Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13.Frente a mis ojos

🍂 EUN GI 🍂

—Soy la principal culpable de todo lo que sucedió.

No había dejado de pensar en mi conversación con Yoon Su desde que la tuvimos. Desde entonces se siente como si me hubiera quitado un enorme peso de encima.

—Yo te mentí. (...) Mi Soo... ella... Me pidió que te llevara al ala prohibida.

Estrujé las sábanas debajo de mí.

<<<~~~~

—Eso es todo, clase, pueden tener su descanso.

Rápidamente guardé mis cosas para ir a encontrarme con Yoon Su, pero fui interceptada a la salida de mi salón, por Mi Soo y las dos chicas que siempre iban con ella.

—¿Podemos hablar un momento?

Estaba claro que no era una pregunta, sino una orden. Y antes de que pudiera aceptar o negar siquiera, ya me estaban arrastrando al baño. O mejor dicho, yo iba caminado obedientemente detrás de ellas.

—Fuera —le ordenó a una de las chicas que estaba terminando de lavarse las manos y esta salió corriendo, dándome una mirada de lástima—. Jae-in, sal y no dejes que nadie entre.

—De acuerdo. —La chica obedeció y solo quedamos nosotras y Yuna.

—¿P-Por qué me...? —tartamudeé y ella rompió a reír, acercándose a mí para acariciar mi cabello como si fuera un cachorro o algo parecido.

—Que tierna es, ¿verdad Yuna?

—Y espero que sea tan tierna como obediente —añadió esta última, devolviéndole la sonrisa maliciosa.

—Estoy segura de que no es tan tonta como lo aparenta —se burló, haciéndome estremecer—. ¿Verdad que no, Eun Gi?

Tragué con dificultad, manteniéndome en silencio.

—A ver, no quiero perder tiempo, así que iré directo al grano. —Se apartó de mí para acercarse al enorme espejo que cubría la pared sobre el lavabo—. Ibas a buscar a Yoon Su ¿no es así? Así que quiero que continúes con eso y la lleves al antiguo salón de artes del ala prohibida. Discutió con la profesora Lee, por cierto, y esta la sacó del salón; por si necesitas algún tema de conversación y te sirve para idear alguna excusa.

El cuerpo me estaba temblando y apenas me respondía pero logré responder al menos.

—N-N-N-N-No.

Dejó de arreglar su cabello para voltear a verme.

—¿Ha dicho que no, Yuna? ¿O acaso escuché mal?

Yuna rió pero sin rastro alguno de diversión.

—Debes haber escuchado mal, Mi Soo. Ella no se atrevería a negarse. ¿Por qué no intentas preguntarle de nuevo?

—Tienes razón. —Se volteó hacia el espejo y se retocó rápidamente antes de voltearse y caminar en mi dirección. Tomándome del cabello sin previo aviso y tirando de este hacia atrás para obligarme a levantar el rostro y verla directamente—. No me gustaría tener que llegar tan lejos y dudo que tú tampoco quieras, cachorrita. Así que mueve la cola en la dirección de tu dueña y tráela a donde te pedí.

Me soltó bruscamente.

—Tienes diez minutos y vas por nueve. Que no te tenga que ir a buscar o limpiarás bandejas con la lengua por el resto de la semana.

Me estremecí.

Esa mirada siniestra y esa sonrisa sugerente, eran demasiado familiares y me llevaron a pensar lo peor; pero no había manera de que ellas supieran sobre mí ¿o sí? Nadie excepto yo lo sabía.

—Vas por ocho.

