual al resto, pero tan cuidada de manera especial. 

Así como aquel girasol que crece con la luz solar y brilla por su propio color. 

Igual que todas esas niñas que empiezan siendo una simple semilla, hasta convertirse en una hermosa flor. 

Tan semejante es su inicio que cuando comienzan a experimentar el mundo, es una manera de ver el crecimiento de la flor. 

Siendo protegida por las demás personas, brillando con sus distintas facetas, creciendo y aprendiendo en el proceso. 

Aunque también, muchas de ellas se veían en la obligación de marchitarse por errores del pasado, problemas en sus vidas o simplemente, ser apagadas por los demás. 

Bueno, tampoco hay que olvidarse de aquel tulipán llamado “La reina de la noche” que a pesar de no tener aquella belleza exterior, sabe que entre las demás es la que resalta. 

Quizás no sea por excelencia, quizás haya personas que se den cuenta de que no está contenta. 

Quizás alguien sepa que entre toda esa oscuridad se esconde una pequeña ansia de poder, venganza y dureza. 

Y ese solo es el resultado de una flor mal cuidada a la que ni regaban. 

Una flor que espera ser amada. 

O que solo quiere ser destrozada. 

****

Mis labios y los suyos se movían al compás del otro como si de una canción se tratase. 

Yo daba una nota y él la seguía formando una pequeña melodía. 

Nunca pensé que sus labios fueran a encajar con los míos. Debido a que ni en mis mejores sueños me encontraba besando a Rodrigo, también conocido como castaño excitante. 

Era un hecho el cual descartaba locamente. Aun así heme aquí, con una mano en su cabello despeinado, tirando un poco de él, y la otra en su nuca provocando así que los dos tengamos más ganas del otro. 

Jamás creí que nuestros labios se llevarían tan bien poco después de conocerse. 

Pero estaba sucediendo, ambos se estaban compenetrando a la perfección. Mientras que yo sentía demasiadas sensaciones en mi pequeño cuerpo. 

No, no eran mariposas. Sé que yo no entro en ese gran porcentaje de gente que logra sentir aquello. Lo cual, agradezco. 

De hecho, lo que me estaba poniendo todo tan complicado y encantador a la vez, eran mis mejillas que ardían como si hubiera diminutos pajarillos revoloteando por ahí. 

Supongo que muchos de ellos gritan: ¡No dejes que se escapen esos labios tan carnosos y rosados de ti! 

Ladeo un poco mi cabeza para poder profundizar más lo que algunos llamarían beso. 

Lo que pasa es que para mí no era un beso. 

Bueno, yo estoy pegada a Rodrigo, muy entretenida acariciando su cabello y él está ocupado con su recorrido entre mi cintura y espalda. Al parecer, las yemas de sus dedos cuando hacen contacto con mi piel logran que esos pajarillos vuelen más deprisa. 

No obstante, sigue sin ser un beso. 

Porque Rodrigo estaba dándome un pedacito de quién era, al contrario que yo, que solo podía detenerme a mirar de vez en cuando el rostro del chico. 

Los malos recuerdos que tenía cada vez que cerraba los ojos eran mayores a otras sensaciones. 

No era nuestro momento especial, porque yo estaba aterrada y asustada. No podía evitar sentir que nos iban a atacar en cualquier momento. 

Tras esto que acabábamos de hacer, lo único que más deseaba era que no le sucediera nada a Rodrigo. 

De algún lugar de mi cuerpo saqué fuerzas para separarme comenzando a andar hacía otro lado que no sea cerca de aquel castaño, que ahora me veía confundido. 

—Pequeña rubia...— murmuró en un suspiro, al parecer aún no salía de su trance. 

Miré a todos lados buscando alguna cosa que consiguiera distraerme y no fijar mi mirada en él. 

Tenía mucho miedo, debía irme rápidamente. Si seguía con Rodrigo podrían encontrarme y hacerle daño. Además, tenía que buscar a Mark y ayudarlo, seguro que le habían dejado unos cuantos golpes si lo habían atacado como esa chica lo hizo conmigo. 

Mi cuerpo se quedó paralizado cuando me di cuenta de que tenía al chico delante de mí, mirándome fijamente con sus ojos azules que ahora parecían más oscuros que de costumbre. Quise apartarme, agarrar mis cosas e irme como la cobarde que era. No conté con que mi vista me fallara, mis impulsos me traicionaran y de un segundo a otro, ya estaba lanzándome sobre él juntando nuestras bocas de nuevo. 

Ahora no existía ni un poco de ternura. Era deseo, mucho deseo.

