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—¡¿Becky?!— su madre llamó desde abajo.
—¡¿Qué?!— gritó de nuevo. Lo último que quería hacer era salir de la cama.
Cuando su madre no respondió, gruñó y se levantó de la cama para ir abajo. Odiaba cuando sus padres llamaban a su nombre y tenía que ir abajo para ver lo que querían.
—¿Qué pasa?— Preguntó, tratando de no sonar demasiado molesta.
—¿Qué es esta mancha de aquí?— Le preguntó su madre, que apuntó la mancha de color marrón en el sofá blanco.
Mierda.
Era una mancha de cerveza derramada accidentalmente por Billy hace un día, Becky recordaba.
—Uh... estaba bebiendo un poco de champán y accidentalmente lo derramé.
—Podrías habernos dicho para pedirle a una de las criadas que lo limpiara.
—Lo siento.
—Está bien.
—¿Pasaron un buen tiempo en Nueva York?— preguntó, tratando de cambiar de tema. Ella asintió. Apenas habían llegado a casa y por supuesto su madre ya había encontrado algo con que molestarla.
—Anurak llamo para preguntarnos que estábamos haciendo, por cierto. Parecía estar sorprendido de que no estabas con nosotros.
—¿Qu-qué más le dijiste?— Preguntó Becky, entrando en pánico.
—Le dije que te quedaste en casa. ¿No estabas invitada a la fiesta de Engfa?
—Uh. Fue... fue cancelada. Sólo me quedé en casa.
—Oh. Bueno. ¿Terminaste la tarea de crédito extra?
Ella asintió con la cabeza, aliviada de que su madre no hiciera demasiadas preguntas. Sabía que iba a entrar en pánico y todo se iría probablemente cuesta abajo.
Becky pasó todo el día en su habitación, leyó y vio Netflix en su MacBook. Se cansó en un momento y suspiró, porque quería ir a algún lugar, pasar un buen rato. Pero no podía porque sus padres no la dejaban y, además, no tenía a nadie para pasar el rato.
Llamó a Engfa unos minutos más tarde, cuando empezó a dar vueltas por su habitación.
—Hola Becky. — Engfa saludó en el otro extremo, y bien, sonaba un poco nerviosa.
—¡Hey! ¿Estaba pensando que podríamos pasar el rato esta noche? Podrías venir o-
—Yo uh... En realidad tengo una cita con Charlotte.
La boca de Becky se abrió con la noticia.
—¿Tú qué? ¿Dónde? ¿Qué?
—Me lo pidió ayer.
—¿A dónde van?
—Algún restaurante italiano que le gusta.
—Y... ¿está bien? Guau. Así que están juntas ahora?
—Eso creo.
—Oh. Bueno... lo siento. Me refiero a que te deseo buena suerte. Diviértanse.
Becky no esperó que Engfa respondiera antes de que colgara y se sentó a los pies de su cama. Nunca había estado más aburrida en su vida. Sentía como si pudiera llorar de exasperación.
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Freen se lamió los labios mientras observaba a Charlotte enrollar un cigarrillo. Estaban en la sala de estar de Freen el 2 de enero, listas para fumar su primer porro del año.
—¿Dónde está el mío?— Preguntó cuándo Charlotte se lo llevó a los labios y lo encendió.
—Vamos a compartir este porque tengo una cita esta noche.
Freen se atragantó con aire.
—¿Tú qué? ¿Tienes una cita? ¿Con Engfa?
Charlotte asintió y dio una calada, antes de entregarle el cigarrillo a Freen, que todavía estaba en estado de shock.
—¿Cuándo fue?, ¿por qué?
—Me gusta, no lo sé.
—¿Pero qué te gusta de ella? Quiero decir, yo la haría mierda y todo, pero, si sales con ella debe tener algún tipo de personalidad o algo que te guste.
—Es inteligente y realmente divertida.
—No parece divertida. Parece como si estuviera realmente seria.
—Si alguien se ajusta a esa descripción es Becky, Engfa no.
—Sí, pero yo no estoy saliendo con Becky.
—¡Pues no sé qué es, está bien? Me gusta Engfa.
—¿Has follado con Engfa ya?
—No— Charlotte negó con la cabeza. —¿Has follado con Becky?
—No. Pero nos chupamos la una a la otra, lo que es un comienzo.
—Ja. Buena suerte en conseguir su virginidad. Ella no hará nada a menos que tu estés con ella.
—¿Quieres apostar?
Y eso llamó la atención de Charlotte.
—¿Quieres apostar que vas a follar con Becky antes del final del año escolar?
