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Capítulo 6

Los dedos de Seokjin se clavaban, cada vez más, al contorno de la puerta, mientras hacía todo el esfuerzo del mundo para poder salir de la habitación. Estaba anocheciendo nuevamente y su corazón palpitaba angustiado al pensar en su querido Taehyung.

No podía creer lo que ese chiquillo había hecho... ni que, quizá, ya lo había perdido.

De todas maneras, debía luchar, debía hacer de todo para poder salir del cuarto y buscar al pequeño tonto que tenía como hermano.

Es que no podía ser verdad, no debía serlo.

Sin embargo, a pesar de la situación, lo que más le dolía eran las últimas palabras que había escuchado decir a su menor: Taehyung había crecido culpándose de la muerte de su madre, ¿Cómo es que nunca se dio cuenta?, ¿Por qué no se lo dijo?, ¿Por qué no actuó como un simple niño y le buscó llorando: expresando sus pensamientos?... No le cabía en la cabeza cómo es que se había obligado a ser fuerte para no darle más preocupaciones cuando eran niños. No podía creer que pudo haber ayudado al castaño, hacerlo cambiar de opinión sobre eso, y darle una estabilidad emocional meramente digna.

Su pobre Taehyungie, su pobre niño.

Lo lamentaba, en serio que sí.

Ojalá hubiera sabido, ojalá hubiera podido remediarlo.

Cuando menos acordó, el cerrojo de la puerta tronó, arrancando una parte del marco pero abriéndose de inmediato. Fue en ese momento que Seokjin se percató de que estaba hundido en lágrimas otra vez.

No obstante, no tenía tiempo para eso, debía actuar lo más pronto posible, así que solo salió corriendo de la casa, en busca de Mang para poder ir directo al castillo; pero, para su mala suerte, no había nadie más alrededor de la cabaña y, con los dedos astillados, no tuvo alternativa más que correr directo al pueblo, en busca de transporte.

Sin embargo, mientras más corría y se acercaba, más miedos le llenaban el cuerpo: si la primera vez que se enfrentó a la bestia, quedó condenado a perder la vida y no tuvo oportunidad de decir nada, él solo, otra vez, seguro provocaba que aquel monstruo terminara con ambos de un pequeño golpe. Tal vez, en vez de buscar transporte, debía buscar ayuda.

El primero en quien pensó fue su antiguo amigo, Kim Namjoon; pero, después de tanto tiempo y al recordar lo que vivieron, no podía simplemente ir a decirle que lo ayudara a pelear con una bestia. Por eso, cómo segunda opción, Park Bogum se pintó en su cerebro: siendo amigo de Taehyung y el héroe del pueblo, de seguro lo apoyaría.

Más, al entrar en la taberna donde supuso que el joven debía estar, sus anhelos descendieron poco a poco.

—¡Bogum! —exclamó, llegando hasta la mesa donde lo divisó jugar a los naipes con otros tipos—. ¡Ayúdame! —le pidió, yendo directo y haciéndolo soltar, por la sorpresa, el mazo de cartas que antes tenía en la mano.

—¿Seokjin?

—¡Por favor, necesito tu ayuda!... ¡Lo tiene... lo asesinará! —trató de explicar, sin notar que se había vuelto el centro de atención.

—¿A quién? —preguntó Bogum, sin entender realmente.

—¡A Taehyung! —dijo, desesperándose ante aquella pregunta tan tonta, ¿Por cuál otra persona Seokjin se preocuparía?—, ¡Ay que salir, no perdamos más tiempo!

—Tranquilo, Seokjin —le pidió, poniéndose de pie, mientras lo tomaba por los hombros—, ¿Quién tiene a Taehyung?

—¡Una bestia!, ¡Una bestia!, ¡Una terrible y monstruosa bestia! —y dicho eso, todos se echaron a reír, mofándose de aquella explicación que incluso a Bogum divirtió.

—¿Es grande? —preguntó uno de los tipos que estaban con el joven.

—Gigantesca.

—¿Con hocico horrible?

—Horroroso, ¡Sí! —describió, Seokjin, al segundo hombre.