Besé sus labios intensamente jugando con nuestras lenguas mientras él sujetaba mi cintura pegándome demasiado a su cuerpo. 

—Escucha…— susurró el castaño intentando decir algo. Esperé impacientemente su respuesta, pero se vio obligado a detenerse porque en ese momento sonó mi móvil. 

Lo primero que pensé en hacer era colgar y seguir un rato más con Rodrigo, solo que debía obligarme a mí misma a parar. 

—Eh…¿hola? 

Estaba demasiado ocupada con las vistas que el castaño me proporcionaba. Él controlando su respiración agitada, sus labios un poco hinchados, su cabello más despeinado que segundos antes y sus pupilas dilatadas. 

—Julieta esto es muy serio, ¿dónde estás? 

La voz de James me hizo rebobinar todo. 

—Yo…Estoy cerca de la lavandería— le dije algo nerviosa. 

—¿Mark está contigo? 

No.

—Sí— mentí. 

—Entonces dime quien es a quien tengo delante de mí con una cara de espanto y pidiéndome perdón por haberte perdido de vista—. Definitivamente, él me había pillado la mentira. 

—James…yo…Tuve que irme— no quería dar explicaciones, solo llegar a mi casa. 

—Está bien, mañana hablamos. Paso a buscarte ahora mismo, no salgas de la lavandería…Por Favor— su voz parecía algo frustrada, como si tuviera mucho estrés. Casi pude ver como se masajeaba las sienes pensando en un plan. 

—Sí, tenemos que hablar— le dije. Yo quería una gran explicación y contarle lo sucedido. Colgué la llamada mirando a Rodrigo, parecía confundido, pero no porque yo estuviera a punto de irme, sino porque estaba confundido con él mismo. 

—James vendrá en cinco minutos— le informé. 

—Bien. 

—Sí. 

Nos miramos dos segundos, luego cada uno volvió a lo suyo. 

—Nos vemos…pronto

—Sí— respondí. 

Obvio que iba a verlo de nuevo, vamos al mismo instituto. 

—Adiós. 

—Adiós. 

Noté sus rápidos movimientos, abrió la puerta del lugar y se fue dejando el hipnotizante olor de su colonia. Me maldecía a mi misma, ahora todo sería incómodo.

¿Era tarde para decir que “proyecto cupido” se había ido a la mierda?

****

El viernes siempre había sido mi día favorito, las clases se acababan y ya podía volver a ser la baga que no salía de su cama comiendo helado. 

Solo que esta vez ya no lo era, porque significaba enfrentarme de nuevo a Charly, a Rodrigo y a James, con el que no había hablado desde el miércoles. 

Me encontraba recogiendo con rapidez mis bolígrafos, la verdad es que siempre perdía algún que otro. Me levanté de mi silla incómoda agarrando mi mochila. La profesora de filosofía me miró detalladamente, yo salí del aula con una mueca de asco. 

A pesar de todo, no me arrepentía de mi decisión. Prefería estudiar un bachillerato humanístico a un científico, no quería cavar mi propia tumba. Además, debía ser abogada. 

Suspiré una vez más. Los sueños dejaron de ser importantes para mí. Un día sí otro día no, yo no estaba para vivir la vida con una gran sonrisa cuando me tiraban al suelo varias veces. 

Ya era demasiado trabajo esquivarme a mí misma.

—Si no lo veo no lo creo— dijo uno de los encargados del teatro, bufé con algo de agobio. 

Que no se acerque, porfa. 

—Lastimosamente, aún no han encontrado una manera de hacernos invisibles, así que sé que me estás viendo aunque me evites— volvió a decir, esta vez con algo de irritación. 

—¿Qué pasa?— le pregunté. Charly fingió una sonrisa aunque solo le salió una mueca. Sí, ahora para mí era exclusivamente un simple encargado.

—Quiero que vuelvas al teatro.

—¿Desde cuándo yo hago lo que tú quieres?— le pregunté con algo de ironía. 

—Julieta, ¿quieres volver al teatro? 

¿Para verte la cara de falso todos los días? No. 

—Sí. 

Charly asintió muy convencido con mi decisión, siguió con su camino andando como un rey en su castillo. 

—Payaso— susurré en voz baja. 

Obviamente, ahora que yo sabía cosas sucias de él iba a querer tenerme cerca y tantear su terreno. Sus acciones siempre estaban planificadas anteriormente. 

Al igual que las mías, ahora que estaba de regreso al teatro podía añadir mis ideas y cambiar la historia de Vanessa, dejar que su niñera deje de amenazarme y volver a ser una chica que mira tranquilamente series en el sofá. 

