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Capítulo O4

       Su condición física cada vez iba a peor, había pasado de simples temblores o hormigueos y entumecimientos en sus miembros a no poder apenas ingerir comida, masticando y masticando hasta que finalmente tenía que escupirlo pues era incapaz de tragar, simplemente elementos pequeños y que no necesitasen mucho para ser ingerido era lo único que podía consumir, por no hablar de su notoria falta de peso, que a pesar de que se alimentaba correctamente, en la medida de lo posible, las cifras seguían descendiendo conforme los días pasaban, era algo simple y asquerosamente horrible.

Mil veces antes preferiría recibir un balazo a seguir sintiendo aquello, sentir como poco a poco su cuerpo dejaba de reaccionar ante sus movimientos, como poco a poco moría, de una forma lenta y tortuosa, haciéndole daño a aquellos que la rodeaban, viéndola empeorar día a día sin poder hacer nada para remediarlo; pese a la sonrisa que siempre mostraba sabían que por dentro estaba destrozada, literal y figuradamente, conteniendo las lágrimas para no preocupar a nadie más de lo necesario, destrozándose a sí misma por ello y es que toda su vida estaba delante de ella, pero aquello era un muro inmenso, incapaz de saltar, rodear o atravesar, era el mismísimo fin y de a poco se acercaba a él, sin frenos, sin vacilar, sin poder huir.

Sin embargo siempre puede verse un pequeño rayo de sol a través de las densas nubes, siempre podrás encontrar un área de descanso aunque sea durante algo efímero, pero está. Bailar bajo la lluvia había sido aquel descanso que necesitaba, aquella vía de escape que la música sola no podía abrir, necesitando algo más, algo como aquello y llenar la soledad con simple calidez que alguien con un ridículo gesto como aquel era capaz de otorgarle. En ese momento pudo decir abiertamente que era feliz.

      ──Shoto, gracias por haberme hecho feliz── murmuró con las pocas energías que le quedaban antes de caer totalmente dormida entre sus brazos, dejándose arropar por aquella oscura manta y el calor que el cuerpo contrario le brindaba.

      ──De nada── respondió agachando la mirada hacia ella.

No le gustaba el contacto físico, pero aquello era completamente distinto, era más que agradable, una sensación que daría lo que fuese por sentir una y mil veces más, embriagándose por el dulce aroma de su champú y dejándose llevar por la tranquilidad de su respiración, siendo un mal contraste de su alborotado corazón que realmente no entendía, incapaz de ponerle nombre a todas aquellas sensaciones, algo inefable era lo que sentía cada momento que pasaba con ella.

     Aunque de nuevo estuviese en aquel melancólico lugar conocido como el hospital, la sensación que tenía era distinta. Una vez en su vida no estaba nerviosa, sentía que algo bueno iba a salir, que de cierta forma algo bueno iba a ocurrir, puede ser que los últimos minutos que pasó junto a Shoto hace dos días la reconfortaron, era el respiro que necesitaba para poder continuar, olvidar todo aquello que la sofocaba hasta dejarla sin aire, era su respiro.

Cuando le entregaron los resultados no esperaba nada nuevo, sus piernas dejaban de funcionar poco a poco, algo que ya se notaba y lo más seguro es que en cuestión de tiempo se extendiese por el resto de su cuerpo, al igual que ya se comenzaban a ver anomalías en su respiración, lo que simplemente dejaba saber que el tiempo comenzaba a convertirse en algo valioso, algo que no podía seguir desperdiciando, cada vez más se acercaba aquella incertidumbre de cuándo será la última vez que podría sonreír.

No dudaron mucho tiempo más allí hasta que media hora después abrieron la puerta de casa, donde su cansada mirada siguió los pasos de su madre hacia la cocina, donde sacó un vaso y una botella de lo que parecía ser alcohol y tras echarlo en el recipiente se lo llevó a los labios, sintiendo aquel ardor descender por su garganta.

Después de eso sus ojos se dirigieron hacia el frente, donde su enferma hija la observaba con los brazos cruzados y una severa mirada.

     ──¿Quieres probar?── preguntó de forma seguida mientras estiraba el vaso en su dirección para que lo agarrase.

