ꜥꜤ Epílogo 🔥 ˊˎ-
Era martes, uno triste y melancólico. Las calles estaban todas cubiertas por aquel manto nevado y el ambiente fuera era gélido, siendo mejor opción quedarte en casa antes que salir a la calle.
Tan solo hacía dos días desde que Shōto la perdió, era completamente incapaz de pensar en otra cosa que no fuese ella y su cuerpo inmóvil sobre la cama de aquel hospital mientras que la nieve caía al otro lado. Antes le parecía incluso relajante ver los copos de nieve caer, pero ahora era simplemente desagradable, solo imágenes horribles se le venían a la cabeza cada vez que una nueva mota caía con lentitud sobre el montón que comenzaba a formarse en el alfeizar.
Se apartó de la ventana y fue hacia el escritorio con tal de repasar algunas tareas, pues el lunes ya debería de regresar a los dormitorios y el nuevo comienzo de las clases estaba a la vuelta de la esquina. Comenzaba a repasar apuntes, pero antes de que pudiese continuar el sonido del timbre sonando lo sacó de sus pensamientos. Podía ser cualquiera, un repartidor o algo, no le daba mucha más importancia de la necesaria; pero, las voces que se escuchaban desde la planta baja le hicieron pegar la oreja e incluso bajar. Entre ambas distinguía la voz dulce de su hermana, pero especialmente la que más llamó su atención fue la voz quebrada de la otra persona.
──Señora, ¿quiere pasar?── preguntó cordialmente la joven albina echándose hacia un lado en la puerta, dejando pasar al frío invernal al interior de aquella casa que de por sí ya era fría ──, ahí afuera hace frío, es mejor que entre.
──Descuida, querida, simplemente venía a entregar algo── efectivamente entre las manos cargaba una caja de zapatos de color negro.
Asomado desde la escalera algo dentro del adolescente se removió, aquella mujer era la madre de ( TN ) o al menos eso quería creer, pues estaba demasiado cambiada. El brillo en los ojos había desaparecido por completo y su brillante tono se había apagado, contrastando con las oscuras bolsas instaladas debajo de ellos; su rostro estaba pálido y parecía envejecido, también delgado, claramente no se había alimentado bien en los últimos días; el largo abrigo negro con el que vestía parecía ser de su talla, pero daba la sensación de ser pesado y más grande de lo que era en un principio. La razón de vivir de aquella mujer había desaparecido y se notaba.
Le dejó la caja a Fuyumi y después de hacer una reverencia se alejó de nuevo hacia su coche y desapareció a los pocos minutos calle arriba. Cuando se dio la vuelta hacia la mayor, se sorprendió con que esta lo estaba mirando con la caja entre las manos.
──Supongo que esto es para ti.
Al dársela la pudo apreciar mejor, no era solo negra, sino que también estaba decorada con diversas constelaciones y estrellas dibujadas en bolígrafo de tinta blanca simulando ser el firmamento. Aparte de eso no había nada más en la cubierta, mas para abrirla se esperó hasta sumergirse en al privacidad de su cuarto.
Al inspeccionarla un poco más vio como efectivamente la cubierta solo era negra con constelaciones, aunque lo que más curioso se le hacía era que la mayoría de ellas eran las que habían podido presenciar juntos. No tenía más sencillez para abrirla que levantando la tapa y fue como despertar el propio anochecer: la caja tenía dentro papel negro y sobre él, brillaban gracias a la oscuridad, aquellas pegatinas que una vez decoraron el techo de ( TN ), también otras constelaciones habían sido dibujadas en las paredes de la caja y entre todo aquello había una pequeña y azul rama de nomeolvides junto con un sobre con su nombre escrito.
En cuanto abrió el sobre el dolor se agolpó como espinas en su garganta, era una carta. Su caligrafía no era mala, pero aquella era confusa y emborronada, podía descifrar que era de los últimos días.
Hey, Shōto:
La primera vez que te conocí la verdad es que no imaginaba que te estaría escribiendo una carta a unos días de morir. Realmente soy mala con esto, así que supongo que no me queda más remedio que dejarme llevar.
Tal vez la parte más llevadera de todo aquello era gracias a su personalidad alegre, notándose de cierta forma en aquel comienzo. Ella estaba muriendo, pero aún así se había molestado en escribirle y se sentía como si estuviese hablando con ella.
