Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12.Stigma

El agua comenzó a correr apenas giré el grifo.

La delgada hebra humedeció mis dedos que la acariciaban con cierta distracción mientras interrumpían su curso de vez en cuando.

—Puedo cubrir el agujero —murmuré mientras llevaba mi dedo índice a ese lugar, observando el resultado.

Mis ojos se movieron en la dirección de los pequeños caminos mojados que descendieron por mi mano hasta alcanzar mi muñeca y antebrazo.

Dejé ir un suspiro.

—Así no funcionaría.

Aparté la mano del chorro y la llevé nuevamente al grifo para girarlo a favor de la presión. Hice lo mismo con el de al lado. Después me di la vuelta y me senté en el suelo, recargando mi espalda y cabeza en la tina.

El sonido del agua golpeando el acrílico llenaba mis oídos, mientras me hacía cada vez más consciente de mi respiración con el fin de controlarla y maximizar la relajación en mi cuerpo.

Descansé mis párpados y entonces escuché su voz.

—Déjame ayudarte, Yoon.

Mis manos se cruzaron sobre mi pecho, agarrando mi brazo contrario por inercia. Recordándome aquel gesto cálido que no era capaz de reproducir por mí misma.

—Déjame ayudarte, peque.

Torcí mis labios, reforcé el agarre y hundí las uñas en mi piel, lo suciente como para marcarla.

—Te odio...

<<<~~~~

—Yoon. Quiero darte lo que me pides.

La mano que había enredado en mi cabello no dejaba de acariciarlo con delicadeza.

—Pero necesito que me dejes ayudarte para poder hacerlo. —Mis manos se alfojaron, dejando ir la tela de su ropa dentro de ellas—. Por favor, déjame atenderte.

Volví a cerrarlas con fuerza apenas aquella advertencia fue emitida a cada parte de mi cuerpo.

—¿Qué demonios significa eso?

—Yoon...

—¿Qué demonios significa? —pregunté nuevamente, apartándolo de manera algo brusca.

Estaba molesta, pero permanecí lo más imperturbable que podía mientras algo parecido al enojo y a la ira comenzaba a arder con deseos de salir.

De solo recordar la manera tan fácil en la que cedí, las tonterías que había dicho, pues terminaría perdiendo el control de un momento a otro.

—¿Que te deje atenderme? —Fruncí el ceño inevitablemente. Clavando mis cautelosos ojos en los suyos—. Explícate, Taehyung y hazlo ya.

A diferencia de otras veces, su expresión se mantenía seria pero, al igual que siempre, no me dejaba entrada o indicios de lo que sea que le estaba pasando por la cabeza en ese momento. Y me resultaba jodidamente molesto.

—Sabes a qué me refiero. ¿Por qué habría de explicarlo en ese caso?

Me hirvió la sangre.

—Y me parece bastante injusto que exijas una explicación cuando sé que no estás dispuesta a darme lo mismo a cambio —añadió, sosteniéndome la mirada, pero su expresión se suavizó en el último momento—. No soy ciego, Yoon. Tampoco soy tonto.

Dio un paso hasta recuperar la cercanía que guardábamos antes, bajando el tono de su voz hasta que no fuera más que un leve susurro, grave e íntimo.

—Pero estoy dispuesto a no hacer preguntas y a dejar que tú misma me des las respuestas.

Algo parecido a un escalofrío recorrió mi columna vertebral, advirtiéndome del peligro en aquellas palabras; o quizás era eso lo que escogí creer...

—¿Y por qué habría de dártelas? —Arqueé una ceja.

Él sonrió como de costumbre, pero por alguna razón esta era la más dulce y genuina hasta el momento.

—Porque en algún momento lo vas a necesitar.

Mis ojos vacíos buscaron desesperadamente la mentira en los suyos, pero no encontraron nada más que verdad y una abrumadora calidez.

—Ahora, ¿me dejas ayudarte, Yoon?

~~~~>>>

Abrí los ojos y deslicé mis dedos a lo largo de mi abdomen, en la misma dirección de las vendas, por encima de la blusa de mi uniforme.

Ya no dolía. Tampoco se sentía caliente. Pero serían dos nuevas cicatrices que me recordarían por qué no debía hacer estupideces; o mejor aún, que debía de hacerlas, pero sola.

Pero estaba claro que en ese momento no estaba pensando. No. Me estaba moviendo por mera curiosidad.

<<<~~~~

Seguí a Taehyung hasta nuestro salón y nos detuvimos en la entrada.

—Dame un momento. —Me pidió esperar en la puerta mientras él iba a su puesto y tomaba su mochila para luego regresar conmigo—. Vamos.

El aula estaba desierta y el descanso corto había terminado. El resto debía de estar a estas horas en el laboratorio, para la clase de Biología.

—¿Debería preocuparme por lo que sea que lleves ahí dentro? ¿O es sólo para guardar mis restos? —solté cuando doblamos al final del pasillo, tomando las escaleras a los baños deshabilitados del último piso.

Él no se dio la vuelta para verme pero pude escuchar la risita que escapó de sus labios.

—¿Siempre eres tan desconfiada?A diferencia de mi tono desalmado por naturaleza, el suyo era divertido.

Me encogí de hombros.

—Solo con quienes se meten en donde nos los llaman y no paran de sonreír.

—¿Cómo? ¿Así?

Se dio la vuelta para enfrentarme colocando su rostro a la altura del mío. Sus comisuras elevándose en esa sonrisa que tanto odio y no deja de perturbarme.

Mi manos se tensaron a mis costados y las cerré con fuerza formando puños, resistiéndome a apartarlo.

—Sí. Justo así —mascullé.

Él se incorporó, satisfecho. Retomando el camino.

—Lo tomaré como un halago.

—No lo decía como uno.

Rió.

—Por supuesto que no.

Llegamos al desolado pasillo y le seguí hasta el baño. Yo me quedé bajo el umbral mientras le veía colocar la mochila sobre la vieja encimera alrededor del lavabo y sacar un pequeño kit de primeros auxilios.

Fruncí el ceño.

¿Qué demonios hacía eso ahí?

Sus ojos atraparon los míos antes de que pudiera apartar la mirada o formular alguna pregunta.

—Sin hacer preguntas, ¿no es así? —me recordó y no pude evitar fulminarlo con la mirada por eso—. ¿Comenzamos?

Sus ojos fueron a mi blusa y por ende, también los míos. La idea de que alguien más me tocara me hizo estremecer desagradablemente pero apenas perceptible. Sin embargo y, sin mucho esfuerzo, me quité primero el saco para luego comenzar a desabotonarla.

De todas formas, no sería la primera vez...

Me quité la blusa por completo, dejando a la vista un crop top blanco, sin tirantes y algunas vendas manchadas debajo. Luego volteé a ver a Taehyung cuyos ojos miraban con particular atención estas últimas. Una vez finalizado su análisis, volteó a verme directamente, reflejando un par de preguntas que sabía no podía hacer.

Le sonreí sin ganas, devolviéndole su recuerdito de antes y entonces me senté a un lado del botiquín, sobre la encimera. Para mi sorpresa, pidió permiso, y al concedérselo, comenzó a quitarme el vendaje.

Todo él ya estaba tenso antes de terminar de retirarlo por completo y no pude evitar fijarme en la manera en la que estrujó la última parte antes de hacerlo a un lado y examinar ambas quemaduras, una en cada flanco. La de la izquierda por no limpiar mi habitación y la de la derecha por hacerlo el señor Lee creyendo que con eso me haría un favor. ¿O era la revés?

Pero estoy segura de que lo que más llamó su atención no fue la cantidad, sino la forma.

—Imagino que tengan chimenea en casa y que la usen a menudo —no pudo evitar comentar, mirándome directamente a los ojos con cierto tono que luchaba entre el enojo y la impotencia.

Me encogí de hombros, tragándome la incomodidad que me habían provocado sus palabras. No permitiéndome mostrar ningún signo de debilidad.

No lo había hecho en ese momento y tampoco lo haría ahora.

—Se acerca el invierno y las temperaturas son cada vez más heladas —contesté—. ¿No hacen lo mismo en tu casa?

—Puedes dar por hecho que no.Aquellos ojos marrones me estaban retando y por supuesto les devolví el gesto, pero el tensar mis músculos envió una corriente de dolor que me sacudió. ¿Estás bien? —preocupado.

Aparté sus manos sin devolverle la mirada.

—Perfectamente. Solo haz de una vez lo que tengas que hacer y terminemos con esto.

Los próximos minutos fueron dedicados al silencio, que para nada fue incómodo y a ver la manera tan delicada y precisa con la que se encargó de cada una de mis heridas. Limpiándolas y dejándolas en mejor estado del que estaban, para terminar vendándolas con cuidado.

—Lo he hecho antes. —Su voz rompió el silencio y sus ojos fueron a los míos antes de que pudiera apartarlos.

Supongo que era demasiado obvia la atención con la cual lo había estado mirando todo este tiempo. Así como la pregunta a la que acababa de darle respuesta sin siquiera formularla.

—No te pregunté. —Rompí el contacto visual y él sonrió.

—No era necesario. —Regresó a las vendas—. Lo siento. —Se detuvo en cuanto me quejé y luego continuó.

Mis ojos recorrieron el lúgubre baño buscando donde posarse que no fuera él, pero ciertamente no había nada más interesante que mirar o que sirviera como distracción al menos.

—¿Puedo preguntarte algo? —dijo de la nada, tomando mi atención de vuelta, aunque la suya seguía en mi abdomen.

—No —contesté sin rodeos.

—No es sobre esto. —Aún sin voltear a verme.

Torcí mis labios, dudando, pero terminé permitiéndoselo.

—¿Qué es?

—¿Te gusta el básquet?

Fruncí el ceño sin poder evitar la sorpresa por lo random de la pregunta.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Curiosidad. —Se encogió de hombros—. Además de que sueles pasar mucho tiempo en las gradas del patio, viendo los entrenamientos.

—Los entrenamientos tienen lugar en el gimnasio. No al aire libre. Los que juegan en las canchas del patio son simples aficionados que quedaron fuera o solo lo hacen por diversión.

¿Y por qué diantres le estoy diciendo esto?

—¿Y tú? —Despegó los ojos de las vendas para mirarme—. ¿Te diviertes mirándolos?

Lo miré fijamente, haciendo a un lado los constantes análisis que hacía mi cabeza por cada una de sus preguntas en busca de la respuesta correcta.

—No los veo jugar por diversión. Y tampoco me gusta. —Escogí decir la verdad.

Sus ojos regresaron a las vendas, dando la última vuelta.

—¿Puedo preguntarte por qué entonces?

—Puedes, pero la respuesta será la siguiente: No es de tu incumbencia.

Él sonrió y se apartó de mí para comenzar a guardar las cosas en su botiquín. Yo me bajé del lavabo para comenzar a ponerme la blusa y muy a mi pesar, no pude controlar la pregunta que escapó de mis labios.

—¿Puedo saber qué hacías allí? —Él detuvo lo que hacía, volteando a verme sin decir nada hasta que fuera más específica—. En la cancha. El día que nos conocimos. Cuando me entregaste el lápiz. Aunque espera. —Una sonrisa un tanto irónica cruzó mis labios—. ¿Está bien que lo tome como el día que nos conocimos? Porque sé de un acosador que se subió al mismo bus que yo ese mismo día.

Sus comisuras se elevaron en una respuesta que no tardó en poner en palabras.

—El transporte público, es público. —Se encogió de hombros—. Y en cuanto a tu pregunta sobre qué hacía allí... —La mirada y la sonrisa que recibí fueron suficiente respuesta.

—Ni lo digas. No es de mi incumbencia —me adelanté a sus palabras terminando de abrochar mi blusa y él rió, regresando a guardar las cosas en su kit y luego meterlo a la mochila.

—Iba a decir que solicité un tour antes de matricular por completo, pero si lo prefieres de esa forma, no me opongo.

Me ahorré una maldición y tomé el saco para ponérmelo mientras que él se echó la mochila al hombro.

Me detuvo antes de cruzar el umbral, pero no volteé a verle.

—¿Sería mucho pedir que me digas si volviera a pasar? ¿O que al menos me dejaras ayudarte?

Me tensé.

—¿Yoon?

Mi sangre hirvió. Me sentí molesta de la nada y me giré sobre mis talones para descargar esa energía con él.

—¿Por qué demonios lo haría? —Lo miré directamente a los ojos y el hecho de que reaccionara con una leve sonrisa me molestó todavía más.

—Bastaba con que dijeras que no.Mirándome con una gentileza que me resultó abrumadora y para rematarlo, cerró con un tono divertido—. O bien pudiste decirme que no era de mi incumbencia.

