El nacimiento de un monstruo:
—¿De qué estás hablando...?—preguntó el dios oscuro, a medio camino entre un gruñido y un susurro.
Jack se llevó una mano al rostro y alzó su cuchillo ensangrentado.
—Ah... quiero verlo...—murmuró con voz temblorosa—. En el momento en el que mueras... ¿de qué color te volverás?
¿QUÉ VE JACK A TRAVÉS DE SUS OJOS?
El asesino comenzó a bailar, danzando sobre la punta de sus pies, haciendo girar su cuchillo para que salpicase sangre a su alrededor.
—Me emociona muchísimo...
LA LOCURA QUE ME AFLIGE EMERGE A LA SUPERFICIE.
Los humanos, presenciando el combate desde las gradas, no pudieron evitar sentirse incómodos ante lo que veían.
—Ah... Jack está perdiendo, ¿no?
—¿Por qué está tan tranquilo?
Belcebú apretó los labios.
—Bastardo...
El destripador contempló la hoja de su daga, estudiando el reflejo de sus ojos en el metal divino.
—London Bridge is Broken Down...
Ante la extraña melodía que salía de los labios de aquel hombre, incluso el inmisericorde señor de las moscas sintió un escalofrío recorrer su columna, llegando hasta su rostro lleno de confusión.
London Bridge is Falling Down,
Falling Down, Falling Down.
Tanto dioses como humanos se mostraban indecisos. Göll parpadeó dos veces.
—¿Está cantando...?
En su asiento, Arthur Conan Doyle se inclinó para escuchar con más atención.
—Eso es... de Mamá Oca.
El asesino serial sonrió de oreja a oreja, extendiendo los brazos mientras cantaba al cielo. Sus ojos humedecidos brillaban en una extraña nostalgia, rememorando tiempos pasados, más inocentes, más simples.
London Bridge is Falling Down,
My Fair Lady...
FINALES DEL SIGLO XIX
LONDRES
—London Bridge is Falling Down, Falling Down...—cantaba un niño, mientras felizmente paseaba de la mano con sus padres—. Oye, ¿qué vamos a cenar esta noche?
Su padre le sonrió de regreso.
—¿Qué te gustaría? Tú eliges hoy.
El pequeño saltó de emoción.
—¡Sí! ¡En ese caso, quiero carne de res!!—exclamó—. ¡¡Comeré a montones!!
Su madre rió divertida.
—Dios, pero qué hijo tan sinvergüenza...
La familia se perdió entre el mar de gente que iba y venía por aquella avenida, ignorando, como todos los demás, los oscuros y sucios callejones que se ocultaban en cada esquina.
Detrás de las relucientes calles, yace otra ciudad completamente diferente a la primera...
—¡Pan! ¡Y es uno grande!—exclamó para sí mismo un pequeño de cabellos plateados, mientras rebuscaba en un contenedor de basura.
Un furioso pie lo tomó por sorpresa, haciéndole rodar por el suelo y retorcerse de dolor.
—¿Tú otra vez?—bufó con desdén un viejo cocinero—. Esa es la basura de mi negocio, ¿lo sabías? ¡No importa si es basura o comida, si quieres algo, tienes que pagar!
Comenzó a moler al niño a patadas, mientras este nada hacía más allá de acurrucarse en el suelo y aguantar el dolor.
—¡¡Si no tienes dinero, entonces piérdete, maldita rata callejera!!
Cuando la paliza se detuvo, el niño luchó por ponerse de rodillas. Tosiendo con dificultad, juntó las manos y comenzó a implorar con sus dicromáticos ojos llenos de lágrimas.
—¡¡Lo... lo siento mucho...!!—tartamudeó—. No volveré entonces. Sólo esta vez... por favor, déjeme ir sólo esta vez... por favor...
EL CHICO QUE DESPUÉS SERÍA CONOCIDO COMO JACK EL DESTRIPADOR
(ACTUALMENTE DE 12 AÑOS)
Día tras días, el buscar entre la basura de los sucios callejones, era la única manera en la que el chico podía conseguir comida.
