Capítulo 17
Cuando los padres se duermen, los monstruos aparecen
La maldad del mundo.
Dios, ¿alguien se ha puesto a pensar por una vez en los desquiciados y crueles que pueden llegar a ser ciertos comentarios?
"Nunca pertenecerán aquí"
"Todos saben a qué vienen"
"Su presente es el resultado de su asqueroso pasado"
"Karma en su máximo esplendor"
"Te vas a quedar sola"
Frases que no se quedan en mi alma, hacen algo peor...
Me crean paranoias.
¿Será verdad que sí merezco todo lo que me ha pasado?
¿O solo son los rasguños de los espectros que se alimentan de mis lágrimas?
Por eso, cada gota que realizaba el recorrido entre mis ojos hasta mis mejillas rosadas alegraban su petrificante rostro.
En las pequeñas noches, se hacía más fácil temer al fantasma del armario, que a que tu vecina apareciera y te engatusara cada pequeña parte de sensatez que tengas.
Lo que un comentario ruin hace efecto en mi mente infantil, en un futuro logra que tenga el control de identificar a un monstruo.
No es el que está debajo de tu cama o el que se encontraba al final del pasillo. Esos únicamente son inofensivos.
Los que te hacen daño de verdad son los silenciosos.
Aquello que sin mostrar dientes afilados, ojos temerosos o risas escalofriantes consiguen herirte.
Son las personas de tu entorno, las que saben por dónde atacar.
Los que entran, engañan, juegan, te clavan un puñal donde menos te lo esperas y se van con las manos cubiertas de sangre.
Manos que ya han sido manchadas anteriormente. Que se limpian con agua y posiblemente con un "lo siento" o un "no estaba en mis planes lastimarte".
Justificándose.
Olvidándose así del asesinato que acaban de cometer.
Dejando un cuerpo envuelto de mentiras, que quizás se habían convertido en heridas.
Pero bueno, a fin de cuentas...
Solo son simples monstruos que de día piensan en cómo atacarte, cubriéndose en su papel.
Su papel de ser llamado amigo.
****
Tan expectante era la entrada del Señor Benrite, que incluso se asemejaba a la de un Dios apareciendo por "sorpresa".
Nadie aplaudía, vitoreaba ni lo alababa. Simplemente, esperaban en profundo silencio ante tanta autoridad.
Esta vez, Benrite había decidido vestirse con prendas casuales, pretendiendo parecer uno más. A pesar de que, en el fondo, él sabía que esa era su función. Disfrazarse de alguien bueno con piel de cordero, cuando no era más que un simple mortal con odio y astucia interior.
Lo vi pasar su mirada por cada uno de nosotros captando su atención en mí. No me juzgó, pero sí me analizó, sabía que como yo iba causaba más que sorpresa.
Pero, por muchas canciones clásicas que ponga, aparentase lo que aparentase o fingiera felicidad; era solo una figura.
Una imponente, con ojos esmeralda maliciosos, nariz perfilada y labios finos. Cabello castaño lleno de gomina para que esté perfectamente peinado hacia un lado, algunas canas queriéndose asomar y muy pocas arrugas en la cara.
Sin más, con una voz autoritaria comenzó con su discurso.
—Estimados presentes, es un placer para mí estar aquí reunido con vosotros...
Y tan placentero
—¿Quién es?— preguntó el castaño confundido.
—El alcalde— susurré para continuar escuchando al señor Benrite.
—A pesar de...— primer estornudo, la gente se sorprendió, él pareció también hacerlo.
Rodrigo suspiró sin más.
—De haber estado gobernando...—se detuvo, esta vez algo agitado—...desde las afueras— suspiró profundamente.
Venga
—De este nuestro pueblo, me enorgullece anunciar que...
Dio un paso hacia atrás. A su visión el micrófono se alejaba más rápido de lo esperado y todo se volvía pequeño.
Su voz se escuchaba agitada y su cuerpo tambaleaba, de repente, perdió toda la compostura y le dio la vida al verdadero alcalde sofocado que era.
