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Capítulo O5

               La rutina comenzaba a ser algo agotador, siempre lo mismo para ambos: ir a clase, entrenar e ir a casa, así día tras días, mientras que para ( TN ) las cosas no eran muy diferentes a eso, aunque ella simplemente iba de casas al hospital y del hospital a casa; sin embargo, ambos compartían el deseado fin de semana, contando los días, horas y  minutos que quedaban para poder disfrutar de esos días libres, aunque para Yuuji seguía siendo rutina.

Desde la última vez que la vio, Shōto había pasado gran parte del tiempo pegado a su teléfono navegando por internet, eso repercutirá en sus clases, lo sabía bien, pero era incapaz de sacar de su cabeza a la joven y lo que poco a poco veía que sucedía con ella, así que para tratar de calmar esos pensamientos se dedicó a buscar qué podrían ser aquellos síntomas y ninguno de los resultados que encontró le agradaban. Muerte era lo único que leía, algo que hacía que su corazón se estremeciese, lo veía algo tan injusto que no quería ni tan siquiera creerlo, deseaba con toda sus ganas despertar de aquella pesadilla, pero no parecía surgir efecto, aquello era igual de real que su misma existencia abstracta. Aunque lo que de verdad se preguntaba era por qué no lograba olvidarla, cada vez que entraba a clase ese sentimiento de soledad lo rodeaba; a pesar de que el aula siempre estaba llena y sumida en el bullicio sus ojos siempre reparaban sobre aquel asiento vacío en mitad del aula.

Por otro lado, cierta joven se planteaba sobre hablar con aquel de cabello de bicolor. Momo era totalmente consciente de la curiosa amistad que había entre Shōto y ( TN ), siempre se preguntaba si sería buena idea hablarle sobre la condición de la chica, aunque ella no fuese la indicada para hacerlo, pero para sus oscuros orbes las furtivas miradas de Todoroki hacia el asiento vacío de su compañera no pasaban desapercibidas, pero también podía deducir por su expresión que ni él mismo sabía por qué le sucedía aquello, palpaba la preocupación que sentía y le dolía no poder hacer nada al respecto.

Finalmente sonó la alarma que daba el fin de clases, la alarma que tanto habían añorado escuchar en las últimas horas y sin más preámbulos aquellos jóvenes cuerpos comenzaron a abandonar el aula uno por uno.

     ──Oye, dicen que está noche el cielo ya estará despejado de nuevo, ¿creéis que se podrán ver las estrellas?── comentaba una animada voz frente a Shōto.

Tan perdido estaba en sus pensamientos que no se había percatado de lo lento que estaba caminando, fundiéndose con los alumnos de otros cursos que tomaban el mismo camino que él para dirigirse a la salida; sin embargo, aquella conversación en frente suya le llamó la atención.

     ──Lo bueno sería que hubiese luna llena, pero si es verdad que va a estar despejado el cielo se tiene que ver precioso esta noche, los últimos días han sido horribles con tanta lluvia y todo nublado── respondía otra voz.

Era consciente que escuchar conversaciones ajenas estaba mal y no era algo que si estuviese en sus raíles haría; sin embargo aquello le hizo pensar, más bien recordar aquella lista de "sueños". No recordaba bien el número, pero uno de ellos sabía que era poder ver las estrellas era algo de los más bello de contemplar, aquellas motas luminosas perdidas en la profundidad del espacio, pero algo que pocas personas se paraban a contemplar, pero sabía de una que aquello era algo que simplemente le fascinaría y más si era una noche despejada, las nubes que habían estado arropando el cielo los últimos días no habían dejado buenas vistas, así que no podía desaprovechar esa oportunidad que se le plantaba frente a él, aunque eso supusiese volver a salir de noche y regresar tarde a casa por el fin de semana, aunque les dejasen poder salir de las habitaciones para ir a ver a sus familias Shōto también quería verla a ella.

     Cuando uno podía pensar que estaba bien las cosas cambiaban, dejándote en cama perdiendo todo el control sobre tu cuerpo, simplemente pudiendo mover los ojos y pequeños movimientos, semejante a una mala pesadilla donde tú era el espectador, eso era lo que sentía.

Esa tarde había salido del cuarto para aprovechar de alguna forma el tiempo junto a su madre cocinando magdalenas, pero su mala condición física la hizo caer estrepitosamente al suelo, sin poder moverse para levantarse con un horrendo dolor en la parte posterior de la cabeza por el impacto contra los azulejos. También diría que le dolía la pierna, pero no podía pues no la sentía. Como olvidar sus ojos, carentes de brillo y desbordando lágrimas incapaces de controlar, de nuevo como si se tratase de algo involuntario, estaba harta de aquello, de tener que aguantarlo día tras día, lo único que quería era dormir, cerrar los ojos y poder imaginar algo mejor, una realidad donde no estuviese enferma y pudiese llevar una vida normal, sin médicos y sin el medio de que haya la posibilidad de no despertar al día siguiente.