Su voz me devolvió a la cruel realidad y prácticamente salí corriendo de allí, sin ni siquiera pararme a pensarlo.

~~~~>>>

Fui una tonta y una cobarde en ese momento y por un segundo pensé en entregar a Yoon Su. No sé de dónde saqué las ganas o las fuerzas para sonreír y actuar tan contenta cuando la encontré, pero creo que estaba cegada por el miedo y simplemente no quería volver a pasar por lo mismo.

Y quizás no hubiera tenido tanto pavor. Quizás hubiera sido soportable si Hanna lo hubiera dejado en algo entre nosotras, pero se había encargado de hacer partícipe a toda la escuela. En otras palabras, fui el objeto de burla de todos y cada uno de los estudiantes de mi antigua preparatoria y es algo que no soportaría nuevamente. Pero al llegar con Yoon Su y escuchar lo mal que hablaban sus compañeras sobre ella y recordar la de veces que Mi Soo la molestó, la puso en ridículo e hizo de ella lo que quiso, al igual que el resto de nuestros compañeros que, aunque muchos no participaban, bastaba con que alentaran o apartaran la mirada y no hicieran nada por detenerlo. Y ver como encima ella ni siquiera se inmutaba o quejaba al respecto, me hizo dar cuenta aún más de lo cobarde y débil que soy.

Yoon Su no se dejaría intimidar como yo. Estaba segura de que ella habría actuado diferente frente a Mi Soo, así tuviera que recibir las consecuencias ella misma. Pero yo había corrido hacia ella para hacer exactamente lo contrario y fue exactamente en ese momento, que se me ocurrió la idea de las pizzas. Creyendo que aislarla y ponerla a la vista de todos podría salvarla; pero supongo que no fue así...

En lugar de protegerla yo, terminó protegiéndome ella.

Y puede que los demás no lo vean, pero debajo de toda esa capa helada y sombría, sé que hay una buena chica. Tierna e inocente. Que sé que se preocupa por mí y por los demás. Quizás podrían llamarme loca pero, sino fuera de esa forma, ¿por qué habría de dañarse a sí misma, en lugar de habérselo hecho a Mi Soo?

Eso último hubiera sido lo lógico por muy mal que pueda sonar, pero no la culparía de haberlo hecho porque las razones le sobrarían para ello. Y aún así se sacrificó a sí misma. Y yo terminé entregándola luego de eso, como la cobarde que soy... La verdad creo que tengo suerte de que me hubiera perdonado por ser tan débil y tan cobarde.

Dejé ir un suspiro y me levanté de la cama hasta quedar sentada. Recorrí mi habitación con la mirada hasta detenerme en la pequeña caja sobre mi escritorio que aún conservaba.

Me levanté para tomarla y mis labios no tardaron en esbozar una sonrisa.

—La cena está lista, cariño. —Mamá se detuvo junto a mí. Sus ojos aterrizando en la caja—. ¿Aún no se lo has dado?

Negué con la cabeza.

—Pasaron algunas cosas y...

—¿Todo bien? —preocupada.

Asentí con una sonrisa y dejé la caja sobre la mesa.

—Me equivoqué con ella, mamá. Hice y dije cosas que no debía... Pero hoy pudimos hablar. Pude disculparme con ella.

—¿Y cómo te fue?

Mis ojos cristalizaron pero por la emoción y la alegría que sentía.

—Me fue bien. Ella... —Mamá me abrazó y yo le devolví el abrazo—. Ella es increíble mamá.

—Me alegro mucho por ustedes dos, cielo. —Se apartó para tocar la punta de mi nariz con su índice—. La quiero conocer.

Asentí. Esta vez en serio. Sé que con ella no habrá ningún problema. Y quizás, si todo sale bien como espero que será, pues a lo mejor podría dejar de sentir tanta vergüenza. Dejar de ser tan dura conmigo misma, como dijo Tae. Quiero que Yoon Su también dejé de serlo consigo misma. De ahora en adelante, quiero que seamos mejor y debería comenzar conmigo; y con mamá.

La abracé de repente, sorprendiéndola.

—¡Oh! Cariño qué...

—Te quiero, mamá. —La estreché con fuerza y ella a mí.

—Y yo a ti, cariño. —Me dio un último apretón antes de soltarme—. Venga, vamos a comer antes de que se enfríe la comida.

—Está bien.

Estuve a punto de seguirla cuando mi móvil emitió una notificación.

—Ve bajando primero. Iré en un momento.

Ella asintió y yo tomé mi teléfono.

El rubor subió por mis mejillas apenas leer el texto, haciéndome chillar de forma tal que mamá casi se tropieza al volver corriendo a donde estaba.

—¡¿Qué sucedió?! —preocupada.

Yo solo pude señalar mi teléfono que había dejado caer al suelo de la impresión y mamá lo recogió, leyendo el mensaje. Decía:

<< Hola. Lamento escribirte tan de repente y sin tu consentimiento. Conseguí tu número con una de tus compañeras, por favor no te enojes, pero necesitaba saber cómo estabas y también me gustaría saber si podíamos hablar. JM >>

El grito de mamá fue peor que el mío ya que le había comentado sobre él algunas veces así que... ¡¡¡Dios mío!!! ¡El mismísimo Park Jimin me acaba de escribir! Y encima hoy había hecho las pases con Yoon Su.

Sonreí.

A pesar de no haber luna esta noche, todo se sentía perfecto.

Ya no hay nada que temer, Eun Gi

Él tenía razón. Los finales felices tardan, pero siempre llegan.

🍁 YOON SU 🍁

—Buenos días, señorita. —Recibí la habitual reverencia del señor Lee apenas entré al salón.

Mi mirada fue más allá de él, al tablero de ajedrez sobre la pequeña mesa de té frente al sofá.

Fue imposible contener la sonrisa que se apresuró a mis labios.

—¿Aún sigue con eso? —inquirí con un tono que jamás creí volver a tener: diversión; aunque tenía mis motivos...

El señor Lee se incorporó y miró detrás de él. Luego regresó su atención a mí, algo avergonzado.

—No he podido pegar ojo en toda la noche intentando entender cómo lo hizo —confesó—. La estrategia que empleó... Aún no logro descifrarla. Como tampoco comprendo cuándo se volvió usted tan buena en esto.

Miré el tablero nuevamente, pasando la mirada por cada una de las piezas.

Anoche, luego de que Sakura se fuera, le propuse al señor Lee tener una pequeña partida de ajedrez. No era extraño que se lo pidiera, dado que solíamos hacerlo desde que me quedé sola. Lo que realmente lo pertubaba tanto y nublaba su buen juicio, era el hecho de que le hubiera ganado, puesto que nunca lo había hecho; hasta ahora.

—¿Podría decirme cómo lo hizo?

Sonreí nuevamente ante su desconcierto y le pedí acompañarme hasta el tablero.

