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'It's a lovely heartbeat. It's very nice.'


[Jiho]

Con el tiempo me había ido dando cuenta de que lo mejor de las noches de borrachera, era no recordar nada a la mañana siguiente. Y sí. Me había ido dando cuenta con el tiempo porque a medida que más bebía, más recordaba. Lo lamenté enormemente a la mañana siguiente de que el peliverde se me hubiera echado encima.

Después de aquella noche, él no recordó nada. Supuse que sería el efecto de la pastilla y decidí hacer como si nada importante hubiera sucedido. Y en verdad eso era lo que había pasado, precisamente nada importante. Un hada drogada y caliente con la que compartía piso se me había lanzado al cuello y yo puse cada mota de fuerza de voluntad para rechazarle. Y luego me di la ducha más fría que me había dado en mi vida.

Ahora cada vez que me cruzaba con él, fingía normalidad, pero mi cabeza no podía recrear otro momento que sus labios en mi pecho. Si me esforzaba podía hasta sentirlo. No podía negar que deseaba otra oportunidad con toda mi alma, aunque supiera de sobra que era imposible.

- ¿Asexual? –asentí y di otra larga calada al porro que nos estábamos fumando Namjoon y yo en el piso. No había rastro del peliverde y era un perfecto momento para desahogar mis preocupaciones. – ¿Solo quería contigo porque estaba drogado? –volví a asentir intentando esconder lo que me dolía escuchar eso. – No lo creo.

- Es lo que es, da igual lo que creas.

- Las hadas no son asexuales.

- ¿Desde cuando estás graduado en la ciencia de las hadas sin decírmelo? –Namjoon rió y yo terminé contagiándome, aunque en un primer momento estuviera molesto por los aires superiores que se daba. – Era broma. Sé que no existen tales estudios.

- Y si existieran, suspenderías.

- Probablemente –concordé. Ni siquiera hacía falta discutir de lo que era capaz o no de suspender. Mi falta de motivación en los estudios creaba milagros. – De cualquier manera, lo que te estoy diciendo es que ahora no puedo dejar de pensar en eso. ¡A él no le afecta porque ni le gusto ni se acuerda!

- Ahá.

- Es una tortura. Ni te lo imaginas.

- Debe ser algo similar a cuando Jin se enfada y me deja en abstinencia.

- Algo parecido.

Namjoon me sonrió compareciente y yo me encogí de hombros con resignación a lo que me tocaba vivir, que en ese momento era fumarme un porro y llorar metafóricamente mis penas con mi compañero de piso. Después de varias caladas se lo pasé y me dejé caer en la cama, perdiéndome en las imaginarias formas que aparecían en el techo. Cerré los ojos y suspiré sonoramente.

Estaba seguro de que las hadas eran completamente asexuales. Suga me había comentado algo a la mañana siguiente cuando tocamos el tema por encima. Por ese motivo necesitó la pastilla, y por ese motivo tenía curiosidad por haberla probado. No recordaba sus efectos, pero ya que lo había hecho una vez, no pensaba repetirlo. Por desgracia en aquel 'no pensaba repetirlo' moría cualquier posibilidad de contacto conmigo.

En cualquier caso eso no era lo que me dolía. Obviamente después de haber probado un pedazo del pastel me moría por ganas de seguir comiendo y sufría constantemente por no poder hacerlo, pero en realidad, lo que más me destrozaba era ser consciente de que la única vez en la que el peliverde se sintió atraído por mi persona había sido estando drogado. Yo no le gustaba nada, en absoluto. Cada día que pasaba me cercioraba más de ello.

- Estoy seguro –Namjoon alzó una ceja como el típico sabelotodo que era. Yo rodé los ojos y evité su mirada. – Hablo en serio. No me gusta.

- Te parece atractivo y te mueres por pasar un segundo oliéndole el pelo si quiera. Estás colado por sus huesos.

- No.

- Ahá. Pero tengo razón.

- Ni razón ni nada. Somos amigos y no sentimos nada el uno por el otro.

- Estamos hablando de ti, amigo –abrí ligeramente uno de los ojos para agarrar el porro de nuevo y tras darle un par de caladas, se lo devolví y regresé a mi estado zen. Un estado zen lleno de frustraciones e imágenes de hadas en mi cabeza, pero un estado zen al fin y al cabo.– El amor no siempre tiene por qué ser correspondido.

- No es amor. Para de decir tonterías porque sabes que no me refiero a eso. Ni me molesta eso. Nada tiene que ver con estar enamorado o no. Tú estas enamorado. –relajé mi cuerpo al percatarme lo muy en tensión que me había puesto con ese simple discurso y empecé a acariciar mi propio abdomen para relajarme. – No lo es. Solo no entiendo por qué no le gusto.

- Y te molesta.

- ¿No entenderlo? –negó. Antes de que hablara se me ocurrió la otra opción, y probablemente más acertada en cualquier sentido. – No me molesta no gustarle.

- Como tú digas.

