Capítulo 14
Reflejándonos en espejos, que a pesar de todo, siempre te enseñarán la verdad
¿Quién soy yo en este mundo?
¿Cómo me ven las personas?
¿Qué comentarios surgen cuando paso cerca de todos?
¿Qué es lo que muestro de mí?
¿La verdad o la mentira?
¿Quién soy o quién quiero ser?
Aunque...
¿Quién soy yo en realidad?
¿Qué es lo que ni el espejo puede ocultar?
Durante todos estos años la persona que reflejaba el espejo no ha cambiado en absoluto.
Y dirás, ¿Cómo no vas a cambiar? ¿Qué hay de tu crecimiento y desarrollo? ¿Vas a verte siempre joven?
Pues no, he visto a lo largo del tiempo a una pequeña niña inocente que no tenía culpa de nada de lo que sucedía. La he visto crecer y cambiar su físico y personalidad. He presenciado como el brillo de sus ojos cambiaba hasta oscurecerse, la vi llorar y reír. Dejé de centrarme en una niña y comencé a aceptar a una adolescente.
El proceso de la madurez dirían algunos, para mí es el de la resignación.
¿Una resignación disfrazada de esperanza?
Por qué aun así, seguía algo que no se modificaba por muchas veces que me viera, y esa era la fe de que todo volviera a ser como antes.
La misma esperanza que tenía aquella niña cada vez que se confundía recordando todo. Y ahora solo era la adolescente que se reflejaba detrás del vidrio, mientras se culpaba por sus defectos. Porque la Julieta de ahora se miraba en el espejo y su antigua yo la llamaba. Aunque al final del día, siempre se quedaba aquella niñita pidiendo auxilio y abrazándose a falsos testimonios.
Tal vez, era una esperanza disfrazada de resignación.
No lo sabía ni yo.
¿A qué le debía hacer caso?
Al querer pero no poder.
O al poder pero no querer.
Diablos, el espejo nunca era de buena ayuda.
Porque me mostraba toda mi realidad.
****
Los minutos parecían segundos, avanzaban de manera rápida y sencilla. No controlaba el tiempo, tampoco lo que sucedía.
Recuerdo haberme enfadado nada más verlo, también gritar y patalear como una niña, además de sollozar y analizar bien la situación. Sin embargo, con lo que me quedaba, era con el abrazo que le había dado, después de que él me explicara que todo estaba en su orden.
Había sido difícil controlar mis emociones, seguía teniendo miedo por lo que había hablado con Mark sobre que buscaban a mi amigo.
James me volvía loca.
Me hacía sentir tantas cosas a la vez con tan solo verlo, no sabía cómo decirle que le había extrañado. Con James siempre había sido difícil mostrar sentimientos, que a veces dudo que puedo tener por él. Siempre estaba conmigo y verlo desaparecer tan fácil de mi vida me alertaba de que podía perderlo.
Supongo que te acostumbras fácil a la buena vida, a esa en la que tu mejor amigo siempre está para ti y las peleas no existen.
Si todo fuera así, no seríamos James y yo. Seríamos dos robots incapaces de sentir y mostrar lo que nos molestaba.
Él había tenido miedo al verme con Charly, yo me había enfadado por su actitud.
Y luego llegó el miedo de que él no haya cambiado.
Teníamos temores que nos cegaban y alejaban de nosotros mismos, sin embargo los dos habíamos aprendido a perdonar y disculparnos.
—Actúe como un idiota y golpeé a Charly cuando él no se lo merecía. No puedo decirte que era porque me había reclamado que te trataba mal, porque sería una excusa...Yo soy el dueño de mis actos y yo la cagué— suspiró mirando al lago, sus ojos parecían admirar algo que solo él notaba—. Lo que sí puedo pedirte, es que me perdones por haberme comportado como un imbécil arrogante y asustado, porque lo estaba...Tenía miedo a...ya sabes.
Levanté mi cabeza para poder ver como intentaba sacar las palabras de su boca. Nos habíamos recostado en un árbol para estar más cómodos, James acariciaba mi cabello mientras que yo me encontraba acurrucada en su pecho. Era algo normal en nosotros.
—Ya sé lo que me quieres decir...Tuviste miedo y no supiste cómo manejarlo, sabes perfectamente que sé lo que se siente— solté pensando de nuevo en la pelea del pelinegro y el pelirrojo. Había sido rara para mí, como si hubiera tenido un déjà vu.