Tomé cada una de las piezas que aún conservaban la posición donde las habíamos dejado tras darle el jaque mate y las devolví a su punto de partida. Luego moví par de ellas, recreando la jugada de apertura de la noche anterior. El señor Lee siempre me dejaba jugar con las blancas.

—Peón de dama a d4 y usted respondió con el suyo a d5. Luego moví mi peón de alfil a c4 y usted...

Sus ojos se abrieron desmesuradamente al repasar la jugada y darse cuenta sin necesidad de que yo terminara la explicación.

—¿Gámbito de dama? —Se escuchaba como si aún no pudiera creérselo—. ¿Cómo no me di cuenta de una jugada tan...?

—¿De principiantes? —concluí por él con una risita que no pensé fuera capaz de emitir—. Lo que en realidad lo hizo perder no fue esta jugada, señor Lee.

—¿Ah no? —Dejó de mirar las piezas para regresar a verme—. Entonces qué fue. No lo entiendo. Aún si usted inició con tal apertura y yo caí en ella, se requiere de una buena estrategia para aprovechar la oportunidad que se le presenta. Y recuerdo perfectamente haberla puesto en situaciones bastante difíciles anoche.

Mi sonrisa tomó nueva forma. Esta vez era de: "Usted no tiene la menor idea ¿verdad?". Lo que provocó que el señor Lee frunciera el ceño y me mirara con cautela.

—Perdóneme el atrevimiento, señorita, pero he de decirle que hacía mucho tiempo que no la veía sonreír tanto. ¿Sucedió algo bueno?

—Aún no —contesté simplemente, uniendo mis manos detrás de mi espalda y manteniendo el misterio—. Déjeme confesarle algo, señor Lee. La mejor estrategia no es la que tiene por objetivo ganar a corto plazo, sino la que se viene forjando con el tiempo. Lo que permite utilizarla en cualquier momento una vez alcanzada la madurez.

—¿Y lo menciona por...?

—¿Cuántas veces cree que me ganó por su cuenta en todas las partidas que hemos tenido?

—¡Espere...! —atónito—. No estará queriendo decir que...

Le interrumpí.

—Alguien me dijo una vez que no siempre se puede ganar... —Mi sonrisa flaqueó por un instante al recordarlo pero me aseguré de no dejárselo ver—. Y esa persona estaba en lo cierto. Perder equivale a un mayor aprendizaje y, dejarse ganar, es una muestra de superación.

Su expresión pasó a ser de profunda consternación.

—Estoy seguro de que no era eso a lo que él se refería cuando... —Se detuvo apenas le lancé una mirada de advertencia—. No obstante. —Se aclaró la garganta—, ¿podría decirme con qué objetivo todo esto?

La sonrisa regresó a mis labios esta vez dejando ver mi blanca dentadura.

El señor Lee se estremeció.

—Con el objetivo de tener el control y de poder decidir el final, incluso antes de comenzar. Exactamente como anoche.

—¿Cómo ha dicho?

—No existen tales cosas como el destino o las coincidencias, señor Lee. Tampoco la buena o la mala suerte. Nada de eso define los sucesos. Por el contrario, existen las personas y las probabilidades. Una decisión lleva a la otra y así. Tantas mentes trabajando individualmente y todas al mismo tiempo y cuando uno de esos caminos se cruza con el otro, ocurre ese fenómeno que llamamos "casualidad". —Hice las comillas con los dedos.

—Sigo sin entender, señorita.

—Es simple. Cuando dejas de ser uno de esos seres pensantes y desactivas el piloto automático, volviéndote un ser consciente. Un observador activo. Eres capaz de controlar, no sólo tu existencia, sino la que te rodea.

Miré el tablero, acercándome y tomando el pequeño peón que ofrecí como sacrificio en mi jugada.

—El observador conoce cada una de las piezas. Sus debilidades. Sus fortalezas. Y luego es capaz de usarlas en consecuencia mientras que para ellas... —Miré al peón en cuestión—. Para ellas solo será obra del destino o de la mala o buena suerte.

Me quedé viendo uno de los caballos fijamente.

—Solo que aún hay ciertas piezas que no puedo dominar...

—¿Podría repetir eso último? No la pude escuchar.

—¿Qué? —Negué con la cabeza, restándole importancia y dejando el peón sobre el tablero—. En otras palabras, señor Lee, no debió subestimarme. Por eso perdió.

El señor Lee se me quedó mirando, evidentemente preocupado. Pero mis ojos estaban clavados en el tablero de ajedrez.

Luego de un par de minutos se aclaró la garganta, llamando mi atención.

—Con todo esto me olvidé de decirle que su padre salió en un viaje de negocios. Estará alrededor de dos semanas fuera.

—Lo supuse. Dado que no pidió la reincorporación del personal.

Siempre hacía lo mismo cada vez que pasaba más de tres días fuera de casa; aunque no dejaba de pagarles el trabajo completo. Supongo que en el fondo el señor Min aún temía que yo pudiera repetir el numerito de la otra vez. Debió costarle mucho dinero cubrirlo. O a lo mejor no quería perder otra de sus alfombras carísimas solo porque la sangre fue muy fastidiosa de quitar y hubo que deshacerse de ella en ese momento; de ambas.

—Con respecto a eso...

Volteé a ver al señor Lee y no dudé en fruncir el ceño. Por el tono y la mirada evasiva apenas encontrar la mía, supuse que había hecho algo que no me agradaría.

—¿La señorita va a desayunar?

Aquella voz nos interrumpió haciendo que el gesto de confusión se promunciara aún más en mi rostro.

—¡Oh! No pensé que ya estuviera levantada. —Reparando en mi presencia. Enseguida hizo una reverencia—. Buenos días, señorita. Mi nombre es Hong Min-eh y estoy para servirla. Es un placer conocer...

—¿Quién demonios es esta mujer y qué hace aquí? —La ignoré por completo, regresando mi atención al señor Lee.

—Ya le dije. Soy...

—No le pregunté a usted. —Ni siquiera volteé a verla.

—Lo lamento... —Bajó la mirada.

—Señorita Hong, por favor regrese a la cocina y espéreme allí.

—Sí, señor.

Escuché el sonido de sus tacones cada vez más lejos.

—¿Y bien? —Arqueé una ceja, esperando cuál sería su respuesta. Mi buen humor se había ido al traste.

El señor Lee dejó ir un suspiro antes de comenzar a explicarse.

—Le solicité a su padre permiso para contratar a alguien que pudiera encargarse de la casa durante sus viajes de negocios. Yo ya estoy viejo para esas cosas y no puedo solo. Por favor compréndalo.

—¿Me pide que lo comprenda cuando ni siquiera tuvo la decencia de informarme al respecto?

—Señorita...

—No, señor Lee. —Me cerré en banda—. No quiero ni voy a entenderlo.

—No tiene por qué pensar que se repetirá. —Mantuvo la calma—. Ha pasado bastante de eso y desde entonces se ha mantenido estable. Por favor, solo necesita confiar un poco más en usted, como yo lo hago.