~~~~>>>

—¡Demonios! —Salí de mis pensamientos apenas algo húmedo cayó sobre mí, empapándome.

Fue cuando recordé que había dejado la tina llenándose y me apresuré a cerrar ambos grifos. Entonces el agua dejó de correr y me quedé mirando ese simple acto durante algunos minutos.

<<<~~~~

—¡Pásamela a mí! ¡Estoy libre!

—¡No! ¡Pásamela a mí!

Mis ojos se movían de un lado a otro, persiguiendo el balón que pasaba de mano en mano entre un rebote y otro, o varios.

—A la derecha —murmuré y el balón fue a la izquierda—. A la izquierda. —Hizo un tiro directo que acabó en rebote y desencadenando una ofensiva—. Tira. —Le pasó a su compañero que creía "desmarcado", perdiendo el balón—. Mierda, solo dense un tiro. —mascullé, acostándome bocarriba.

Estaba justo en la mitad de las gradas y el cielo se veía particularmente despejado para mi gusto, por lo que cerré los ojos.

Pasados unos minutos, la madera comenzó a crujir advirtiéndome de unos pasos que estaban cada vez más cerca, hasta que terminaron deteniéndose un par de gradas debajo. La persona en cuestión no se animó a decir nada y aunque opté por permanecer inmóvil y sin prestar atención, decidí abrir los ojos y enfrentarla. De todas formas es algo que me esperaba y cuanto antes lo resolviera, mejor.

