Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7 | Actitudes tóxicas y banderas rojas

Anakin

—¿El club de los marginados? —preguntó Hailey, limpiándose el cabello con una servilleta.

—Sí, así es como nos llaman los idiotas que se sientan allá —explicó Padme, señalando al revoltoso grupito—. Pero estamos pensando en cambiarnos el nombre a "el club de los más increíbles".

Después de que el balón de fútbol americano aterrizara sobre la bandeja con comida de la chica nueva, salpicándola con pure de patatas y algunos guisantes, Anakin no pudo evitar sentirse bastante molesto al respecto. Él tampoco había visto a la persona que había lanzado el balón, pero estaba cien por ciento seguro de que el responsable era Jonas. ¿La razón? Su novio no gay no había dejado de mirar a la chica nueva con una expresión verdaderamente furiosa en el rostro.

«¿Y ahora por qué está tan enfadado?» —se preguntó Anakin, frunciendo un poco el ceño.

Para su sorpresa, Jonas clavó sus preciosos ojos azules en los suyos y arqueó una de sus oscuras cejas, reprochándole algo que él, por su parte, no logró comprender en absoluto.

Entonces, tuvo una vaga y repentina idea.

«¿Está celoso de la chica nueva?» —volvió a preguntarse, y en efecto, tenía razón. Suspiró y negó con la cabeza—. «¿Cuántas veces debo decirle que no siento atracción alguna por las chicas?»

Por otro lado, en medio de las risas, Hendry se levantó de su lugar un tanto brusco, llamando de inmediato la atención de todos los que se encontraban sentados en su mesa. A su lado, su novia Paige Campbell trató de detenerlo abrazándolo por la cintura, pero él la ignoró, tomó su bandeja con comida y se marchó a la mesa en la que Anakin y Padme estaban sentados con la chica nueva.

Sin embargo, en lugar de sentarse con ellos, dejó su bandeja, agarró el balón de fútbol que habían lanzado antes y sin más, lo lanzó de regreso, dándole a Alex un poderoso golpe en el estómago.

—¡Ugh! —escupió Alex mientras era lanzado hacia atrás por la fuerza del lanzamiento.

Esto provocó una nueva oleada de risas, solo que, esta vez, estas risas fueron a causa de la graciosa caída que tuvo el mejor amigo de Jonas después de haber sido golpeado por el balón.

Inevitablemente, una pequeña sonrisa tiró de los labios de Anakin.

Hendry siempre había sido así. Incluso desde que eran muy, muy pequeños, cada vez que alguien los molestaba, ya sea a él o a su hermana, Hendry aparecía de la nada para defenderlos a capa y espada. Jamás le importó quedarse sin amigos con tal de protegerlos, así como tampoco le importó ser llamado y considerado un "marginado" durante tantos años con tal de estar cerca de esos dos.

A Anakin esto siempre le causó cierto malestar, pues a decir verdad, desde que los tres entraron al instituto, Hendry pudo haberse convertido en alguien muy popular. No solo era bastante hábil en muchos deportes, también era amable, sencillo y extremadamente atractivo.

No obstante, aun con todos esos puntos jugando a su favor, Hendry prefirió mantener un perfil bajo y pasar totalmente desapercibido durante mucho tiempo. Fue solo hasta que decidió defender a Paige de un grupo de idiotas de último año que, por fin, comenzó a recibir la atención que merecía.

—¿Y bien? —preguntó Hendry, sentándose entre Padme y la nueva—. ¿Cuántos puntos me darán?

Padme se llevó una mano a la barbilla, pensativa.

—¿Sabes? Esta vez tendré que darte un nueve —murmuró, dándole un trago a su jugo de frutas—. Pudiste haberle dado en la cara y tirarle algunos dientes, pero estuvo bien, así que no me quejo.

Hendry chasqueó la lengua, como si él también lamentara no haberlo golpeado en la cara.

—Lo tendré en cuenta la próxima vez. —Miró ahora a Anakin—. ¿Y tú?

Anakin levantó el dedo pulgar.