Charly entró en escena junto con un inhalador, parecía controlar la situación, hizo unos cuantos apaños y el señor Benrite volvió a respirar con normalidad.
—Nos enorgullece anunciar que los Benrite han vuelto— dijo el pelirrojo para ahorrar otro accidente a su padre.
El padre de Charly lo miró regulando su ritmo cardíaco, se llevó una mano al pecho y comenzó a reír.
Reía, porque sabía que no podía enfurecer, que debía parecer bueno.
No pasó nada y seguía siendo perfecto.
Mierda.
—Como no, el hijito adorado ayudando a su papi— afirmó James apareciendo a mi lado con una lata de coca cola en su mano.
—¿Eh?
—Charly no se cansará jamás de querer parecer que no sigue los pasos de su padre. He aquí la verdad, siempre va a estar el señor Benrite por encima de su propia dignidad.
—Él es diferente, está en contra de...esto— expliqué, solo que, recordar lo dicho en el lago, el sótano, las miradas, la pelea, nuestro reencuentro, nuestra despedida e incluso el día del bosque me hizo dudar de mis palabras.
—Las pecadoras sabían esconderse bien para que nadie las descubriera in fraganti. Obviamente, el alcalde debe tener controlado el pueblo, ¿Sabes quién se dedicaba a soltar información y demás? ¿Tienes idea de quien controla el teatro y su guion?— se acercó más a mí—. Una pista, lo tienes justo ahí, mirándote como un cazador a punto de acorralarte.
No puede ser.
—James, no digas tonterías.
—Estoy diciendo una verdad que pensé que sabías— recalcó la palabra pensar—. Él, el niño bonito y mimado, no es nada más y nada menos que un chivato, manipulador y egoísta.
Oh.
¿Qué?
No sé si a alguien más le ha pasado lo mismo que a mí. No sé si esto que estaba sintiendo se podía explicar o encarar.
Me estaba transformando en alguien ajeno a mí misma por el hecho de no conocerse.
¿Qué se supone que debo hacer ahora?
Sentía un nudo apretando mi corazón y como mi ira, jamás conocida, se adueñaba de mí.
Unir cabos era lo que mi cerebro podía intentar hacer.
Había olvidado lo fácil que era engañar a una niña y lo poco que sabía sobre la vida.
Lo tuve delante de mis narices todo el tiempo.
Aquel día en el bosque, en el que me levanté confundida en una cama que no era mía. Alejada de lo que me había sucedido, sin entender que la vida de alguien había acabado.
Sin darme cuenta de que jugaron conmigo, de la manera más cruel que podían haberlo hecho.
Pensé que me enseñaron a estar alerta cada segundo. Y ese día, me había descuidado.
Comprendí que la tarde en la que Charly no se había despedido de mí al irse no era porque yo había hecho algo malo.
Lo malo era él.
El niño, no tan inocente, que atraía a las pecadoras al bosque y las sentenciaba para hacer que su padre las tuviera en el punto de mira.
Para, después de haber reunido lo suficiente, acabar con ellas.
—Hay algo que no termino de entender— la voz confundida de esa persona trajo mis pensamientos a la realidad.
Ahora no, Rodrigo.
Solté un gran suspiro, seguía ida sin mirar a ningún punto en específico. Solo daba vueltas por toda la escena hasta encontrarlo con las manos cruzadas, sentado correctamente y con el cabello peinado hacía un lado. Esta vez no llevaba una sudadera, ni cadena, mucho menos gorra, nada que pudiera ser criticado por su padre.
Maldito Charly Benrite.
Mi problema siempre fue no fijarme en su apellido. No entender ni analizar lo que escuché en ese bosque y, sobre todo, atarme tanto a él compartiendo dos mentiras.
—Se hizo pasar por nuestro amigo, al día siguiente su padre vino con más patrullas a alojar a las familias que vivían en esas casas abandonadas— las palabras duras de James me hacían entender todo—. Me quedé sin casa, Ju. El niño de siete años nos la jugó engañándonos a mi grupo de amigos, a ti, a mí y a Vanessa.
¿Qué demonios pinta Vanessa en esto?
