Capítulo 16
La muñeca de porcelana que vive de una alma perdida
Cuando el sol deje de brillar a tu lado voy a estar.
Cuando tu cuerpo se esfume al caminar, con los restos me voy a quedar.
Cuando tus ojos se cierren sin más, mi pesadilla va a comenzar...
Miedo.
Una simple palabra que conduce a una emoción, a un sentimiento y tal vez a un dolor.
Del miedo se habla todos los días, por minutos e incluso segundos. Siempre está escondido en cualquier rincón, caminando como un espíritu en un cementerio esperando encontrar algún alma perdida.
Es esa brisa que en vez de ser fresca es estresante.
Un aire que pasa de ser tranquilo a no poder ni controlarse. Es asfixiante al igual que atemorizante.
Es aquel "cobarde" que a veces nos dice el cuerpo.
Por mucho que cierres los ojos y grites, aparece.
Siempre existirá aquel escalofrío en tu cuerpo que te hará temblar. El mismo que te advertirá que lo que te espanta, está a tu lado riéndose de ti.
Una vez me contaron que el miedo es solo algo invisible, creado por tu mente para frenar tus propios límites.
Aun así hay guerreros que deciden ponerse en su contra y batallar contra él.
Porque sí, el miedo a veces suele reflejarse en simplemente temerle a situaciones o sensaciones, que aún no te has atrevido a hacer o experimentar.
Lo mío no es batallar con lo que me asusta, sino el miedo a mi reacción a aquello. Ya que, hay veces en las que no me conozco ni a mi misma.
Por eso, no sé ni qué sentir o hacer cuando tengo delante a eso que me aterroriza.
Las veo por todos lados, me atacan en mis pesadillas...
Esos rostros perfectos que no cambian...
Esos ojos que no dejan de contemplarme día y noche...
Esas muñecas que guardan tu infancia en su sonrisa.
Ni como controlar recuerdos a los que debería olvidar, aunque haya una chispa que los hace mantener vivos.
****
Confieso que varias veces he pecado de impaciente.
Cuando deseo que algo suceda ya, las horas parecen no querer estar de mi lado. Así que solo consigo desesperarme más y más.
Eso es lo que me estaba pasando para ese entonces.
Habíamos quedado el miércoles, a las seis de la tarde, para ir los tres al festival. La cosa es que, aún quedaban tres horas y yo estaba demasiado ansiosa para ser verdad.
No paraba de hacerme preguntas, evadiendo la verdadera razón por la que íbamos.
Aunque únicamente me preocupaba por tonterías...
¿Cómo se vestirá Rodrigo?
Asimilé que estaría tan arreglado como siempre, con una de esas camisas elegantes y modernas totalmente limpias y exageradamente perfectas.
Y James...
Él optaría por una de sus camisetas oscuras pegadas al cuerpo, que le ayudaban a que sus brazos lucieran más fuertes que de costumbre. Además de que marcaría su abdomen definido.
Y yo...
Yo apenas tenía elegido los zapatos que iba a llevar.
—¿En qué estás pensando?
Me asusté al escuchar a mi abuela detrás de mí, me veía de una manera extraña, ya que, yo parecía estar soñando despierta.
—¿Qué?...
En ese momento, me desconecté de mi mundo y recordé que le había pedido que me avisara minutos antes de que llegaran James y Rodrigo.
Porque a veces no mido el tiempo como es debido, ja.
Pero, ¿No quedaban tres horas?
—¿Todavía sigues en pijama? Julieta, tus amigos están a nada de llegar.
—No lo creo, ya sabes como es James...Llega tarde a todos lados— bufé sabiendo que era verdad, a la vez que me levantaba de la cama con pereza.
Bueno, Rodrigo es puntual. En cambio, James quiere que nos quedemos una vida entera esperándolo.
Cuando mi abuela se fue, decidí poner algo de música de fondo mientras bailaba o eso intentaba.
Exacto, yo también veo películas de adolescentes que terminan siendo felices y comiendo perdices. Y como no, cantan cada dos por tres.
—I want you to rock me, rock me, rock me, yeah— canté utilizando mi peine como micrófono.
