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No pensó realmente en todo el plan. Todo lo que sabía era que quería salir de su casa por un día o dos, tal vez asustar a sus padres un poco, así podrían dejar de pensar que ella no era importante.

El único lugar que conocía, y en el que en realidad quería estar, donde sus padres no la encontrarían era la casa de Freen. A Becky le gustaba estar allí más de lo que le gusta su propia casa, de todos modos.

Así que una vez que estuvo lista para irse, se sentó en su escritorio y escribió una pequeña nota a sus padres.

Me iré por un tiempo. Todavía iré a la escuela. No se molesten en encontrarme.

Becky.

Era la cosa más estúpida que jamás había hecho en su vida, pero estaba tan cegada por la furia y tristeza que sólo quería escapar por un tiempo.

No le mandó un mensaje a Freen, sólo en caso de que decidiera dar la vuelta porque era una mala idea. Después de dejar la nota en su escritorio (ella sabía que su madre entraría a la habitación por la mañana cuando no se presentara para el desayuno), se cercioró que todo el mundo estuviera en su habitación antes de irse.

Se coló a través de la parte de atrás y después de que se aseguró de cerrar la puerta, comenzó a caminar por la calle hacia la casa de Freen.

Comenzó a llover, jodidamente, porque Dios aparentemente odiaba Becky. Estaba empapada y temblando en el momento en que llegó a la casa de Freen alrededor de las once.

¿Debía tocar el timbre? ¿Debería llamar a Freen?

Eligió tocar el timbre, a diferencia de cualquier adolescente normal. No pasó mucho tiempo hasta que se abrió la puerta y la señora Gunn se quedó allí, mirándola fijamente.

—Umh, hola. Estoy aquí...

—Freen está arriba. Estoy a punto de salir.

Ella dijo, disparándole una sonrisa triste antes de agarrar su bolso de la mesa de la cocina y salir. Becky cerró la puerta y se quitó la capucha, luego subió las escaleras. Ella llamó a la puerta del dormitorio de Freen antes de que poco a poco se abriera.

—¿Becky?— Freen preguntó confundida, con los ojos en la bolsa de Becky.

—Sí. Uh. Hola. Yo como que, umh- ¿me escapé de mi casa? Mis padres, uh... No tomaron la noticia de la mejor manera y yo no podía soportarlo más. ¿Puedo quedarme aquí? Sé que es algo repentino y...

—Bec, está bien. —Freen aseguró y Becky suspiró aliviada. Sabía que cuando Freen la llamaba Bec todo estaba bien.

—Bueno, voy a tomar una ducha ahora porque estoy completamente empapada en sudor y lluvia. —Becky le dijo y Freen sonrió, volviendo a lo que parecía ser su tarea.

Ella estaba haciendo la tarea a las 11 en punto. Guauu.

Becky se duchó rápidamente y luego se puso unos pantalones de chándal Nike y el suéter gris cómodo de Freen.

—¿Qué haces?— preguntó mientras se acercaba por detrás de Freen, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de la chica mayor y aplastando sus mejillas juntas.

—Tarea.

—¿De qué?

—Matemáticas. Respondió la pelinegra, rodando los ojos. —Odio las matemáticas.

—¿No estás cansada?

—Un poco

—¿Quieres que te haga un café?

—¿Sabes cómo hacer café?

—No, pero puedo buscarlo en internet.

—Jesucristo.

—No te burles de mis habilidades, Freen Chankimha, o pondré rancio tu café.

—Entonces no voy a beberlo.

Becky negó con la cabeza y se alejó de Freen, dando un paso para apoyarse en el escritorio y mirarla.

—Entonces, ¿quieres que lo haga o no?

—Claro, bebé, te daré una oportunidad y si morimos, entonces que así sea.

—No seas tan dramática. — Becky se burló, tratando de contener su sonrisa por el nombre cariñoso que Freen usó.

—¿Sabes cómo se prepara?

—Voy a golpear tu cara en la mesa.

Becky amenazó y Freen hizo un ruido de miedo y burla cuando Rebecca salió de la habitación. Buscó 'cómo hacer café' en Google cuando se apoyó en el mostrador, y después de que estuvo bastante segura de haber comprendido el concepto, se dispuso a hacerlo.

Diez minutos más tarde, tenía una taza de café listo y llamó a Freen.