Aunque le costase admitirlo era más que consciente de que los días se acortaban, así que podía decirse que estaba comenzando a hacer la vista gorda de muchas cosas, como aquella, un sorbo no podía hacerle mal a nadie.

Tras pensarlo unos segundos agarró el vaso dándole un trago, vaciando lo poco que quedaba en el fondo de este y una vez sintió aquel amargo sabor sobre sus labios y el ardor bajar por su garganta sacó la lengua con una mueca de asco.

     ──Esto está asqueroso, mamá── dijo devolviéndoselo para ver como se servía otro, mientras que ella se ponía agua para camuflar aquel sabor.

     ──Cuando solo quieres olvidar eso es lo de menos── respondió la mujer mientras se dejaba caer en una de las sillas de la cocina llevándose la mano libre a la cabeza.

No simplemente era ( TN ) la que había cambiado, sino que Yuriko, su madre, también lo había hecho, aquella mujer alegre y de radiante sonrisa ya no era lo que solía ser, se había convertido en alguien triste, las sonrisas habían quedado en segundo plano, lo único que quedaba espacio en su mente era su hija y podía notarse el cansancio que esto llevaba consigo.

     ──Mamá, no caigas otra vez, por favor...quién sabe si estaré para ayudarte a levantarte otra vez── dijo mientras ponía la mano sobre el vaso para que no se lo volviese a llevar a los labios después de haberlo vuelto a rellenar.

En vez de apartar su mano de la bebida, su mano fue hacia su cabello revolviéndoselo por ternura. Después de divorciarse comenzó a beber para olvidar, pero aquella pequeña le hizo ver las cosas de otra forma, era su rayo de luz en aquel angosto túnel y el simple hecho de perderla era algo desgarrador, aunque fuese por puro egoísmo, no quería que se fuese dejando tantas cosas por hacer.

     ──No te preocupes por eso, que ya suficiente tienes── respondió mientras quitaba el vaso de la mesa y tiraba el contenido en el fregador. En vez de levantarse se quedó allí sentada mirando a su hija frente a ella. ──¿Quieres que tengamos noche de chicas?── preguntó ladeando la cabeza.

Desde pequeña le había hecho ilusión recrear una de esas escenas que veía en las películas, donde se sentaba con su madre a charlar sobre sus intereses amorosos o simplemente criticaban un programa cliché de televisión con aquellas mascarillas faciales de color verde sobre el rostro; sin embargo, todos esos planes quedaban pospuestos por culpa del trabajo, aunque ahora eso era lo que quedaba en segundo plano.

Tímidamente sonrió y asintió ante aquel plan, era un lunes casi de noche, pero no le importaba en lo absoluto, le era más importante poder pasar aquel momento junto a su madre que otra cosa.

──── ∗ ⋅❄⋅ ∗ ────

     Sentadas en el sofá con las uñas pintadas veían el típico programa sobre las últimas noticias de famosos, sintiéndose literalmente como la protagonista de una película americana.

     ──¿Entonces no vas a hablarme sobre ese chico?── preguntó la mayor mientras que se estiraba para alcanzar un bote de esmalte y aplicarse la segunda capa sobre las uñas. Ante el pestañeo sorprendido por parte de su hija volvió a hablar: ──Ese de curiosa apariencia que estaba el otro día en casa. Nunca antes has traído chicos a casa, así que sabes de quien te hablo── agregó mientras la señalaba con el pincel del esmalte.

     ──Bueno, él es simplemente un...amigo── respondió restándole importancia al asunto; sin embargo, ante sus últimas palabras sintió una punzada en el pecho. Se obligaba a sí misma a verlo como un amigo. ──Estaba lloviendo y no podía quedarse con la ropa mojada, así que le invité a pasar mientras dejaba la ropa en la secadora. Sabes, me sacó a bailar bajo la lluvia── continuó hablando.

Aquello sorprendió notoriamente a la mujer, lo que la llevó a acomodarse de costado para poder ver mejor a la chica mientras hablaba, sin querer perder detalle de sus movimientos o expresiones. Miles de veces la había oído hablar embelesada sobre lo maravilloso que tendría ser bailar con alguien bajo la lluvia, sentir como el agua acariciaba tu piel y que la escena se detenía, simplemente siendo dos, ausentes de todo y centrados en los sentimientos que se transmitían el uno al otro a través de sus movimientos al compás de una canción inventa; sin embargo, suponía que lo malo de todo aquello era la situación en la que había tenido lugar tan inefable escena.

     ──Te brillan los ojos mientras piensas en él, ¿segura que es solo un "amigo"?── preguntó mientras se soplaba las uñas sin apartar sus ojos de ella y del rubor que se comenzaba a extender por sus mejillas.

     ──Tal vez lo que siento es algo más que amistad, pero en estas circunstancias enamorarse sería algo cruel para él. Si en algún momento yo le llego a gustar esto no tendrá un final feliz y él saldrá dolido; no puedo negar que no me gustaría estar con él en ese ámbito, pero es algo imposible y prefiero verle feliz aunque sea con otra que sufriendo cuando me vaya.

     ──Deberías ser más egoísta, no pienses tanto en los demás por un momento, ¿de verdad quieres marcharte sin saber siquiera si eres correspondida?

Cada palabra que decía la hacía pensar, ¿de verdad era eso lo que quería? Estaba bien siendo simples amigos, dejando las cosas como estaban, compartiendo música y libros, charlando de lo que fuese aunque solo hablase ella y él escuchase, estaba bien con todo aquello; pese a ello, una parte de ella esperaba algo más, esperaba encontrar ese sentimiento de cariño más allá de lo familiar o de la amistad, algo más profundo: su propia historia romántica, quería ser amada por alguien por como que era, imperfecta y torpe, aunque no por compromiso o por ese "amor familiar" quería que alguien se enamorase de ella y que intentase estar con ella hasta su último día, alguien con quien pudiese cumplir todos sus absurdos sueños.

Lentamente se levantó del sofá sobándose el puente de la nariz.

     ──Es tarde, me voy a la cama, no te acuestes tarde, mamá── dijo antes de inclinarse a darle un beso en la mejilla.

Se iba apoyando en las barras hasta llegar a la habitación y una vez entró se dejó desplomar sobre el colchón, abrazándose con su enfermizo cuerpo a la almohada tratando de ponerle algún orden a sus desastrosos pensamientos, miles de escenarios se le planteaban, incapaz de poder ponerle un final feliz a alguno. Quería estar con él, poder compartir tiempo junto a él, pero no quería hacerle sufrir, planteándose en dejar de hablarle simplemente para que no sufriese, aunque eso también implique hacerse daño a ella misma.

Casi sin darse cuenta terminó cayendo dormida, a la espera de que alguno de esos tantos escenarios tuviese un final feliz en su mente, por muy doloroso que sea simplemente soñar con algo que no pasará.

      De nuevo ir a clase y repetir aquella rutina, haciendo el mayor esfuerzo por concentrarse en aquella explicación. En clases Shōto no era alguien que se dejase llevar por sus pensamientos, pero siempre había una primera vez para todo y esa era la suya.

En su cabeza se repetía de una forma vívida lo sucedido hacía unos días, su repentina aparición en casa de ( TN ). Lo que sus ojos presenciaron ese día era algo que no esperaba, tenía la certeza de que algo iba mal, pero no quiso preguntar por no incomodarla y borrar la sonrisa que dibujaban sus labios ese día; a pesar de eso no podía pasar por alto el hecho de que su condición física había empeorado, la notaba más pálida, cansada y que apenas podía moverse, su cuerpo apenas reaccionaba ante sus movimientos y su cuerpo estaba enfermizamente delgado. Quería hacer que todo aquello era mentira, que estaba bien, pero esos eran signos de todo lo contrario, algo la dañaba de sobremanera y lo que más le dolía era no saber nada, esa incertidumbre que un día llegó a atormentarle volvía como un mal recuerdo, queriendo hacer de las suyas y dejándole en vela hasta altas horas de la noche.

Cuando volvió a la clase no entendía qué estaba pasando, de un momento a otro aquella pizarra se había llenado de frases que en algún momento dejó de copiar, obligándolo a suspirar apoyando la cabeza en la palma de su mano, no era propio de él despistarse, pero su mente era ocupada por otras cosas que era inevitables no pensar.

© GARDNER, 2O21

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