Puede que al irme te haya hecho daño y de verdad que lo siento por ello y por todo, perdón por haberte arrastrado a mi vida. Desde el primer día que hablamos comencé a insistir en entablar conversación contigo, a pesar de que tú te veías desinteresado y distante, como si hablases conmigo por compromiso y a día de hoy aún pienso que era así; sin embargo, con el paso del tiempo comencé a entenderte, comencé a entender tu forma de actuar y porqué eras así. Sé que no te gustaba la visión que tenías de ti mismo y parecía que conforme más pasaba el tiempo aún menos te agradaba, pero puedo asegurarte de que si pudieses haberte visto desde mis ojos en ese momento hubieses sabido lo perfecto que te veías para mí en esos instantes...
« Gracias por haberme arrastrado a tu vida, ( TN ) » pensó mientras continuaba leyendo aquello, sintiendo como poco a poco el mundo se le venía encima. Él no había sabido cómo actuar cuando estaba a su lado y se arrepentía por ello, pero le alegraba el hecho de que ella nunca se fue del suyo en aquel entonces a pesar de todo.
...Aunque no solo en esos instantes, siempre te veías perfecto para mí y no es una broma, realmente deberías de tener más confianza en ti mismo, Shōto, eres mucho más capaz de lo que imaginas y realmente me duele no poder estar ahí cuando seas un héroe reconocido, mas para mí ya eres mi héroe y sé que no lo ves así, pero te lo voy a explicar. Desde que me dieron el diagnóstico tanto mi salud como estado de ánimo comenzaron a decaer, era una sensación horrible; no obstante, un día después de una consulta te encontré en la puerta de mi casa y comenzamos a bailar bajo la lluvia, en esos momentos para mí solo éramos tú y yo. No sé que música tendrías en tu cabeza, pero en la mía juntos estábamos bailando "Just the two of us". Ahora es cuando tú me miras desconcertado porque no conoces la canción, pero así lo sentía yo...
En esos momentos Shōto se vio obligado a tomar una pausa de la lectura. Alargó el brazo hasta alcanzar el teléfono sobre la mesilla y reproducir la canción mencionada. Una sutil sonrisa se formó en sus labios, él estaba tan concentrado en bailar que no se le había pasado por la mente ninguna canción en específico, a diferencia de ella.
...Lo siguiente creo que fue el momento más especial para mí, puedes reírte si quieres, pero no voy a retractarme. Esa noche fue una de las peores que pasé, pero en cuanto te vi cruzar la puerta de vi habitación algo dentro de mí se emocionó. No pudimos ver las estrellas de verdad, pero al estar viendo las que había en el techo de mi cuarto junto a ti me sentí como si de verdad estuviese mirando el amplio firmamento y también fue cuando me di cuenta de que estaba completamente enamorada de ti.
Realmente no sé si es casualidad, pero uno a uno cumpliste mis sueños. Sé que son ridículos y lo siento, pero no sabías lo ilusionada que estaba cuando me di cuenta de ello, eran cosas que siempre quise hacer antes de morir y creo que lo he logrado, al menos espero cumplir el último.
De verdad que no tienes idea de cuánto te quiero Shōto, pero me he reprimido hasta ahora porque no quiero que sufras. Así que, por favor, se feliz y por mí también.
Me duele finalizar esto, ya que es mi despedida hacia a ti y si lo estás leyendo quiero que tengamos nuestro último intercambio, bueno, me temo que un intercambio no podrá ser posible, aunque yo quiero que escuches una canción.
Lo siento por todo y gracias por ello también.
Te quiero, Shōto Todoroki.
( TN )
Y así finalizó su segunda despedida, aunque al menos sentía que había podido hablar con ella por última vez, como si no fuese él quien leía la carta, sino ella la que le agradecía y disculpaba por todo. Pero realmente fue él quien tenía que agradecerle y no al revés.
Volvió a guardar las hojas plegadas en el sobre. Entonces, se dio cuenta que en el fondo de aquella caja había algo más, era una caja cuadrada y delgada, envuelta en papel negro para que no destacase, pero destacaban en la portada unas letras en tinta blanca: "Es la número cuatro". Al abrir el paquete descubrió un CD del grupo Coldplay. Sin demorar más tiempo abrió la caja y sacó el disco para introducirlo en el viejo cassette y sacar el pequeño libreto de canciones buscando la que le indicaba: "Sparks".
Conforme la canción avanzaba e iba escuchando la letra sentía como dentro de él todo volvía a desmoronarse. Su primer amor había desaparecido tan rápido como había aparecido y se había llevado un pedazo de su alma con ella.
© GARDNER, 2O21
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