—En realidad no. No necesito demostrarte nada.
Charlotte se encogió de hombros. —Nunca dije que lo hicieras.
Tomó el cigarrillo de los dedos de Freen y Freen rodó los ojos, recostándose en el sofá.
A Freen no le gustaba realmente Charlotte, pero tampoco le gustaba la idea de que tuviera algo serio por primera vez. Bueno, en realidad sí, pero no admitiría que estaba feliz por ella.
—Así que no iremos a hacer grafiti esta noche.
—Ah mierda, se me olvidó. Mañana por la noche tampoco podré.
Freen frunció el ceño. Era su tradición ir la primera noche de viernes del Año Nuevo a rallar con pintura de aerosol las paredes del ayuntamiento. Han estado haciendo eso desde que Freen se había trasladado a Bangkok hace tres años. Era estúpido, pero no tenían nada mejor que hacer de todos modos que no sea delitos menores y drogarse.
Pero ahora, al parecer, Charlotte tenía algo mejor que hacer que estar con Freen. Y a Freen no le gustaba en lo absoluto.
—¿En fin, a qué hora saldrás?
Charlotte miró el reloj en la pared.
—En diez minutos.
—¿La irás a buscar a su casa?
—No, nos encontraremos en el restaurante, para que sus padres no se den cuenta.
—¿Y tú me estás diciendo que en realidad pagarás por ella?
—Sí.
Freen negó con la cabeza y tomó el cigarrillo para poder tomar una calada.
—¿Esto quiere decir que no vamos a follar más?— Freen le preguntó diez minutos más tarde, cuando Charlotte ya iba saliendo por la puerta.
—No. Pero tienes a Becky ahora... o tu mano derecha. Nos vemos.
Charlotte le dio una palmada en el hombro y Freen quería darle un puñetazo en la cara. Cerró la puerta y se dirigió a su habitación. Su madre llegó a casa una hora más tarde y anunció que iba a salir con la madre de Billy. Freen rodó los ojos...
Si Charlotte no venía con ella a destrozar el ayuntamiento, entonces Freen lo haría sola. Suspiró y se levantó para caminar hacia su armario, de donde sacó sus dos latas de grafiti negro y verde.
Mientras esperaba a que su madre se fuera, una idea le vino a la cabeza y le mandó un mensaje de texto a Becky.
Freen: ¿quieres hacer algo esta noche?
Sonrió cuando la respuesta fue casi inmediata.
Becky: ¿qué te hace pensar que no tengo nada mejor que hacer?
Freen: el hecho de que literalmente me respondiste en menos de 2 segundos.
Pudo imaginarse a Becky rodando los ojos con su mensaje.
Becky: ¿dónde?
La pelinegra sonrió.
Freen: el parque al lado del ayuntamiento a las 11
Becky: 11??? Eso es tarde
Freen : lo siento, ¿es muy tarde para una chica que ya debería estar en la cama? :((((((
Becky: cállate
Hubo un minuto de pausa, antes de que su teléfono se iluminara de nuevo.
Becky: Estaré allí
Freen: vístete de negro
Becky: no me digas qué hacer
Freen tiró su teléfono a un lado y se relajó en la cama, rascándose la muñeca sobre sus pulseras porque estaba empezando a picarle. Probablemente podría tomar una siesta antes de que tuviera que levantarse y vestirse.
Un teléfono sonó en su oído despertándola, rodó para conseguirlo.
—¿Sí?
—¡Estoy en camino! ¿Estás ahí?
Estaba confundida al principio, pero luego reconoció la voz y se sentó en la cama.
—Uh. Sí. Nos vemos allí en diez.
Becky colgó y suspiró. No había sido fácil escabullirse, pero tan pronto como sus padres se retiraron a sus habitaciones a las diez y media comenzó a vestirse. Vestía jeans ajustados negros, un polo negro y converse negras. No estaba segura de por qué tenía que vestirse de negro, pero lo hizo de todos modos porque era eso o quedarse en su habitación por el resto del fin de semana, sola.
Encontró una chaqueta azul oscuro Ralph Lauren así que se fue con eso.
Se aseguró de no hacer ruido mientras caminaba por las escaleras y usó la puerta de atrás, por si acaso. Sabía su camino hacia el ayuntamiento; el cual estaba a cinco minutos a pie por el parque de enfrente de la calle y luego dos cuadras más.
Se preguntó qué estaba planeando Freen y si había tomado una buena decisión al aceptar.