Ya tumbada sobre la cama observaba el techo iluminado por la anaranjada luz del sol. La respiración era irregular y lenta, tenía que concentrarse en ella o sino sentiría que en algún momento dejaría de respirar y las punzadas de dolor en cada inhalación al menos le recordaban que aún estaba viva. Ahogándose en lágrimas que trataba de secar torpemente con las mangas de su pijama, lo que le dificultaba estúpidamente el respirar. Realmente no le deseaba aquello ni tan siquiera a su peor enemigo.

Sus ojos nublados de lágrimas trataron de observar al otro lado de la ventana y se preguntaba cuántos más atardeceres cubriendo Japón podría ver antes de marcharse sin billete de vuelta, lo más seguro es que podría hacerlo con los dedos de una mano y le sobrarían inlcuso.

Pero tal vez el dolor y la carga de du enfemedad en sí no era lo que la destruía, era la culpa. Ver llorar a su madre era lo que más daño le hacía y el ver como causó lágrimas en los brillantes ojos de sus amigas fue algo simplemente desgarrador y desagradable.

Lo malo de haberse apoyado en alguien era que cuando cayese terminaría llevándolo con ella, esa era la culpa que la destrozaba.

──── ∗ ⋅❄⋅ ∗ ────

     La tarde se disipó en cuestión de minutos, dando pasó a una brillante noche bañada en estrellas. La tormenta que de antaño se había refugiado sobre Japón había desaparecido totalmente, dejando como único rastro las calzadas humedecidas y el rocío sobre las delicadas hojas de las plantas, con un característico y fresco aroma de la lluvia. Lo que ahora de veía en el cielo no eran tristes nubes, era un brillante y especial cielo estrellado, cada uno de los astros resplandecía más que el anterior y todos apoyaban aquel claro brillo de luna que iluminada perfectamente la habitación sin necesidad de artificiales luces. Sensación similar a estar en un cuento de hadas siendo arropado por la mejor noche de todas.

En cuanto la peculiar mirada de Shōto captó aquella escena supo que era la hora, justo después de cenar mientras que aún no era demasiado tarde. Con rápidez salió del cuarto, se puso los zapatos y se cubrió con su abrigo y una bufanda antes de abandonar su melancólico hogar. Si la relación con sus hermanos aún parecía algo frívola, al menos había tenido la suficiente confianza como para poder preguntarle a Fuyumi cuál era el mejor lugar para poder ver las estrellas aquella noche, uno claro con poca iluminación y que no estuviese muy lejos y gracias a ella había podido encontrar uno ideal para aquello.

Lo malo es que para él estaba lejos de casa; sin embargo si era por ella no le importaba en lo más mínino tener que recorrer aquella distancia hasta el lugar, todo por ver de nuevo esa sonrisa. Inconsciente de que no podría protegerla todo lo que él desearía hacerlo.

Al llegar a aquella calle de edificios una sensación extraña lo rodeó, no era peligro, ni mucho menos, era algo que llevaba sintiendo desde hace un tiempo y ahora que se encontraba a unos pasos del portal de la joven esa sensación se acentuaba.

Cuando pulsó el tercero 'b' escuchó la voz rota de una mujer:
     ──¿Quién es?

Ese timbre usado sorprendió malamente al menor. Cuando la escuchó la última vez parecía alegre y llena de vida, pero en esos momentos parecía otra persona totalmente distinta.

     ──Soy Todoroki...Shōto.

Habló tras unos segundos de silencio en los que había estado pensando exactamente qué decir. Estaba allí de imprevisto así que entendía si la joven estaba durmiendo o algo similar.

     ──Oh, Todoroki-kun, sube.

Con aquello el sonido de la puerta abriéndose le hizo centrar allí su atención y sin más abrió la puerta para ir directamente hacia el ascensor, marcó la planta y esperó paciente a llegar. Mientras su mente divagaba entre varias cuestiones que se había planteado en todo el camino hasta allí.

La mayor estaba justamente el otro lado, envuelta en una bata de un tono oscuro y unas remarcadas ojeras podían notarse bajo sus ojos.

     ──Disculpe la molestia, pero ¿ ( TN ) podría salir? Si no sale no pasa nada── dijo con su típico timbre neutro llevando una mano a su nuca.

     ──Oh, bueno...será mejor que pases── respondió echándose a un lado para que pudiese pasar.

Finalmente aquella fue la gota que colmó el vaso. Todo aquel misterio lo carcomía. Habría sido más sencillo una negarse directamente y no sembraría tanta duda en él, pero el hecho de que le invitase a pasar era lo extraño.

Obedeciendo se sacó los zapatos y la bufanda y continuó adentrándose en aquel hogar, sintiendo como sus fosas nasales se inundaban de una mezcla de tabaco y alcohol, pero trató de no darle demasiada importancia a aquello, a fin de cuentas era algo que ni mucho menos le incumbía.