—Y vendrán cosas peores...
Giré mi cabeza en cuestión de segundos, encontrándome a James en la puerta con los brazos cruzados y una estúpida sonrisa.
—¿Qué haces aquí?— lo miré de nuevo, por si acaso, a veces veo cosas que no son.
—Hemos quedado, ¿lo recuerdas?— dijo sabiendo que era algo obvio.
Yo suspiré asintiendo lentamente.
—Sí, pero tú no eres puntual.
Él solo se encogió de hombros.
—Quería llegar antes.
Ajá.
Yo volví a lo mío y canté con el mismo sentimiento de antes. Por un segundo me quedé callada escuchando como alguien murmuraba algo que reconocí.
Una sonrisilla tonta apareció en mi rostro.
—I used to think that I was better alone— susurró James mientras me miraba de reojo gracias al espejo de mi habitación.
Obviamente, yo me había dado cuenta.
—¡La escuchaste, te gustó y te la aprendiste!— chillé emocionada.
—No parabas de cantarla, era evidente que se me acabaría quedando en la cabeza— se justificó sin darle importancia.
Yo fingí sorpresa ante su acusación, mientras buscaba algo en mi armario. Qué difícil era encontrar la ropa que quería si tenía todo desordenado.
—Voy abajo para que puedas cambiarte libremente— habló James mientras escribía algo en su móvil.
—¿Seguro que no es porque las galletas de mi abuela te están esperando?— le interrogué sabiendo la respuesta, el olor a chocolate y vainilla se podía percibir por la casa.
—Gran parte es por eso, señorita linda— volvió a mirarme detenidamente haciendo que yo apartara mis ojos de los suyos—. Te veo después.
Escuché como bajaba las escaleras a paso rápido. Seguí con mi búsqueda del tesoro con esperanzas de hallar lo que necesitaba. Luego de casi rendirme, y que se me cayera un zapato cerca de la cabeza, encontré lo que quería.
Me acerqué al espejo con el vestido que pude comprarme la vez que gané algo de dinero.
—Es bonito— afirmé mientras mi mirada iba directa a mi cabello rubio, que parecía estar creciendo un poco. Sabía que tendría que volver a darle un retoque, pero me conformaba con tenerlo por debajo del pecho.
Sonreí un poco y me dispuse a ponerme la prenda nunca antes puesta. Era un vestido que me llegaba hasta las rodillas, se pegaba un poco al cuerpo marcando mi cintura, tenía una sola manga y era totalmente blanco.
Sí, blanco.
Sí, estaba siguiendo las normas del festival.
Porque sí, no voy a mentir, yo no era virgen.
Eso formaba parte de una larga lista de cosas que aún no te he contado, por ahora.
—Joder, ¡Que guapa estás!— exclamó mi mejor amigo llegando de nuevo a mi habitación.
—¿A qué sí? Fue buena idea comprarlo— contesté emocionada, amaba los momentos en los que ambos nos resaltábamos algo del otro.
Una buena amistad.
—Te lo dije, mis gustos son buenísimos.
Miré como se le formaba un aire de superioridad. Rodé los ojos enseguida sabiendo que eso le divertía.
James se acercó a mí para agarrar mi mano y darme una vuelta silbando en el proceso.
—Vas a captar la atención de todos— susurró cerca de mi oído dándome un abrazo—. Has conseguido la mía...¿Estás lista?
Un leve cosquilleo en mis mejillas apareció.
—Aún no he terminado.
Él abrió los ojos, sorprendido mirándome de arriba a abajo. Se acostó en la cama esperándome para continuar jugando con su móvil, parecía muy enganchado al aparato.
—Roberto está de camino— comentó rompiendo el silencio.
—Se llama Rodrigo— le recordé—. ¿Desde cuándo tienes su número?
—Desde ayer— contestó sin darle importancia y siguió con lo suyo.
Me sorprendí, de verdad, pero no lo hice notar. Acaricié la suave tela que tenía entre mis manos y me puse el pañuelo rojo de seda como si fuera un chal.
—¿De verdad vas a hacer caso a esas estúpidas normas?