Freen ya estaba allí cuando llegó, a pesar de que Becky la había llamado tan pronto como entró en el parque. Estaba sentada en un banco junto a la fuente, vestida de negro y con un gorro que cubría la mayor parte de su cabello.
—¿Qué tienes ahí debajo?— Preguntó Becky, tan pronto como vio a Freen escondiendo algo bajo su chaqueta.
Sus ojos se abrieron cuando Freen sacó lo que Becky sabía eran latas de grafiti.
—Tú... no estás pensando en hacer algo ilegal otra vez, ¿verdad? ¿Por qué me has llamado para esto?
Preguntó con incredulidad, mirando a su alrededor para ver si alguien estaba en su línea de visión, pero todo estaba desierto, excepto por el edificio iluminado justo en frente de ellos.
Freen se encogió de hombros.
—¡Es ilegal!— Becky exclamó de nuevo.
—Nada es ilegal a menos que te pillen.
—No voy a ayudarte a hacer nada de esto. — Becky dijo, cruzando el brazo y haciendo estallar su cadera.
—Nunca dije que me ayudaras.
—¿Y por qué estoy aquí?
—Para hacerme compañía, ¿no?
Becky se sonrojó un poco ante las palabras de Freen y se odiaba a sí misma por hacerlo. Era molesto lo rápido que podía cambiar sus estados de ánimo. Así que esa es la forma en que se encontró tras Sarocha por la calle hasta el Ayuntamiento, donde Freen abrió una de las latas y la sacudió.
—¿Qué estás ha-oh.
Freen comenzó a escribir una gran M, y luego una U y Becky ya sabía para dónde iba. Siguió mirando a su alrededor; para asegurarse de que no fueran atrapadas.
—¿Por qué estás haciendo eso? ¿Estás tan aburrida?— cuestionó Becky y Freen se volvió a mirarlo.
—Bueno, la chica con la que he estado follando al parecer ha encontrado una novia y no tengo nada mejor que hacer.
Becky frunció el ceño y cruzó los brazos sobre su pecho.
Así que yo no soy lo suficiente o ¿qué?
—¿Por qué estás haciendo pucheros?— Preguntó Freen, echando un vistazo rápido a Becky.
—No estoy haciendo...no importa.
Freen negó con la cabeza y estaba a punto de decir algo más, pero de repente oyó a alguien gritando.
—¡Oye! Alto ahí, pongan las manos en el aire!
—Mierda.
Freen maldijo y el corazón de Becky de repente empezó a latir más rápido cuando vio a los dos policías sosteniendo las linternas en sus ojos.
—¡Corre!— Gritó Freen y bajó las latas. Becky fue sacado de su estado de shock, antes de empezar a correr detrás de Freen.
Su aliento quedó fuera de ella y podía oír los gritos de los policías que gritaban que se detuvieran, pero no lo hizo. Mientras corría por la calle de repente empezó a sonreír, porque esto era la cosa más emocionante que había experimentado.
Y daba miedo, lo viva que se sentía. Becky no estaba segura de sí era miedo porque se sentía invencible, o debido al hecho de que todo esto era por Freen.
Corrió por la calle y gritó cuando se detuvo en un callejón oscuro entre una tienda de comestibles y un edificio de apartamentos.
—Qué-
—Cállate. —Freen murmuró y le cubrió la boca, tirando de ella detrás de un contenedor de basura y la presionó contra la pared.
Los policías se detuvieron por un momento, mirando a su alrededor con las linternas, antes de continuar corriendo.
El corazón de Becky estaba latiendo fuera de su pecho y la adrenalina disparando a través de su cuerpo era absolutamente emocionante. Estaba borracha de esa sensación de libertad que recibía de Freen, y era una estupidez, ella lo sabía, pero no le importaba. Le gustaba ser descuidada.
—¿Qué?— Preguntó Freen cuando vio la expresión en el rostro de Becky.
—Nada. —Becky respiró y agarró la parte posterior del cuello de Freen, juntando sus labios.
Freen respiró sorprendida, pero luego se relajó contra los labios de Becky, haciendo palanca con la lengua. La castaña gimió cuando Sarocha agarró sus caderas, presionando sus cuerpos juntos y empujando a Becky aún más en la pared.
La mano izquierda de Freen se acercó al cabello de Becky, tirando de su cabeza hacia atrás para atacar su cuello. Becky cerró los ojos mientras Freen chupaba y lamía su cuello y lo mordía.
—Me vas a... ¿me vas a dejar una marca?— Preguntó Rebecca entre las respiraciones pesadas y Freen apretó su agarre en la cintura de Becky como respuesta.