—Eran niños cuando se conocieron, Charly se fue a las semanas, es imposible que haya tenido algo que ver con la desaparición de Vanessa.
Dije firme, hacía días que comencé a dar a Vanessa por muerta, pero delante de James tenía que seguir en mi papel de chica con esperanzas de encontrar a su mejor amiga.
—No tuvo que ver con su desaparición, pero sí con su condena. ¿Por qué crees que Nessa es pecadora? No porque lo haya sentenciado el pueblo, sino porque el alcalde a lo lejos se dio cuenta de la situación, gracias a Charly.
—Charly no conocía a Vanessa.
—Se hablaban por e-mail, hace días encontré en la biblioteca un correo...Yo entré por curiosidad y leí todas sus conversaciones al darme cuenta de que eran ellos. Así fue como encontré las respuestas a mis dudas.
—¿Por qué no me lo dijiste?— soné más débil de lo que quería.
James suavizó su expresión.
—Porque debías darte cuenta tú de la clase de persona que era— soltó sin más—. Y porque cuando te vi con él ese día, mi miedo a que te hiciera lo mismo hizo que acabará golpeándolo como un loco. Luego, vi tus sentimientos hacia él, no supe qué hacer y te dije toda esa mierda, que ahora que lo pienso no tenía sentido.
La risa del alcalde interrumpió nuestra conversación, al parecer estaban haciendo una clase de debate sobre el color de las papeleras.
Imbéciles.
—Bueno, como muchos saben cada año elegimos a la candidata perfecta para representar a las benditas del pueblo. A las que sí merecen llevar la tiara dorada como guía en su camino— manifestó jugando con aquella tiara de plástico.
Me crucé de brazos ahogando una risa, no podía creer como todas las chicas esperaban ansiosas por tener el "gran" privilegio de ser la representante de la pureza de Vendonia.
Quiero recalcar que ninguna de ellas era tan inocente como aparentaba. A más de una había visto incumplir alguna que otra norma. Eso sí, delante de la ley todos mentimos con tal de salir ilesos.
—Esto no tiene sentido— dijo Rodrigo por primera vez, cuestionando todo.
¡Bienvenido a Vendonia, cariño!
—Tú, la de blanco— escuché ordenar al alcalde. Casi juré que no era conmigo con quien quería dirigirse.
Hasta que una alerta resonó en mi cabeza.
Nadie iba de blanco.
Nadie iba a mostrarle al alcalde que no era "pura".
Yo lo había hecho, yo resaltaba las palabras "peligro", "pecado" y "error". Era imposible ser la más bendita.
¿Qué clase de broma es esta?
Comencé a andar entre el camino de todos aquellos que murmuraban sobre la errónea elección. Mientras que yo no tenía de otra que obedecer cualquier norma.
Una vez estuve en la tarima con el pueblo criticando, susurrando, insultando y humillando; sentí como las manos me sudaban. Era una simple hormiga delante de aquellos adultos, una a la que atacar.
—Señorita Brown, dichosos los ojos— fingió orgullo mezclado de felicidad.
Darío Benrite aplaudió acercándose a mí sin respetar mi espacio personal. No podía hablar, no quería.
—¡Es injusto!
—¡Ella no es digna!
—¡Ni siquiera es virgen!
Las voces de varias señoras insatisfechas con que sus hijas no fueran la estrella del show eran palpables.
¿Acaso no lo veían? Yo no era la estrella, era el payaso del circo.
—Calma, calma...No me he vuelto loco, sé que esta vestimenta solo grita rebeldía con algo necesidad de ser atendida— explicó el alcalde con una sonrisa de lado, se la estaba pasando de maravilla—. Por algo, Julieta Brown, te doy la oportunidad de entrar en nuestra armonía y respeto de nuevo.
No, gracias.
Suspiré asintiendo con la cabeza.
—¡Todos merecemos una segunda oportunidad!— gritó dando una lección a su pueblo—. Los errores no nos definen como persona, Julieta— susurró eso último, refiriéndose exclusivamente a mí. Supe el porqué se centró en mí enseguida.