—Si de verdad confía en mí, escuche lo que digo y deshágase de esa mujer. Porque será su ruina y de eso puedo estar segura porque el señor Min no aceptaría tal petición conociendo los riesgos, a no ser que le haya impuesto alguna condición. ¿O me equivoco?

—En caso de que cometa un error, yo pagaré las consecuencias.

—Especifique. En caso de que YO cometa un error. ESE error. Usted pagará las consecuencias. Así que dígame, señor Lee. ¿Tiene ganas de reemplazar otra alfombra?

Bajó la mirada, apretando los nudillos y luego la levantó para enfrentarme.

—Confío en usted —firme.

Sonreí sin ganas, dándole un par de palmadas en el hombro.

—Siga así y ella también les hará compañía, seis metros bajo tierra. —Tomé mi bolso sobre el sofá y pasé la correa sobre mi cabeza, atravesando mi cuerpo en diagonal—. Me voy a clase. Espero que para cuando regrese haya tenido suficiente tiempo para pensar y tomar la decisión correcta. No quiero arruinarlo, señor Lee.

No más de lo que ya lo hice...

Me encaminé a la puerta, pero el señor Lee me detuvo antes de marcharme.

—¿Ahora qué? —Mis ojos se clavaron en la pequeña bolsa de papel que sostenía.

—Olvidé entregarle esto. —La dejó en mis manos—. Un joven pasó temprano y lo dejó para usted. Comentó ser compañero suyo.

—¿Compañero mío? —Arqueé una ceja, abriendo la bolsita. Esto estaba más allá de lo inusual—. ¿Quién podría...?

La respuesta llegó sola cuando saqué un pequeño bote de ungüento para quemaduras y una nota que ponía:

"Fue divertido. Pero no entres en casas ajenas la próxima vez. Espero que estés mejor y esto te ayude. Nos vemos en clase."
TH

Estrujé el papel apenas leerlo y algo que espero sea rabia corrió por todo mi cuerpo.

¿Cómo demonios supo dónde vivo si ayer le guié a una dirección falsa?

Aunque...

"Ya veremos, Yoon. Quién será quien la tire primero."

¿Debería sorprenderme?

—¿Desea que haga algo al respecto, señorita?

Negué con la cabeza, guardando la nota y el pequeño bote de crema de nuevo en la bolsa y luego esta dentro de mi bolso.

—No se preocupe. Yo misma me haré cargo. Pero antes tengo algo más importante de lo que ocuparme. —Y serían dos por el precio de uno—. Usted céntrese en proteger las alfombras que quedan. Hasta más tarde.

🍂🍁🍂

—¡Me estás hartando ¿lo sabías?!

Él rodó los ojos, aburrido.

—Ya somos dos.

—¡¿Cómo has dicho?! —histérica—. ¡¿Qué demonios te pasa últimamente?! No respondes a mis llamadas, tampoco a mis mensajes. Estás distante y no dejas de ignorarme desde que regresaste, incluso desde el día después de tu suspensión y... ¡Joder Park Jimin! ¡Mírame cuando te hablo!

Dejé ir un suspiro mientras metía algunos libros a mi locker.

No me vendrían mal unos audífonos en este moment...

Mi mano se cerró con fuerza sobre el lomo conforme su imagen colocándome los suyos ese día en la parada del autobús, llegó de manera instantánea a mi mente; o quizás simplemente ya estaba allí, refugiada en algún lugar del que no podía arracármela.

"Eres perfecta."

"Eres perfecta, Yoon Su. Así que déjame deshacerme de ellos por ti, ¿de acuerdo?"

Su expresión suave. Su mirada inocente acompañando aquellas dulces pero firmes palabras. Su sonrisa... ¿Por qué demonios no puedo sacármelo de la cabeza? ¿Y por qué lo recuerdo justo ahora?

"(...) seré el idiota que se preocupe por ese ser antes de que pueda convertirse en un alimento en potencia."

"Pero estoy dispuesto a no hacer preguntas y a dejar que tú misma me des las respuestas."

—¿Yoon Su? —Esa voz me devolvió a la realidad, haciendo que volteara a verla.

Ella sonrió.

—Buenos días. Es la primera vez que llegas tan temprano.

Me quedé mirando la expresión tranquila que suavizaba cada una de sus delicadas facciones. Se veía tan frágil que por un momento pensé...

"Eres. Un. Monstruo."

Dejé ir un suspiro.

Gracias por recordármelo

—¡Esta conversación no se ha terminado! ¡¿Me escuchaste?!

La mirada de Eun Gi se dirigió unos pasos más adelante, a los casilleros frente a nosotras. La mía imitó su gesto, pero no éramos las únicas en todo el corredor que hicieron lo mismo.

Mi Soo llevaba días bastante inquieta y exhalando malhumor por donde quiera que pasaba. El hecho de que estuviera ignorándome todo este tiempo era que estaba demasiado estresada lidiando con Park y sus constantes desplantes; pero se había controlado perfectamente bien hasta ahora. Así que si por fin había explotado era porque su pequeño premio de consolación no había rendido frutos después de todo.

—Que genios que se manda... —Un silbido de apreciación dejó los labios de Minhyun mientras llegaba con el resto del team a donde estaba Park.

—Sabía que Ji Yung era un masoquista de mierda pero no conocía esa faceta tuya, Jimin. ¿Acaso también te ponen las que les gusta gritar y armar numerito en medio del pasillo? —bromeó Taeyong con una sonrisa cómplice que Park no compartió.

—Te juro que no sé cómo la aguantas. —Yuta rodó los ojos, bastante harto de la situación.

—Quizás porque tengo otras cosas en las que pensar... —La mirada de Park atravesó la mía por un instante.

No había rastro alguno de diversión, seducción, tampoco molestia. Simplemente me estaba mirando hasta que sus ojos se desviaron a la persona junto a mí, haciendo que aquella expresión se decantara por esbozar una sonrisa lo suficientemente dulce y directa.

Eun Gi apartó la mirada como si la hubieran pillado haciendo algo que no debía. Sus mejillas ardían irremediablemente reforzando esa idea. Dándome a entender que mis sospechas de la noche anterior eran ciertas.

Por el amor de Dios, Park. Eres tan predecible

—Lo que tú digas. Vámonos de una vez. —Yuta lo tomó por los hombros, empujándole para que comenzaran a caminar, despidiéndose de Taeyong que era el único que no estaba con ellos en el mismo salón.

—Me compadezco de Jimin. Mi Soo es tan...

—Tan insoportable que da hasta pena.

La mirada tímida y sorprendida de Eun encontró mis ojos pero no mi atención. Esta última estaba puesta al final del pasillo, en la misma dirección en la que Park y sus amigos se habían marchado.

—¿Qué quieres decir?

—Que de quién deberías compadecerte es de Mi Soo. —Regresé a verla—. Al fin y al cabo, es la que terminará con el corazón roto.