Cuando Freen se apartó con un 'pop', Becky abrió los ojos para mirarla. La mano de Freen bajó a la parte delantera de los pantalones de Becky y desabrochó el cinturón. Freen metió la mano en sus pantalones, agarrando su ropa interior.
—Ya estás mojada para mí ¿eh?
—Cállate. —Becky murmuró en voz baja y Freen rio mientras comenzaba a acariciar a Becky, quien dejó escapar un gemido.
—Espera, espera. Aquí no.
Freen se mordió el labio y apartó la mano de los pantalones de Becky, presionando sus labios de nuevo.
—¿A qué distancia está tu casa?— Preguntó Becky y Freen se lamió los labios.
—A tres cuadras de distancia. Tres minutos. — Ella respondió y Becky abrochó de nuevo su cinturón.
—¿Podemos ir allí?
—¿Quieres ir?— Preguntó Freen sorprendida, sus pupilas se dilataron aún más en cuestión de segundos.
—Sí. ¿Tu mamá estará allí? O... tu papá? —
—No tengo papá y mi mamá está fuera. —Freen explicó, alejándose de Becky para mirarla correctamente.
La menor quería preguntarle qué quería decir con no tener un papá, pero empujó ese pensamiento de su mente.
—¿Así que podemos ir o no?— Preguntó Becky y Freen sonrió.
—¿Tan impaciente estás?
Preguntó y puso sus manos en los bolsillos, dando un paso atrás. Ella asintió con la cabeza hacia la salida del callejón, una señal de que Becky la siguiera.
—¿No puedes dejar de ser idiota y engreída por una vez en tu vida?— Becky espetó mientras comenzaban a caminar.
—¿Oh, aprendiste una nueva palabrota?— Freen se burló y Becky rodó los ojos.
Caminaron por la calle en silencio por un tiempo, pero luego Freen buscó algo en sus bolsillos y sacó su paquete de Marlboro.
—¿En serio? ¿Vas a comenzar a fumar en este momento?
—¿Tienes algún problema con eso princesa?
—No vuelvas a llamarme así.
Freen negó con la cabeza y sacó un cigarrillo, antes de empujar el paquete en su bolsillo y encenderlo. Becky la vio ponerlo entre sus labios y tomar una calada.
—¿Por qué fumas? ¿Para parecer cool?
—No. Las personas que lo hacen por eso son idiotas.
—Entonces, ¿por qué?
—Porque me relaja. —Respondió Freen.
—También te mata.
—Ese es el punto.
Becky miró confundida a su mayor preguntándose por qué ella diría algo así.
—¿Quieres intentar?
—¿Qué? ¡De ninguna manera!— Exclamó Becky, completamente abrumada por la pregunta.
—No vas a morir, lo sabes, ¿verdad?
Freen se detuvo y Becky estaba confundida, pero luego se dio cuenta de que, efectivamente, habían llegado a su destino.—Tengo que terminar esto. — Dijo Freen.
Becky puso una mano en su cadera y esperó. La forma en que pareció relajarse cuando boto el humo tenía a Rebecca completamente hipnotizada, y la dejó preguntándose si era la forma en que Freen de verdad se sentía.
—Está bien, voy a intentarlo. — Se encontró impulsivamente diciendo y Freen sonrió, sosteniendo el cigarrillo para que Becky lo tomara.
—Así que sólo... ¿lo pongo entre mis labios?
—Has hecho eso antes, ¿verdad?
Becky entendió la insinuación sucia, pero prefirió ignorarla.
—Sí, aspira el humo y trata de inhalarlo hasta los pulmones. Entonces sopla por la nariz para asegurarte de que salga.
Becky hizo exactamente lo que se le dijo, pero terminó asfixiándose y entregando el cigarrillo.
—No es para mí, gracias.
Freen rio y terminó el cigarrillo dos minutos más tarde. Lo dejó caer al suelo y pasó por encima de él
—Te ves como un cachorro perdido. — Le comentó a Becky, antes de jalarla de su chamarra para besarla.
Rebecca se alejó antes de que pudiera acercarse demasiado.
—Hace frío afuera.
Se quejó y Freen negó con la cabeza, y luego se dio la vuelta y caminó hacia la puerta. Becky la siguió al interior después de que abriera la puerta y esperó a la pelinegra para cerrarla.
—Así que... ¿tu mamá no está en casa?
—Relájate, ella no nos molestara si llega tampoco. Está con la mamá de Billy por lo que será un tiempo largo.
—¿La mamá de Billy?