Papi al rescate, ¿No, Charly?
Noté una mano helada rozando, casi acariciando, la mía.
Charly Benrite estaba a mi lado, colocándome un anillo con una piedra esmeralda.
—Como bienvenida a la comunidad— indicó al ver mi cara de confusión.
Hijo de...
Me solté delicadamente de su agarre, conocía las circunstancias en las que me encontraba y no debía permitir cometer algún fallo.
—Ahora sí, queremos anunciar a la verdadera elegida. La merecedora de la tiara de oro es...¡Blanca Muñoz!— gritó con demasiada admiración para mi gusto.
¿BLANCA MUÑOZ?
James conectó su mirada con la mía, él rio un poco al ver como la dulce Blanca subía a la tarima.
Blanca Muñoz, la chica que James se había follado semanas antes.
Sí, sí, eso fue crudo.
Sin embargo, para James esas chicas solo eran follar y ya. No usaba el término de "acostarse" ni "hacer el amor" le parecían absurdos.
—Es un placer para mí estar aquí, realmente nunca me espere ser yo— dijo tímidamente, así engañaba a cualquiera—. Mil gracias.
Abrazos, ceremonia, aplausos y demás.
Cosas absurdas que hicieron mientras tenía a Charly a mi lado. La verdad me estaba hartando de estar parada.
—Con esto queremos enseñarte Julieta, que el bien existe, la pureza se puede mantener. No hace falta entregar tu cuerpo a cualquier persona— habló mirando lo juntos que estábamos su hijo y yo—. Retírate, por favor.
¿Quién se creía?
¿Quién le había dejado criticarme de esa manera?
Avancé dispuesta a regresar por dónde había venido, pero que Charly estuviera ahí con una sonrisa de complacido, el alcalde riendo y Blanca juzgando me hizo volver.
—En realidad señor Benrite, no le entregué mi cuerpo a nadie—afirmé ya harta de sus burlas—. ¿Sabe por qué? Porque es mío, así me haya acostado con todos los chicos que estén aquí, mi cuerpo nunca dejará de ser mío.
Charly me miraba incrédulo, yo sonreí de lado.
—Eso sí, si sigue con ese pensamiento verá como su hijo tiene ya el cuerpo de varias chicas en sus manos o en otras partes. Así que antes de juzgar aplique su ley a los suyos también—me hice la desentendida. Además, quería tener mi momento como "estrella del circo".
Soltando todo lo que debía, me fui de ahí abriendo camino entre las personas que me miraban incrédulos a mis comentarios tan fuera de lugar.
Caminé tanto que no medí cuando había llegado a lo más lejos del jardín, a nada de adentrarme al bosque.
"El bosque es peligroso para ti, sirenita. Si algo te pasara, yo dejaría de intentar sonreír"
Por instinto me alejé del bosque sentándome en una gran roca.
Ya me habían traicionado más de una vez.
No obstante, cuando volvía a pasar por aquello, dolía más que la anterior.
"—¿No se supone que los errores te hacen más fuerte?
—No se trata de suponer, se trata de creer. Para ser la mejor versión de ti debes ser tú quien se ponga en el máximo pedestal. Eso de alabar a otro, comienza a ser una mierda"
Cuanta razón tenías...
Charly nunca quiso ser mi amigo. Me había llevado a la boca del lobo, diablos, ni siquiera nada de lo que él me había prometido era cierto y tal vez ni siquiera era como yo recordaba.
¿Qué mierda me hiciste Charly?
****
¿Qué estás haciéndome ahora, James?
Era lo que me lo preguntaba una y otra vez, mientras la risa de mi mejor amigo resonaba cerca de mi oído.
—Si te mueves pierde la gracia— susurró él dándome un beso en la mejilla y otro cerca de mi cuello—. Déjate llevar.
—Lo hago...— dije para mí misma.
—Dime...¿qué sientes?— preguntó con una de esas sonrisas pícaras que le salían solas.
Calor.
—Frío...— contradecí a mis pensamientos, repitiendo en mi mente que no debía dejarme llevar.