—Yo si voy a darte un diez —respondió—. Me gustó que lo hicieras caerse de su asiento.

Hendry sonrió satisfecho.

—Ah, por cierto, casi lo olvido. Hendry, ella es Hailey Chambers y hoy es su primer día de escuela —le comentó Padme, señalando a la chica nueva—. Hailey, él es Hendry Cross, y como acabas de ver, es alguien muy aterrador, así que cuando tengas algún tipo de problema solo díselo a él, ¿vale?

—Eh... vale —respondió tímidamente Hailey, girándose hacia el rubio—. Hola, Hendry.

Para sorpresa de todos, Hendry no respondió, solo forzó algo parecido a una sonrisa en sus labios y miró de nuevo a Padme, iniciando una pelea con ella para quedarse con su gelatina de frutas.

—Te la daré solo si me compras una galleta con chispas de chocolate —le dijo Padme a Hendry.

Hendry suspiró y se pasó una mano por su rubio cabello ondulado.

—No puedo, perdí mi tarjeta electrónica de la cafetería hace unos días.

—Oh, vamos. ¿Crees que soy tonta?

—No solo lo creo, lo eres.

Cuando Hendry intentó robarle la gelatina de frutas, Padme le dio un puñetazo en el brazo.

Mientras Anakin miraba aquel espectáculo sin mucho interés, notó que la chica nueva se había quedado sin servilletas para limpiarse los restos de comida que la habían salpicado. Sin pensarlo dos veces, tomó las servilletas que él tenía en su bandeja y se las dio sin ninguna clase de explicación.

—Oh, muchas gracias —le agradeció Hailey, ruborizándose de nuevo.

—Siento que tu primer día de clases haya ido de esta manera —murmuró Anakin, mirándola.

—Está bien, no te preocupes —respondió ella, evitando su mirada. En ese momento, Anakin vio un guisante enredado en el flequillo de su cabello negro—. Gracias a ustedes, que decidieron sentarse conmigo, no tuve que comer sola hoy. Siendo sincera, estaba a punto de correr al baño a...

Sin avisar, Anakin levantó una mano para quitarle el guisante del cabello, tal y como lo habría hecho si se tratara de su hermana. Lo que no esperaba era que, al hacerlo, la chica se paralizaría.

—Lo siento, tenías un guisante en el cabello —dijo él, mostrándole el pequeño y verde chícharo.

El rostro de Hailey enrojeció todavía más, volviéndose de un rojo muy brillante.

—G-gracias... yo...

—Oye, Vader —la interrumpió una voz masculina desde el otro extremo de la mesa.

Acostumbrado a ser llamado de esa manera por solo una persona, dirigió su atención a Hendry.

—¿Qué quieres?

—Ayúdame a conseguir una nueva tarjeta electrónica para comprar en la cafetería, perdí la mía.

Suspiró.

—Tienes que ir con el director Presley y reportarla como perdida para que te den otra.

—No puedo, esta es la quinta vez que la pierdo —hizo una mueca—. Además, si voy yo después le dirá a mi padre y la verdad es que no quiero lidiar con los sermones de ese vejete.

A su lado, Padme bufó mientras se llevaba una cucharada de gelatina a la boca.

—¿Has dicho quinta vez? —se burló—. Pero si ya la has perdido más de veinte veces.

—Tú que vas a saber, mocosa. Ni siquiera sabes contar.

La boca de Padme se abrió en una gran "O".

—¡Cruzaste la línea, duende de pacotilla!

—¡Tú la cruzaste primero al no darme pepitas en la mañana! —se quejó Hendry, divirtiéndose.

—¡Ni siquiera te gustan las pepitas!

—¡¿Quién dijo que no?!

—¡Tú mismo!

—¡Pues cambié de parecer, ahora me gustan!

Anakin suspiró de nuevo, regresó su atención a la comida que había sobre su bandeja de plástico y frunció el ceño. No tenía hambre, le pesaban los ojos y todo lo que quería era irse a dormir.