—¿No puedes subirlo?— Gritó Sarocha.

—¡No! ¡Mueve el culo!

—Toma un calmante.

Freen bajó las escaleras y caminó hacia ella antes de tomar la taza de la mano de Becky.

—Oh, Dios mío. —Freen se atragantó tan pronto como tomó un sorbo. —Sabe a pies.

—No es así. Dame.

—¿No lo probaste antes de dármelo?

—¡No! Y ni siquiera es que -Oh, Cristo.

Becky escupió el café de vuelta en la taza antes de que lo vertiera en el fregadero.

—Eso fue lo peor que he probado. — Dijo Freen. —Resulta que estaba en lo cierto.

—Cállate.

—Si alguna vez cocinas probablemente voy a tener una intoxicación alimentaria.

—Eres tan molesta. —Dijo Becky, cruzándose de brazos mientras se apoyaba contra el mostrador.

—¿Lo soy?— Preguntó Freen, dando un paso más cerca, apretando a Becky contra el mostrador.

—Todo el tiempo.

—Entonces, ¿por qué has venido aquí?

Por qué me haces sentir seguro

Y el hogar es donde quiera que tú estés.

—¿No puedes dejar de ser insistente al menos cinco minutos?

—Nop. —Freen sonrió e inclinó su cabeza hacia abajo para presionar sus labios.

El beso comenzó inocentemente; picotazos suaves y labios chupándose al principio, pero luego se puso más candente cuando la lengua de Freen abrió la boca de Becky.

Las manos de Rebecca inmediatamente subieron alrededor del cuello de Freen y tiró de ella lo más cerca posible, lo que provocó que sus entrepiernas se alinearan golpeándose una contra otra.

Cuando la mano de Becky se arrastró por el pecho de Freen para entrar en sus pantalones, la pelinegra le dio una palmada en la mano.

—Quítate los pantalones, ya vuelvo. — Freen ordenó.

Becky frunció el ceño pero lo hizo de todos modos, mientras que Freen subió corriendo las escaleras rápidamente. Ella regresó con un condón y una botella de lubricante en la mano, esperaba no necesitarlo. Los colocó sobre el mostrador junto a la menor.

El corazón de Becky comenzó a latir más rápido porque eso significaba que muy probablemente iban a tener relaciones sexuales. Una vez más. En la cocina.

Freen se puso de rodillas delante de ella y la desnudó, la humedad de Becky se veía muy apetecible, por lo que llevó rápidamente su boca allí. Becky cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia atrás ante la sensación.

—¿Mi boca se siente bien, bebé?— Preguntó Freen y Becky asintió, abriendo los ojos para mirarla.

—¿Quieres que te folle?

—Sí.

Respiró, y poco a poco empezó a mover sus caderas hacia delante y atrás para que la lengua de Freen hiciera maravillas. Cogió el ritmo una vez que Freen le aseguró que estaba bien, y pronto se corrió en la garganta de Sarocha con un gemido, sus manos apretadas en un puño.

Freen tragó todo y después de unos segundos se puso de pie. Tomó la barbilla de Becky, mucho más suave que su padre y atrajo sus bocas. Frotó sus lenguas juntas para que Becky pudiera probarse a sí mismo en la lengua caliente de Freen.

—Sabes tan bien.

Becky titubeó y le ayudó a quitarse la camiseta, y luego trabajó en el cinturón. Freen estaba claramente duro, por lo que en el momento en que los calzoncillos se fueron su polla chocó con Becky.

—Mira cómo me pones, bebé. — Dijo Freen en una voz profunda antes de tomarlo en su mano y sacudirlo lentamente.

Sus labios se encontraron a medio camino y no era siquiera un beso, era sólo una maraña sucia de lenguas y respiraciones. Becky gimió en protesta cuando Freen se separó, pero luego se mordió el labio al momento en que la recargó en el mostrador, Freen extendiendo sus piernas para que pudiera interponerse entre ellas.

Pasó las manos por los muslos de Becky, y luego hasta sus lados y finalmente tomó su rostro. Inclinó la cabeza de la castaña a un lado para que pudiera unir su boca a su piel.

—¡No me des chupetones que le gente pueda ver!— Dijo Becky y trató de empujarla.

—¿Por qué no? Quiero que la gente vea que a pesar de que rompiste con Anurak alguien todavía tiene derecho sobre ti.