—Muy bien, eso es lo que necesito para ayudarte — murmuró agarrando mi mano para ponerla en otro punto en específico—. ¿Y ahora?
Ahora no es tu cuerpo.
—Calor...
—¿Qué clase de calor?
—El que se siente cuando pones el dedo dentro de la chaqueta del único chico que siente frío todos los meses del año...Estoy tocando a Ander, ¿verdad?— sonreí al comprobar como el nombrado bufaba, anunciando así mi victoria.
—¡Correcto! Eres un genio— me alabó Ander quitándome la venda de los ojos.
—Claro, entrenada por el mejor.
La voz de James y dejar de sentir su tacto hizo que me estremeciera.
Tras mi ida, el pelinegro me había seguido hasta encontrarme. Esta vez no estábamos solos, un grupo de chicos también protestaba con lo que me habían hecho.
Bueno, en realidad todos eran amigos de James.
Menos el castaño excitante, que se acercaba con dos cajas de bebida con la ayuda de Amara, la joven hermana de Mark.
Oh, Mark, el mejor amigo-enemigo (más enemigo) de James que había propuesto ese juego de tocarnos entre todos y adivinar quiénes éramos.
Yo iba ganando, obviamente.
Amara se sentó en la roca, acurrucándose a mi lado. La conocía muy poco, era un pedazo de azúcar al lado de Mark.
—¿Rodrigo es algo tuyo?— me preguntó bajito.
—Mi amigo, pero...A veces no tan amigo— le respondí con sinceridad.
—Oh, algo así como James y...
—Sí, algo así— terminé sin querer dar muchas vueltas al asunto.
Estar cerca del fuego con bocadillos y bebidas para nosotros me ayudó a olvidar el desastre de antes.
Ahora ya sabía quién era Charly Benrite. Y solo me causaba asco.
—Por idiotas no se llora, Brown— me recordó Mark dándome un vaso de agua.
—¿Quién ha dicho que yo he llorado?— le pregunté divertida. No iba a destrozarme por alguien que no lo merecía ni un poco.
—Eres fuerte, James no se equivoca contigo, chica de hierro— me regaló una sonrisa divertida. Enarqué la ceja, no sabía qué clase de Mark estaba conociendo. Solo había tenido la oportunidad de hablar pocas veces con él, por lo visto, era alguien divertido.
—Chico tonto— solté para después escuchar la risa de James.
Luego, dejó de hacerlo tras parecer oír un sonido.
Como si el momento se hubiera acabado.
Más cuando James ordenó a un chico y a Rodrigo ir a por más leña, ambos accedieron. Aunque algo me decía que quería alejarlos de lo que sucedía.
—¿Cómo mierda nos han encontrado?— preguntó Mark sin saber qué hacer.
James lo calló enseguida.
—Escúchame, voy a llevarme a Julieta. Tú huye— le ordenó fríamente. Se veía a leguas que a mi mejor amigo le importaba lo más mínimo lo que les sucedía a los demás.
—¿Cómo qué huye? ¿Quién mierda te crees que soy? ¿Flash?— le atacó el chico de cabello oscuro con mechones azules, poniéndose histérico—. Irán a por mí, no puedo dejar sola a Amara.
La simple mención de Amara bastó para que James suspirara nada alegre con sus propias decisiones.
Mi mejor amigo agarró mi mano y me llevó junto con Mark.
—Le pasa algo y te juro que no vives para contármelo, un pequeño rasguño, cualquier cosa...Te mato, ¿oído?— amenazó a Mark ferozmente y se detuvo mirándome, colocó sus manos entre mis mejillas soltando un gran suspiro.
—Sé que no debes entender nada y tu naturaleza es ser curiosa, por favor...Haz todo lo que Mark diga, prometo volver— me tranquilizó el pelinegro pegando su frente a la mía, un gesto que me sorprendió, pero no me quejé.
Segundos después, James salió corriendo junto con Amara.
No entendía ni daba crédito a lo que estaba pasando.
—Brown, tú mantente en silencio la mayor parte del tiempo— Mark se puso delante de mí protegiéndome.