Eun Gi me miraba como si no diera crédito a lo que acababa de escuchar.

—Yo... No puedo creer que en serio hayas dicho eso. Yoon Su, Mi Soo siempre se las ha apañado para hacerte cosas terribles.

Si es que destrozar mis libros o estropear mi uniforme con comida pueden considerarse como "terribles".

Mi mirada enfocó un instante su mejilla en la que aún quedaba una ligera cicatriz que podría pasar por imperceptible; pero sólo casi. Eso es algo que sí podría considerarse como terrible y aún estaría muy por debajo de mis estándares.

—¿Cómo puedes compadecerte de ella cuando ha sido tan mala contigo? —continuó—. Y mira cómo trata a Jimin. Le grita frente a todos y lo pone en ridículo. Lo acusa de no prestarle atención cuando es ella misma quien... —Apretó sus labios con fuerza y su rostro reflejó que casi había hablado de más.

Me le quedé mirando durante un instante, esperando a que agregara algo, pero no lo hizo. Así que negué con la cabeza y regresé a atender mis cosas.

—¿Qué haces aquí, por cierto? —pregunté, cambiando de tema—. Porque si Mi Soo te parece terrible, podría recordarte quién puede ser peor. ¿Acaso no es eso lo que Kana y Sakura te dijeron? Lo malvada que puedo ser. Porque estoy segura de que fue así.

Sus mejillas se encendieron, sumamente avergonzada.

—E-Ellas no sabían lo que decían. No te conocen como yo.

—¿No me conocen como tú? —Me causaron algo de gracia esas palabras.

Oh, Eun Gi. No tienes ni la menor idea sobre mí...

Y aunque te dijera aun seguirías aquí, mirándome de esa forma como si en realidad fuera algo bueno. Porque para ti es más importante lo que piense yo sobre ti que a la inversa ¿no es así?

—En fin, pregunté qué hacías aquí.

—Bueno... —tímida—. Yo creí... Creí que entre nosotras todo había quedado... Creí que estábamos... bien. —confesó finalmente—. Lo estamos ¿verdad?

La campana sonó justo en ese momento, anunciando la primera clase.

Es por esa razón que debo cerrar el grifo...

—Todo quedó bastante claro —me limité a contestar para luego cerrar mi locker—. Ve a clases.

—¡Espera! —Me detuvo antes de poder dar un paso siquiera—. Esto es para ti.

Dejó una pequeña caja blanca sobre mis manos.

—Llevo queriendo dártelos desde hace algún tiempo. No estaba segura sobre el color así que... —Juega con sus dedos, nerviosa—. Solo espero que te gusten.

Bajé la mirada a la cajita en mis manos, frunciendo el ceño.

—No habrás puesto una bomba en esto ¿o sí? —abriéndola.

Mis órbitas desorbitaron al ver el contenido de conjunto con una nota:

"Para la mejor de las amigas. Espero que esto compense los que Mi Soo destruyó antes ♡"

Y justo debajo habían otras dos oraciones que no parecían haber estado ahí antes, ya que estaban escritas con tinta diferente y algo apretadas en la parte de abajo:

"Prometo ser más fuerte de ahora en adelante. Prometo que te protegeré"

Dejé de ver el texto y levanté la mirada para verla, solo para descubrirla algunos pasos lejos de mí. Entonces se dio la vuelta para mirarme, con una sonrisa que hacía brillar su rostro como nunca antes.

—¡Eres especial para mí! —gritó de la nada y yo miré alrededor esperando que nadie la hubiera escuchado; afortunadamente quedaban unos pocos. El resto se había marchado a clases—. ¡Gracias por existir!

Mi cuerpo se tensó y mi agarre en la pequeña caja flaqueó, casi dejándola caer. Luego se cerró sobre ella con fuerza, estrujando el cartón hasta tomar la forma del pequeño cofre donde venían los audífonos mientras observaba como Eun corría hacia su salón, alejándose cada vez más de mí.

Sus últimas palabras no dejaron de repetirse una y otra y otra vez en mi cabeza, pero con un tono de voz diferente...

<<<~~~~

—Omo! Omo! Nuestra pequeña Yoon Su cumple sus seis añitos hoy. —La señora Lee no dejaba de lanzar confeti por todos lados.

—¿Preparó mi pastel de cumpleaños preferido? —Los ojitos le brillaban.

—¡Por supuesto que sí, mi ángel! Doble de chocolate con fresas, solo para ti. —Le guiñó un ojo y ella chilló de la emoción.

—¿Por qué sólo preparan el de ella? —Se cruza de brazos, fingiendo molestia—. También es mi cumpleaños.

—Debe entender que Yoon Su es menor que usted, joven amo. —El señor Lee puso ambas manos sobre sus hombros, desde atrás—. No obstante, la señora Lee también preparó sus dulces preferidos.

—Ya lo sé. Pero nunca tengo suerte con el pastel. Siempre se lo dejan a Yoon Su.

—Oppa está celoso —se burla ella.

—¿Celoso? —Frunció el ceño—. ¿Sabes siquiera lo que es eso significa, peque?

Ella negó con la cabeza, arrancándoles una sonrisa a todos por la ternura de su desconcierto.

—¿Entonces por qué dices algo que ni siquiera sabes lo que significa?

Ella se encogió de hombros.

—Escuché que las empleadas dijeron que papá se molesta porque está celoso y pues como tú pareces molesto por lo del pastel...

—Va-Vamos a cantar las felicidades, niños —propuso el señor Lee, cambiando de tema—. Señora Lee, vaya por el pastel.

—De acuerdo, cariño.

Los niños hicieron una mueca al ver como el señor Lee la besaba en la mejilla.

—Recuerda cerrar los ojos y pedir un deseo antes de soplar —le susurró en el oído y ella asintió, acercándose para susurrarle algo a él también.

—Pediré que mamá esté con nosotros.

La sonrisa que él creyó iba a esbozar, se congeló apenas escuchar esas palabras.

—¡Aquí está el pastel! —La señora Lee lo sacó del trance y luego los cuatro estaban cantando y aplaudiendo hasta que fue momento de que los niños soplaran las velitas.

—No olvides el deseo, oppa.

A él le costó devolverle la sonrisa así como también contener las lágrimas que comenzaban a nublar su visión al ver su carita toda iluminada mientras cerraba sus ojitos y ponía sus manitas en forma de oración.

—¡Ya está! —Ella sopló con fuerza, apagando algunas. Él reaccionó un poco más tarde, apagando el resto. Luego la abrazó desde atrás, tomándola por sorpresa—. Feliz cumpleaños, oppa.

—Yoon Su... —La estrechó con fuerza, preocupándola.

—¿O-Oppa? ¿Estás bien?

El señor y la señora Lee compartieron una triste mirada al ver al joven contener aquel mar de lágrimas.

—Yoon Su, sin importar lo que digan los demás... Gracias por existir. —Ella abrió sus ojitos un poco confusa por no entender del todo aquellas palabras—. Feliz cumpleaños, peque. Yo... Haré tu deseo realidad. Lo prometo.