"Repugnancia"
"Ira"
"Desprecio"
"Indiferencia"
El chico se arrojó a los pies de aquel hombre y se abrazó a sus rodillas mientras sollozaba con aún más desconsuelo.
—No... no lo haré otra vez...
—¡¡O-oye!!
—¡¡Por favor perdóneme!! ¡Se lo ruego!
La mueca de confusión del cocinero se transformó en una sonrisa de autosuficiencia, cosa que el brillante ojo carmesí del chico captó inmediatamente.
"Este color es... superioridad"
El hombre se agachó quedar a la altura del niño.
—Hmm... está bien, puedes irte—concedió—. Piérdete ya, y no vuelvas.
Para sobrevivir en ese duro mundo, en algún punto, el ojo derecho del chico obtuvo la habilidad de ver las emociones de los demás por medio de los colores.
Se echó a correr, habiéndose hecho con una bolsa entera de sobras de comida que abrazaba con gran orgullo.
—Hoy obtuve un buen botín—sonrió—. Madre estará satisfecha.
El chico llego al Burdel que llamaba hogar y subió raudo las escaleras, sólo para encontrarse con un hombre que salía de la habitación de su madre lanzando insultos al interior de la misma.
—¡E-espera por favor!—llamaba una voz femenina—. Esto no es lo que prometiste.
—¡Y aún así, es más de lo que mereces!—repuso el hombre—. No eres nada, ramera anciana.
El sujeto abandonó el lugar, dejando al chico para que entrase con cuidado a la estancia.
—¿Madre...?
—Oh...
La mujer, Mary, levantó lentamente la mirada mientras contemplaba tristemente el puñado de monedas que el hombre le había dejado. Su mejilla izquierda se notaba inflamada.
—¡Madre!—el chico echó a correr hacia ella, arrodillándose frente suyo y tomándole el rostro—. ¿Ese hombre te golpeó? ¿Te duele? ¿Estás bien?
Mary se limitó a sonreírle de oreja a oreja y abrazarlo con fuerza.
—Estoy bien, esto no es nada—aseguró, antes de detenerse en seco y fijarse en la húmeda mancha rojiza que comenzaba a hacerse notar a través de las ropas de su hijo—. Oh, querido... ¡Tú también estás lastimado!
—Estaré bien.
—¡¡No!!—la mujer desgarró un pedazo de sus ropas para hacer una improvisada venda y la ató sobre el brazo del niño—. ¡¿Qué vamos a hacer si se infecta?!
Acto seguido, se volvió hacia las monedas que seguían en el suelo y comenzó a recogerlas mientras hacía unos apresurados cálculos.
—Puedo comprar algo de medicina con el dinero que dejó... gracias a dios...
El chico sonrió.
—Madre... gracias.
La mujer volvió a sonreírle antes de tomarlo por los hombros.
—Tú... eres mi única esperanza en esta vida...—le dijo con sinceridad.
El pequeño abrió los ojos como platos, admirando los colores que su alma desprendía.
"Madre... La más hermosa..."
—En todo Londres... No, madre es la más hermosa en todo el mundo...
El chico amaba ver las emociones de su madre, más que cualquier otra cosa.
Un día de pesada lluvia, en donde era imposible para el niño salir a recolectar alimento, el chico pasaba su tiempo sentado en los escalones del burdel, leyendo con detenimiento una de sus pocas posesiones materiales, una compilación de los sonetos de Shakespeare.
—¿Otra vez leyendo?—preguntó una nueva voz—. De verdad te gusta eso, ¿eh?
Una de las mujeres que allí trabajaba dio un gran trago a una botella de licor.
—Ugh... aunque no tiene caso que el hijo de una prostituta aprenda algo—añadió.
El chico levantó la mirada de su libro.
—Anne, beber mucho es malo para el cuerpo.
—Sí, sí, señor sabio. Si ese es el caso, ¿entonces por qué no ponemos a prueba tu teoría?—tomó asiento en los escalones al lado del pequeño—. Tu mamá está "ocupada" ahora, ¿cierto?
—Sí...