Al parecer los dos estuvimos esperando que alguien apareciera y nos pusiera alerta.
Fue ahí cuando entendí que James y él estaban en problemas, probablemente por su trabajo. Recordé la quemadura de Mark junto con la herida de mi mejor amigo.
No habían terminado de desquitarse con ellos.
El chico pelinegro con mechones azules se separó de mí y me sostuvo de los hombros.
—Voy a ir a comprobar que los demás estén bien...Si escuchas algo, grita o patalea— me indicó él—. Yo apareceré enseguida, no tardaré.
Asentí sin protestar, no era la hora de ponerme a la defensiva.
Nada más irse, conté cada segundo que pasaba para entretenerme con algo, estaba temblando de miedo. Tanto era mi pánico que, me encontraba sentada al lado de la roca con las manos en mis piernas mientras me balanceaba de un lado a otro.
"—Sirenita, no puedes hacer esto. Tú y yo...somos otro mundo, somos impredecibles, irrompibles".
—Irrompibles—susurré recordando las palabras que una vez me dijeron.
Tan protegida me sentía que no podía escuchar como unos pasos se acercaban hacia mi cuerpo tan rápidamente, que en cuanto tuve el tiempo de reaccionar, ya me sostenían del cuello y tenía tapada la boca.
Como en casi todas las películas hice lo posible por deshacerme de aquel agarre, lastimosamente la persona era más fuerte que yo.
Al notar que cada vez su apretón se hacía más fuerte comencé a sentir la falta de aire. Mi cuerpo no dejaba de moverse intentando poder ser liberada y sentir mi respiración de nuevo. Las uñas de quien me sostenía me apretaron el cuello, solté un chillido casi invisible.
Hasta que, de forma inesperada, me soltó y cayó al suelo.
Una mancha de sangre se formó bajo el cuerpo de aquella chica.
¿Acaso ella...?
¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Quién?
—¡Julieta! Dios, casi muero al verte así, ¿te encuentras bien? Estás pálida.
La voz de Charly fue algo que distinguí mientras mi respiración agitada se regulaba, mi garganta me ardía y solo podía escuchar un pitido molesto.
—Charly...¿qué?— tosí sin poder terminar de preguntar.
No podía hablar, no tenía la suficiente fuerza, mi mano tenía pequeñas manchas de sangre debido a los pequeños rasguños que aquella chica dejó en mi cuello.
—No hagas preguntas, ten— se agachó a mi altura y se quitó la chaqueta de marca para ponerla alrededor de mí— No dejamos que nos hagan daño, ¿lo recuerdas?
Tú lo hiciste, me hiciste daño.
—Charly...
—Shh, ahora no— siseó sentándose a mi lado mientras llenaba su camisa blanca de suciedad.
Entonces, cuando recobré la compostura, vi la gravedad de la situación. A centímetros de mí yacía el cuerpo de una chica, acabada de ser asesinada por Charly Benrite con la ayuda de una piedra.
—Diremos que esto fue por defensa propia, lo entenderán...Por lo visto iba drogada, eso nos pondrá las cosas a nuestro favor— explicó él.
—No, no, no— repetí como una loca, no iba a dejar que me la jugara de nuevo, ya no tenía seis años.
—Escúchame muy bien Julieta, si abres la boca y dices cosas que no son investigarán a la chica— al ver que parecía no importarme suspiró— de una manera a otra la relacionarán con James y lo que sea que haga él, ¿tú de verdad quieres que se meta en problemas?
Sus preguntas sonaban totalmente planificadas anteriormente. Diablos, ahora que él conocía una de mis debilidades podía manejarme a su antojo.
Porque eso sí, en el juego de la manipulación, Charly era un experto.
Pero yo también sabía jugar.
—Fue en defensa propia— susurré dándole a creer que estaba de su lado.
—Bien— sonó satisfecho.
—Falso— terminé de decir.
—¿Qué?
—Eres un puto falso— le insulté, así lo quería en ese momento.
—No digas tonterías, acabo de salvarte la vida— bufó con molestia.