—¿Y tiene colmillos largos y feos?

—¡Sí, sí! —terminó por asentir y su mirada fue directo a buscar la de Bogum—... ¿Me ayudarás?, Taehyung está en peligro.

Y la expresión pensativa del muchacho solo hizo al mayor sentir que se había equivocado al estar ahí, en definitiva—. Está bien, Seokjin, te sacaré de esto.

—¿De verdad? —inquirió, asombrándose ante la respuesta: esperaba algo negativo, de seguro.

—Por supuesto —y con un chasquido de sus dedos, un par de hombres llegaron hasta el joven y lo tomaron a la fuerza, sacándolo del lugar como si de un simple saco de basura se tratara, arrojándolo a la calle y haciéndole saber la cruda realidad: estaba solo, igual que su hermano.

Sin embargo, no era momento para lamentarlo, su mirada dio con un caballo que estaba atado muy cerca de ahí y, con todo el dolor del mundo al tener que tomar algo que no era suyo, se acercó, desatándolo y llevándoselo a paso veloz del pueblo, mientras pensaba en que, si lograban salir vivos de esta, iba a alejar, sobre todas las cosas, a Kim Taehyung de ese maniático engreído.

Interín, de nuevo, en la taberna, Park Bogum se dejó caer, otra vez, en la silla que había estado usando desde que llegó al lugar, recibiendo la mirada confundida y angustiada de Choi Wooshik, quien le fulminaba a la par.

—Está loco —balbuceó el tipo que se había burlado de Seokjin, mientras este explicaba cómo era la bestia.

—Loco, ¿Eh?, Está loco —repitió, pensativo, ignorando a su amigo.

—Bogum —pero Wooshik se atrevió a llamarlo, sin importarle que el chico no quería escucharlo—, ¿Por qué lo has echado?, ¿Qué no se supone que es el hermano de Taehyung y debes quedar bien con él?

—Taehyung me trató muy mal la última vez como para ser blando, Wooshik. Además, ¿No has oído lo que han dicho de él?

—Exacto, ¿No deberías defenderlo?

—Mmh... nah —dijo, dando un manotazo cómo si le restara importancia, haciendo que su amigo se confundiera más.

—Bogum, así jamás te casarás con Taehyung.

—Lo haré, Wooshik... y ya sé cómo lo lograré.

━━━━━━ ◦ 🥀 ◦ ━━━━━━

La puerta de la nueva habitación -o prisión- de Taehyung, fue llamada un par de veces, mientras éste solo se retorcía sobre la gran cama que adornaba los adentros del lugar.

No quería levantarse, no tenía ánimos, ya había llorado por horas, ya no tenía más fuerza; no obstante, la puerta se abrió y pequeños sonidos de cristal comenzaron a escucharse por la habitación, obligándolo a levantar el rostro para ver lo que sucedía, encontrándose con una tetera preciosa que daba saltos para llegar hasta él.

—¡Hola!, ¿Quieres un poco de té? —le preguntó, provocando que el castaño diera un salto en su lugar al ver cómo el artefacto chocaba con un armario cercano y este también comenzaba a moverse.

—¡Oh!, ¡Cuidado! —soltó el armario, divisando que la tetera se encontraba bien y recibiendo una sonrisa de antemano.

—No es posible —murmuró Taehyung y ambos instrumentos soltaron una risita.

¿Estaba viendo bien o es que ya se había vuelto loco?

Esos bártulos no podían estar moviéndose y hablando así como así... no podía ser cierto; siempre había sido muy soñador, sí, imaginaba cientos de cosas imposibles durante el pasar de los días, pero creer en que la magia existía, justo como en los libros, estaba fuera de sus cabales; sin embargo, era lo único que se respiraba a kilómetros a la redonda.

De todos modos, se talló los ojos con cuidado, solo renovando su visión para encontrarse con ambos instrumentos sonrientes.

¿Qué clase de lugar era ese?

—Lo sabemos, pero las cosas son así —terminó por contestar la tetera, acercándose más y siendo seguida por una pequeña tacita que solo se puso de frente, siendo servida y entregada hasta Taehyung, quien la tomó con los ojos bien abiertos, intentando averiguar dónde estaban las baterías del objeto de cerámica o si un par de hilos colgaban del techo; pero no hubo nada, solo risitas traviesas por parte de la tacita—. Anda, bebe —incitó Hoseok y el castaño, aun desconfiado, solo se llevó el agradable y pequeño objeto a la boca, disfrutando de un sabor dulce y tranquilizante, que le calentó un poquito el corazón—. Lo que hiciste fue muy valiente, niño.

—Todos decimos eso —arguyó el armario, con seguridad, haciendo que Taehyung solo pintara, en su bonito rostro, una mueca llena de melancolía.

—Pero perdí a mi hermano, mi vida y los sueños que aún ni siquiera tenía. Entre más lo pienso, más me siento... como si hubiera muerto.

Y las caritas de ambos personajes solo mostraron una mueca triste—. Ánimo, pequeño, esas cosas no son del todo ciertas. Entendemos lo que es ser privado de la libertad, pero aún puedes hacer muchas cosas aquí adentro... incluso, tal vez encuentres esos sueños que aún no conocías... Todo saldrá bien, ya verás, ya verás —indicó Hoseok, haciendo sentir un poquito mejor a Taehyung. Era cierto que no todo estaba perdido, al menos no lo habían asesinado, pero pensar en que ya nunca más vería a su hermano, eso sí le partía el alma en mil pedazos—. Oh, vaya, estoy perdiendo el tiempo y aún no está lista la cena —mencionó y se giró sobre su diámetro, saliendo de la habitación de inmediato, haciendo sorprender al chiquillo por ver como las puertas de su habitación le abrían paso, cerrando después de su salida.

—Ahora, ¿Cómo te vestimos para la cena? —preguntó el armario, abriéndose de par en par—, veamos qué cosas hay en mis cajones... ¡Ah, aquí hay algo! —mostró un bonito conjunto a color marrón—, con éste lucirás precioso —y Taehyung solo negó repetidas veces, mientras dejaba la tacita en la mesita de noche y le sonreía en pequeñito al mueble.

—Eres muy amable, pero no bajaré a cenar.

—¿Qué? —le cuestionó, sorprendiéndose y temiendo a la par—... pero tienes que bajar.

—La cena está servida —interrumpió Yoongi, el reloj de madera antiguo, entrando en el lugar y haciendo a Taehyung volver a negar.

━━━━━━ ◦ 🥀 ◦ ━━━━━━

Las manecillas de Min Yoongi se retraían en sí mismas, denotando lo preocupado que caminaba por los pasillos del gran palacio, rumbo al comedor principal. Les quedaba poco tiempo de vida a todos ahí y él solo podía ser un inútil para con las ordenes de su rey.

Más tuvo que ingresar al lugar y armarse de todo el valor posible, para enfrentar lo que quizá vendría—. Señor —llamó, lleno de pena; si tan solo ese niño caprichoso hubiera accedido a su petición—, él no vendrá.

—¿Qué? —y aquella pregunta se quedó suspendida en el aire cuando Jungkook, de un tirón, se levantó de su asiento, encolerizándose de golpe, como siempre solía hacerlo—, ¡Le ordené que viniera!

—Es que —balbuceó el reloj, dando un par de pasos hacia atrás. No es que le temiera del todo a su amo, solo se cohibía por ser tan pequeño como para no poder enfrentar a ese joven enojón— ... él no quiere verlo, su majestad.

—¡Bien! —gritó, aventando la mesa sin previo aviso y haciendo que el alimento se derramara de forma brusca, asustando a todos sus sirvientes—, ¡Pues... si no quiere cenar conmigo, entonces no comerá nada! —estableció—. Si alguno de ustedes se atreve a alimentarlo, no tendré piedad —y, lleno de enojo, salió del comedor, yendo a perderse por los pasillos oscuros que durante los últimos años habían sido su escondite más preciado.

Muchas gracias por estar leyendo. ❤

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