—Tsk, ¿qué tiene de bueno esa señora vieja? Supongo que hay tipos excéntricos en el mundo... he estado libre todo el día...
Contempló al niño por un momento, dedicándole una mirada de profunda aflicción.
—Supongo que ambos nos fue mal... al nacer en un lugar como este...—suspiró—. Por dios... esa mujer... ¿por qué escogió tenerte sólo a ti?
La madre del chico engendró cinco hijos de sus clientes y los abortó a todos. Sin embargo, por alguna razón, decidió tener y criar a su sexto hijo.
Anne apresuró su botella antes de exhalar un profundo bostezo.
—En serio... me siento mal por ti, niño...
Acarició la cabeza del pequeño, quien se mostró sorprendido.
—¿Te sientes mal? ¿Por qué?
—Y todavía lo preguntas... ¿no crees que este lugar es una mierda?
El chico miró las telas rasgadas en su brazo que llevaba en lugar de vendas, las acarició con cariño y sonrió.
—Anne... ¡Yo soy el chico más feliz del mundo!
Él fue elegido por su madre... amado por ella... eso era todo lo que necesitaba para decir eso con orgullo.
Hasta ese fatídico día...
El chico volvió a casa, orgulloso como pocas veces mientras se abrazaba a su vieja bolsa.
"¡Hoy encontré un enorme pedazo de queso!"—pensaba—. "Madre estará complacida"
Entonces, justo a la puerta de su habitación, un desgarrador grito lo detuvo en seco.
—¡¡NOOOOOOOOOO!!
El terror se adueño del chiquillo.
—M... ¡¡Madre!!
Raudo, entró en la habitación abriendo la puerta de golpe. La escena que le recibió era más bien extraña: su madre llorando desconsoladamente mirando al suelo, a un pedazo de periódico, mientras que Anne le acompañaba con los brazos en jarras.
—¿Qué pasó?—preguntó el niño.
Anne le enseñó un folleto.
—Aparentemente, uno de sus antiguos clientes se casó.
"Gin y Rose en los suburbios"
Escrito por Jack Smith
—¿Hum?—murmuró el chico—. Esto es... ¿un cartel de esa popular puesta en escena?
Su madre seguía llorando, mirando el periódico en el suelo.
Dramaturgo fracasado cambia su suerte con un rotundo éxito y un matrimonio con la nobleza...
—Comenzó a llorar de repente, así que vine a ver que pasaba—explicó Anne.
—Él lo prometió... dijo que vendría por mí cuando sus obras comenzaran a venderse...—lloraba Mary—. Dijo que lo haría... lo prometió...
Anne se rascó la cabeza y exhaló con cansancio.
—Honestamente... es todo un cliché de prostitutas, ¿cierto?—se volvió para irse—. Una promesa de hace trece años... es tu culpa por creer en ese tipo.
Pero Mary siguió llorando, llenándose con cada lágrima derramada de más ira y frustración. La noche había caído y su joven hijo hacía todo en su poder por aún tratar de ayudarla.
—Madre... toma un poco de agua—pidió, acercándole un viejo vaso.
La mujer no respondió, sino que miraba a la nada con los ojos perdidos.
—Madre, ¿estás bien...?—insistió el pequeño—. Estoy aquí para ti...
—¡¡¡NO ME TOQUES!!
Jack retrocedió aturdido ante la arremetida de su madre. No obstante, se las arregló para forzar una nueva sonrisa.
—¡¡No te preocupes!! Yo te protegeré, madre—le prometió—. Estaremos bien sólo nosotros dos...
Mary se agarró de la cabeza y se puso en pie, enloquecida por el odio.
—¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE!
—Madre...
—Mierda... ¡¡YO NUNCA DEBÍ HABERTE TENIDO!! ¡Sin él, no tiene caso que estés vivo! ¡¡Debí haberte apuñalado con un gancho mientras estabas en mi vientre, igual que a los demás!!
Algo se rompió en el interior de su hijo.
—¿Huh...? Ma-dre... yo...
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
La mujer comenzó a arrojar violentamente todas las posesiones del chico, los libros y todo lo demás que pudiese encontrar de él.
—Mierda... ¡Mierda! Yo no necesitaba esto... ¡Ninguna de estás cosas!
EN ESE MOMENTO, EL CHICO ENTENDIÓ QUE EL COLOR QUE ÉL PENSABA QUE ERA EL AMOR DE SU MADRE...
EN NINGÚN MOMENTO HABÍA ESTADO DIRIGIDO HACIA ÉL.
Uno de los libros golpeó al niño en la cabeza con tanta fuerza que le hizo sangrar a chorros, y a su madre en nada le importó.
Él sólo había sido una oportunidad para su madre.
El chico era... una herramienta que ligaba a su madre con ese hombre.
"Ah... este es el color de siempre..."—pensó, mientras su ojo carmesí refulgía con la misma intensidad del dolor en su corazón.
"Ese color..."
¡Maldita rata callejera!
"Y ese color..."
¡¡Piérdete!!
¡Apestado!
"Y también ese color..."
"Madre... eso no es bueno... Un color tan turbio... no es bueno..."
Una torcida sonrisa tiró de sus labios, y con los ojos ensombrecidos abrió los brazos con delicadeza.
—Madre... todo está bien... yo voy a...
Mary se volvió contra él hecha una furia.
—¡Tú...!
No pudo terminar la frase, pues su hijo se había aferrado a su cuello con ambas manos, presionando su garganta como si de una prensa de hierro se tratase.
—Voy a... liberarte de tu carga.
La mujer intentó luchar, retorciéndose presa del dolor, soltando espumarajos por la boca.
"Este color... ¿qué es?"—se preguntaba el chico—. "¿Esto es... miedo?"
"Desplazando a todos los demás sentimientos, está tomando control de su cuerpo..."
Después de ver esta emoción aparecer en el cuerpo de una persona por primera vez en su vida, el chico pensó...
QUÉ COLOR TAN HERMOSO...
Mary se quitó al niño de encima con un golpe, y tras retomar el aliento volvió gritar.
—¡¿Qué demonios estás haciendo?! ¡Maldi...!
Un viejo cuchillo usado para cortar fruta se hundió en su cuello, seccionando su garganta. La mujer vomitó un chorro de sangre, incapaz de respirar o articular palabra.
El chico lloró con una inconmensurable felicidad fruto de sus revueltas y rotas emociones mientras extraía el arma, manchando toda la habitación de rojo.
—Ah... madre... increíble...
"Te ves tan hermosa ahora... madre..."
El niño abrazo el ensangrentado cuerpo sin vida de la mujer y exhaló con satisfacción.
—Sí... sí... sí madre... yo también... te amo...
ESA NOCHE...
Un hombre pegó un brinco por el susto y se volvió hacia la entrada de su mansión, retrocediendo hacia la pared de su sala presa del pánico.
—¡¿Quién eres tú?!—gritó—. ¡¿Qué estás haciendo aquí?!
Un chico cubierto de sangre y suciedad estaba parado frente a su puerta, cargando un folleto de teatro con una mano y empuñando un cuchillo con la otra.
—¿Tú eres Jack...?—preguntó—. ¿El señor Jack Smith?
El hombre intentó adoptar un tono conciliador.
—A-así es... y-y tú debes ser... uno de mis fans, ¡¿cierto?!—se echó a reír histérico—. Me asustaste...
El niño se le siguió acercando, con un rostro que no reflejaba emoción alguna más allá del desconcierto.
—¡Ay!—gritó Jack—. ¡¿Oh, quizá quieres dinero?!
El chico no respondió.
—¡De cualquier forma, sólo cálmate! Tengo mucho dinero... ¡Así que por favor déjame vivir!
Finalmente, el niño le sonrió de oreja a oreja mientras los ojos le brillaban.
—"Los hombres en algún momento son amos de su destino"
—¿Huh...?
—¿Oh...? ¿Nunca has escuchado esa frase?—preguntó el pequeño—. Es de Shakespeare. Estaba escrita en el libro que dejaste... padre.
El hombre abrió los ojos de par en par, sintiendo todas las piezas caer en su lugar dentro de su cabeza.
—Tú eres...
