II
Estaba siendo un día muy movido en la reserva, habían estado horas siguiendo a la vampira pelirroja, hasta que la perdieron en los acantilados. Sam había mandado a un par con Emily, para que recuperaran energías, mientras los demás hacían guardia. Los ánimos en el grupo habían bajado, pensamientos de frustración que no le pertenecían, recorrían la cabeza de Sam. Pudo ver como Jacob se alejaba por el barranco curioso, parecía haber encontrado el rastro de Bella Swan. Estaba apunto de ladrarle una orden para que volviera, no era momento de que se entretuviera con la chica, cuando gritos de preocupación explotaron en su cabeza.
"¡Sam!"- escuchó a Jared - "Sam, han llamado a Emily. Harry, ha sufrido un infarto, el..."
"¿Qué?¿Comó?"
"Ha fallecido Sam"
"¡Bella!" - el pensamiento de Jacob lo distrajo, para después sentir como este, volvía a su forma humana. Lo último que captó su mente fue su intención de saltar por el acantilado. Corriendo se dirigió a la playa. Esa chica no paraba de dar problemas.
"Eso no es todo, Leah y Seth, han entrado en fase"
Joder, pensó ya en forma humana, a lo lejos pudo ver com Jacob hacia compresiones sobre el pecho de Bella. Si la chica moría, sería un mazazo para el jefe de policía Swan, perder a uno de sus mejores amigos y a su hija en un mismo día sería horrible. Pero la chica vampiro era más fuerte de lo que parecía, y en cuanto la vio toser y escupir el agua se acercó a la playa.
- ¡Llévala a su casa Jacob, El resto iremos a la casa de Harry!
Pero los problemas no parecían querer acabar, Sam captó su olor antes incluso de que llegase a la orilla. Al fondo pudo ver como un cuerpo estaba siendo atraído por la marea. Se llenó los pulmones de aire, paladeando aquel aroma tan extraño, dulce pero no desagradable. Algo en él, le recordaba al olor de los fríos. Pero el viejo Quill le aseguro que ella no era uno de ellos.
- ¡Mierda avisa urgentemente! - Dijo en voz alta, girándose hacia Paul que estaba en la linde del bosque - ¡Que alguien traiga al viejo Quill, lo antes posible! Que le digan que ella está aquí.
***
El viejo Quill llevaba un rato sentado en la sala de los Clearwater junto al marido de su nieta Billy, y el jefe de policía Swan. Ambos intentaban consolar a la pobre Sue. Habían podido adecentar un poco el salón y evitar que las marcas de garras no se notaran. Lo que menos necesitaba saber Charlie, es que su mejor amigo había sufrido un infarto, al ver como su hija se transformaba en loba delante suyo. Nadie, ninguno de los sabios o incluso el mismo que en su día fue un cambiaformas, habían creído que las mujeres de la tribu podían transformarse. Bueno ella tenía una teoría, pero le repateaba darle la razón. Se encogió en su asiento preocupado, no la había vuelto a ver desde el incidente con Emily. Se suponía que al amanecer, la encontraría siendo arrastrada por las olas hasta la orilla.
Al principio creyó que se había marchado, no era una persona muy constante. Solía moverse de un lado a otro del mundo, sin pasar mucho tiempo en ningún lado. Aunque su residencia oficial estaba en Escocia, nunca pasaba más de quince días seguidos allí. Si hubiera salido, podría haberse puesto en contacto con ella. Todos los jueves llamaba a Quill, su nieto, y hablaban por horas mientras el joven le ponía al día.
No, Aldana no había salido de aquel limbo. Algo la ha tenido que distraer... ¿Pero tanto tiempo?
Escucharon como las ruedas de una camioneta chirriaban en la entrada de gravilla. Por una de las ventanas pudo ver como Jared y Embry se bajaban corriendo, iban sin camiseta.
- Podría multarles por eso - Intentó bromear Charlie, pero nadie se rió.
Cuando entraron a trompicones, se le quedaron mirando seriamente, pudo ver como Jared le asentía. Billy le miró con mala cara, no era la primera vez que mostraba su descontento por Aldana, preguntando porque que permitía que alguien que se alimentaba de sangre humana pisará la reserva. Pero alguien tan viejo y respetado como él, no tenía porqué dar explicaciones. Con una pobre excusa se marchó del lugar, y subió a la camioneta.
Jared no entendía por qué si era tan urgente que el viejo Quill llegará a la playa, este le obligaba a parar en casa. Le siguió tozudo, por el terreno trasero, hasta llegar a la linde del bosque. Allí el viejo golpeó un árbol hueco, y comenzó a andar contando pasos, giraba en algún número y volvía a contar. Entonces se agacho y movió el forraje del suelo, Jared se sorprendió al ver una anilla con candado, parecía una trampilla. El viejo introdujo una llave, liberó la argolla y se le quedó mirando un rato.