—Eso no quita que me hayas mentido y jugado conmigo de una manera asquerosa— continué con la rabia en mí.
—Cambié, las personas cambian.
—No, no te has convertido en otra persona. Siempre lo fuiste y yo fui una ciega en no desenmascarar tu faceta— le ataqué, del mismo modo que él conocía mi debilidad, yo conocía las suyas.
—No hay ninguna faceta, deje de ser el niño bueno a ser el chico que sería capaz de acabar con alguien que te haga daño.
—Pártele la cara a quien tú quieras, pero eso solo te ayudará a aumentar el odio que te tengo.
El odio que te tengo.
Yo a él.
Odio.
—Julieta...— murmuró buscando algo que le demostrara que estaba mintiendo.
—Te odio Charly Benrite, te juro que te odio y no me voy a cansar de repetirlo cada día. Así como...ella te lo repetía— zanjé nuestra conversación para levantarme de la fría tierra y marcharme.
Era hora de empezar a estar más tiempo a solas, dejar al pelirrojo atrás hizo que mis ganas de llorar aumentaran.
Lo odiaba, eso estaba claro, sin embargo, a fin de cuentas odiar era un sentimiento.
Y yo no podía negar que desde que lo vi mis sentimientos hacia él habían evolucionado. Lo que era una amistad se había convertido en un amor platónico. Ahora solo eran cenizas de lo que pudo y no fue.
No obstante, uno de los dos no quería dar por terminado aquello.
Caminé con más rapidez al ver como pequeñas gotas comenzaban a caer sin fin, más y más.
—Maldita lluvia— murmuré.
—¡Julieta!— escuché el grito de alguien llamándome.
Casi me había olvidado de él, no recordaba que debía protegerlo.
—Rodrigo— dije sintiéndome aliviada de verlo sin ninguna herida.
—Están aquí, he encontrado algo...La DOD está aquí Julieta— comenzó a contarme nervioso.
Por primera vez, en todo lo que llevaba de día, decidí no meter las narices donde no me llamaban y no hacer caso a Rodrigo.
—¡Ey! ¿Sabes lo que eso significa?— intentó llamar mi atención.
—Sí, sé lo que significa— afirmé sin dejar de caminar, la lluvia se hacía más notoria y mis sandalias se llenaron de agua mojando mis pies.
—¿Entonces?
—Entonces no debe importarme.
—¿Qué cojones dices? Hay gente inocente que puede estar cayendo en sus garras y tú dices que no te importa— me dijo algo furioso.
—¡No, no me importa!— grité al notar el tono de su voz, he de decir que me sorprendió ver ese lado tan...diferente de Rodrigo.
—Pues debería, ya que nosotros los trajimos aquí.
Al ver como la llovizna comenzaba a convertirse en granizo entré en una de las lavanderías del pueblo. Me senté en la primera silla que encontré y fingí que la presencia de Rodrigo era invisible.
—¿Puedes dejar de parecer alguien sin emociones? Tú no eres así— llamó mi atención acercándose más y más.
—Tú no tienes ni idea— solté, en parte decía la verdad, Rodrigo me desconocía.
—No te he visto llorar en todo el maldito día. Tu ex mejor amigo, el alcalde, esa chica y el pueblo, se burlaron de ti hoy y no vi ninguna lágrima, ¿Cómo lo haces?
—¿Cómo sabes que Charly era...?
—Es más que obvio, no hace falta ser muy listo para notarlo...Además, Mark no puede estar callado.
Maldito Mark.
—Preferiría no hablar sobre mis sentimientos, es un baúl que no quiero abrir, no ahora— le pedí agachando mi cabeza, mi cabello cayó sobre mis hombros mojando el vestido blanco.
—Está bien.
Esperé que se fuera y me dejara en tranquilidad, no lo hizo. Me dio mi espacio y se mantuvo apoyado en el cristal que dejaba ver el interior de la lavandería. Sus ojos estaban centrados en la carretera, demasiado concentrados en sus asuntos.
