'If I was in their skin, I'd treasure every instant'
[Suga]
Era extraño tener personas que se interesaran por mí. Después de haber pasado la mayor parte de mi existencia desapercibido, me costaba acostumbrarme a estar integrado en la vida de un grupo de personas, específicamente los amigos de Jiho.
El único al que había conseguido adaptarme del todo era Namjoon, y principalmente porque ambos éramos sentíamos bastante indiferencia de todo nuestro alrededor. Él siempre estaba pegado a su móvil y yo con una lata en la mano o el mío también. Después de todo le estaba dando más uso al aparato de lo esperado.
- Conmigo nunca te pones así –me recriminó mi compañero de piso de repente. Estábamos ambos junto a Namjoon en el piso, yo sobre este último en la cama, con la cabeza apoyada en su estómago y las piernas saliendo por un extremo. Jiho llevaba casi media hora sentado en una silla mirándonos, y hasta ese instante, pensé que estaba jugando a alguna cosa extraña suya.
- ¿Así cómo? –respondió Namjoon.
- No te digo a ti –me miró, se cruzó de piernas y me señaló con el índice acusatoriamente. Podría asegurar que hasta estaba indignado. Era desconcertante y gracioso al mismo tiempo. – Te digo a ti.
- ¿Así como? –repetí la frase del más alto de la sala, quien había vuelto a ignorarnos mientras se encendía su tercer cigarro en la última hora.
- Encima. Haciendo contacto cuerpo a cuerpo –todo lo acompañaba de gestos inconscientemente.
- Contigo también hago contacto.
- Pegándome. Eso no cuenta.
Me encogí de hombros y decidí dejar pasar la conversación. No sabía que responder y tampoco tenía ganas para ello. Agarré mi móvil y volví a centrarme en el video de un pianista que inundaba la pantalla. No tenía sonido, pero era increíble como tocaba las teclas. Estaba maravillado con él hasta que sin previo aviso la cama se hundió aún más y se me cayó el móvil en medio de la cara. Lo cogí de nuevo molesto y miré al causante de ello.
- ¿Qué haces? –pregunté enfadado. El rubio me ignoró y fue a tumbarse sobre Namjoon, quien seguía haciendo caso omiso a todo lo que no fuera su móvil o cigarro. – Eres idiota.
- Como tú digas.
Y estaba en lo correcto. Era idiota. Era un niño infantil e idiota. No tuvo otra mejor idea que imitar mi postura al otro lado de Namjoon, incluso acaparando más parte del cuerpo del tercero que yo. Fruncí el ceño molesto e intenté ignorarle. Y digo intenté porque era realmente frustrante permanecer calmado con tanta idiotez rodeándome.
Lo siguientes veinte minutos se dedicó a apropiarse de su amigo. Primero comenzó con las piernas, agarrándolas con las suyas propias hasta tenerlas en su completo terreno. Luego siguió con un brazo. El pecho fue lo tercero. Y finalmente mi parte de estómago desapareció, haciéndome caer en la cama y de nuevo mi móvil en la cara. Me incorporé y miré al rubio realmente enfadado. Namjoon seguía a lo suyo, ajeno a todo lo que sucedía.
- ¿Quieres contacto cuerpo a cuerpo? –bloqueé el móvil y lo dejé a un lado, sin apartar la vista del idiota que tenía por compañero de piso ni un segundo. – Porque es lo que estás encontrando.
- Ya te he dicho que pegarme no cuenta como contacto cuerpo a cuerpo.
- Oh. Ya verás sin cuenta o no.
- Sí cuenta –intervino Namjoon si apartar la vista del móvil.
El comentario de tercer fue completamente ignorado. Sin pensarlo ni un segundo me lancé sobre Jiho haciendo que rebotara y cayera de la cama. Creo que en algún momento pisamos alguna parte del cuerpo del más alto, pero tampoco nos paramos a comprobarlo. En el suelo empezamos a rodar y agarrarnos. Reconozco que él estaba en desventaja debido a que desde hacía dos días estaba empezando a mostrar síntomas de un resfriado. Aún no tenía fiebre pero sí que había pasado las ultimas noches con malestar general, y para que mentir, yo iba a agravárselo de muy buena gana.
Me subí sobre su espalda y doblé un brazo mientras sujetaba sus piernas entre las mías. Seguidamente empezó a quejarse porque le estaba aplastando un testículo e inconscientemente reaccioné apartándome un segundo. Todo era una trampa y no tardó ni un instante en abalanzarse sobre mí. Reaccioné huyendo lo más rápido que pude, colocándome a un extremo de la mesa. Me persiguió durante casi cinco inútiles minutos en los cuales la estuvimos rodeando como idiotas.