—¿Crees que puedes reclamarme?— cuestionó Becky y Freen asintió con la cabeza en su cuello, chupando la piel.

—¿No puedo?

—Y-yo... no lo sé.

Becky estaba luchando para hablar porque la boca de Freen estaba en su cuello y una de sus manos en la espalda baja, y la otra tocando su agujero.

Cuando Freen sacó la cabeza por encima del cuello de Becky, ya tenía dos dedos dentro, poco a poco extendiendo a la menor. Ella movió sus dedos en la forma en que sabía que a ella le gustaba.

—O-oh, Dios.

Freen sonrió y luego sacó sus dedos.

—¿Quieres ponerlo?— Freen preguntó, y después sacó el condón del envoltorio.

—Voy a tratar.

Becky pellizcó la parte superior y lentamente comenzó a rodar hacia abajo del eje de Freen, al igual que había visto en las películas porno. ¿Quién sabía que alguna vez le habían venido muy bien?

—Buen trabajo. — Dijo Freen y agarró su polla, después alineándola en la entrada de Becky.

—Oh, Dios mío, se siente tan bien.

—Estás tan apretada, bebé, al igual que la primera vez. Increíble.

Freen dijo mientras entraba poco a poco y comenzaba a moverse.

—Freen, deja de b-burlarte.

—No sé lo que quieres decir.

Freen respondió y comenzó a empujar más rápido, colocando las manos a ambos lados de la cintura de Becky en el mostrador. Becky agarró el bíceps de Freen para mantener el equilibrio, enterrando su cabeza en el hombro de la pelinegra.

Cuando Freen le dio un empuje más duro Becky casi perdió el equilibrio, pero lo restauró envolviendo sus piernas alrededor de la cintura de Freen. El único sonido en la habitación era de piel contra piel y sus gemidos entrecortados.

—Joder, amo follarte. —Freen le susurró al oído, aspirando su lóbulo.

Joder, te amo

El cabello de Freen se pegaba a los lados de su cara, y se veía tan caliente que Becky podría literalmente correrse con tan sólo mirarla.

—Eres tan caliente

Freen gimió y rascó bajo los muslos de Becky mientras continuaba a un ritmo duro, lo que significa que estaba muy cerca de ella. Las marcas de lo arañazos rojos aparecieron en los muslos de Becky y dolieron un poco, pero todo lo que a la menor le preocupaba era llegar a su orgasmo.

—Mierda. —Becky maldijo y Freen se corrió justo allí porque había algo que era tan caliente cuando la menor maldecía.

Tiró el orgasmo de Becky con movimientos lentos, casi insoportables en su pene, embestidas en sincronía. Cuando llegó Rebecca lo hizo con un gemido y moviendo sus muslos.

—Mira tu hermoso abdomen cubierto de sudor. —Dijo Freen —Vamos a limpiarte.

Becky sonrió y dejó que Freen cuidara de ella; el pecho y el vientre fueron limpiados con unas servilletas de papel de la cocina y no se movió mientras Freen limpiaba (un poco del suelo) hasta que estuvo impecable.

—¿Cuántas veces puedo correrme hasta que me desmaye?— Preguntó Becky mientras Freen ponía de nuevo su ropa interior.

—Una vez hice que un hombre se corriera tres veces antes de perder el conocimiento.

—¿Quién?

Freen se encogió de hombros. —Alguien de Ayutthaya.

—Hablando de Ayutthaya, ¿alguna vez volverás allí?

—¿Para hacer qué?

—Sólo... Para ver cómo resultó.

—Yo no tengo que ver nada. La casa sigue siendo propiedad de mi padre que está en la cárcel, por lo que no se puede vender. Y yo no tengo dinero para el transporte de todos modos.

—Yo podría llevarte allí en algún momento.

—En algún momento. Pero no en un futuro cercano.

—¿Por qué no?

—Porque no me gusta pensar en ello. Ahora vamos, salta y vamos arriba.

—¿Me cargarás?— Becky preguntó mientras Freen puso sus propios calzoncillos.

—¿Qué eres, una bebé?

—Bueno, me llamas bebé, así que...

Freen rodó los ojos pero sonrió, antes de que agarrara la parte posterior de los muslos de Becky en el mostrador, la levantó y la sostuvo contra su costado. Becky envolvió sus brazos alrededor del cuello de la pelinegra mientras sus piernas colgaban a los lados de Freen.

—¿Cuánto pesas?— Preguntó Freen mientras caminaba por las escaleras.

—¿Por qué? ¿Soy demasiado pesada?

—No, sólo soy curiosa.

—Bueno, definitivamente soy más pesada que tú.

—Yo peso como... setenta o algo.

—Sí, porque tienes músculos. Yo peso sesenta y ocho kilos a causa de toda la grasa.

—Cállate. Te estas llamando gorda para que yo pueda decirte que no lo eres.

—No es cierto. —Becky protestó y gritó cuando Freen lo dejó caer sobre la cama.

—Voy a tomar una ducha.

Mientras Freen se duchó, Becky se cepilló los dientes y se vistió con su pijama de algodón. Se sentó en la cama y sintió un poco de dolor debido al sexo que acababa de tener; pero estaba dispuesta a soportarlo.

Cuando Freen salió del cuarto de baño, todo con olor a jabón y vestida, Becky estaba sentada con las piernas cruzadas en la cama, pasando por la tarea de matemáticas de Freen.

—¿En realidad estas mirando mi tarea?— Preguntó Freen y se dejó caer a su lado en el borde de la cama.

—Sólo me aseguraba que hiciste todo correctamente.

—¿Y? ¿Está bien?

—Sorprendentemente, sí lo está.

—¿Me estás llamando estúpida?

—No, te estoy llamando inteligente.

Freen rodó los ojos y dejó caer la tarea en su escritorio una vez que Becky se la devolvió.

Rebecca fue la primero en meterse bajo la manta, y Freen siguió sus acciones después de que apagó la luz. Se quedaron en silencio durante unos minutos, Becky con la cabeza en el pecho de la pelinegra y un brazo por encima de su estómago, hasta que Freen le preguntó exactamente cómo sus padres habían reaccionado cuando se enteraron.

—Mi, uh, mi mamá, estaba muy molesta y ella ni siquiera se molestó en quedarse y darme lecciones. Y mi papá-

Dejó de hablar porque su voz estaba a punto de romperse. El recuerdo de su padre amenazándola y dándole una cachetada era simplemente demasiado para Becky. Siempre había pensado que su padre era un hombre disciplinado y honesto, pero al parecer se había equivocado todo el tiempo.

—¿Que hizo tu papá?

—Él me dio una bofetada. Y amenazó con enviarme a un internado y yo solo... no puedo. —Dijo Becky y su voz tembló antes de que se pusiera a llorar.

La mano de Freen se acercó a acariciar su cabello.

—Está bien.

—No, ¡no lo está!— dijo Becky. —No lo está. Porque soy gorda, lesbiana y mi padre está engañando a mi madre, lo que significa que va a terminar en divorcio. Si ellos reaccionaron de esta manera acerca de mí rompiendo con un chico, cómo van a reaccionar cuando se enteren de que soy gay?

—Por favor, deja de llorar, bebé.

Dijo Freen y Becky la miró para ver que ella también tenía los ojos vidriosos.

—¿Por qué lloras?

—Debido a que estás llorando y no me gusta verte así.

Becky sintió que su corazón se calentaba. —Nunca te he visto llorar.

—He aprendido a mantener mis sentimientos bajo control por ahora, pero me haces débil.

Becky sonrió a través de las lágrimas que había mantenido a pesar de que había dejado de sollozar sobre sus problemas. Se deslizó más arriba en la cama hasta que pudo besar correctamente a Freen en los labios.

Las manos de Sarocha llegaron a envolver alrededor de su espalda y sus dedos mezclándose en el pelo, acercándola más bajo las sábanas.

—Eres muy agradable. — Ella susurró contra sus labios y Freen sonrió. —A veces.

—¿Sólo a veces?— Bromeó la pelinegra en su boca.

Becky asintió y hundió la cabeza en el hueco del cuello de Freen. Se quedaron dormidas así; piernas enredadas juntas y corazones latiendo más rápido de lo habitual.

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La alarma de Becky la despertó a la mañana siguiente, un fastidio a todo volumen debajo de la almohada.

—¿Qué carajo?— Murmuró mientras sacó y apretó el botón rojo en la pantalla.

Entonces cayó en la cuenta de que Freen no estaba en la cama. Ella la hubiera despertado, pero luego recordó que la señora Gunn probablemente estaba en la casa.

Rápidamente se cepilló los dientes y se puso los pantalones de vestir de la escuela y una camisa a rayas antes de bajar las escaleras. Se sorprendió al ver a Freen en el mostrador, tratando de dar la vuelta a unos panqueques en una sartén.

—¿Hiciste panqueques?— Preguntó Becky y se sentó a la mesa.

—Te dije que sabía cómo cocinar.

—Nunca me lo dijiste.

—Bueno, ya lo sabes ahora. ¿Quieres agua o jugo de naranja?

—¿Es el agua del grifo?

—No, puse un cubo ayer bajo la lluvia porque así es como obtenemos el agua por aquí.

—¿Es una broma, ¿verdad?

Freen negó con la cabeza. —Por supuesto que estoy bromeando. ¿Agua embotellada o jugo de naranja?

—¿El zumo de naranja es recién exprimido o-

—¡Oh, por el amor de Dios, sólo debes elegir algo de la nevera!

Becky se levantó de la silla y abrió la nevera. Frunció el ceño cuando vio que estaba casi vacía, a excepción de la mitad del frasco de mermelada de fresa, unos yogures, una botella de jugo de naranja y una de leche expirada.

—¿Eso es todo lo que tienes en la nevera?

Freen asintió con la cabeza y se encogió de hombros.

—Tenemos que esperar hasta la próxima semana cuando mi madre y yo tengamos nuestros cheques de pago.

—¿Qué pasa con las propinas que ganas en el trabajo?

—No puedo mantener ese dinero porque le debo dinero a un montón de gente.

—Oh. —dijo Becky, sintiéndose un poco triste. —¿Y qué es lo que sueles comer en el desayuno, entonces?

—Pan y mermelada.

—¿Sin mantequilla?

—¿Quién pone mantequilla en el pan con mermelada?

—¿Quién no? ¿Eran los últimos huevos que utilizaste para los panqueques?

Freen asintió y volvió a colocar un panqueque en cada uno de sus platos. Esto significaba que eran también de harina y todo lo demás que Freen utilizaba para hacerlos.

—¿Cómo vamos a ir a la escuela?

—En mi motocicleta.

—No hay manera de que me suba en esa cosa para ir a la escuela.

—En bus entonces.

—¿Un autobús público?

—No, Bec, el bus privado.

—¿Tienen de esos?

—Por supuesto que no. —Freen se rio y Becky hizo un mohín.

—¿Podemos caminar, entonces? Está a diez minutos a pie de todos modos.

—Supongo.

—¿Cómo es que te levantas tan temprano?— Becky interrogó mientras comían.

—Usualmente me levanto a las seis y media.

—¿Por qué?

Freen se encogió de hombros, y al mismo tiempo el teléfono de Becky comenzó a zumbar.

—Oh, mierda, es mi mamá. —dijo Becky y su corazón comenzó a latir más rápido.

Ella no se molestó en responder a su llamada, o a las otras tres que le siguieron de su padre.

—No puedes decirle a nadie que me quedo en tu casa, ¿de acuerdo?

—Claro.

Una vez que terminaron de comer empacaron sus mochilas, y después que Freen anunció que se iban (probablemente a su mamá), salieron de la casa.

—¿Te vas a quedar esta noche también?

—Creo que sí. ¿Es eso un problema?

—Por supuesto que no. ¿A qué hora sales de la escuela?

—A las dos.

—Toma mis llaves, entonces, porque yo salgo a las tres.

—¿Qué sueles comer para el almuerzo?

—En la escuela.

—¿Y la cena?

—No suelo comer la cena a menos que tengamos comida adecuada en la cocina o si salgo.

—Bueno.

Una idea acerca de la compra de despensa y hacer la cena para Freen ya estaba empezando a florecer en la mente de Becky y ella sonrió. Iba a buscar 'recetas fáciles' una vez que llegara a casa después de la escuela.

Casa.

Como era de esperar, Anurak ni siquiera se molestó en hablar con ella en la escuela y parecía que todo el mundo ya se había enterado de ellos rompiendo porque las chicas empezaron a coquetear con él y los chicos lo invitaron a muchas más fiestas que antes.

Y como si el día no hubiera tenido suficiente mierda, durante el tercer descanso fue llamada a la oficina del director. Sabía que sus padres estaban allí porque nunca había sido llamado a la oficina del director antes.