- ¿No esperaras que levante yo esa pesada losa no?- Jared se sobresaltado, y abrió la trampilla.
El viejo Quill entró, no necesitaba encender la luz, conocía ese bunker como la palma de la mano. Cogió una bolsa y de una nevera, sacó un par de bolsas de sangre. Le tendió la bolsa a Jared, quien la miró con asco al olfatear el contenido, y cuando noto que era humana su rostro empalideció. Quill ya había cerrado y comenzado a andar hacia la camioneta cuando le volvió a gritar.
- ¡Vamos no tengo todo el día!
***
- ¿No deberíamos entrar a buscarla? - Preguntó Paul, mientras veían el cuerpo acercarse.
- Esperaremos a que el viejo Quill llegue.
- ¿Y si se ahoga? - miro al alfa, este parecía estar preocupado, estaba siendo un día bastante complicado.
- Es una chupa sangre, los fríos no pueden morir ahogados - dijo con asco.
- Chupa sangre o no, recuerda que fue ella quien salvó a Emily.
Sam apretó los puños, Paul tenía razón, esa cosa había salvado a su Emily. No sabía cómo, pero tampoco quería comprobar sus teorías. Cuando volvió de la inconsciencia, Emily estaba tumbada en el sofá. Sue Clearwater, le retiraba una plasta reseca verde de la cara, cuello y hombro. Para asombro de la enfermera, las heridas habían sanado, no necesitaban puntos. Lo que quedaba eran marcas rojas, apenas superficiales. Como cicatrices recién curadas. La pérdida de sangre había sido considerable, pero sus constantes parecían estar bien. Sue decidió llamar a una ambulancia, debían hacerle pruebas para descartar cualquier herida interna. Aunque el viejo Quill intentará convencerlos que no había quedado nada, las curaciones de Aldana eran eficientes, casi mágicas.
Gruñendo improperios se metió al agua, Paul no dudó en seguile. No avanzaron mucho Aldana estaba casi en la orilla. Con la tercera ola Paul consiguió atrapar la tela de su vestido y tiró hacia el. El agua les llegaba por el pecho, pasó un brazo por la cintura de la joven y pegó la espalda a su pecho.
Sam levantó la cabeza de Aldana con una mano, tenía los ojos cerrados y estaba muy pálida. La agito un poco por los hombros, intentando despertarla, pero su cabeza volvió a caer hacia adelante inconsciente. Paul pasó su brazo libre por debajo de las rodillas, y cargo a la chica. Siguió a Sam hacia la orilla, no pudo evitar inclinarse y olfatearla. Se llenó los pulmones con su aroma, olía bien. Dulce, pero rico. Era extraña, su temperatura era más baja que la de un humano. Estaba fría, pero no congelada como los fríos. Si estaba atento podría percibir latidos rítmicos y constantes. ¿Esa cosa tenía corazón ?
- ¿Estás seguro de que es una fría?- le preguntó al alfa.
- Si, aunque el viejo Quil jure que no. ¿Porque lo dices?
- Tiene una temperatura normal, y juraría que estoy escuchando a su corazón latir - hablo casi paranoico.
- Da igual lo que sea, Billy ha confirmado que esa cosa se alimenta de sangre humana.
Paul se tenso y dejó caer el cuerpo en la arena mojada. El golpe hizo que Aldana se pusiera a toser, escupiendo todo el agua que se había alojado en sus pulmones.
- Mierda ¿Estas bien? - Paul se agacho a revisarla, puede que Billy tuviera razón, pero temía que la ira del viejo Quill cayera sobre él, si le pasaba algo a la chica. La incorporo ayudándola a echar el agua. Sin querer la olfateo otra vez, la condenada olía realmente bien.
Sam vio cómo Aldana abría los ojos azules oscuros de un tono casi morado, movía la boca mostrando unos afilados colmillos. Susurrando algo que ni siquiera Paul podía escuchar, por lo que decidió acercar el oído a su boca. Sam no podía apartar la mirada de aquellos ojos, era como si lo hubiera hipnotizado.
- Ven - le dijo Aldana y Sam obedeció, como si de una marioneta se tratase.