Freen asintió y dejó caer las llaves en la pequeña cesta en la puerta, antes de quitarse la chaqueta y colgarla.
—¿Quieres algo de beber?— Preguntó Freen y Becky frunció el ceño ante la amabilidad inesperada.
—Uh... ¿qué tienes?
—Agua residual o agua de llave, tu elección.
Becky en realidad se lo tomó en serio por un segundo, pero entonces vio su rostro.
—Me gustaría un poco de té.
—¿Le gustaría un poco de té?— Freen repitió y Becky asintió.
—Dos de azúcar y un poco de-
—No soy un puto Starbucks.
Becky suspiró.
—Me gustaría un poco de agua entonces.
—Eso lo tenemos.
—¡Pero no agua del grifo!
—Claro.
Freen sacó un vaso de la alacena y sirvió un poco de agua en ella, antes de entregárselo a Becky. Se dio la vuelta de nuevo y tomó un vaso más pequeño para verter un poco de tequila.
—¿Qué estás haciendo? ¿Estás bebiendo alcohol, en serio?
—¿Así que puedes ver eso ahora también? ¡Bien por ti!
Becky colocó el vaso sobre la mesa antes de mirar a su alrededor, fingiendo estar ocupada.
—Así que ¿vas a chupar mi polla o qué?— Preguntó Freen y Becky se atragantó con aire.
—¿Disculpa? No soy una mascota que puedas empujar alrededor y definitivamente no-
No llegó a terminar porque la pelinegra la empujó contra el mostrador y le dio un beso.
—Tienes que aprender a cerrar la boca. —Freen habló en contra de los labios de Becky. —Un día esa bonita boca tuya obtendrá un gran problema.
La castaña tragó saliva y Freen le dio un beso en el cuello antes de agarrar la parte posterior de los muslos de Becky, tirando de ella hacia arriba. La menor al instante agarró los hombros de Freen para no caerse de espalda y envolvió sus piernas alrededor de su cintura.
—¿Me vas a llevar arriba?— Se preguntó, pero Freen ya estaba caminando hacia las escaleras.
—Sé que te gusta. — Freen respondió.
Llegaron a la habitación de Freen y ella la tiró a la cama.
—Quítate la ropa.
—¿Y si no quiero?— Becky respondió mientras Freen se acercaba a la mesa para encender la lámpara.
—Entonces voy a tener que hacerlo yo misma.
Freen se arrodilló delante de la cama y le desabrochó el cinturón por segunda vez en el lapso de una hora. Becky estaba mirando hacia abajo mientras se echaba hacia atrás sobre sus codos, mordiéndose el labio.
—Joder, tus pantalones vaqueros son tan apretados. —La pelinegra dijo dejándolos caer en el suelo.
—No eres quien para hablar de eso. —Respondió Becky.
—Quítate la playera.
Becky obedeció y sacudió su chaqueta antes de sacar su playera sobre su cabeza. Se cubrió el estómago con las manos, pero Freen la empujó.
—Hey, nada de eso ¿ok?
Dijo Freen y Becky asintió, sonrojándose un poco mientras miraba hacia el techo. Levantó sus caderas cuando Freen le dijo que lo hiciera.
—¿Por qué sigues vestida?— Le preguntó a Freen, que se detuvo y se puso de pie.
Becky la vio tomar sus vaqueros y sacar su camiseta por la cabeza, dejando al descubierto su evidente erección que se marcaba en sus calzoncillos.
—Date la vuelta sobre tu estómago.
—No vas a tener sexo conmigo ¿verdad?— Preguntó Becky, su voz temblando un poco.
—No. — Date la vuelta sobre tu estómago y luego ponte de rodillas.
—Oh... bien. Becky tartamudeó y rápidamente siguió las instrucciones, poniéndose de rodillas frente a Freen, quien puso su rodilla en la cama.
Los dedos de Becky estaban enganchados bajo la cinturilla de los bóxers de Freen, quien se los sacó, dejando su polla al aire. Las manos de Freen se enredaron en el pelo de Becky y tiró la cabeza más cerca, incitándola a tomar su miembro entre sus labios.
Ella gimió cuando Becky finalmente lo llevó a su boca; una mano envuelta alrededor de la polla de Freen y la otra perfectamente en su regazo. Esto sólo recordó a Freen lo inocente y pura que era Becky, y no podría haber estado más feliz.
—Eso es todo bebé, eso es todo. Eres tan buena. — Elogió a Becky, porque sabía que a la menor le gustaba que se le dijera lo buena que era en todo.
—Eres tan buena para mí...