Comenzaba a quedarse dormido cuando, sentado en su lugar, sintió que su teléfono vibraba dentro del bolsillo izquierdo de su pantalón del uniforme. No necesitaba ver la pantalla para saber de quien se trataba. Lo sacó con cuidado y lo escondió debajo de la mesa para poder leer los mansajes.

Hoy.

En el sitio de siempre.

—Jonas.

Sin mirarlo, Anakin cerró los ojos y asintió con la cabeza, guardando su teléfono. Aunque su rostro no mostraba ninguna expresión en ese momento, una parte de él estaba sonriendo.

Al finalizar las clases, Anakin, Padme y Hendry se dirigieron juntos al estacionamiento trasero de la escuela por pura costumbre. Cuando no encontraron la camioneta del más alto de los tres, recordaron que, después de la desastrosa fiesta en casa de Sophie el día de ayer, los padres de Hendry lo habían despojado de ella.

—Pues nada, vayamos a esperar el autobús —murmuró Anakin, encogiéndose de hombros.

Junto a él, Hendry se pasó las manos por el pelo y resopló frustrado.

En realidad, aquella no era la primera vez que los padres de Hendry le quitaban el coche. Pero el chico era tan dramático que siempre lo hacía ver como si tomar el autobús fuese la cosa más horrible del mundo.

—¿Por cuánto tiempo tienes prohibido usar tu coche? —le preguntó Padme al rubio mientras los tres caminaban juntos a la parada de autobús de la escuela.

—Dos semanas.

—Bueno, tampoco es mucho tiempo, así que no te desanimes.

—Padme tiene razón —dijo Anakin, quitándose la chaqueta del uniforme porque tenía calor—. Estas siendo demasiado dramático. La última vez te prohibieron usarlo por un mes entero.

—¿Y de quién diablos fue la culpa? —bufó Hendry con sarcasmo.

—Tuya —repusieron Anakin y su hermana al mismo tiempo.

—¿Qué? ¿Ahora van a decir que...?

Los tres se detuvieron cuando una despampanante pelirroja se interpuso en el camino, mirando a Hendry como si estuviese a punto de echarse a llorar ahí mismo. Hendry suspiró y los miró.

—Vayan primero, enseguida estaré con ustedes —les dijo.

De manera muy obediente, Anakin tomó a Padme de la mano y se dirigieron juntos a la parada de autobús. Y como la parada estaba a una distancia bastante corta, escucharon su conversación.

—¿Todavía estás enfadado? —le preguntó Paige, pero él no respondió—. ¿Puedo llevarte a casa?

—No, gracias. Así estoy bien.

—Hendry...

—¿Los llevarás a ellos también? —inquirió Hendry, refiriéndose a Padme y Anakin.

Paige echó un vistazo en su dirección e inmediatamente hizo una mueca.

—¿Por qué siempre...?

—Entonces tomaré el autobús —soltó, dándole un rápido beso en los labios—. Te veo mañana.

—¡Hendry!

Pero él volvió a ignorarla y se reunió con Anakin y Padme en la parada de autobús.

—Sabes, no tienes que rechazarla solo porque no quiere llevarnos a nosotros —murmuró Anakin—. Ya te hemos dicho muchas veces que no estás obligado a estar todo el tiempo con nosotros.

Hendry inclinó la cabeza hacia un lado.

—¿Ya se aburrieron de mí?

—No, no es eso.

—¿Entonces?

—Ella es tu novia —habló también Padme—. Es normal que quiera pasar más tiempo contigo.

—Ya paso mucho tiempo con ella.

—Aun así... —comenzó Anakin, pero el grito de su hermana casi los dejó sordos a él y a Hendry.

—¡Hailey! —chilló Padme, agitando los brazos sobre su cabeza—. ¿Vas a tomar el autobús?

La chica nueva dio un respingo y luego sonrió al verlos en la parada.

—No, mi padre va a pasar por mí en su coche.

—Oh... que mal —se lamentó—. Bueno, entonces nos vemos mañana.

—Sí, nos vemos mañana.

Sin dejar de mirar a Hailey a través de la ventana del autobús, Hendry dijo:

—Les voy a ser sincero, la chica nueva no me gusta nada.

—Bueno, no tiene por qué gustarte —exclamó Anakin recostando la cabeza en el hombro izquierdo de su hermana, bostezando de manera ruidosa—. Tú ya tienes a Paige, ¿recuerdas?

—No me refiero a ese tipo de gustar, idiota —gruñó Hendry, recostando la cabeza en el hombro derecho de Padme—. Simplemente digo que hay algo en ella que no me agrada, pero no sé qué es.

—¿Y yo que soy? ¿Una almohada humana? —se quejó Padme al quedar inmovilizada.

—Solo quédate así un rato, ¿quieres? Estoy muy cansado.

Quince minutos más tarde, los tres se bajaron en la parada frente al parque y se despidieron rápidamente para irse cada quien a sus casas. De todas formas, volverían a verse en un par de horas.

Al cruzar el umbral, Padme dejó caer su mochila al suelo y levantó de nuevo los brazos.

—¡Estoy muy cansada, ya no quiero ser tu mejor guerrera! —le gritó a Dios sabe quién, para luego subir las escaleras al segundo piso y encerrarse en su habitación.

Detrás de ella, Anakin recogió su mochila del suelo y la colgó en el perchero que se encontraba junto a la puerta. Después de hacer lo mismo con la suya, se dirigió a la cocina para preparar algo de comer, pero al abrir el refrigerador, vio un montón de cajas blancas con comida china de ayer.

«Bien, esto me ahorrará mucho tiempo».

Agarró los brownies que había hecho esa mañana a escondidas de su hermana y los guardó en su mochila antes de subir al segundo piso para tocar la puerta de su habitación.

—Voy a ir a la biblioteca —le informó, asomando solo la cabeza—. ¿Quieres venir conmigo?

Ese "¿Quieres venir conmigo?" era más bien una pregunta capciosa, pues Anakin sabía que la respuesta de su hermana siempre iba a ser un "No, que flojera". Aun así, continuaba haciéndosela solo para que jamás sospechara que, en realidad, su "Voy a ir a la biblioteca", era solo una excusa para poder encontrarse con Jonas en su lugar secreto, lejos de las miradas de todo el mundo.

—Ay no, que flojera —respondió Padme, haciéndose bolita en su cama.

—Hay comida china en el refrigerador, caliéntala en el microondas si te da hambre.

—Sip.

—Ni se te ocurra acercarte a la estufa, ¿de acuerdo?

—Sip.

—Si te vas a dormir, recuerda poner la alarma a las cinco.

—Sip.

—¿Quieres que venga a recogerte o mejor te veo en el trabajo?

—Le diré a Hendry que venga por mí.

—De acuerdo. Ah, también...

—¡Ya vete y déjame dormir! —chilló Padme, cubriéndose los oídos con una almohada.

Anakin esbozó una sonrisa.

—Bueno, ya me voy.

—Diviértete rodeado de libros.

—Lo haré.

Tras despedirse de su hermana, se colgó la mochila al hombro y salió de la casa para tomar el autobús que lo llevaría a la biblioteca estatal. Anakin y Jonas acostumbraban reunirse en ese lugar ya que el edificio era un lugar muy grande y antiguo, al que además no iban muchas personas. Una vez ahí, le mostró su pase de entrada a la mujer que estaba sentada detrás del mostrador y subió al tercer piso. En cada pasillo había una mesa cuadrada de caoba oscura con cuatro sillas. Anakin se dirigió al último pasillo, justo en la sección de libros de herbología.

Como Jonas no estaba ahí todavía, Anakin dejó su mochila sobre la mesa, tomó uno de los libros que había estado leyendo a lapsos mientras lo esperaba y se sentó en el alfeizar de la ventana.

«Así que el romero también sirve para repeler a los mosquitos, ¿eh? Interesante...».

Al cabo de unos minutos, Anakin escuchó el sonido de unas pisadas acercándose al último pasillo, pero no se molestó en levantar la cabeza para ver de quien se trataba. Cuando la otra persona no dijo ni una sola palabra, Anakin alzó la mirada de su libro para ver a Jonas parado frente a él.

