No salí, no fui a la escuela, no he comido. Entre a la ducha, me hecho agua caliente y salgo. Me veo en el espejo.

Me figura un hijo de puta con tanta juventud, pero la verdad sólo soy un hijo de puta que quiere estar muerto, más adelante seré la silueta de una puesta de sol o el humo de un cigarrillo, por ahora mientras que pueda comprimir mi depresión estaré bien, estube en un tiempo tratando de tener lo más alto que pude conseguir, ser lo que mi padre quería, pero ahora me dará un desangrado y caeré muerto en el pavimento. Triste pero cierto.

Mis nervios no son más que una jaula vacía, un agujero en el pecho. En mi cabeza siento como si fuera un invitado, sé que mi padre no me aceptaría y no quiero seguir fingiendo así que voy a tirar todo por la borda porqué cuando esté muerto seré nada, quizás igual que un animal en descomposición en una fosa.

Ya me corté, muchas sangre veo callendo en el lavadero, ¡MIERDA!, me siento mareado. Cuando pensé en mi muerte descarté los puentes, creo que hay demasiada diversión, eso de volar. Suspiré.

-No quiero morir.
Susurré, quería que alguien abriera la puerta y me salvara.

Sabes, si la vida fue un juego de pulgadas, entonces mi pene a sido el ganador. Mi premio fue coger mientras pude, mientras fuí hetero, mientras no me volvía un puto marica cada día.

No pude ser mejor, no pude con mi depresión, ella me gano, no soy tan fuerte como me creí en un tiempo o como me hicieron creer en un tiempo.

Lo siento, lo siento, lo siento.

Perdón papá, perdón mamá, perdón Alex.
Hasta los pensamientos de este hijo de puta da vergüenza. Hoy solo tendré una misión.

Morir y culpar mi adición, él.