- Ríndete –casi sonaba como una orden. Afilé los la mirada e ignorando a Namjoon me volví pequeño en un segundo. Este último seguía en su propio mundo sin prestarnos atención, aunque tampoco me importaba lo suficiente en ese momento como para pararme a comprobarlo.
Me dirigí corriendo hacia Jiho. Obviamente no saqué las alas en ningún momento, así que me limité a trepar por su pierna ayudándome de que no tenía ningún interés en depilarse y me colé por sus pantalones. Él se quejaba con todo el disimulo que podía para no llamar la atención de su amigo. Yo sonreía como un niño cuando hace una inocente travesura. El enfado había pasado a emoción y lo estaba disfrutando enormemente.
- Ahora verás –murmuré segundos antes de destapar parte de una de sus nalgas y propinarle un enorme mordisco. En proporción era como el de un ratón, pero debió dolerle lo suficiente como para soltar un chillido y salir corriendo al baño. Yo reía tanto que ni me di cuenta de lo mal agarrado que estaba, y antes de poder hacer algo, caí rodando por su pierna hasta el suelo. – ¡Auch! – Me hice una bola y agarré mis piernas con fuerza para después comenzar a frotar mi cabeza. Realmente me había hecho daño.
- ¡Te has dejado a Suga en el suelo! –exclamó Namjoon sin mirarnos. Yo seguía tan ensimismado en mi dolor que ni le presté atención.
Inmediatamente Jiho volvió a por mí. Sentí como sus manos me cogían con cuidado y trasladaban con él a lo que supuse que sería el baño. Una vez dentro me dejó sobre la taza del váter y comenzó a darme suaves toquecitos con su índice. Yo fruncí el ceño y le miré enfadado. Él bajó la vista sintiéndose culpable. Y bien merecido que lo tenía. Era todo culpa suya.
- Me he dado un golpe impresionante por ti.
- Podías haber volado –intentó excusarse. Yo me indigné aún más, casi olvidando el dolor. Volví a mi tamaño normal y caí sobre él, sentándome en su estómago. Le apunté con el dedo en el pecho con actitud enfadada. – Auch.
- ¡No saqué las alas porque podría matarte con solo rozarlas, estúpido!
- Oh.
- Idiota.
- ¡Tú me mordiste el culo! –intentó excusarse por segunda vez. Aunque en realidad en esta ronda tenía razón, pero no iba a dejarme ganar así como así. Él había sido quien había comenzado todo. – Seguro que me has hecho sangre.
- ¿Ves sangre en mis dientes? ¿Verdad que no? –se los enseñé sin perder ni un segundo mi cabreo. – Exagerado.
- ¿Y tu sabes lo que duelen que usen tu vello corporal para trepar?
- ¡Pues depílate!
- ¡Pues no trepes por mi pierna!
- ¡Pues no vengas a molestarme cuando estoy tranquilamente en la cama!
- ¡Pues no te tumbes encima de mi amigo!
Me quedé en silencio intentando asimilar lo que estaba diciéndome. Definitivamente yo había ganado y él iba a recibir una de los mayores regaños de su vida. Malditos humanos egocéntricos. Solo quería volveré a morder una y otra vez por todo el cuerpo hasta que pidiera clemencia.
- Espero que no estés diciéndome lo que puedo o no puedo hacer.
- ...
- Porque como si quiero hacerme una silla con los huesos de tu amigo y vivir en ella.
- ... –apartó la vista frustrado. Yo seguía sobre él, ahora cruzado de brazos, a la espera de una respuesta. Concretamente a la espera de una disculpa. – Perdón.
- ¿Perdón qué?
- Perdónsoyidiota –sonreí por lo bien enseñado que le tenía. Mi cuerpo se relajó notablemente y solo ahí fui consciente de que el dolor no era tan grande como segundos antes. Me puse en pie e inspeccioné cada parte en busca de alguna herida. – Siento haberte quitado a Namjoon de almohada. Estaba celoso creo.
- Los celos son tan humanos. Me repugnan.
- ¡Pero es que tú nunca te apoyas en mí y vivimos juntos!
- Namjoon tiene un estómago más cómodo –respondí indiferente. Mi muslo estaba ligeramente enrojecido, pero nada del otro mundo. Y seguramente me saldría un moratón en el culo, porque era la zona que más me dolía. – Además. No puede molestarse no ser mi almohada. Es demasiado patético.
- No me molesta no ser tu almohada. Y tampoco que lo sea Namjoon. –hablaba con un puchero en los labios. Era adorable. Y aunque no terminaba de comprender lo que decía, de nuevo no me sentía enfadado. Sobretodo cuando se sentó sobre el lavabo y acercó al espejo para ver de cerca parte de la nalga mordida. – ¡Ah! ¡Mira! ¡Te dije que me habías hecho sangre!