No se veía muy contento que digamos.

—¿Qué? ¿El gato te comió la lengua? —le preguntó Anakin, arqueando una ceja.

Jonas apretó los dientes con fuerza y negó con la cabeza. Por lo general, siempre que llegaba lo primero que hacía era abrazarlo, no mirarlo como si hubiera matado a su abuela o algo así.

—Estoy enojado —respondió su novio con la mandíbula muy tensa.

—¿Enojado?

—Estoy muy enfadado.

—¿Enfadado?

—En realidad, estoy demasiado furioso.

—¿Furioso? —repitió Anakin, inclinando la cabeza hacia un lado. Cuando Jonas dejó escapar un fuerte gruñido, le fue imposible no sonreír—. ¿Es porque me senté con la chica nueva en el almuerzo?

—No sonrías, sabes que soy débil ante tus sonrisas —se quejó—. Pero sí, es por eso.

Anakin suspiró por millonésima vez en el día.

—¿Quieres que te diga una vez más que no me gustan las mujeres? —Jonas no respondió, pero asintió con la cabeza—. Soy gay, ¿de acuerdo? Solo me gustan los hombres —continuó Anakin, desabrochándole el cuello del uniforme—. Y si quieres que sea más específico, solo me gustas tú.

Esas palabras hicieron que el mal humor de Jonas se esfumara.

—Dilo otra vez —murmuró él, abrazándolo por la cintura.

Anakin acercó su boca al oído de Jonas y susurró de la manera más seductoramente posible:

—Que te den.

Jonas sonrió, lo abrazó con más fuerza y lo besó en los labios.

Para ser sinceros, cuando Anakin y Jonas se conocieron por primera vez, ambos se odiaron a muerte. Mientras que uno era el típico niño que disfrutaba molestar a todo aquel que se cruzara en su camino (en especial a los más débiles), el otro era un niño demasiado flojo que pasaba la mayor parte del tiempo dormido y que, aun así, siempre sacaba las mejores calificaciones de la escuela.

Cualquiera hubiese pensado que esos dos jamás se iban a llevar bien, ya que, después de todo, Anakin y Jonas eran polos completamente opuestos. Sin embargo, como bien dicen por ahí (así es, aquí viene la frase cliché), los polos opuestos se atraen. Y eso fue exactamente lo que les pasó a ellos.

Cuando Anakin aceptó ser el tutor de un chico cuyas notas eran las más malas de la escuela (y que además, resultó ser aquel que se la pasaba molestándolo a él y a su hermana), nunca imaginó que, por alguna extraña y verdaderamente desconocida razón, terminaría sintiendo algo más por él.

Incluso había días en los que despertaba y se preguntaba: «¿De verdad estoy saliendo con ese idiota?»

Lo cierto era que, después de salir en "secreto" con Jonas por casi un año, Anakin se sentía cada vez más enamorado de él. Lo que más le gustaba era el hecho de que Jonas tenía dos lados, uno era el que mostraba frente a sus amigos y otras personas; un Jonas rudo y abusivo, mientras que el otro era ese que solo le mostraba a él cuando estaban a solas; un Jonas cariñoso, romántico y muy cursi.

Algunas veces era tan empalagoso que a Anakin le daban ganas de vomitar flores y corazones.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —exclamó Jonas contra sus labios, mirándolo a los ojos. Anakin asintió—. ¿Qué te dijo la chica nueva durante el almuerzo que hizo que te atragantaras con tu bebida?

—¿Eh?

—Te vi. Tú nunca te atragantas con nada.

—Eso es mentira, el otro día me atraganté con...

Jonas le tapó la boca.

—Dime qué te dijo.

—¿Alguna vez te han dicho que eres un poco tóxico?

—Anakin...

—Dijo que le gusto —confesó finalmente—. Pero eso es una tontería. Ni siquiera me conoce.

—También dijo que eras hermoso —le recordó.

—¿Y no lo soy?

—Sí, pero no me gusta que otras personas lo digan y menos frente a toda la clase.