Yo llevé mis manos a mis brazos y me saqué la chaqueta de Charly. Al mirarla y notar su aroma recordé las tardes en las que habíamos sido July, un dúo icónico.
—No nos herimos entre nosotros...— murmuré dejando atrás aquello que en su momento dijimos.
Así que eso fue lo suficiente para regresar ese lado humano que tenía. Esas ganas de llorar que me habían estado asfixiando desde la ceremonia.
Charly Benrite me había roto de las mejores maneras que podían hacerlo, estaba orgullosa de él. ¡Qué gran actor!
Que mal que sea solo en cuestión de tiempo que su papel se le cayera encima. Y yo iba a ser de las primeras en contemplarlo.
Por ahora, mis sollozos eran el único ruido tonto.
Sollozos que se vieron interrumpidos al ver como Rodrigo Wall se acercaba a mí, se arrodillaba a mi altura y observaba cada pedazo de mi ser.
Nunca me había sentido tan especial desde entonces. Rodrigo no me estaba viendo, me estaba leyendo, aquel difícil libro que yo había creado.
—Te juro que él también va a pagar— susurró acariciando mi mejilla, la cual se encontraba roja.
No entendía a qué se refería, era algo que Rodrigo jamás diría.
—¿Por qué no te has ido?— pregunté esperando la verdad.
—¿Por qué no me has pedido que me vaya?— me preguntó él.
—Porque no quiero que te vayas— respondí siendo sincera, era de las pocas veces que decidía serlo.
—Ahí tienes mi respuesta, no debo irme...No cuando estás tan frágil...
—No soy frágil— le recordé.
—No, tú eres hermosa— dijo con una sonrisa, esas que derretían lo poco que quedaba de mi coraza.
—Y tú un don perfecto— bufé sonriendo también.
—Y tú una curiosa sin remedio.
Mis manos estaban unidas a las de él, ambos parecíamos disfrutar el tacto del otro.
—¿Qué es lo que buscas, Rodrigo?
—Entenderte a ti— susurró poniendo uno de sus dedos en mis labios, esa pequeña caricia hizo que algo en mí se detuviera.
—¿Por qué debes entenderme, Rodrigo?
—Porque quiero explicarme el porqué no puedo dejar de pensar en ti, pequeña rubia.
Mis ojos y los suyos conectaron y quizás fue la situación, la armonía y las gotas de agua que caían de su cabello empapado que hicieron que nuestros labios se acercaran cada vez más.
Después de mirarnos nuevamente, leer lo que nos decíamos cada uno, callar nuestros pensamientos haciendo caso al latido loco y descontrolado de nuestro corazón. Lo hicimos sin más, siendo los adolescentes que éramos.
Rodrigo Wall me besó en una lavandería, con la ropa mojada, la lluvia haciendo eco y las lavadoras emitiendo su sonido molesto.
Aunque yo solo prestaba atención a alguien que estaba pegado a mis labios en ese momento.
****
¡Buenas noches! Bueno, aquí en mi país es muy de noche, pero bueno, debía publicar esto. Llevo semanas con este capítulo y con el siguiente...
Sin más que decir... Definitivamente amaré el siguiente capítulo y lo que se está por venir... Porque no todo va a ser de color de rosa
Bien, Charly es una caja de sorpresas, una muy ¿falsa?
Tendremos que saber más adelante a lo que Ju se refiere con eso de "falso" :)
¿Y por qué James dejo a Ju y se fue con Amara? La verdad, todo tiene un porqué, je
Y como no, el beso entre Rodrigo y Julieta, estoy in love con los dos, lo admito :D
Sin más que decir, (aparte de mi larga desaparición) puedo decir que voy escribiendo a mi ritmo, a fin de cuentas he llegado a la conclusión que mi inspiración sale cuando menos la espero y me alegra.
Por eso, el siguiente capítulo se encuentra casi hecho y si no caigo en un sueño profundo será publicado horas después ;)
Espero que hayan tenido una buena navidad y fin de año <3
Cuídense mucho, la situación actual está muy complicada :(
¡Qué tengan buen día, tarde o noche! ❤❤
-Anahy 🌹
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