—Por eso te digo que lo siento, así como se lo diré a Charly...Volveremos a donde estaba, a nuestro punto de partida— dijo convencido. Me sorprendió que él decidiera pedirle perdón a Charly, ya que James no se disculpaba por nada.
—Regresaremos al principio— respondí con una sonrisa, sabiendo que eso también le haría feliz.
Nuestro punto de partida era el comienzo del cambio de James, de mejorar sus actitudes y acciones. Los dos creamos un juego, en el que el objetivo era conseguir que mi mejor amigo fuera mejor persona, que se quisiera a sí mismo. Por eso intentaba mejorar día a día, lo hacía por él y yo lo ayudaba en todo lo que necesitaba, como siempre.
—Entonces...¿Amigos de nuevo?
Yo negué con la cabeza, él se sorprendió y miró a otro lado fingiendo que no pasaba nada, sonreí de inmediato.
—Mejores amigos— aclaré juntando su meñique con el mío, él rio un poco.
—Me había asustado, casi muero de tristeza— habló exageradamente poniendo su mano en su pecho, yo rodé los ojos y comencé a hacerle cosquillas—. No, no...Sabes que no me gustan...— intentó decir. Yo seguí, dándome igual lo que decía y poniéndome sobre él para que no pueda hacerme parar.
—Soy más fuerte que tú, ja— me burlé. James paró de reír y detuvo mis manos.
—Bueno, veremos cuando estés en el agua.
Me levanté rápidamente para huir, pero fue en vano. James agarró mi cintura para cargarme y mirarme fijamente.
—Tres.
—No, no, con la ropa, no— pedí intentando deshacerme de su agarre.
—Dos— siguió contando con una sonrisa.
—No sé nadar— mentí.
—Uno...
—No sé ni para qué...
—¡Ya!— gritó para saltar conmigo en sus brazos, yo chillé al sentir la fría agua en mi piel.
Los dos nos hundimos en el lago, como los niños pequeños que una vez fuimos. Aquel momento nos representaba tanto, yo siempre negando a atreverme a hacer esas locuras y James siendo el único que me impulsaba a realizarlas.
Mi cuerpo se fue mojando rápidamente y abrí los ojos una vez mi cara salió a la superficie.
Aproveché el momento para aferrarme a él, para así poder suspirar, guardando los sentimientos que invadían mi cuerpo. James me separó poco a poco, para poder tirarme agua a la cara, estaba iniciando una guerra.
—¡Cómo te atreves! Serás castigado— me lancé hacia él dispuesta a seguirle el juego.
—Inténtalo si puedes— sonrió de oreja a oreja para desaparecer de mi campo de visión.
Decidí nadar un poco para encontrarlo, tras unos segundos me asusté y lo llamé repetidas veces.
—¡James! No es gracioso...
Seguí mirando alrededor intentando hallar su paradero. Inevitablemente, mi vista se distorsionó haciendo que todo diera vueltas mientras perdía el control de mí misma. Ni siquiera noté cuando comencé a gritar, lo cual no servía para nada, porque él no me escuchaba.
—¡Boo!— exclamó apareciendo debajo de donde me situaba, me quedé de piedra.
"—Boo, te tengo preciosa— susurró aquella voz que congelaba mi piel en instantes".
Mi mejor amigo me miró dudando de lo que me sucedía, yo negué con la cabeza varias veces. Ese recuerdo debía esfumarse de mi mente. Algo dentro de James pareció advertirle de la situación, puso sus manos sobre mis hombros y me movió varias veces para despertarme de mi pesadilla.
—Han vuelto— susurré notando como el agua cristalina se teñía de rojo, estaba temblando de pánico.
Después de tanto tiempo sigues teniendo ese efecto en mí.
—¿Quiénes?— preguntó él. Sabía que cuando yo estaba así podía sacarme cualquier tipo de información.
Pero él no debía saber los detalles por completo.
—¡Tú lo sabes perfectamente, James!
Él solo se encogió de hombros mientras se acercaba más a mí, odiaba cuando fingía. Pensé seriamente en lo que estaba sucediendo, debería olvidarme de todo aquello. No quería asustar en vano a mi mejor amigo.
—No sé de qué me hablas...
Lo miré incrédula hasta que recordé algo demasiado importante que no debí olvidar. Ahí me desperté del pequeño susto que había tenido e hice lo que siempre hacía...
Cambiar de tema.
—¡El papel de la obra! No, no, no— salí del agua casi a la misma velocidad que flash, por así decirlo.
—¿Qué?— preguntó mi amigo siguiéndome.