~~~~>>>

Sostuve mi cabeza con la mano libre, hundiendo mis dedos en mi cabello como si quisiera perforarme el cráneo.

Rojo. Todo estaba rojo. Solo veía rojo.

—¿Vienes? —La voz de Taehyung atrajo mi atención y volteé a verlo, deteniendo el gesto pero sin apartar mi mano de la cabeza.

Él estaba ahí. De pie frente a mí. Con su expresión tranquila de siempre y sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

Por un momento se vio exactamente igual...

—¿Estás bien? —Su mirada descendió al regalo en mi mano y sus labios mostraron una leve sonrisa—. ¿Te lo ha dado Eun Gi? —Regresó a verme pero no respondí.

Entonces miré la caja en mi mano y luego a él, dando un paso en su dirección para luego congelarme en el acto, tomando mis manos de vuelta a los costados de mi cuerpo.

—¿Yoon? —Frunció el ceño, bastante desconcertado—. ¿Qué sucede conti...?

Pasé junto a él, dejándolo atrás. Caminando rápidamente hacia el salón como si estuviera huyendo de algo. O más bien, de alguien.

¿Qué diablos me estaba pasando? ¿En serio estuve a punto de abrazarlo?

—¡Déjame en paz! —Tropezó conmigo—. ¡Mira por dónde vas, idiota!

Me tomó un segundo regresar en todos mis sentidos, sobre todo al reconocer esa voz tan insoportable.

Di las gracias internamente, porque era justo lo que necesitaba.

—¡Mi Soo, espera! ¡No quise decir eso! ¡Claro que quiero estar cont...! —Se detuvo abruptamente, reparando en mi presencia.

Mis ojos escanearon rápidamente la situación, llevándome a un conclusión para nada nueva.

Jung Ho Seok, estudiante de último año y miembro del equipo de baloncesto. ¿O debería decir "encargado de recoger los balones luego del entrenamiento"? Aunque debería añadirle su nuevo título: premio de consolación de Mi Soo.

Antes de llegar con Park en la azotea, vi a Mi Soo y a Hoseok en una de las aulas abandonadas, enrollándose. Imagino que los constantes desplantes de su novio debieron llevarla a descargar su enojo de alguna manera y quién mejor que Hoseok, que por causa de Park había terminado como el recoge balones del equipo; por eso y porque es terrible jugando, pero la verdad es algo difícil de aceptar y a todos nos afecta de diferentes maneras.

Teniendo en cuenta la naturaleza sumisa de este chico, imagino que debió sentirse poderoso cuando Mi Soo se le insinuó. Se estaba tirando a la chica del capitán del equipo justo frente a sus narices, qué mejor satisfacción que esa para alguien tan cobarde como él. No obstante, ya sea atención, frustración, satisfacción, ira, lo qué sea que estos dos estén intentando obtener, a Park le da exactamente lo mismo y es obvio que está al corriente de la situación. Según pude deducir de las palabras que casi escapan de Eun Gi.

Oh, Park. Parece que escogiste jugar como la pobre alma a la que le destrozaron el corazón

Bien, de todas formas ya pensaba usarlo a mi favor

—Creo que deberías ser tú quien se fije por dónde va. —Su mirada furiosa se clavó en cada parte de mí pero su intento de intimidación no me hacía ni cosquillas—. Pero puedo perdonarte solo por esta vez. Es frustrante cuando no son capaces de dar la talla.

Se estremeció apenas captó la indirecta y se sintió tan dulce y placentero que lo saboreé en mis labios. Sobre todo al ver el rubor que encendió el rostro de Hoseok que, mirándolo más detenidamente, iba algo desaliñado. Con la camisa por fuera, los primeros botones abiertos y el saco en la mano.