Paul confundido, se giró a mirarla, el pelo oscuro se le pegaba a la cara, empapado. Ella no le estaba mirando, pero se acurruco contra su pecho. Parecía buscar calor. Vio como abría la boca, con una sonrisa obnubilada. Sintiéndose observada Aldana se giro o al menos lo intento. Pero el olor de la sangre la estaba llamando. Olía tan rico, como la miel, y a ella le encantaba la miel. Se había quedado atontado, es como si el olor de ella lo volviera estupido. No podía hilar ningún pensamiento coherente. Ella no paraba de susurrar cosas, y cuanto más lo hacía, el perfume crecía. Tragó saliva, el corazón le iba a mil por hora, no sabia porque, pero tenía ganas de besarla. De comersela. No sintió dolor cuando noto los colmillos de la chica clavándose en su hombro, al contrario fue placentero. Un placer que jamás había probado en su vida. Era tan excitante y adictivo que no quería que parara. Segundos después lo soltó, como si le faltara el aire. Su boca estaba llena de su sangre, algo que le debería de haber enfurecido, pero en ese momento no lo hacía. Debería haberle disgustado, pero lo único que quería era probar sus labios manchados de aquel líquido rojo. Gruño al sentir como Sam se acercaba, no le gusto, no quería compartir. Con cuidado agarró la barbilla de la joven y la giró, sin apartar la vista de sus labios.
"¡Paul!"
Sintió que alguien lo llamaba, cerró con fuerza los ojos para intentar concentrarse, pero aquel aroma volvió a golpearlo con fuerza. Y su ojos se volvieron a aquella boca que le sonreía con picardía. Se relamió , y poco a poco empezó a subir la vista de sus labios carnosos, a la nariz respingona.
"¡Paul!"
Volvió a cerrar los ojos con fuerza, y por un momento despertó. Pero la mano de ella en su mejilla volvió a enterrarlo... Algo estaba mal y no sabia el que. Intento mirarla una última vez, pero algo lo empujo y apartó de golpe.
- ¡Aléjate ahora mismo de ella Paul!- gritó el viejo Quill.
Mientras se interponía entre Aldana y él, apartándola de su vista. ¿Que estaba pasando? Confundido se llevó una mano al hombro. ¿Que había pasado? Se alteró al ver sangre en su mano.
- ¡Ni se os ocurra mirarla a los ojos, puede controlaros mentalmente!
- Me... ¿Me ha mordido?
Los tres cambiaformas cerraron los ojos de inmediato. Quill le colocó una bolsa de sangre en la boca y Aldana no dudó en morder y beber como si de un biberón se tratara. La conciencia volvía poco a poco a ella. El viejo se acercó a los chicos, ninguno de ellos se atrevía a abrir los ojos. Sam estaba molesto, por haberse dejado controlar, pero sin ningún rasguño. Paul en cambio, hiperventilar intentando calmarse, esa cosa lo había mordido y lo peor de todo es que lo había disfrutado. Quill le reviso el hombro, viendo como la herida se cerraba rápidamente.
- No te preocupes, su mordida no es ponzoñosa.
- ¡Me ha mordido! - gruño.
- Lo sé - dijo mientras colocaba dos dedos en su cuello, para medirle el pulso- intenta relajarte, solemos tardar un par de minutos en quemar el veneno.
- ¿Pero habías dicho que no es venenosa? - contestó alarmado.
- Sus colmillos segregan una neurotoxina a la hora de morder, esta funciona como anticoagulante, hace que la presa se excite y dispara las pulsaciones para que tu corazón bombee más rápido la sangre. Puede servir hasta de afrodisiaco.
- ¿Cómo sabes todo eso?- grupo Jared.
- Paul no es el único al que ha mordido.
Aldana escuchaba voces, a lo lejos. Cuanto más sangre bebía, más lúcidas eran sus ideas. El lugar olía a miel, como él. Pudo distinguir siluetas y el rostro de su viejo amigo. Había vuelto, había sobrevivido a otro ritual. Sintió las luces finales del atardecer y recordó su visión, la ceniza esparciéndose con el viento. Asustada se tocó las manos, y solo se tranquilizó cuando notó el anillo de su hermana bien puesto en su dedo índice. Los movimientos tan bruscos le dieron una fuerte migraña.
- Mierda - Dijo llevándose una mano a la cabeza, pudo ver como su viejo amigo se acuclilló junto a ella.
- ¿Que ha ocurrido hay abajo Aldana?
-Le vi, lo seguí y... - la cabeza le daba vueltas, los ojos le pesaban - ¿Qué día es?
- Estamos en Febrero Aldana, has estado en el limbo cuatro meses.
Joder, no podia ser. Había pasado mucho tiempo en la tierra de los muertos, apenas tenía fuerzas, agradecía que Quill estuviera allí. Su cuerpo bajo mínimos era una locura llena de instintos. El olor a miel, volvió a ella, era posible que se hubiera traído ese perfume del más allá. Estaba mareada y no aguantaba más, por lo que se entregó a la inconsciencia con facilidad.
***
Bueno poco a poco vamos conociendo mas carateristicas de Aldana. Se habré la veda para especular lo que creéis que es realmente... Me gustaría leer vuestras teorías.
Sigo manteniendo que las cosas raras o erróneas que hay sobre el viejo Quill siguen siendo intencionadas.
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