Su garganta fue abierta con un corte limpio, y su cuerpo fue dejado para desangrarse en soledad.
Y así, después de matar al hombre que pudo haber sido su padre, el chico desapareció entre las abarrotadas calles de Londres.
En el siglo XIX, la revolución industrial llenó de vida la ciudad más grande del mundo...
Pero al mismo tiempo...
London Bridge is Falling Down
Falling Down, Falling Down
London Bridge is Falling Down
My Fair Lady.
UNA GRAN OSCURIDAD NACIÓ DESDE SUS PROFUNDIDADES
—My... Fair... Lady...
El asesino exhaló un profundo suspiro.
—A lo largo de mi vida, puede ver el remolino de emociones que se retuerce dentro de los corazones de los demás—explicó—. Sin embargo... al momento de su muerte, sólo cuando el cuerpo está lleno de temor... ese remolino desaparece, removiendo todas las impurezas.
Extendió los brazos, mirando de frente a su rival.
—De verdad era... una vista muy hermosa.
Belcebú guardo silencio por breves instantes, ponderando la información recién recibida antes de lanzarse y trazar un arco con su mano derecha. Jack saltó hacia el costado y evitó ser partido en dos por la cuchilla que destrozó la arena de batalla. El asesino flanqueó a su oponente y arrojó una andanada de proyectiles que fue repelido por el escudo del demonio.
—JACK CONTINÚA LANZANDO CUCHILLOS PARA MARCAR DISTANCIA, PERO...
Belcebú cargó hacia delante, destrozó una nueva ráfaga de dagas usando su cuchilla y para cuando el humano quiso retroceder, se vio de espaldas contra el Big Ben.
—¡¡ESTÁ ARRINCONADO CONTRA EL MURO!!
Jack se miró las piernas, la derecha sangraba profusamente, sus opciones de escape se veían limitadas.
El reloj cambió, señalando las siete en punto, haciendo resonar la señal por todo el estadio.
—Esta campana marca tu muerte—siseó Belcebú.
Jack apretó los dientes, desenfundó su pistola con gancho y se lanzó hacia las alturas.
—¡¡JACK EL DESTRIPADOR USA SU ADORADO CABLE PARA ESCAPAR!!
La saliente desde donde el artefacto se sujetaba cedió al peso del hombre, y el asesinó cayó por varios metros antes de conseguir asirse de nuevo a la estructura y comenzar a trepar con dificultad.
—¡AH! ¡¡HA DETENIDO SU CAÍDA!! ¡¡ESCALA EL BIG BEN, AFERRÁNDOSE A LA VIDA!!
Belcebú sostuvo su bastón con la mano derecha y exhalando un suspiro golpeó la base del edificio. El monumento cedió al instante, derrumbándose sobre sí mismo hasta quedar atravesado entre los edificios circundantes.
Jack colgaba desesperadamente de las manecillas del enorme reloj, y mirándolo desde abajo, el señor de las moscas aguardaba a su inevitable caída.
—¡¡BELCEBÚ SE PREPARA PARA ATACAR!! ¡¿QUÉ PASARÁ ESTA VEZ?! ¡¿JACK SE HA QUEDADO SIN OPCIONES?!
El asesinó gruñó por el esfuerzo, desencajó el disco del Big Ben y mientras caía lo arrojó con todas sus fuerzas.
—¡¡AHÍ VA!! ¡¡JACK EL DESTRIPADOR HACE SU ÚLTIMO INTENTO!! ¡¡ESTA VEZ NI SIQUIERA USA UN ARMA!!
Belcebú se mostró confundido mientras el enorme proyectil se acercaba girando hacia él. Ningún arma humana, por grande que esta fuese, podría cortar la piel de un dios.
Amenos que...
Abrió los ojos como platos fruto de la sorpresa. Alzó su bastón e invocó su lanza. Una explosión verde esmeralda sacudió el Valhalla y pronto todo fue tragado por el humo, el polvo y los escombros.
—¿Cómo se siente?—susurró la voz del destripador, mientras una retorcida sonrisa se adueñaba de sus labios—. My Fair Lady.
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