—¿Así que por esa razón le lanzaste el balón durante la hora del almuerzo?

Jonas negó con la cabeza y le dio otro beso en los labios.

—Te equivocas, yo no lancé ese balón.

—¿Ah, no? ¿Entonces quién fue, eh? ¿Alex?

—No, tampoco fue Alex. Fue Hendry.

—¿Hendry? —repitió incrédulo. Jonas asintió—. No, lo que dices no tiene ningún sentido.

—Te lo juro —insistió su novio—. Después de que tú y tu hermana pasaran de nosotros para ir a sentarse con la chica nueva, Hendry puso esa expresión de psicópata que hace que te cagues en los pantalones. Entonces, cuando los vio reír con ella, le arrebató el balón a Alex y lo lanzó a su bandeja.

Anakin no le creyó.

—Seguro solo estás tratando de proteger a Alex. Hendry no es esa clase de persona, él jamás intentaría golpear a alguien con un balón por una tontería así. Mucho menos a una chica.

—Si no me crees, pregúntale tú mismo —soltó Jonas, presionando sus labios contra el cuello de Anakin—. Aunque admito que yo también estuve a punto de hacerlo, pero Hendry se me adelantó.

Durante unos minutos, Anakin no dijo ni una sola palabra. No dejaba de pensar en lo que había dicho Jonas. Tenía que ser algún error, Hendry jamás habría lanzado ese balón.

—Por cierto, tengo algo para ti —murmuró su novio con una sonrisa, separándose de él para ir por su mochila. Cuando abrió el zíper y sacó lo que tenía dentro, su sonrisa desapareció—. Mierda...

La curiosidad de Anakin fue tan poderosa que se olvidó del asunto de Hendry.

—¿Qué sucede? —le preguntó, acercándose a él para ver qué era lo que pasaba. En lugar de responder, Jonas sacó algo largo y verde de su mochila—. Vaya, eso es... ¿una rama?

—Es el tallo de una rosa —lo corrigió el otro—. Ten, es para ti por haberme cuidado ayer.

Sin saber que decir ante un regalo tan extraño, Anakin tomó el tallo y frunció el ceño. Mientras tanto, Jonas volvió a meter la mano dentro de su mochila y sacó un montón de pétalos rojos muy marchitados. Colocó esa misma mano sobre el tallo que sostenía Anakin y los dejó caer por encima, como si esperara que de esa manera, la rosa recuperara la forma que tuvo antes de morir aplastada.

Cuando ya no pudo soportarlo más, Anakin se echó a reír.

—Me encanta, gracias.

Jonas puso mala cara, pero no apartó sus ojos de él mientras se reía.

—No te burles, no sabes lo difícil que fue robarla del jardín de mi madre —gruñó.

—No me estoy burlando, lo digo en serio —le aseguró, llevándose su regalo a la nariz para olerlo. Naturalmente, el tallo estaba tan seco que no olía a nada—. Ah, yo también tengo algo para ti.

Al ver el regalo de Anakin, el rostro de Jonas se iluminó.

Los brownies eran sus favoritos.

—Joder, ¿hay algo que no hagas bien?

Anakin sonrió y alzó la barbilla con orgullo.

—Soy el mejor novio, lo sé.

—No solo eres el mejor novio —dijo Jonas, arrinconándolo contra uno de los estantes de libros de herbología—. También eres mío y solo mío, recuerda decírselo a la chica nueva la próxima vez.

Un suspiro volvió a escapar de los labios de Anakin.

—Maldición, de verdad eres demasiado tóxico —se burló él, rodeándole el cuello con los dos brazos—. Y yo debo estar loco por seguirte el juego...

Compartiendo una enorme sonrisa, sellaron sus bocas con un beso y se olvidaron absolutamente de todo.

*

*

╔════════════════╗

Sígueme en mis redes sociales

Twitter: @ KarenMataGzzx

Instagram: @ karenmatagzz

Página de Facebook: Karen Mata Gzz

¡No olvides dejar tu voto!

¡Gracias por leer!

Karen Mata Gzz

╚══════════════════╝

*

*

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro