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La verdad:


Antes de la batalla...


ARENA DEL VALHALLA: SALA DE ESPERA 7


—Tú eres la siguiente, Hlökk.

La décimo primera hermana valquiria dejó de cepillarse el cabello para mirar a Brunhild con repugnancia.

—¿Acaso eres estúpida?

La mayor de las hermanas guardó silencio, mientras observaba el berrinche de la menor entre las dos presentes.

—¿Por qué yo, la hermosa Hlökk, debo hacer equipo con un asesino serial?—soltó, mientras le encaraba—. Aunque seas tú la que me lo pida, hermana... yo-no-quiero.

A cada una de sus palabras, iba dando un golpe con el dedo en el pecho de Brunhild.

—Además... para que una valquiria y un humano puedan hacer un Völundr, se necesita que sus corazones se unan, ¿cierto? Y eso no pasará entre un tipo como ese y yo. Lo siento, pero elige a alguien más.

Brunhild mantuvo una mortal calma mientras le dedicaba una mirada glacial.

—No... ya lo decidí.

—¡¡Ugh!! ¿No me escuchaste? ¡¡Dije que no!! No pasará en lo absoluto...

Un paso hizo eco en la habitación. Una sensación de terror recorrió la columna de la joven valquiria y, a través del espejo que sostenía entre sus manos, observó el reflejo de un ojo carmesí que la observaba desde la oscuridad.

Hlökk se volvió aterrada hacia la macabra figura de un hombre envuelto en sombras que le miraba inclinado sobre ella.

—Oh... ¿tú serás mi compañera?—sonrió Jack—. Pero que jovencita tan linda...

La valquiria retrocedió presa del pánico.

—¿Qu...?

"Pero qué... ¡¿En qué momento entró aquí?!"—pensó—. "¡¿De verdad es humano...?!"

El asesino le sonrió afablemente, tendiéndole una mano con delicadeza.

Tras un momento de duda, Hlökk volvió la cabeza, indignada.

—¿Eh...? D-de verdad crees que te daría la...

A una velocidad mortal, el destripador la tomó por el cuello y la alzó en alto, ahogando con su presa de hierro los gritos de terror de la joven.

—¡¿Agh...?! ¡Ugh!

Don't worry—susurró Jack, con el ojo carmesí refulgiendo intensamente—. Sólo haré que nuestros corazones se vuelvan uno.

—Agh... no...—Hlökk se retorció desesperadamente, estirando su brazo en dirección a Brunhild, llorando de impotencia—. Hermana... a-ayuda...

La mayor de las valquirias se limitó a mirarle en completo silencio.

—H-hermana... N... no...

Una torcida sonrisa se ensanchó en el rostro de Jack.

—Oh... te volviste de un color muy hermoso—exclamó—. Y ahora... ¡¡Vas a adquirir el más puro de los colores!! ¡¡Völundr!!

—¡¡NOOOOOOOOO!!


¡¡FORJA DEL DIVINO TESORO!!

¡¡¡VÖLUNDR: DESTINOS ENTRELAZADOS!!!


El cuerpo de la valquiria se descompuso en innumerables tiras de luz que se envolvieron sobre las manos del asesino serial hasta formar un par de guantes negros.

—Hmm... buena chica...







Belcebú salió despedido de espaldas, con sus ropas desgarradas y el cuerpo echando humo. El maldito señor de las moscas yacía inmóvil en el suelo, en medio de un cráter respirando con dificultad.

Jack aterrizó grácilmente algunos metros por delante suyo, regodeándose por el pánico desatado entre las gradas.

—¿Q-qué significa esto?

—¿E-eh? ¿Q-qué acaba de ocurrir...?

—Q-QUÉ INESPERADO CAMBIÓ DE EVENTOS—gritó Heimdall—. ¡¡BELCEBÚ FUE GOLPEADO POR EL RELOJ DEL BIG BEN!!