     ──Tengo que ir a la tienda, por favor cuida de ella y hablar, sí, hablar, será lo mejor── escuchó atentamente el timbre cansado de la mujer ──. Está en su habitación, es la primera a la izquierda.

No sabía cuando fue que ahora estaba vestida, la bata había sido remplazada por un abrigo, las zapatillas por unas botas y ya estaba en la entrada con ambas manos en los bolsillos.

     ──De acuerdo. Tenga cuidado.

La mayor sonrió a modo de respuesta y sin más preámbulos abandonó su hogar dejando a ambos adolescentes solos, aunque sabía con certeza que dejaba a su pequeña en buenas manos.

Los pasos de Shōto sobre el suelo de madera eran lentos, repitiendo constantemente cual era la puerta de la joven y cuando supuso cual era llamó con delicadeza.

     ──Está abierto── se escuchó una débil voz al otro lado, sonaba más como un lamento.

Abrió la puerta y sus ojos se abrieron al ver la escena. ( TN ) estaba sobre la cama, le daba la espalda, pero por el relieve que se filtraba bajo la sábana veía que estaba aún más delgada que la última vez que se vieron, si es que eso era posible, y de vez en cuando podía notar como su cuerpo tenía pequeños espasmos y temblores.

     ──Mamá, ya sabes que no tienes que llamar cada vez que quieras entrar── hablaba casi en susurros mientras difícilmente se daba la vuelta en dirección a la puerta. Pero cuando se topó con aquella figura masculina sus ojos reflejaron la mayor expresión de vergüenza, pena y sorpresa ──. S-Shōto ¿qué haces aquí?── preguntó seguido moviendo con disimulo los ojos hacia su despertador: 22:49.

     ──El cielo estaba despejado y supuse que querrías verlo── explicó, aunque al segundo se arrepentió de aquello, aunque aún no tenía claro porqué.

     ──Como puedes ver soy incapaz de levantarme. Lo siento por hacerte venir hasta aquí para nada── las palabras la abandonaban de forma costosa y su respiración se agitaba como si hubiese estado corriendo una maratón. Dio dos golpecitos en la cama y su cuerpo se movió hacia la ventana para hacerle sitio ──. Shōto, tengo algo que decirte.

Como si del mejor conjuro se tratase, se sentó donde le decía. Su espalda estaba erguida y las manos cerradas sobre sus rodillas, no estaba incómodo, pero tampoco quería ponerse muy "cómodo" para no molestarla.

     ──Seguro te has dado cuenta de que algo pasaba y te agradezco por no mencionar nada cuando estabas conmigo── comenzó a hablar de forma torpe y pausada, con la mirada fija en algún punto de la habitación ──, te agradezco también que vengas a verme, me haces olvidar todo esto por un momento; pero no quiero seguir fingiendo contigo. Estoy enferma y no puedo recuperarme, así que lo mejor será que dejes de...dejes de venir a verme── las últimas palabras parecieron las más complejas de decir, porque eso era asimilar que aquello llegaría a su fin antes de lo previsto.

      ──Dije que haría lo que sea por verte feliz, pero eso no puedo hacerlo── respondió mientras buscaba su mano y la agarró con delicadeza; aunque al darse cuenta quiso apartarla, pero su débil agarre le hizo no hacerlo.

Sus ojos yacían entrecerrados, en una forma de aguantar las lágrimas que se agolpaban poco a poco, causantes de los sollozos que abandonaban sus resecos labios. Se daba cuenta de que siempre lloraba frente a él, pero no podía detenerse, lloraba por todo lo que había reservado y esa vez, a diferencia de otras, era consciente de que lloraba.

Sintió como la cálida mano de Shōto se apoyaba sobre su mejilla y seguido de ello su pulgar limpiándole las lágrimas de una forma torpe, ya que aunque lo intentase terminaban saliendo más.

     ──El cielo está despejado e imaginé que querrías ver las estrellas, ¿aún quieres hacerlo?── preguntó en un intento de cambiar de tema, pero su mirada le hizo seguir hablando ──, aunque no podamos ver aquellas, ¿vemos estas?

Con eso señaló con el índice al techo del cuarto de ella, en él resplandecían con la luz nocturna aquellas pegatinas en forma de estrellas y planetas, eso le sacó una tierna risa, pero aún así asintió y tiró de su mano para que se acostase a su lado, ambos mirando al techo.

Las pegatinas estaban pegadas de tal forma que formaban constelaciones o simplemente brillaban en algún punto. De pequeña las miraba durante horas para olvidar por un instante que no estaba sola; aunque la sensación que le brindaban ahora junto al chico era una sensación completamente distinta, era agradable, incluso si aquello eran sus últimos momentos no le importaba. Dos de sus ridículos sueños al menos se habían hecho realidad y gracias a él.

© GARDNER, 2O21

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