- Esta conversación no va a ningún lado –declaré molesto. Namjoon se encogió de hombros y apagó el porro en el cenicero que había a su lado. Se sentó en el suelo y apoyó su espalda en la cama. Yo le miré desde arriba y fruncí el ceño. – Sigues pensando que tienes razón.

- Siempre tengo razón y esta vez no es la excepción –fui a abrir la boca para replicarle pero de repente una almohada impactó en mi cara y mi amigo se apropió de mi turno. – Igualmente ya te he dicho que no me interesa. Ya te olvidarás rápido de él. Nunca te han solido durar mucho los caprichos. Este te estará durando más porque es un hada.

- No tengo ningún fetiche con las hadas si es a lo que te refieres.

- Seguro que Jin vestido de hada está magnífico.

- Seguro que tú vestido de hada no.

Y después de derivar la conversación a veinte temas distintos y con escasas conexiones entre ellos, decidí que lo mejor sería quedarme con sus sabias palabras. Fuera lo que fuera que me estuviera pasando con el peliverde, terminaría superándolo. Siempre lo hacía. Nunca me había pillado fuerte de alguien y no lo iba a hacer. Simplemente debía aceptar que mi compañero de piso no me tocaría ni con un palo y que me empezaba a atraer en demasiado.

Todo esto decidí empezar a hacerlo a un lado centrándome en otras cosas, concretamente en otras personas. Por ello cuando dos días después quedé con un chico por una página web de esas y vino a mi casa con vino y condones, me mentalicé como que sería el primer paso para desengancharme de mi compañero. Y habría funcionado. Estaba seguro de que lo habría hecho si no llegara a ser porque el susodicho se encontraba presente esa noche.

Y así sucedió con casi todas mis citas, lamentándome al pensar que ese podía ser el problema. Por eso ya no me acostaba con la gente, por falta de intimidad. Tenía todo el sentido del mundo si no fuera por la existencia de hoteles y mi falta de ganas para usarlos.

- No quieres –esta vez me encontraba de nuevo con la compañía de Namjoon y un porro. Mi casa volvía a estar libre y en vez de tener un ligue, estaba el rubio de dos metros en mi cama manchándola de ceniza. – Deja de engañarte. Estás enganchándote cada vez más.

- No he encontrado el lugar adecuado.

- Tu casa. Ahora por ejemplo.

- Tío... –puse una mueca incómodo y le pasé el porro intentando tener el mínimo contacto físico. Le eché un vistazo de arriba abajo para cerciorarme de lo que iba a decir, y estaba completamente en lo correcto. – No eres mi tipo.

- Hablo de que podías haber traído a otra persona, idiota.

- Ah.

- Y tienes un gusto pésimo.

- Simplemente no tengo ganas –ignoré sus comentarios y seguí excusándome. No había encontrado a la persona adecuada. Ni el hotel adecuado. Ni el momento adecuado. Al parecer las cosas habían cambiado y yo con ellas. Ya no me conformaba con sexo esporádico con cualquiera.

- Te recuerdo que ayer me confesaste que precisamente no es Jesucristo quien te acompaña en el pensamiento cuando estás solo en el baño.

- No es nada nuevo que Suga me atraiga.

- Es nuevo que solo te atraiga él.

- No solo me atrae él.

- Lo que tú digas. Sigues en fase de negación y yo no tengo paciencia. Acércame los nachos.

Y después de que le acercara los nachos, cambiamos nuevamente de tema unos tres segundos antes de quedarnos dormidos uno sobre el otro en el suelo. Cuando el peliverde llegó al cabo de las horas y nos encontró en ese estado, no se le ocurrió otra mejor cosa que hacer, que tomarnos veinte fotos con diez filtros cursis y denigrantes diferentes.

Esa misma noche, mientras Namjoon volvía a su piso, mi compañero decidió obligarme a prepararle la cena a cambio de mantener esas horribles fotos en su móvil sin enviarlas a nadie. Y yo acepté como el desgraciado que era. Incluso sin fotos no habría podido negarme. Cocinar para el peliverde era una de las cosas que más me gustaba hacer, y eso que ni sabía cocinar.

- Ahora bórralas –dije nada más colocar el plato de pasta en la mesa frente a él. – Un trato es un trato.

- Prometo no enviárselas a nadie –se puso la mano en el pecho pero seguidamente volvió a posar su vista en el móvil y sonrió. No parecía estar burlándose. Tan solo sonreía de una foto mía con un filtro de gato. Rodé los ojos y seguí colocando la mesa en un intento de ignorarle. – Me gusta esta.

- Póntela de fondo de pantalla entonces.

- Buena idea.

Y lo hizo. Y me emocioné inconscientemente como un niño solo por aquella tontería. Y entonces, cuando momentos más tarde me encontraba disfrutando tranquilamente de mi plato de pasta, no pude evitar acordarme de todas las lecciones de Namjoon y lo mucho que me molestaba que tuviera razón siempre. Quizás no era amor, pero era algo.

Aunque como bien había dicho mi amigo, por desgracia no era necesario que fuera recíproco. 


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Por cierto el chico de la fiesta, el que se come todo con Suga, era Kihyun de Monsta X. 

#AmorPaUstedes

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