El plan de que Claire nos ayude ya no hacía falta, me sentí un poco tonta por haber hecho tanto para nada. Igual lo hecho, hecho estaba. 

****

—Te juro que te voy a matar lentamente y sin piedad— dijo Mark tirándole bolas de papel a James. 

—Inténtalo a ver si puedes— le animó mi amigo. 

—Créeme que te lo merecerías…— Mark se detuvo al ver como Claire iba hacia él y lo besaba intensamente. 

Sonreí mirándolos divertida, aunque también quería asesinar a James. 

—Bueno, lo mejor será dejar a la parejita a solas— el pelinegro se levantó agarrándome de la mano para que yo vaya con él. 

Mark nos fulminó con la mirada y nosotros cerramos la puerta de la pequeña portería. James miró a su tío dándole las gracias de que nos ayudará a pasar desapercibidos. Era de gran ayuda que el señor Greg fuera el tío de James y el conserje, siempre podíamos pasar el tiempo de descanso en la portería. 

—Mark va a matarte. 

—Yo quise matarlo cuando él me dijo que no te encontraba, ahora estamos a mano. 

Rodé los ojos sabiendo por donde iba la conversación. 

—Así que ese era vuestro pacto, ¿no?

—Yo protegía a Amara de…—se quedó en silencio negando con la cabeza—. La cosa es que yo la protegía y él tenía que conquistar a Claire— volvía a explicarme su estúpida idea. 

Ahora que yo formaba parte del teatro de nuevo, Claire ya no hacía tanta falta en nuestros planes. Lo malo era que James había actuado sin preguntarme nada y ahora teníamos a Claire muy enamorada de Mark. 

—Me parece muy mal que juguemos así con ella— dije con seriedad. 

—A Mark le está empezando a gustar— afirmó él. 

—¿Eso lo asumes o te lo ha…?

—Se ha puesto una estúpida colonia que casi me marea, su camiseta favorita, se ha peinado y…¡Le ha comprado un ramo de flores! Él nunca regala nada— James sonaba algo indignado. 

—Ya te regalará tu ramo de flores— sonreí un poco, casi riéndome de él. 

—Que graciosa eres— rodó los ojos agarrando mi mano para caminar más deprisa. 

****

Bien, lo peor que podía pasar en el día fuera que volviera a estar a solas con Rodrigo. 

Solo iba a ir al teatro, dar mi humilde opinión, criticar algunos fallos y luego marcharme. 

Además, Claire tendría distraído al castaño. 

—Mierda— susurré cuando entré por la puerta del teatro. 

—¡Juliette! Ya estás aquí— Charly se veía algo alegre por mi presencia. 

—Sí— murmuré centrando mi atención en Rodrigo, el cual estaba sentado en el escenario mirando unos papeles. 

—Necesito que revises el diálogo del protagonista masculino, aún faltan cosas que pulir. Rodrigo se ha ofrecido a ayudarte. 

Charly me hizo un escaneo con la mirada, asintió lentamente y yo lo miré sin entender. Igual, él no me iba a dar explicaciones, así que le reste importancia. 

Casi me caí cuando nos dejaron solos, maldecí a los cables que estaban esparcidos por el suelo. 

—Te llamaré la chica de los cables— me dijo él cuando sus ojos conectaron con los míos. 

—Prefiero pequeña rubia— le respondí sin pensar. 

Rodrigo sonrió de lado a lado. 

—Sabía que el apodo te encantaba. 

Sí, la cosa es que no tenías que saberlo. 

—Ya. 

Supe que lo mejor que podía hacer era sentarme también para poder cambiar lo que quería.

—Nunca he actuado en mi vida, menos delante de un pueblo que te juzga hasta por suspirar— rompió el silencio tirando las hojas a un lado. 

—Cuando llevas diez años aquí te acostumbras— me encogí de hombros restándole importancia a sus palabras. 

—Me encantó besarte. 

Me giré bruscamente hacía él, el muy tonto había provocado que mis mejillas ardieran y se encontraba tan tranquilo. 

—A mí... 

No supe qué decir, normalmente cuando besaba a alguien no volvía a verlo después. Incluso, en mi última relación no éramos personas muy cariñosas, por eso no estaba acostumbrada a ese tipo de revelaciones. 

—Lo sé, tus mejillas te delatan— me dijo jugando con una pulsera que al día de hoy nunca había notado. 

—El diálogo...— intenté volver al principal tema de conversación. 