Resultó que Becky tenía razón, porque tan pronto como entró en la oficina, fue recibida por los gritos de su madre.

—¡¿En qué estás pensando, Becky Armstrong?!

Le lanzó un papel desmenuzado en el pecho. Eso debía haber sido la nota que dejó sobre su escritorio.

—¿Escapaste de casa? ¿En qué pensabas?— su padre entró.

Becky le disparó al director un vistazo para ver lo que estaba haciendo. Ella estaba mirándolo sin decir nada.

—¿En dónde te estas quedando? Llamamos a tus amigos-

—Me estoy quedando en un motel.

Sea lo que sea

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—¡Un motel!— Repitió su padre, arrojando sus manos en el aire. —¡Estás perdiendo tu mente, muchacha!

—Vuelve a la casa Becky, no seas una idiota.

—Voy a volver en unos días cuando haya aclarado mi cabeza y una vez que dejen de tratarme como a una niña que no puede tomar decisiones. ¡Tengo dieciocho años! Ya estoy autorizada para tomar mis propias decisiones, sobre todo si van a afectar mi futuro.

Su madre suspiró, probablemente dándose cuenta de que tenía razón, pero su padre nunca la tendría.

—¡Tú vienes a casa y estarás de vuelta con Anurak! ¡Sus padres están devastados! ¡Él está devastada! Todo el mundo es-

—Te lo dije, no voy a volver a casa hasta que hayan entendido que soy una adulta y que no necesito a mis padres controlando mi futuro. Ahora, si me disculpan, tengo una clase que tomar.

Y con eso, se dio la vuelta y salió de la oficina sin siquiera despedirse. Sintió un subidón de adrenalina desconocido y estaba muy orgullosa de sí misma por finalmente enfrentarse a sus padres.

Tan pronto como la escuela había terminado se metió en un taxi y pidió que la llevaran al súper. Una vez que llegó allí, le dijo al conductor que esperara por ella, así que se bajó del coche y se acercó a la entrada.

Media hora más tarde tuvo dos bolsas llenas hasta el punto de estallar, llenas de cosas de comestibles. El taxi la llevó de vuelta a la casa de Freen y después de que le pagara, luchó para abrir la puerta.

Parecía que no había nadie en casa, por lo que no se molestó en desnudarse antes de llenar la nevera y los armarios hasta que apenas y pudieron cerrarse.

Luego se cambió por ropa más cómoda y comenzó en su tarea. Estaba a medio camino a través de una ecuación cuando oyó cerrarse la puerta delantera y Freen llamándola en voz alta.

—Tengo la calificación de mi prueba. — La pelinegra dijo tan pronto como entró en el dormitorio.

—¿Cuánto sacaste?

—Ocho punto nueve.

—Oh, Dios mío, ¡eso es genial!— Exclamó Becky y tiró de su cuello para besar sus labios. —¿Celebración con una mamada?

—Por mucho que me encantaría, tengo que ir a trabajar en diez minutos. Iré en la moto, así que voy a estar en casa a eso de... Las siete y media, o las siete y cuarenta y cinco minutos.

—Bueno.

—¿Puedes manejarte por su cuenta?

Becky rodó los ojos. —Por supuesto que puedo. ¿Cuándo regresa tu madre?

—Ella tiene trabajo hasta las once. Trabaja doce horas.

—Eso es horrible.

—En realidad no.

—Eres cruel.

Freen se encogió de hombros y rápidamente dejó caer la mochila en la cama.

—Ah, y por cierto, ¿te importa si yo cocino la cena?

—Si tienes qué cocinar no quemes la casa y no me des una intoxicación. Si aceptas entonces seguro.

—Si no te gusta la comida que preparo puedes comer fuera. —dijo Becky y Freen sonrió antes de que se inclinara para darle un beso en los labios a Becky.

Becky terminó su tarea a las seis y media así que después de que tomó una larga ducha, bien merecida, se sentó en la mesa de la cocina para buscar recetas fáciles de hacer.

Ella encontró una que sonaba bastante lujosa, pero fácil de hacer y tenía todos los ingredientes para ello. Todo lo que necesitaba era asegurarse de que no prendiera la cocina con fuego. Le tomó un poco más de una hora para hacer todo y mientras se lavaba las manos, oyó la motocicleta de Freen subiendo la calle.

No pasó mucho tiempo hasta que Freen entró, tirando su chaqueta mientras cerraba la puerta.

—¿En realidad cocinaste algo? ¿Sin tener que llamar a los bomberos?— Freen preguntó con sorpresa fingida, acercándose a Becky y mirando hacia abajo la mesa.

—¿Te gusta?

—Huele ... bien, en realidad.

Admitió Freen y se inclinó para besar a Becky, pero la más joven puso una mano sobre su pecho para detenerla.

—Ew, no lo hagas. Estás sudorosa.

Freen rio. —Voy a tomar una ducha. ¿De dónde sacaste la comida?

—Fui de compras.

—No lo hiciste. — Dijo Freen con incredulidad, pero se dio la vuelta para abrir la nevera, a continuación, los armarios. —Mierda.

—Me lo puedes agradecer también si tomas una ducha.

—Está bien.

Becky se sentó a la mesa y acomodó los cubiertos, sonriendo para sí.

Cuando Freen bajó, traía puesta una camiseta y unos pantalones de chándal. Se sentó en la mesa frente a Becky, inspeccionando los alimentos de cerca.

—¿Qué es esta cosa alrededor de esto? Yo, literalmente, no estoy segura de comer esto. Por cuestiones de seguridad.

—Te gusta comer mi culo así que... —Becky señaló.

Freen la miró por un momento antes de que cogiera el tenedor.

—Touché.

Becky sonrió complacida, antes de empezar a comer también.

—Mis padres llegaron a la escuela hoy. —Dijo después de picar la comida.

Freen levantó las cejas mientras cerró su boca, signo para que Becky continuara hablando.

—Y mi padre empezó a decirme que me estaba convirtiendo en alguien con enfermedad mental y esas cosas, pero yo le dije que volvería a casa una vez que se dieran cuenta de que soy una adulta responsable que puede tomar sus propias decisiones.

Becky divagaba, orgullosa de sí mismo.

—Oh, eres una adulta responsable, estoy completamente de acuerdo.

Dijo Freen y tomó un sorbo de jugo de naranja que Rebecca había vertido en sus vasos.

—¡Deja de burlarte! Nunca le he hablado así a mis padres, por no decir que he hecho algo por mí misma.

—Lo sé, bebé, estoy orgullosa de ti.

Becky sonrió.

—¿Qué?

—Nada.

—Estás sonriendo como una idiota.

—Me gusta cuando me llamas bebé. Es mejor que Bec. O princesa.

—Entonces, a ti te gusta ser mimada— Freen observó.

Becky se encogió de hombros, pero asintió con la cabeza.

—Es bueno saberlo.

—Tienes un poco de comida en la esquina de tu boca.

Freen limpió y luego procedió a chupar su dedo.

—Eso es asqueroso.

—Yo, literalmente, ¿acabo de tener tu culo en mi boca y crees que esto es asqueroso?

Becky rio y Freen le sonrió.

—Así que, ¿es esto como una cita?— preguntó la pelinegra y la menor se puso seria.

—¿Quieres?

—¿Quieres?— Interrogó Freen.

—Quiero.

—Está bien, entonces. Es una cita.

—Si hubiera sabido que esto pasaría me hubiera puesto algo con clase.

Freen rodó los ojos con cariño y Becky trató de ocultar una sonrisa con el dorso de la mano, pero desgraciadamente no pudo.

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Al día siguiente salieron con su grupo para cenar de nuevo y esta vez Freen pasó un brazo alrededor del hombro de Becky tan pronto como se sentaron.

—Así que ahora que Freen y Becky follaron, ¿cuándo es su turno?— Preguntó Billy después de que la camarera tomó su orden.

Becky se sonrojó y se inclinó hacia Freen porque era cálida y porque era Freen.

—No sé de dónde sacó su información, pero hemos tenido sexo desde hace un mes. —Respondió Charlotte, abriendo su paquete de cigarrillos.

Y era la primera vez que Becky no sentía la necesidad de compararse con Engfa porque mientras ella sabía lo que tenía Freen, realmente nada más le importaba.

—¿Es verdad que tuvieron su primera cita este lunes? ¡Eso es tan lindo!

Becky asintió, sonriendo, y Freen le apretó el hombro.

—Yo cociné.

Ella se jactó. 

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