—M-Mi Soo, yo...

—Vete —le ordenó entre dientes.

—D-De acuerdo. Nos veremos más tarde ¿verd...?

—¡Lárgate!

El chico salió corriendo, literalmente, a la par que una risita escapó de mis labios.

—¿Se verán más tarde? —provoqué—. Pobre Park, me pregunto qué pensaría de todo esto.

Apretó los nudillos.

—Jimin no es un santo —escupió en un intento de expiación.

Me encogí de hombros.

—Nadie lo es. Pero ambas sabemos a quién en realidad le importa eso. Así que repito. —Sonreí con todas las malas intenciones a flor de piel—: ¿Qué pensaría Park de todo esto?

Su falsa calma cedió, dando un paso en mi dirección.

—¡Cómo le digas una sola palabra de esto a Jimin te voy a...!

—¿A qué? —Mordí mi labio inferior con cierta diversión, provocándola aún más—. Venga. Te doy la oportunidad de ser un poco más creativa. —Su respiración se aceleró. Su rostro contrayéndose de enojo—. ¿O acaso necesito ir con Park para ponerte aprueba e inspirarte un poco?

Levantó su mano y la dejó caer con fuerza en mi dirección. Mi sonrisa se deformó cuando ese gesto jamás llegó, pero al menos me había servido para dos cosas: la primera, distracción y la segunda, control. El resto solo era cuestión de tiempo y de saber jugar correctamente cada una de las cartas.

—¡Qué demonios...! —Mi Soo intentó tomar su mano de vuelta pero los dedos de él permanecían firmes alrededor de su muñeca—. ¡Suéltame, Taehyung!

—Suéltala —ordené, clavando mis ojos en él.

Me sostuvo la mirada, claramente sin intenciones de obedecerme; tampoco es como si tuviera que hacerlo.

—¿Qué hacen ustedes tres aquí, en lugar de en su respectiva clase?

Mis ojos no se movieron de los Taehyung pese aquella nueva voz. Los suyos tampoco de los míos.

—Esfudiantes Kim —refiriéndose a Mi Soo y a Tae—, ambos vayan a su salón.

—¡Directora, estos dos...!

La interrumpió.

—Dije que vaya al salón. ¿O acaso no se me entendió, estudiante Kim?

El desinterés y la crudeza de sus palabras obligó a Mi Soo a tragarse las suyas y agachar la cabeza.

—De acuerdo... —masculló, soltándose bruscamente del agarre de Taehyung para echar a andar por el pasillo.

—Es para usted también, estudiante Kim. —Lo miró rápidamente para luego darse la vuelta—. Yoon Su, acompáñame a la dirección, por favor.

—No.

El sonido de sus tacones dejó de hacer eco en el desolado corredor. Mi respuesta también provocó la sorpresa de Taehyung, que permaneció estático a mi lado.

—¿Disculpa? —La directora volteó a verme.

—He dicho que no —repetí en el mismo tono—. Tengo cosas más importantes de las que ocuparme antes. Mis asuntos con usted, pueden esperar.

—¿Tus asuntos con...? —No daba crédito a lo que escuchaba pero respiró profundo para calmarse—. ¿Y se puede saber qué asuntos son esos?

—Lo sabrá la próxima vez que acuda a usted. Por el momento... —Dejé escapar una risita nasal que se tradujo en preocupación y temor mal disimulado en su rostro—. Le doy algo de tiempo para reconsiderarlo.

—Reconsiderar ¿qué?

—Seguir sujetando la almohada. O mejor aún, de qué lado la sujeta.

Su expresión se mantuvo neutra, analizando la mía y sopesando algunas opciones como si no supiera cómo reaccionar exactamente. Finalmente, dejó ir un suspiro, dando el tema por terminado y cambiándolo por otro.

—Solo quería avisarte que la profesora Lee se reincorporó y pedirte de favor que te comportes.

Sonreí.

—Eso último está de más. —Ella arqueó una ceja, permitiéndome continuar—. ¿Eso es todo? ¿Nada más?

—Nada más —tajante—. ¿Por qué? ¿Hay algo más que necesites escuchar?

Meneé la cabeza y simplemente le di la espalda para comenzar a alejarme.

Nada más. El resto corre por mi cuenta

Será mejor que acabe esto rápido...

🍂EUN GI 🍂

—Me hubiera gustado ver su cara cuando abriera la caja, pero me daba algo de vergüenza. —Sonreí mientras me dirigía al salón—. No puedo creer que en serio le haya dicho eso.

Llevé mis manos a mi rostro.

Mis mejillas se calentaron un poco pero no podía evitar sentirme feliz. Sin embargo, el rubor se volvió demasiado intenso cuando reconocí a la persona que parecía esperar a alguien fuera de mi salón.

—Hey —me saludó apenas llegué, con una de esas sonrisas por las que había estado suspirando desde que lo vi por primera vez—. No te preocupes, tu profesor aún no ha llegado.

Me le quedé mirando y mi mente no tardó en recordarme la situación en la que me había visto ayer en la azotea. Sin contar con que mi sonrojo solo aumentó, esta vez mezclándose con vergüenza.

"Por favor no vuelvas a hacer algo como eso de nuevo ¿de acuerdo?"

"Pase lo que pase esa nunca debe ser una opción ¿está bien?"

"Los finales felices tal vez tarden, pero apuesto a que tarde o temprano tendrás el tuyo."

Me pareció tan mágico e irreal. Una coincidencia vergonzosa pero a la vez hermosa, que fuera justamente él quien me consolara de esa forma. Y solo me confirmó lo que ya sabía y una vez le dije a Yoon Su.

Jimin es un buen chico, con buenos sentimientos. No es perfecto, es cierto, pero es que nadie realmente lo es. Y luego de la forma tan dulce en la que me trató, cuando apenas habíamos cruzado dos palabras desde que llegué a esta escuela, pues eso me bastaba para verlo con buenos ojos.