Se detuvo y pasó las manos por el cuello de Becky, sobre el chupetón púrpura gigante que había dejado allí. Quería morder su cuello, su cuerpo y toda su piel, pero dejando marcas en su lugar.
Becky miró a Freen, recordando que le gustaba mantener el contacto visual. Trató de hacer todo lo que sabía que a Freen le gustaba; respirar en su cabeza, masajear sus bolas y lamer rayas a lo largo de su longitud.
Parecía que lo hacía bien, porque la vena en la polla de Freen estaba latiendo furiosamente contra la piel.
—Me voy a venir pronto. Mastúrbate también.
La mano libre de Becky se acercó a su propia intimidad y poco a poco comenzó a trabajar en ella mientras seguía chupando la de Freen.
—Eres tan caliente Becky. La gente piensa que eres una santa, pero estás lejos de serlo, ¿verdad bebé? Eres una puta zorra de mi gran polla. Tan ansiosa.
Dijo Freen con una voz profunda mientras observaba los huecos de las mejillas de Becky.
Sus ojos estaban rogando que lo hiciera más profundo, pero no le importaba. Le gustaba complacer a Freen, lo que era raro, porque no le gustaba hacer cosas por personas a menos que ella recibiera algo a cambio. Pero ahora que lo pensaba, puso algo de ella también, porque estaba a punto de venirse.
—Estás temblando, te quieres venir ¿no?— Preguntó Freen, pasando la mano por el cabello suave de Becky quien asintió.
—Eres tan buena en esto bebé, muy buena.
Becky le sonrió y se lamió los labios.
—¿Puedes... venirte en mi boca?
—¿Estás segura?
Becky asintió con confianza, abriendo la boca y sacando la lengua. Freen se vino de inmediato en su boca, mirándola tragar.
—Tienes que comer más fruta.
Becky le dijo y Freen negó con la cabeza, mirando hacia abajo a Becky para ver que todavía estaba trabajando en su hinchado clítoris. Se agachó y comenzó el cuello de Becky. Eso pareció funcionar para la menor, porque se corrió con un suave gemido.
—Buen trabajo bebé.
Dijo Freen y la empujó sobre su espalda para que pudiera limpiarla con su camiseta.
—¿Puedo tener una ducha o algo?
—Uh, sí.
Se turnaron para ducharse y Becky incluso admitió que no esperaba que el agua fuera realmente clara y cálida.
—¿No somos cavernícolas sabes? No porque no bebamos champán de millones de dólares o tengamos cinco criadas para limpiar nuestra casa, no vamos a tener una ducha decente.
Freen le dijo mientras se ponía una camisa blanca que se suponía iba a ser su pijama.
—Debería irme. —Dijo Becky, pero salió más como una pregunta.
—Puedes dormir aquí esta noche.
—Puedo irme por la mañana y fingir que fui a dar un paseo temprano cuando vuelva a mi casa.
Freen se encogió de hombros y se sentó en su escritorio.
—¿Tienes algún... pijama limpio que me prestes?
—Lo tengo. — Dijo Freen en tono de burla.
Se levantó de la silla y se fue a su armario, donde sacó un par de pantalones de chándal y una camiseta Ramones.
—¿Esa es tu pijama? Ni siquiera es a juego.
—¿Hablas en serio?— Preguntó Freen y Becky le arrebató la ropa lejos de ella, caminando hacia el baño para cambiarse.
Cuando regresó a la habitación, Freen ya estaba en la cama, en su teléfono. La lámpara se apagó, pero las cortinas no, por lo que la luz de la calle entraba.
—¿A dónde se supone que debo dormir?— Preguntó Becky y Freen hizo un gesto hacia el espacio que quedaba entre la pared y ella.
—Siempre duermes a la izquierda ¿no?
—Uh... seguro.
Se las arregló para pasar por encima de Freen y caer de espaldas sobre la cama. El colchón no era tan cómodo como el de casa, pero estaba bastante bien.
—Entonces, ¿puede dormir tu culo sofisticado en este colchón de campesina?— Preguntó Freen, sin siquiera mirar a Becky.
—Sí puede. Gracias por preguntar— Becky contestó sarcásticamente. —¿Qué estás haciendo en ese teléfono de mierda?
—El hecho de que no me costara quinientos mil dólares no quiere decir que sea una mierda.
—Tengo un iPhone extra si quieres. —Dijo Becky y Freen la miró.
—¿Te sientes caritativa hoy?
—Lo soy.