—Dentro de mi bolsillo estaba el póster para poder saber con quién podía hablar...Para conseguir cambiar la obra— solté sin más, me mordí el labio sabiendo que había hablado más de la cuenta.
—¿Cambiar la obra? —, preguntó confuso—. Yo no quiero saber nada de eso. Lo que están haciendo vale menos que esa mierda de perro, te lo digo bien claro— explicó señalando lo que parecía un excremento de animal.
—Pasar de todo, típico de ti. Esto es importante, nos meterán en problemas, tú sabes de qué te hablo.
Aquel "nos" pareció mostrarle la gravedad de la situación, tal vez porque sabía a quién me refería o porque nos ponía a los dos en peligro.
Intercambiamos una mirada cómplice, estábamos empapados y sentía algo de tensión en el ambiente. El cabello de James se veía tan perfecto, a pesar de estar revuelto y mojado, parecía que acababa de salir de la ducha. Sin querer miré sus labios notando como él miraba los míos.
Él apretó su mandíbula para después suspirar, asintió y dijo lo que decía siempre.
—Ya me encargo yo.
Intenté confiar en él, no obstante, Vendonia tenía como tradición no volver a repartir los carteles. Solo los tenían los personajes principales y padres.
—¿Cuándo te he fallado? Confía en mí.
Lo miré sabiendo la respuesta, ambos teníamos una diferente. Pero eso era un secreto que aún no podía saberse.
****
Otro día más de instituto, en realidad, contaba los meses que faltaban para poder largarme de ese lugar. Quería ser libre, era mi sueño. Bueno, además era martes y tocaba una clase que habían añadido recientemente, porque el pueblo de al lado lo hizo.
—Puto martes de mierda, puto día y puto instituto— soltó James.
—Wow, es tu mayor récord de palabrotas, ¡Felicidades!— exclamé fingiendo orgullo, él rio.
—Por ti he decidido venir, aún me duele...— se quedó callado de inmediato.
—¿Qué te duele?— pregunté confusa. James, como el adolescente maduro que era, comenzó a correr—. ¡No huyas!— grité siguiéndole como podía sin poder evitar la risa.
Cuando menos lo esperé ya estábamos dentro del centro. Él se detuvo delante de la puerta de una especie de clase y yo me choqué con su espalda.
—Auch— murmuré frotando mi nariz.
—Shh— puso su dedo en sus labios haciéndome callar.
Entré con mi mejor amigo a la clase, fruncí el ceño al ver que estaba repleto de espejos y que solo había doce alumnos de diferentes edades. Distinguí a Rodrigo desde lejos, Claire le sostenía del brazo, tan pegada a él como un chicle.
—Que no me vea, que no me vea— susurró el pelinegro caminando como si nada.
—¡James K.A! Estás aquí— dijo Claire acercándose a nosotros. No parecía sorprendida por el hecho de que mi amigo había vuelto.
—Sí, he vuelto.
—¿Estás mejor? ¿Aún te duele la herida del estómago?
Un momento.
Un GRAN momento.
¿Qué herida?
Centré toda mi atención en la conversación, algo pensativa y sin saber qué decir. Ambos tenían algo en secreto que no querían nombrar. O eso era lo que entendí cuando Claire se calló al verme, bueno al notar mi presencia.
—Me escribes si te sientes mal, sabes que siempre estaré para ti— habló con tanta seguridad que me dio un poco de miedo.
James le sonrió y yo solo me sorprendí, nunca le ha sonreído, ¿Por qué lo haría ahora?
—Ella es la clave para lo que necesitamos— susurró mi amigo.
Era cierto, solo Claire podía ayudarnos. No obstante, también podía acudir a secretaría y pedir el cartel.
—No te lo dará nadie más, solo lo tienen ellos dos— señaló a la peliazul y al castaño excitante.
—Claire...
—Y Rodrigo.
Una señora con pinta de hippie entró al aula, nos saludó a todos con una sonrisa amplia y nos indicó que debíamos sentarnos en el suelo formando un círculo.
—Perfecto, ahora somos niños de cinco años— bufó el pelinegro sentado en el suelo.
—Hola a todos y a todas, yo soy Bego. He venido a hacer un taller de autoconocimiento y aceptación— dijo la señora mientras se sentaba de rodillas y nos miraba a todos—. Necesito un voluntario para la primera actividad, ahora estamos todos muy tensos...