- Eso no es sangre.
Pasó el dedo por la zona y comprobó en silencio que yo tenía razón. Indignado volvió a colocarse correctamente los pantalones de chándal y salió del baño. Yo le seguí dirigiéndome directo a por mi móvil. Estaba junto a Namjoon y solo en ese preciso momento caí en un importantísimo detalle. Jiho debió pensar lo mismo, porque me miró un milisegundo y luego ambos nos giramos al tercero, el cual seguía tranquilamente fumando y mirando el móvil.
- ¿Qué has visto? –preguntó el rubio alarmado a su amigo. Namjoon le miró extrañado.
- ¿Visto de qué?
- De lo que acaba de suceder.
- Poco –respondió. Ambos respiramos más tranquilos. – Como Suga trepaba por tu pierna y luego se caía. Y también como corrías desesperado a recogerle. Casi parecía que ibas a llorar, tío.
Jiho y yo nos miramos sin saber que decir. Si Namjoon había visto todo eso no comprendía como podía seguir tumbado con tanta normalidad. Es decir. Acababa de ver al compañero de piso de su amigo hacerse pequeño hasta llegar al tamaño de un ratón. Si no estaba mal informado, eso no era algo común en el mundo de los humanos.
- Realmente tienes que dejar la bebida, amigo. –el más alto apartó el móvil y apagó el cigarro, prestándonos atención por unos segundos. Ambos seguíamos en tensión sin saber que iba a suceder a continuación.– Me contaste lo de Suga hará como un mes.
- ¿A qué te refieres con 'lo de Suga'? –pregunté alarmado.
- A que eres un hada y todas esas cosas –miré a Jiho acusatoriamente. – No le culpes. Estaba muuuuuy borracho.
- ¿Y tú me creíste? –esta vez era mi compañero quien habló.
- Claro. Creo en todo ese tipo de cosas. –se puso en pie y comenzó a recoger sus cosas. Supuse que ya se estaba preparando para irse a su casa. – Ya os he dicho que estoy casi seguro de que Jin no es de este mundo.
- Jin es un humano –respondí con total sinceridad.
- Ahá. Como tú digas –declaró Namjoon sin ceder ni un poquito. – Y tranquilos. No diré nada.
- Tampoco te creerían –añadió el tercero.
- Le diré a Jin que me de alguna pomada para tu pierna –se puso su abrigo y dirigió tranquilamente a la puerta. Yo aún estaba asimilando la situación, aunque debido a la normalidad con la que lo trataba el más alto, no me costaba digerirla. La preocupación había desaparecido. – Y no te enfades con Jiho. Solo está celoso porque le gustas.
- No le hagas caso –respondió mi compañero. Y obviamente no le hice caso. Como todas las veces anteriores, ya conocía las bromas que tenían sus amigos con nosotros. Me había incluso acostumbrado. – Iré esta tarde a por la pomada.
Ambos se despidieron y cuando le puerta se cerró, los dos restantes nos miramos varios segundos en silencio. Y sin poder controlarlo, una carcajada se escapó de los labios de uno. Y luego otra de los del otro. No pudimos evitar terminar estallando en risas por la situación. Al menos hasta que fui a sentarme en una silla para respirar y solté un gemido por el dolor de mi culo. Jiho también detuvo sus risas y me miró preocupado. Luego su expresión cambió a una más pícara y yo le bufé.
- Es por tu culpa.
- Es mi deber curarlo entonces –intenté propinarle una patada pero se apartó a tiempo. Rodé los ojos y decidí ignorarlo. – Perdón. Ahora en serio. Si necesitas algo dímelo.
- Quiero café. Y churros. –eché un vistazo a la cocina en busca de algo que no tuviéramos para que el rubio tuviera que bajar específicamente a comprarlo. – Y las pastas esas que venden en la pastelería que hay a ocho calles.
- ¡Oy-
- ...
- Como quieras –hizo una reverencia y agarró la lata de cerveza que llevaba sobre la mesa casi toda la tarde sin abrirse. Iba a tomármela hacía varias horas pero se me habían ido las ganas. – Luego pasaré a por la pomada de Jin.
- Y también quiero zumo de manzana.
- ¿Eso significa que me perdonas? –rodé los ojos y asentí. Él vino a abrazarme y de nuevo no me aparté. Estaba empezando a acostumbrarme. – ¿Ves?
- ¿El qué?
- Este contacto cuerpo a cuerpo es mucho mejor.
- Ahá.
Fue lo que respondí, pero cuando se marchó, para mi sorpresa, hubo una parte de mí que coincidió completamente con él.
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