Freen puso su teléfono en el suelo justo al lado de la cama unos minutos más tarde y tiró de la manta (que era inesperadamente esponjosa) hasta el pecho.
—Entonces, ¿qué quieres decir cuando dices que no tienes un papá?— Preguntó Becky.
—Se necesita un cerebro para filtrar la boca. —Respondió Freen y Becky se puso de costado para enfrentarla.
—Dime.
—¿Por qué quieres saber?
Becky se encogió de hombros y se sentó con la cabeza en su mano para ver a Freen mejor.
—Porque soy curiosa.
—¿Quieres saber para asegurarte de que tu vida sigue siendo mejor que la mía ¿eh?
—No necesito esto para asegurarme, eso ya lo sé.
La pelinegra rodó los ojos y sacudió la cabeza.
—Voy a decirte, pero sólo quiero dejar claro que no necesito tu compasión ni nada ¿ok? Ya no me importa. Y no es la típica triste historia ¿de acuerdo?
—Ok, vale.
—Bien... cuando tenía unos once años mi padre perdió su trabajo en Ayutthaya y trató de superarlo gastando todo nuestro dinero en alcohol. Llegaba a casa borracho y nos gritaba y tiraba cosas. Yo crecí viéndolo actuar de esa manera y, obviamente, saqué algo de él. Entonces empecé a ser violenta en la escuela y me expulsaron dos veces por eso. Mi madre finalmente se divorció cuando estábamos muy cerca de la ruina y dejó a mi papá con la casa.
>>Mi hermana ya estaba comenzando la Universidad por lo que no le molestaba mucho. Nos trasladamos aquí porque a mi madre le dieron una oferta de trabajo como panadera. Fallé mi último año en la escuela aquí, así que estoy repitiéndolo.
Becky no sabía qué decir, aparte de preguntar cómo llegó a tener tantos tatuajes.
—No quería venir a vivir aquí al principio, por lo que los tatuajes eran una forma de protestar. Pero luego tomé gusto de ellos y me hice más.
—Eso es estúpido.
—Eres estúpida.
Becky resopló ante la remontada.
—Pareces decepcionada. — Freen observó.
—No. Sólo estaba esperando que la historia fuera un poco más interesante. Al igual que ya sabes, que fuiste abusada cuando eras niña o tu mamá tuvo un romance que salió mal o algo así.
—¿Hablas en serio? Eso sólo pasa en las películas. Toma control de la vida real por alguna vez en tu vida.
—No de nuevo con esa charla por favor.
Becky rogó y vio como Freen comenzó a quitarse los brazaletes, uno por uno. Tan pronto como se los sacó metió las manos debajo de la manta.
—¿Por qué llevas tantas pulseras? ¿No son molestas o te dan picazón? Están hechas de goma.
—Me gustan. No me quejo de que uses camisas de cientos de dólares.
—Hey, eso es una cosa totalmente diferente para tu información.
—Puedo ver tus chupones. —Freen cambió de tema y Becky frunció el ceño.
—¿Qué?
—Tus chupones. Se notan demasiado.
—¡Oh, Dios mío! ¿Qué pasa si mis padres los ven?
—Puedes usar una bufanda.
—Dios, prende la luz.
—¿Por qué?
—¡Quiero verlos
—Anda al baño.
—Ugh. Te odio— Becky murmuró y salió de la cama para salir de la habitación.
Se quedó mirando las dos marcas gigantes que se propagaban por todo el lado derecho de su cuello. Parecían tan brutales y sin embargo era tan fascinante al mismo tiempo. Luego se preguntó qué se sentía al dar uno.
—¿Es fácil?
—¿Qué?
—Dar un... chupetón.
—Sí.
—¿Puedo darte uno?
—¿Por qué?
—Quiero hacerlo.
—¿Realmente necesitas ser la mejor en todo?— Preguntó Freen cuando Becky cerró la puerta de su habitación y se acercó a la cama.
—Lo hago.
—Está bien, te voy a enseñar.
—Así que... en el cuello ¿verdad?
—Lo puedes hacer en cualquier lugar, pero puedes empezar con el cuello.
Dijo Freen y Becky se sentó a horcajadas sobre la manta.
—Muerde mi cuello y luego chupa y lame la piel entre tus labios.
La castaña asintió y puso las manos en el pecho de Freen justo debajo de sus clavículas; antes de que se inclinara para colocar sus labios en el cuello de Freen.
—Ahora ... lame sobre ella.
Dijo la pelinegra y su voz era un poco inestable porque la manera en que Becky estaba chupando su cuello se sentía increíble.
—Continúa. Aprendes rápido.