—Tengo que hacerlo, tienen que creer que vamos con una intención buena...Y además me gustará ver la cara de las señoras al verme— sonreí ampliamente y me puse un poco de labial rojo.
—Ahora que lo mencionas, yo también quiero disfrutar de sus reacciones— comentó James riendo un poco, a la vez que me señalaba que llevaba un trozo de un pañuelo rojo.
Me permití observarlo un ratito, exactamente como yo esperaba, él había decidido llevar algo casual.
Mis ojos fueron directos a sus manos, en donde se encontraba su maravilloso tatuaje.
Después repasé todo su vestuario, no sin antes acercarme lo suficiente para pasar mi mano por su cabello. Me quedé un poco embobada observando su camisa negra y sus brazos, podía notar unas cuantas venas marcadas en ellos. También llevaba un jean negro, unas zapatillas blancas y, lo que me sorprendió fue que, tenía una chaqueta en las manos.
—Antes de que me preguntes quiero mencionar que la llevo por ti— aclaró notando como estaba a nada de preguntárselo.
Desde que lo conozco, siempre que era invierno, mientras yo me moría de frío en el instituto, James estaba tan tranquilo con una simple camisa. Después de un tiempo, decidí preguntarle el porqué iba como si fuera verano y me respondió que estaba acostumbrado al frío. Por eso se me había hecho extraño.
—Gracias, de verdad, sino acabaría como el otro año...— aseguré teniendo un pequeño flashback de lo que me había sucedido anteriormente.
—Cierto, desaparecí una noche y al siguiente día estabas con fiebre— hizo una mueca para continuar—. Te dije que llevarás algo abrigado a la fiesta y no lo hiciste— me recordó James.
Fueron días duros para ambos.
—Tapar ese vestido era un delito.
—Verte temblar y con mala cara sí que fue un delito— terminó de mencionar pasando su cálida mano por mi cabello.
—Lo sé— suspiré terminando de peinarme con los dedos, me aparté de él para ponerme unas sandalias negras bajas.
Nada más centrar mi atención en mi amigo de nuevo, agarré sus manos para levantarlo de la cama.
—Pesas más que un camión— dije luego de alzarlo tan solo un poco, exagerando mi gesto como si no pudiera con él.
—No peso, lo que pasa es que mi fuerza para quedarme en la cama es más fuerte— respondió volviendo a acostarse atrayéndome poco a poco.
—James es la hora...
—Lo sé, pero tenemos que dejar que Roberto espere, lo bueno se hace esperar.
—Tenemos una misión que cumplir— añadí centrándome en el nuevo plan.
Ignoré los pucheros de James y fui directamente hacia abajo encontrándome con mi abuela en el camino. Ella sonrió al verme, sus ojos brillaron un poco, sentí ganas de abrazarla y así lo hice.
—Ten cuidado— me recordó antes de irse a su cuarto.
Lo tendré abu, lo tendré.
James bajó a los segundos tarareando Rock me de One Direction.
Y el maldito criticaba la canción siempre que podía, ja, la vida es un ciclo.
Se acercó a mí, ambos nos miramos y salimos de la casa junto con unas altas expectativas de cómo iba a ser la noche.
Obvio, sería una gran noche.
****
Nada estaba saliendo bien, nada.
De gran noche solo tenía las grandes ganas de ponerle una cinta en la boca a James y de darle un mapa a Rodrigo.
Llevábamos caminando un montón para poder llegar al maldito festival, ya que habían cambiado la zona donde lo realizaban.
En otras palabras, necesitaban más espacio para el escenario donde el alcalde hablaría y el dj pondría las canciones.
Así que nos encontrábamos perdidos en "el laberinto de las calles de Vendonia".
Y perdí la cuenta de las veces en las que Rodrigo miró el Google maps.
¡Oh maldito Google Maps!
La tensión en el ambiente había sido muy notoria. James y Rodrigo decían algún que otro comentario, y luego, todo se volvía silencioso, mientras que otras veces era demasiado ruidoso.
Tan solo imagínate el panorama. Un chico que rodaba los ojos siempre que podía, una chica perdida en su mundo y otro chico que miraba a todos lados como si todo fuera algo increíble (o porque necesitaba ubicarse).
—Aquí explica que en dos minutos estaremos en nuestro destino.
—Pues yo digo que estoy a nada de volver a mi maldita casa.
Rodrigo bufó sin querer hablar con James. Yo intenté animar el ambiente sonriendo un poco, el castaño me miró haciendo lo mismo.
Eso fue suficiente para sonrojarme. Ya lo estaba admitiendo, Rodrigo era atractivo a mis ojos, demasiado.
Vamos, es inevitable, el chico está más bueno que el pan.
El castaño camino delante de nosotros, guiándose como podía, que solamente lo seguíamos como unos patitos a su mamá pato.
Suspiré al ver cómo se detenía para colocar su chaqueta café correctamente.
Deu meu...
El castaño excitante llevaba un jean oscuro, una camisa blanca, unos tenis cafés y en su muñeca resaltaba un reloj que parecía ser muy caro.
Oh, lo olvidaba.
Esta vez no iba tan peinado como de costumbre. El estrés de no saber cómo guiarse, lo había obligado a utilizar su cabello para despeinarse en vez de gritar o pegar a algo, o a alguien.
—Llegamos— confirmó nada más escuchar la voz del dispositivo, avisando que nuestro destino estaba ahí mismo.
Ya era un hecho, estábamos en el Festival del uno de octubre.
Buah. Simplemente, buah.
¿Por qué se realizaba? Porque el estúpido alcalde tenía que llenar sus bolsillos de dinero que conseguían las personas después de vender algunas cosas.
Además, de que necesitaba la atención para llenar su falta de orgullo con los aplausos de las mujeres y niñas que caían en esos cuentos de "las pecadoras".
Todo se hacía en un jardín amplio, la entrada se iniciaba con el camino de varios árboles y bombillas colgando de un cable. Luego mirabas los stands protegidos por carpas, en cada uno había una señora vendiendo cada una de sus pertenencias olvidadas o aperitivos deliciosos.
En cambio, los hombres se sentaban en sillas de plástico, con una cerveza en la mano y charlaban sobre ellos mismos.
Nada más entrar se escucharon varios murmullos de personas.
—Necesito probar eso, se ve más que delicioso— comentó Rodrigo mirando uno de los aperitivos.
—Frena el carro tío, debemos encontrar nuestro objetivo.
—Claire está aquí, lo ha subido a su Instagram— les conté, mientras les enseñaba la imagen de la peliazul en la noria con una sonrisa de oreja a oreja junto con sus compañeras de teatro.
—Perfecto, ahora solo falta encontrar al chico perfecto...para Claire— explicó Rodrigo mirando a todos lados.
—A ella le gustan los chicos malos, pero podemos encontrar a alguien amable, alegre, gracioso, extrovertido, castaño...
Yo enarqué una ceja sabiendo sus intenciones.
—No— solté con seguridad.
A ver, debíamos encontrar a un chico que tuviera la edad de Claire.
James suspiró sabiendo que iba a ser una tarea difícil. Empezamos a caminar mirando cada una de las cosas que se vendían, así sean muebles, cuadros, comida, juguetes, ropa...
Cosas que ya "no tienen importancia".
Me detuve en seco al percatarme de la presencia de uno de los stands.
Leons.
Ahí pone Leons.
L E O N S.
—¿Qué cojones?— preguntó James para él mismo acercándose ahí con rapidez, yo actué de manera automática.
—¡James!
Me acerqué a él y se detuvo girándose para darme tranquilidad.
—Tranquila señorita linda, no es nada...—habló entre dientes—. Ahora iré a comprarme un chocolate caliente, me sentaré en las sillas delante de la noria y haré como si nada.
La frialdad y seriedad con la que habló, como si se lo hubiera aprendido desde hace tiempo, me asustó. Quise detenerlo, pero él ya se estaba yendo, no iba a ir detrás de mi amigo, si quería soledad yo se la iba a dar.
—¿Por qué corazón de piedra se va?— preguntó Rodrigo apareciendo con una tarta de fresa en su mano.
Yo lo miré y me reí un poco, él había ido a comprar algo y no notó nada.
—¿Corazón de piedra?
—Sí, le envié un gif de un perro bonito y solo me dejó en visto, ya sabes las dos palomitas azules.
—¿Os habláis por WhatsApp?
—Solo exclusivamente por esto, ahora ya no.
Dejé de centrarme en él para ir directamente al stand, quería saber qué era lo que vendían.
Nada más llegar noté como había una gran fila, intenté meterme entre la gente y abrí mis ojos, sorprendida. Había demasiadas cosas, pero objetos que aún se podían utilizar. Miré a la vendedora y rodé los ojos al saber que era la niñera.
Me pareció muy absurdo que lo estuvieran haciendo, después de encerrarse en su mansión y no querer saber nada de nadie y ahora, iban con todo.
Teatro de la historia de Vanessa, fotos de ella en todo el pueblo, vender su muñeca...
Su muñeca.
Sí, ahí estaba. Me asusté al sentir sus ojos penetrantes en mí, un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo.
Odiaba esa muñeca. Era lo más horrible que había visto, porque la había usado Vanessa durante su infancia. Porque cuando iba a visitarla, la muñeca siempre se encontraba en su cama, analizando y juzgando.
Me recordaba tanto a su madre.
—¿Cuánto vale?
Rodrigo, no.
El castaño estaba delante de todos preguntado sobre esa cosa. Me descuidé dos segundos y ya la tenía en sus manos.
—Para ti, la observabas tanto que pensé que estaría bien tenerla, además no creo que nadie más quiera comprarla...Sin ofender...Parece una mala copia de Anabelle.
Me quedé en shock.
No dije nada y agarré la muñeca que nunca pude tocar. Estaba llena de polvo y fría, el rosado de sus mejillas había desaparecido, pareciendo una especie de espectro.
—Gracias.
Fue lo único que salió de mi boca, fuimos juntos hasta la feria buscando a James, no lo encontramos, pero encontramos a un candidato para Claire.
No sabíamos su nombre.
Sin embargo, era simpático y guapo. Parecía un Ken, solo que tenía una Barbie.
—Intentó número tres, fallido— Rodrigo bufó pasando una mano por su pelo.
—Bueno, lo estamos intentando.
Quise animar el ambiente, es que era demasiado insufrible ir a un estúpido festival donde varias personas ya me habían juzgado con la mirada, y encima, estar solamente por buscarle pareja a Claire.
Todo esto solo porque a los señores Leons no les daba la gana cancelar el teatro que hablaba mal de su hija.
Bien dicen, el dinero manda en cabezas ignorantes.
O de alguien que trama algo...
Apreté mi puño por acto reflejo, aunque, me detuve al sentir como el polvo se quedaba entre mi piel.
Que gracioso era sostener la muñeca de Vanessa, a fin de cuentas, yo nunca pude tocarla. Nunca me atreví a preguntarle por qué la tenía en su cama como si fuera un peluche, porque, miedito daba.
Y ahora la estaba llevando en mi mano, en la sucia mano que jamás quisieron que tocara esa porcelana.
Y ahora sabía que había entrado en un punto sensible.
Y ahora...Ahora llegó el punto en donde todos...Comenzamos a desestabilizarnos.
Más cuando comenzó a sonar la sinfonía nueve de Beethoven Coral.
Alguien se estaba acercando.
Alguien que me traía más confusión, para variar.
****
Primero que nada, buenos días, tardes o noches
Espero que estén todos muy bien y que estén tranquilos en sus casas <3
Por donde yo vivo hace un frío increíble ya.
En fin, se supone que he vuelto a Wattpad :D
Después de empezar de nuevo las clases vino todo de golpe y pues pff, muchas cosas...
Pero, ya estamos aquí :)
Ahora cada vez que tengo un ratito libre me dedico a escribir y puedo decir que el capítulo 17 tiene muchas cosas interesantes.
¿James y Rodrigo hablando por WhatsApp? Dios, ¿qué es lo siguiente? ¿Que un personaje literario salga de un libro?
Tengan lindo día, tarde o noche ❤
Tengan cuidado con las muñecas, je.
-Anahy 🌹
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