El dios oscuro se recompuso con velocidad. Su cuerpo aún sangraba desde diversos puntos y yacía descubierto de cintura para arriba, dejando a la vista aquel tatuaje que Lilith en su día le concediese. No obstante, a pesar de todo, su incompleto ataque había logrado absorber parte del impacto, y aún se encontraba en un estado aceptable para el combate.

Jack se acomodó el sombrero y le sonrió en reconocimiento.

Tanto la humanidad, como los dioses, han quedado estupefactos al ver a un dios recibir a una herida hecha por un arma humana...


Y EL PRIMERO EN DARSE CUENTA DE LA VERDAD

NO FUE OTRO MÁS QUE EL MISMO BELCEBÚ.


El señor de las moscas señaló a su oponente con un dedo y le estudió con frialdad.

—Ya veo... ese es el real, ¿cierto?

El asesinó se acomodó los guantes mientras sonreía con picardía.

—¿Oh...? ¿Es que ya se ha dado cuenta, sir?

Belcebú le sostuvo la mirada.

—Dijiste que tu bolsa era el Völundr, pero como sospeché, eso era mentira—explicó—. Tu verdadera arma no eran ni esas brillantes tijeras, ni esa bolsa con cuchillos infinitos. Son esos... guantes.

Se hizo un breve momento de silencio en el estadio.

—Todo lo que esos guantes toquen, se convertirá en un arma divina—prosiguió al fin el dios maldito—. Sacaste todas esas armas de tu bolsa para hacerme creer que esta era la que las creaba, para hacerme creer que había un límite en el tamaño, una y otra vez, te la pasaste lanzando una gran lluvia de ataques... todo para que yo cometiera un error. Todo para poder asestar ese ataque. Todo lo que has hecho... sólo eran engaños para llegar a este momento.

En las gradas, Loki miraba en silencio en dirección al lado opuesto del coliseo.

"¿Todo esto estaba en tus planes, querida Brunhild?"

Las valquirias observaban el intercambió del estadio con un aire de pesadumbre en el ambiente.

—¿Su verdadera arma son esos guantes?—preguntó Göll.

—Así es... nunca te lo dije, ¿o sí?—respondió su hermana.

La menor de las valquirias frunció el ceño.

—La trampa era astuta—reconoció—. Con otro dios, después de toda esa preparación, podría haberlo matado, o al menos herido de gravedad. Pero Belcebú parece estar más allá de todo eso.

—Dios los crea y ellos se juntan—convino Brunhild—. Debí suponer que sólo alguien tan retorcido como el propio Jack podría haber predicho su jugada. Es una lastima que no fuese tan efectiva como lo hubiese deseado, pero no fue del todo vana. A partir de ahora, Belcebú dudará de cada uno de sus movimientos.

Brunhild devolvió la vista al estadio.

—Para ganar esta batalla, necesitamos de su poder—murmuró—. La décimo primera hermana valquiria, Hlökk. Cambiando la naturaleza de esas armas, el verdadero significado detrás de su nombre...


LA INESTABLE.


El destripador alzó las manos al cielo, para que su oponente pudiese mirarles con detenimiento.

—Sin duda... estos guantes de verdad están hechos a la medida. Aunque mis métodos sean un poco diferentes...—se agachó y recogió un pequeño guijarro del suelo—. Pero lo importante es... que con sólo ser tocada por estos guantes...

Disparó el proyectil sólo con sus dedos. Este pasó zumbando al lado de la cabeza de Belcebú y fue a estrellarse contra el ya derruido Big Ben, levantando una explosión y creando un inmenso cráter en área de impacto.

—Una simple piedra puede ser capaz de destruir muros—concluyó el asesino—. Y la carátula de un simple reloj puede convertirse en un arma capaz de asesinar a los dioses. Estoy seguro de que alguien tan inteligente como tú ya debe haber comprendido el verdadero significado de mis palabras, ¿o no?

Un mortal silencio se apoderó de las gradas.

—¡¡INCREIBLE!!—exclamó Heimdall—. ¡¡TODO LO QUE ESTE HOMBRE TOQUE!! ¡¿TODA LA CIUDAD DE LONDRES SE HA CONVERTIDO EN UN ARMA LETAL?!

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