Las manos de Freen se acercaron a la parte baja de su espalda, deslizándose más abajo para agarrar su culo. Trató de no silbar cuando su bóxer rozó el material de los pantalones de Becky.
—Wow bien eso es suficiente si no quieres que sangre.
Becky se apartó e iluminó el cuello de Freen con su teléfono. Se quedó sin aliento cuando vio el moretón rojo gigante que se oscurecía rápidamente en la piel. Sintió una especie de orgullo por hacer eso y se encontró con ganas de dejar marcas en todo el cuerpo de Sarocha.
Salió de Freen y se metió de nuevo bajo la manta porque sus pies estaban empezando a enfriarse.
—¿Te sientes orgullosa de ti mismo?— Freen preguntó volviéndose a mirar a Becky. Rebecca ignoró su tono y cerró los ojos.
—Estoy tratando de dormir aquí.
—Bien entonces. Buenas noches.
—Buenas noches.
Becky le dio la espalda a Freen, mirando la pared. Débilmente oyó la puerta principal cerca de la planta baja, lo que significaba que la madre de Freen estaba en casa, pero se quedó dormida antes de que pudiera oírla subiendo las escaleras metiéndose en su propia habitación.
Cuando se despertó a la mañana siguiente, Freen todavía estaba durmiendo, pero se levantó de todos modos. Se las arregló para llegar al baño por su cuenta y, literalmente, cepillarse los dientes con el dedo.
Se vistió, asegurándose de que la cremallera de la chaqueta llegara a su cuello para que no se vieran sus marcas, y luego abrió la puerta del baño, pero se detuvo en seco cuando vio a una mujer de pelo marrón mirándola. En la escalera, probablemente con la intención de bajarlas.
—Uh-buenos días. Soy uh- Becky?
Ella asintió con la cabeza y le dio una sonrisa sincera.
—Soy Dee. La madre de Freen.
Tenía aproximadamente la misma altura que Becky, el pelo negro y ojos oscuros al igual que Freen.
—¿Quieres algo para el desayuno?
—Uh-no gracias. Sólo pasé al baño, me iré pronto.
Esto era increíblemente incómodo para las dos, pero por suerte para ella, Dee decidió que era más fácil girar y caminar por las escaleras.
Becky se dirigió rápidamente a la habitación de Freen y la sacudió hasta que la despertó. Se quedó mirando el moretón oscuro en el cuello de Freen por un momento, pensando que ella lo hizo.
—¿Qué?
—Acabo de conocer a tu madre y tengo que irme ahora.
—Uf, está bien. —Freen se levantó.
Becky se dio la vuelta cuando la pelinegra se estiró y bostezó, para comprobar su teléfono en caso de que sus padres hubieran llamado. Le disparó a Dee una sonrisa incómoda mientras caminaba por la habitación hasta la puerta. Freen la abrió para ella, poniendo la otra mano en el marco de la puerta.
—Freen?
—¿Qué?— Preguntó Freen y volvió la cabeza para mirar a su madre, que estaba en la cocina.
Y fue entonces cuando Becky las vio. Justo al lado de su rostro; delgadas líneas rojas en la muñeca de la pelinegra, en el mismo lugar donde sus pulseras solían estar.
Becky se sintió triste ante la idea de que Freen se hiciera daño a propósito. Cuando Sarocha volvió la cabeza hacia ella, Becky fingió como si no acabara de ver sus cortes.
—Uh... fue bueno verte. — Dijo Becky y Freen asintió con la cabeza, cerrando la puerta tras ella.
Hay mucho dolor ya sabes... hay tantas cosas.
Esa sangre al lado de su almohada no era de su nariz era de sus cortes.
Becky ni siquiera podía imaginar a alguien haciéndose eso a sí misma, y mucho menos a Freen, que siempre parecía tan arrogante y confiada.
Cuando llegó a casa de su familia estaban en la mesa del desayuno.
—¿Dónde has estado?
—Dando un paseo. —Explicó, con la esperanza de que no hicieran demasiadas preguntas.
—La próxima vez que vayas, anda con Sammy. Para que pueda tomar aire fresco. — Su madre sugirió y Becky asintió, yendo al baño a lavarse las manos.
A pesar de que tenía que hacer las tareas escolares por la tarde, los cortes de Freen nunca abandonaron su mente. Terminó googleando "señales de autolesiones'' y reconoció que Freen tenía todos los síntomas.
Así que Becky se hizo una promesa a sí misma, ver a Freen de cerca a partir de ahora y tal vez entender por qué hacía una cosa así.
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