Durante las siguientes horas Rodrigo no dijo nada, cuando vi que ya era bastante tarde deje los papeles dentro del cuarto que usábamos para todo el material. Me quedé un segundo analizándolo por completo, sonreí recordando que el teatro, aparte de salvarme de ser amenazada, también era un pequeño sueño que tenía desde pequeña. 

Pasé mi mano por las prendas de ropa, mi abuela y yo habíamos hecho un gran trabajo. 

Estuve a punto de salir cuando unas manos se posaron en mis caderas. Maldije a mi cuerpo, que parecía reconocerlas tan fácilmente. 

—Julieta Brown— susurró en mi oído poniendo su mano en mi barbilla. 

Empecé a intentar controlar mi respiración, él presionó más mi cuerpo contra el suyo, su pecho chocó con mi espalda junto con más partes.

—Mañana quiero llevarte a un lugar especial— propuso acariciando mi mejilla dejando un mechón de mi pelo detrás de mi oreja. 

—¿Mañana?— pregunté temblorosa. 

—Mañana, yo pasaré a buscarte. 

Asentí lentamente, Rodrigo dejó un beso corto en mi cuello y desapareció así como mi estúpida regla de no meterlo en mis pensamientos. 

Trate de entender cómo nos habíamos acercado tanto, tal vez desde un principio ninguno puso límites ni dejó claro que lo nuestro sería una simple amistad. 

**** 

Mis ojos iban de un sitio a otro, miraba a Rodrigo y luego al pequeño bote que estaba delante de nosotros. 

Sabía que ponerme una falda era mala idea. 

—¡Sorpresa!— exclamó emocionado. 

Aquello me hizo sonreír, que él se hubiera molestado en elegir llevarme a ese sitio y encontrar un bote que no estuviera a punto de caerse a pedazos ablandaba mi corazoncito. 

—Wow, definitivamente wow. Rodrigo Wall haces que esta cita sea cada vez mejor— bromeé subiendo al bote con su ayuda. 

—Quería que la primera fuera la mejor. Aunque cada una será mejor que la anterior— me guiño un ojo subiendo también. 

Algo dentro de mí se paralizó. ¿Eso sí era una cita? 

El castaño rio notando mi expresión. 

—Sí, tambalea un poco, pero el paisaje lo vale— habló agarrando uno de los remos. 

Yo sonreí, bueno, al menos no había notado la verdadera razón de mi sorpresa. 

—Este lugar es verdaderamente increíble— decidí romper el silencio, quería pasar un buen rato con él sin necesidad de ponerme a pensar en mis cosas. 

—Esto es la segunda cosa que más me encanta de Vendonia— afirmó muy convencido. 

Mi mano recibió el agua fría con mucha tranquilidad, a fin de cuentas estaba acostumbrada a esta temperatura. 

El recuerdo de nosotros huyendo de la DOD llegó a mí, pero lo ahuyenté enseguida. 

El rostro de Rodrigo acompañado del hermoso lago rodeado de naturaleza y árboles, que parecían sacados de una película de princesas, me hacían sentirme cómoda. 

El contraste del azul de sus iris me deleitaron unos segundos. El castaño excitante era muy merecedor de su apodo, puso en orden un mechón de cabello que se había salido de su peinado de siempre. Sus mejillas estaban algo coloradas debido a la fría brisa de otoño, sus labios tiritaban un poco, estaban entreabiertos casi listos para recibir otros labios. 

Decidí concentrarme en su atuendo, camisa azul marino con botones, pantalón negro acompañado de zapatillas blancas, reloj dorado, pulsera en su muñeca y una gabardina de color café. 

Este chico podría provocar tanto en mí, lo que me hacía sentir algo de miedo. 

El miedo será algo que estará por siempre, más cuando Vendonia no tardaba en amargar mis pequeños momentos en donde la vida me sonreía. 

Por ello, cuando comencé a gritar al sentir una mano helada tocar la mía y descubrir que era parte de un cuerpo que flotaba en el lago, supe que ya nada tenía remedio. 

El cuerpo lucía como una flor marchitada, decaída, mal cuidada e inestable. 

La oscuridad había vuelto a consumir a Vendonia, esta vez comenzando por la flor más frágil. 

Blanca Muñoz. 

Que en paz descanses.

****

¡Hola! :) aquí esta el otro capítulo que tenía tantas ganas de publicar 🥴

Ahora sí, se vienen muchas cosas buenas...

¿Rodrigo y Julieta?

¿Mark y Claire?

¿Qué le pasará a James?

¿Charly?

Sin más que decir, ¡Qué tengan un buen día, tarde o noche! ❤

-Anahy🌹

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