Yo me crucé de brazos sabiendo que no elegiría ni loca salir delante de todo el mundo. Bego miró a su alrededor buscando a alguien que elegir, pasó su mirada en mí y sonrió de lado, yo la mire de arriba a abajo notando que tenía algo planeado. Cuando pensé que diría mi nombre, se detuvo y se levantó señalando a otra chica.
—Claire Stone, puedes venir hacia aquí.
Ella hizo lo que le había ordenado sintiéndose feliz de ser la elegida.
—Ponte aquí y espera mi señal— Bego puso a Claire en una esquina, en donde iniciaba un camino de espejos que estaban tapados con una sábana blanca—. Aquí tenemos los primeros cinco espejos, diferentes personas y vidas...¿Por qué hacemos esto? ¿Alguien me lo podría decir?
—Porque en Dounville lo están haciendo y nosotros no somos originales— soltó una chica que tenía la mano alzada. Bego hizo como si no escuchara nada.
—En este ejercicio mantendremos una conexión con estos distintos personajes, hasta llegar al nuestro. Así podremos tener un autoconocimiento profundo de nosotros mismos...
Escuché atentamente cada una de sus palabras, se me hacía normal aun así sospechaba. Claire asintió, comenzó a caminar llegando al primer espejo y quitando la sábana que lo tapaba.
—¿Qué ves?— Bego empezó a preguntar.
James se movió algo incómodo mientras intentaba observar cada uno de los detalles que sucedían. Yo solo me concentré en la peliazul, cualquier cosa que hiciera significaría mucho.
—Veo...Una palabra y una fotografía de un niño...
—Controla tu respiración, ahora solo sois la imagen y tú— murmuró Bego en voz baja pidiendo silencio—. Observa tus pensamientos y emociones...Ahora dime, ¿Qué ves?
La peliazul parecía inmersa en otro mundo analizando que decir o que hacer a continuación.
El punto clave era conocer a Claire, qué sentimientos tenía o que pensaba. Ahora era ella mi objetivo principal.
—Veo a un niño solo y triste...Veo que está lleno de lujos y dinero, pero no tiene a nadie alrededor...Y comienzo a entender la palabra...
—¿Qué palabra es?
—Inestabilidad...No tiene a nadie en quien apoyarse, ni un equilibrio constante...Está solo y no sabe cómo actuar...
Fruncí el ceño, ese caso me sonaba bastante. Me descuidé dos segundos de Claire y miré hacia Rodrigo que de manera extraña también me miraba a mí. Compartí esos segundos con él, tal vez se había sentido identificado...
O era él.
Noté un pequeño empujón en el brazo que hizo desconcentrarme y volver a atender a la peliazul, que extrañamente había comenzado a ponerse nerviosa.
—No se alarmen. Claire está observando el siguiente espejo y lo que ha visto ha sido algo con lo que se ha sentido cercana...— explicó Bego intentando calmar el ambiente.
La chica solo negaba con la cabeza repetidas veces. Una señal iluminó mi mente, yo conocía ese tipo de sensaciones. Me pasaban cada vez que recordaba algo del pasado y a Vanessa.
Lo siguiente que haría Claire, si le había examinado bien, era salir corriendo de la sala y así lo hizo. Parecía algo afectada porque tenía lágrimas en los ojos, supe qué hacer enseguida.
Me levanté de mi lugar y me dirigí al espejo, tenía cierta duda por lo que ella había visto.
—No lo hagas. A veces solo nosotros podemos aceptar nuestra verdad.
Bego me había detenido poniendo su mano delante de mi cara, lo que consiguió que yo me detuviera enseguida.
Porque tenía razón.
Cada uno de nosotros teníamos un espejo en nuestra mente, donde nos reflejábamos cada segundo que pasaba. A veces veíamos lo que deseábamos y otras lo que en realidad éramos.
Solo tenía una pequeña duda...
¿Qué era lo que el espejo reflejaba en Claire?
Una chica inocente.
O una mentirosa nata.
****
¡Holaaaaa!
¿Qué tal? Cuanto tiempo :)
Estoy muy feliz de haber vuelto, de una manera más especial
¡BEFORE THE TRUTH llegó a los 11,5K vistas y 1,49 K votos!
Simplemente estoy 😭❤
Muchísimas gracias a todos y a todas, esto realmente es lo mejor que me está pasando
Los quiero mucho <3
Bueno...
✨Julieta y James✨
Y ahora que pasará con Claire, ¿Qué esconde ella?
Dentro de nada habrá algo muy importante y demasiado 🤭
En fin, los amo a todos
¡Tengan un buen día, tarde o noche!❤
-Anahy🌹
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