—Ahm... ¿no deberías estar en tu salón? —me animé a hablar—. Tu profesor podría enojarse si...

—Tenía que verte antes. —Mi corazón se aceleró por la mirada tan dulce que me dedicó luego de decir eso—. Quería pedirte disculpas, esta vez de frente, por obtener tu número de otra persona y por escribirte sin tu consentimiento.

Aparté la mirada, intentando disimular mi incontrolable sonrojo, pero estaba segura de que él ya lo había notado.

—No pasa nada. Yo también tenía el tuyo de todas formas. Así que estamos iguales.

—¿Ah sí? ¿Desde cuándo?

—Bueno... —Super avergonzada—. Desde hace bastante, la verdad.

Conseguir su número era mucho más fácil que resolver una ecuación simple y sin variables. No creo que haya nadie en la escuela que no lo tenga.

—¿Y cómo es que nunca me habías escrito entonces? —buscando mi mirada. Cuando la halló, sonrió de oreja a oreja siendo fatal para mi sensible corazoncito—. Normalmente todas lo hacen apenas lo consiguen; pero supongo que tú eres diferente.

Mis ojos terminaron siendo atrapados por los suyos y el silencio que nos rodeó fue tanto, que temí que escuchara los latidos fuertes y acelerados que se abrían paso en mi pecho.

—Sé que te pregunté anoche pero... ¿estás mejor? —acomodando un mechón de cabello detrás de mi oreja.

El suave roce de sus dedos con esta última me hizo estremecer.

—Lo estoy. —Asentí y no pude evitar sonreír—. Siendo sincera... no habría podido hacerlo. Creo que solo estaba muy enojada con todos y conmigo misma. No estaba pensando con claridad. Pero me conozco y sé que no lo habría hecho.

Creo que pude ver algo parecido al alivio en la manera en la que me miraba.

—Quizás solo intentaba llamar la atención de alguien.

—Pues si era la mía, ya la tienes —bromeó, haciéndome reír—. Y la próxima vez que decidas subirte a una azotea, pues ya tienes a quien llamar.

Reí, negando con la cabeza.

—Creo que prefiero estar con los pies bien puestos sobre la tierra, gracias.

—Tú te lo pierdes. —Me guiñó un ojo, arrancándome otra sonrisa y otro combo de latidos apresurados.

—Por cierto... ¿recuerdas lo que me dijiste sobre esperar mi final feliz?

Él asintió.

—Pues creo que he encontrado el mío; o por lo menos estoy trabajado en eso.

Jimin sonrió y luego se incorporó, dándome espacio.

—Me alegro mucho por ti.

—Gracias... —Mi sonrisa fue breve—. Pero, ¿qué hay de ti? —algo preocupada.

—¿De mí? —confuso—. ¿A qué te refieres?

—¿Tú estás bien? Vi cómo te trató Mi Soo esta mañana y me pareció bastante injusto desde que me contaste anoche lo abatido que estabas al descubir que te estaba engañando con otro.

Sus ojos se me quedaron viendo durante un tiempo, sin decir nada. Como si estuviera pensando en un montón de cosas a la vez.

—¿Jimin? Yo... Lo siento si dije algo que...

—No soy tan buena persona como parezco, Eun Gi. —Dejó ir un suspiro, revolviendo su cabello—. Lo siento, esto fue un error. No sé en qué demonios estaba pensando.

Fruncí el ceño y él se dio la vuelta para marcharse.

—Estoy harta de que me digan eso.

Mis palabras lo hicieron detener y voltear a verme.

—Yoon Su. Y ahora tú. ¿Por qué se menosprecian de esa forma?

Me sostuvo la mirada pero no dijo nada.

Sé que quizás no soy la mejor persona para decirle eso, pero ya me cansé de ser así y de que ellos también lo sean.

—¿Por qué no pueden ver lo buenas personas que son? —continué—. ¿Qué acaso no se dan cuenta del daño que les causan a las personas que los aprecian?

Una amarga sonrisa que nunca antes le había visto esbozar, se apoderó de sus labios. Podría jurar que estaba hasta molesto.

—Quizás porque nadie nos aprecia.

Un dolor inmenso oprimió mi pecho al verle y escucharlo hablar de esa forma cuando él representaba todo lo contrario.

No pude evitar pensar en Yoon Su también. En lo mal que yo lo pasé en el pasado pero como gracias a ella, volví a sentir que valía la pena creer en la amistad desinteresada y en las cosas buenas. Lo que me hacía llegar a la conclusión, de que tanto ella como Jimin... a lo mejor ninguno de ellos había encontrado a una persona que iluminara su camino como ella iluminó el mío.

De ser así, entonces...

—¿Y qué hay de mí? —me atreví a preguntar, obteniendo una expresión de pura sorpresa que no pudo controlar—. ¿Acaso... —Mis ojos cristalizaron irremediablemente—. ¿Acaso no ven que yo sí los aprecio?

Le escuché pasar saliva con dificultad.

—Me hacen daño. —Me acerqué a él, sin apartar mis ojos de los suyos y me armé de valor para acariciar una de sus mejillas.

Él gesto pareció tomarlo muy de sorpresa y sentí como se tensó, pero no se apartó.

—Los dos lo hacen —continué—. Y ojalá pudieran verse con los mismos ojos que lo hago yo. Estoy segura de que nunca volverían a decir lo mismo. Porque ante mí, ambos son hermosos.

.
.
.
Tres hurras por esos amigxs tan especiales que nos recuerdan quiénes somos y de lo que somos capaces.

Como mismo dijo Eun Gi, que ante sus ojos Yoon Su y Jimin son hermosos, tú también lo eres. Así que por favor, deja de ser tan durx contigo mismx y quiérete un poco más.

El verdadero amor comienza por uno mismo, no lo olvides.

Love Yourself ♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro