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Capítulo 15

La joya de la reina bañada en falso oro

El mundo es una pirámide.

Sí, lo sé, es algo muy loco de mi parte decir algo tan descabellado.

Sé perfectamente, que normalmente, decimos que la tierra es redonda y antiguamente se creía que era plana. Me basta con recordar las clases de geografía, a las ocho de la mañana, a los profesores explicando aquel tema y todos medio dormidos...

Pero, yo defiendo la idea de que es una pirámide, no por la tierra y su forma, sino por los que conviven en ella.

Ya sabes, por nosotros los humanos, los que nos hemos dedicado durante tanto tiempo a construir una pirámide invisible entre nosotros, que nos divide por categorías. Porque hasta el día de hoy y durante muchos años siempre va a ser así, nos vamos a calificar entre nosotros y a posicionarnos en una clase social.

El hecho de que sea de esa manera hace ver todo más entendible. Te provoca ver el mundo a través de los ojos de la realidad, para muchos no todos valemos igual y eso no debería ser posible.

En cada lugar se encuentra cada uno de los seleccionados, lo que sí es seguro es que las personas que tienen más dinero o poder, siempre estarán entre lo más alto.

Entre ellos, los más importantes: el rey o la reina, sin embargo, a la segunda no se le da la misma importancia que al primero.

El caso es que siempre hay un rey. El o la que duerme en una cama de "oro", el jefe o la jefa de una empresa, el que gobierna un país, el o la que manda en casa, el alcalde o alcaldesa de un pueblo...

Aunque este último en Vendonia no era el rey por así decirlo. Así como oyes, Darío Benrite, alcalde de mi pueblo y padre de Charly, no tenía el control de lo que él mismo denominaba "suyo".

Porque a pesar de estar rodeado de "perfección" había una familia que resaltaba más que él y su falsedad, esa era los Leons. Ellos no se encargaban de parecerlo, ellos eran jodidamente perfectos, o al menos era lo que transmitían cada uno de los integrantes de la familia. Supongo que aún no llega el momento de hablar de ellos, porque te aseguro que estallarías con tanta información.

Solo repasemos a la más joven, la que brillaba por luz propia y sin tener que apagar a nadie, la mismísima Vanessa Leons. La abeja reina del instituto, dueña de muchos corazones y envidiada por muchas, la chica ideal.

Tan solo imagínate un día normal esperando las clases en el pasillo, donde no hay nada que comentar, hasta que una figura femenina se acerca con pasos firmes y poderosos.

Una muchacha de cabello castaño que llega hasta sus hombros, con unos ojos azules de un brillo ejemplar, pestañas largas, nariz pequeña y recta, y como no, unos labios rosados que te hacían querer estar en su lugar.

La elegancia y estilo representaban a Vanessa, no todo lo que llevaba era la última tendencia, a ella no le importaba repetir sus conjuntos. La verdadera razón, por la cual era importante, era que la señorita Leons sabía perfectamente cómo vestirse para causar impresión. No le hacía falta ni presumir, tenía la seguridad y eso era lo que le hacía atractiva.

No obstante, así como hay una reina en lo más alto, hay personas en lo más bajo. Bueno, se supone que todos deberíamos estar arriba. Y como eso no suele ser posible, empieza el enfado.

Porque, así como puedes causar buen efecto en alguien, puedes provocar todo lo contrario en otro.

Solo recuerda, no todo lo que brilla es oro.

Y no todos van a desear ser tú cuando pueden acabar contigo.

****

Salir detrás de Claire no era buena idea, era malísima. Vamos, imposible de hacer, inimaginable.

Aun así lo estaba haciendo, iba detrás de la peliazul intentando no caer en el proceso. Porque, obviamente, mis pies tampoco eran los de un atleta y yo el único deporte que hacía era ver Netflix.

¡Y las escaleras no ayudaban en nada!

—Recuerda dejar de comer helado los fines de semana y mejor salir a correr, aunque sea una vuelta alrededor de casa— me dije a mi misma mientras mi pecho subía y bajaba por el cansancio.

¿A quién se le ocurría poner el baño en el segundo piso?

¿Y si estoy desesperada? ¿Qué hago? ¿Me hago pis encima?

Esto solo me ocurría a mí.

Entré al baño disimuladamente, ya sabes, como si no hubiera salido detrás de Claire para no perderla de vista.

¿Sabes qué sucedió?

Porque casi me muero del susto en el acto.

No estaba Claire, en ninguna parte. Revisé cada cubículo como si ella fuera una hormiga que podía estar en cualquier rincón sin ser vista. Aunque, a pesar de tener quince años (casi dieciséis), era más alta que yo.

Lo sé, llegué tarde a la repartición de altura.

Mi plan de sorprenderme al verla, animarla e intentar sacarle información se había ido por la borda. Y ni hablemos de querer ser su amiga, ya que, ella era la única persona que me podía ayudar con lo del teatro.

Todo eso solo porque no iba a pedir nada a los encargados de la obra por dos simples razones, no tan simples.

La primera: Mi orgullo estaba herido, no habían tenido en cuenta mi guion. ¡Y yo fui elegida para hacerlo!

La segunda: Le había dicho a Charly que no quería formar parte del teatro y que era estúpido, cuando él era uno de los encargados de manejar todo. Así que no podía volver con la cabeza agachada como un perro pidiendo perdón y encima, pedir que cambien el diálogo.

No tenía otra manera de manejar aquello, por eso me había resignado y acudí a Claire.

La cosa es que estaba saliendo del baño, después de mojarme la cara por completo, y repetirme en el espejo que yo podía resolver aquello. Hasta que algo me detuvo a medio camino.

—¿Por qué me seguías? No recuerdo que nos llevamos bien, pensé que habíamos quedado en "te miró con odio y tú a mí''.

Oh oh

No, oh oh, no.

Sino, oh oh te pillaron.

Claire Stone estaba delante de mí con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Me acordé de la cara de mi abuela cuando encontró mis dibujos "extraños" escondidos debajo de mi cama.

Inventa algo rápido.

—¿Yo?— me señalé fingiendo incredulidad y ella asintió—. No entiendo por qué piensas eso, es un baño público...Aquí viene todo el mundo.

Me encogí de hombros continuando con mi camino cruzando los dedos para que me creyera.

—Está bien, tienes razón— escuché lo que decía sin darle mucha importancia y bajé las escaleras a paso firme, hasta que ella me alcanzó—. Por favor ayuda a James con su herida, debe estar muy grave. Nos vemos, Julieta— susurró como si fuera un secreto cerca de mi oído.

Lo sabía.

Ese bobo me estaba mintiendo, no todo estaba bien.

No iba a quedarme como una tonta ahí parada como si nada. Tenía un teatro que cambiar, una amistad que conseguir, un pelinegro que ayudar y un castaño excitante que...

Bueno, de Rodrigo lo único que buscaba era verlo de nuevo.

****

James tenía la capacidad de hacer que se me olvidarán las cosas tan fácil. ¿Qué es lo único que tenía que hacer? Sonreír.

Él no sonríe, no siempre, que lo haga era un milagro. Por eso, cuando la comisura de sus labios se curvaba hacia arriba, provocando así una media sonrisa, hacía que me descolocara por completo.

Lo malo es que no me estaba sonriendo a mí, sino a Claire. Él había decidido actuar sin seguir el orden de mi nuevo plan.

¡El plan! Se me olvidaba...

Maldito James.

—Suficiente— dije levantándome de la mesa de madera, dejando mi comida a un lado, para acercarme a la esquina donde se encontraban los dos.

Claire miraba juguetonamente a James mientras acariciaba su cabello lentamente. Ella no se notaba nerviosa, de hecho, parecía disfrutar de aquel tonto coqueteo. Y él solo utilizaba todas las técnicas posibles para conseguir que su plan funcionase. Solo que yo no estaba de acuerdo con su idea, me aproximé decidida a interrumpir su conversación hasta que una persona me detuvo.

—Hasta que por fin volvemos a vernos, pequeña rubia.

Mi cerebro hizo un click de inmediato y olvidé porque estaba ahí parada. Rodrigo me sostenía de la mano y yo sentí que iba a acabar en el suelo de lo nerviosa que me estaba poniendo.

Maldito Rodrigo.

—Cierto, dos días...Eso es mucho tiempo— respondí sarcásticamente con una sonrisa. Observé esos ojos tan azules y bonitos que él tenía, si seguía por ahí iba a terminar mal.

—No es mucho tiempo, pero evitarnos no era una idea muy buena, ¿No crees?

Obvio que no.

—Bueno, ni siquiera sé de qué me hablas— respondí soltándome de su agarre que se había aflojado un poco.

—Claro que lo sabes, hay que hacer algo al respecto— contestó él poniendo sus manos dentro de su chaqueta oscura.

Hacía ya unos días que había empezado a hacer frío. Era normal, estábamos a principios de octubre.

—¿Sobre qué?— pregunté. En realidad no tenía ni idea de si hablaba de Dounville o del casi beso.

—Pues sobre...— murmuró él para después callarse—...¿Qué mierda está haciendo?

Mi cerebro volvió a hacer otro click, se encendió rápidamente y me alertó.

—¿Qué? ¿Quién?

Pero Rodrigo ya no me escuchaba, ahora estaba atento a otras personas y su actitud había cambiado. Yo me guíe por su mirada hasta llegar a James y Claire que ahora se veían más juntos que antes.

—¡Ellos! ¿Qué está haciendo él?

—Pero...¿Porque te preocupa tanto?— pregunté confundida, Rodrigo negó con la cabeza e intentó acercarse a ellos.

—¡Espera! No puedes...

Lo quise frenar como pude, pero ambos nos detuvimos al mirar la escena que teníamos delante de nosotros.

—Vaya— soltó el castaño y yo llevé mi mano a mi boca.

No, no y no.

Claire y James estaban tan cerca que incluso se podría decir que estaban a nada de besarse. Yo aparté mi mirada y Rodrigo bufó, hasta que escuchamos un sonido muy fuerte que nos asustó a los dos. Volví a mirar hacia donde estaban ellos esperando ver el beso, pero ahora solo estaba James agarrando su cabello con frustración.

—Voy a hablar con él— dijo Rodrigo y se dirigió a James con mucha seguridad, lo que me hizo correr para intentar seguirlo.

Y de nuevo, estoy sacando a la luz mis increíbles dones para el deporte.

Llegué después de unos segundos, lo primero que noté es que los dos volvían a mirarse de una manera extraña. James sonreía de lado con algo de burla y Rodrigo estaba serio, lo cual se me hizo extraño.

—Ya veo que no te ha durado mucho el ojo morado— dijo el pelinegro mientras se revolvía el cabello.

—Pues tienes razón, creo que no me diste tan fuerte y que no era para tanto— contestó el castaño sonriendo.

—¿De verdad? Si quieres puedo repetirlo y así comprobamos que tan fuerte puedo darte.

Rodrigo rio un poco, parecía divertirse con la situación.

One moment.

¡ONE MOMENT!

¿Cómo qué un ojo morado?

—¿De qué estáis hablando?

—De nada, tranquila Juli— contestaron los dos a la vez.

Los miré con el ceño fruncido, los dos parecieron darse cuenta de que habían hablado a la vez. Sus rostros parecieron confundirse, así que yo opté por reírme, no sé por qué ni cómo me salió la risa, pero así lo hice.

—Esto se está volviendo incómodo, vámonos Julieta— habló James agarrando mi mano para intentar marcharnos de esa esquina.

Estábamos en tiempo de descanso y quedaban cinco minutos para volver a clase. El hecho es que, James y yo habíamos estado hablando sobre el plan de conseguir cambiar el teatro y James había querido encargarse a su manera.

Pero, su manera era sonreírle a Claire y acariciarle un poco, la cosa es que a mí no me gustaba ese plan, por lo visto tampoco a Rodrigo qué nos seguía a paso firme.

—Búscate una vida quieres— dijo el pelinegro cuando se detuvo para esquivarlo.

—¿Qué hacías con Claire? ¿Por qué estabas así con ella? Escucha, no quiero que juegues con ella.

James y yo nos miramos entre nosotros, solté su mano y me crucé de brazos.

—Exacto, es lo que quería decirte, no podemos jugar así con sus sentimientos— expliqué. Claire no era de mi agrado por muchas razones, pero no iba a dejar que la usáramos de esa manera. Por eso, la idea de conseguir ser su amiga por interés propio decidió ser descartada.

Estaba desesperada, todo se complicaba cada vez más.

—Entonces, tenemos que pensar algo nuevo— dijo mi amigo firme, yo asentí y ambos nos dirigimos a la mesa donde estaba nuestra comida hasta que Rodrigo llegó y se sentó.

—Puedo ayudaros.

—No, gracias.

—James— le regañé.

—Joder, habla entonces...¿Cómo te llamabas? ¿Roberto?

—Rodrigo, me llamo Rodrigo, ¿Y tú? ¿Jaime?

James rodó los ojos y yo suspiré.

—Veamos, necesitamos a Claire, pero sin utilizarla...— expliqué pensando en algo que hacer.

—Además, yo te agradecería que me ayudarás a qué se olvide de mí— añadió James interrumpiéndome—. Gracias a Roberto estaba funcionando y no me hacía caso, no sé qué ha cambiado, solo sé que ha vuelto a "enamorarse" de mí. No la culpo, ojo ahí.

Rodrigo bufó y negó con la cabeza algo irritado, hasta que pareció tener una idea.

—Tengo una idea, una muy buena.

—Habla— ordenó James.

—No, primero decidme qué es lo que queréis de Claire.

Abrí mis ojos, sorprendida, no me esperaba esa reacción. Sabía que cualquier idea de Rodrigo iba a ser buena, pero no podía decirle toda la verdad, así que la maquillé un poco.

—Lo que pasa es que nos parece muy triste que vayan a utilizar la imagen de Vanesa para el teatro. Por eso vamos a intentar cambiar el diálogo tan desastroso que han hecho— dije fingiendo tristeza, el castaño frunció el ceño y nos miró a ambos.

—¿Conocíais a Vanessa?

Sí.

—No, qué va...Lo que pasa es que su familia debe estar pasándola muy mal.

Sobre todo la antigua niñera de Vanessa, que se ha dedicado a amenazarme.

—Entiendo, pues lo mejor que podemos hacer es que otra persona aparezca en la vida de Claire.

—No, no, suficiente tengo con lo mío para ponerme a hacer de cupido— se quejó James mientras jugaba con un papel que tenía en las manos.

—Entonces, ¿Qué hacemos? Es el mejor plan, buscamos a alguien que valore y quiera a Claire, hacemos que te deje "en paz" y como favor le pedimos que nos ayude con el teatro— habló el castaño con normalidad.

—Me gusta.

—¿Qué?— preguntó mi amigo mirándome confuso.

—Me gusta la idea de Rodrigo— aclaré.

James nos miró a los dos, asintió lentamente no muy convencido y los tres nos dimos la mano sellando el trato.

—Puff, quién diría que yo iba a buscarle una pareja a Claire. Increíble, ¿cierto?

—Lo increíble va a ser lo que tendremos que hacer— contestó Rodrigo.

—Podemos empezar por aquí— comenté después de mirar el papel que antes tenía mi mejor amigo.

—¿El Festival del uno de octubre?— preguntó James frunciendo el ceño—Nunca habíamos ido, ya sabes...sin dinero no entras, sin comprar no comes, sin bailar no eres bienvenido...

—Dinero lo tiene cualquiera, comida podemos comprarla y bailar...Ya buscaremos una solución— intenté decir, no estaba convencida del todo. Aun así sabía que todos los que asistían al festival eran jóvenes con sus familias. Y si había jóvenes, había chicos. Chicos libres, solteros y en busca de una relación.

Solo hay un pequeño problema...

—¿Por qué tenemos que llevar un pañuelo blanco si nunca has besado a alguien y un pañuelo rojo si sí lo has hecho?— preguntó Rodrigo confuso, demasiado. Era de esperarse, un chico como él que vivía en la ciudad jamás espero leer tanta barbaridad.

—Porque ellos se encargan de elegir. Ellos te tachan y te humillan. Son unos verdaderos hijos de puta— explicó James, yo suspiré sabiendo que todo era verdad.

—Además, las chicas que ya han tenido relaciones sexuales deben ir de blanco y las chicas que no, pueden ponerse cualquier otro color— continué. Rodrigo abrió los ojos sorprendido y negó con la cabeza como si no se lo pudiera terminar de creer.

—¿Por qué el blanco?

—Nunca se ha revelado, siempre lo han tenido muy bien oculto.

—Vaya...

—Sí, pero vaya de verdad.

Escuché la voz de la directora sonar por la pequeña sala donde estábamos.

—Estudiantes, pasamos por aquí para recordarles que mañana es el Festival del uno de octubre, por lo cual el jueves no hay clases. Muchas gracias por su atención, pásenlo bien y esperamos que sean los elegidos.

Sonó una música bonita de fondo y todo volvió a quedarse en silencio. Me levanté del asiento junto con los otros dos chicos.

—Entonces nos vemos mañana a las cuatro de la tarde— terminé de decir.

—Sí, nos vemos. Ya sabéis, para el "proyecto cupido''.

Asentí y comencé a caminar yo sola. Iba tan bien hasta que sentí algo en la punta de mis zapatillas, algo que de verdad me hizo daño. Bajé mi mirada en busca de lo que me pinchaba y agarré el objeto.

Pendiente de oro verdadero decorado con su alrededor de pequeños diamantes formando un círculo en el que se encontraba una piedra esmeralda. Hecho por un diseñador de categoría, el cual ha sido pagado para ser único y de una sola persona. Un pendiente que podría valer una casa entera en una ciudad, pero...

Yo conocía ese pendiente como la palma de mi mano.

He visto a dos personas con esa joya en toda mi vida.

A Vanessa, porque era suyo y creado a su gusto y medida.

Y a Claire, cuando la vi cerca de mí en las escaleras.

¿Qué hacía ella con eso? Si Nessa no se lo quitaba por nada del mundo...

De hecho, cuando desapareció se lo llevó con ella...

O eso decían.

Bueno, decir y que sea un hecho eran cosas diferentes.

Yo te digo muchas cosas, que puede que ni siquiera sean verdaderas.

Aunque ahora estamos hablando del pendiente perdido.

O robado...

¿Quién sabe? 

****

¡Hola! Hace mucho que no actualizo y tengo mis razones, je

He estado un poco ocupadilla con algunos temas personales.

Pero nada fuera de lo normal ;)

En fin, el próximo el capítulo habrá una fiesta y descubriremos una cosa...

¿Será verdad? ¿Será mentira? Quién sabe...

Ahí lo dejo todo...

Claire...¿Inocente o culpable? ¿Qué hacía con el pendiente?

Preguntas que no me dejan dormir por la noche :p

Bueno, con esto me despido porque tengo que ver un dorama con mi prima :)

Es muy ✨bonito ✨ amo a los protagonistas son tan ufff 🛐

¡Tengan un lindo día, tarde o noche!❤

-Anahy🌹

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