—Hola... —dejó escapar de la nada con lo que logré detectar le había costado horrores mientras la nube de timidez e inseguridad se volvió cada vez más grande sobre su cabeza—. ¿Puedo? —Señaló la banca, esperando una respuesta que no llegó; al menos no con palabras—. Tomaré eso como un sí...

Se sentó junto a mí apenas me incorporé, guardando cierta distancia. Yo no le devolví la mirada o abrí la boca para decir algo. Simplemente tomé mi cuaderno que había usado como almohada y saqué el lápiz del bolsillo interior de mi saco para comenzar a bocetar.

Conociéndola, demoraría en volver a hablar mientras organizaba y repasaba en su cabeza lo que sea que tenía para decirme con el fin de no olvidar nada. Y fue tan así, que casi había terminado de transportar al papel el terrible juego de básquet que estaba presenciando cuando por fin se animó a hacerlo.

—Yo...

—Para.

—¿Qué?

—Lo que haces con la pierna. —La señalé con el lápiz sin voltear a verla antes de retomar mi dibujo—. Es desesperante.

Volteó a verla y dejó de moverla con ese tic nervioso.

—L-Lo siento. No me había dado cuenta...

Silencio nuevamente. El suficiente para que solo se escucharan los jadeos, los pases y los constantes rebotes en la cancha. Además del grafito consumiéndose sobre el papel.

—Yoon Su, yo... Lo siento.

Detuve el movimiento del lápiz para que supiera que la estaba escuchando y lo retomé apenas continuó.

—Yo soy... Soy la principal culpable de todo lo que sucedió.

No.

No lo eres.

Pero yo solo me limitaría a escuchar.

—Ese día... cuando pasó lo de la cafetería... yo... —La escuché pasar saliva con algo dificultad y vi de reojo como trituraba una de sus manos dentro de la otra sobre su regazo—. Yo te mentí.

En otras circunstancias y de ser otra persona, supongo que esta era la parte en la que dejaba de dibujar y volteaba a verla de forma dramática con la confusión y el dolor de la herida en la mirada.

Pero dado que soy yo y que ya lo sabía, no me sorprendió o interrumpió mi actividad.

—Ji-Jimin nunca... —retomó—. Jimin nunca me dijo nada sobre unas pizzas. Es que ni siquiera estaba en la escuela en ese momento. L-Lo habían suspendido o algo pero sabía que tú no tendrías conocimiento ya que... pues porque vives ajena a todo. A-Así que simplemente no lo negué cuando lo mencionaste...

Tenía razón.

Fui yo misma quien terminó ayudándola en su mentira. Dado que fui quien mencionó a Park. Pero ella no lo negó tampoco, como bien acababa de admitir.

—Cu-Cuando te fui a buscar al salón —continuó—. Mi Soo... ella... —La voz le tembló en ese momento, obligándola a detener. Así que yo hice lo mismo con el gesto de mi mano para forzarla a continuar—. E-Ella me había interceptado antes... M-Me pidió que te llevara al ala prohibida.

No detuve mi dibujo esta vez, pero mentalmente sí lo hice, algo sorprendida ya que esto redireccionaba la idea que me había hecho sobre lo ocurrido.

Eun Gi no me mintió con el fin de venderme y salvarse a sí misma, sino...

—M-Me inventé lo de las pizzas para llamar tu atención y poder llevarte a la cafetería —confesó, recordándome que era el único ser en esta jodida escuela que aún no estaba corrompida; al menos por ahora—. Si estabas en un lugar concurrido... pensé... pensé...

Su voz quebró finalmente.

—Pensé que Mi Soo no te haría daño. Pensé... Pero luego yo... Luego yo... —Sus sollozos se volvieron aún más pronunciados, ahogando cada vez más su voz—. Yo te traicioné y mentí frente a la directora... Yo... Yo... ¡Soy la peor de las amigas!

Supongo que no era exactamente cómo me lo imaginé, pero justifica el que Mi Soo la tratara de esa forma aquel día. Diciendo que debería enseñarle a controlarse y saber con qué podía jugar y con qué no. Supongo que estaba furiosa porque Eun Gi no la obedeció y debo confesar mi sorpresa al respecto ya que no esperaba nada de ella. Como tampoco lo espero de nadie.

Sabía que algo andaba mal ese día. Pude verlo en la actuación exagerada de Mi Soo. Ella buscaba mi reacción a toda costa con el fin de lograr mi expulsión. También me había percatado del elemento que debió ser "sorpresa" que entraba con la directora Kang justo en ese momento como absoluta "coincidencia". Por lo que me esforcé por darles el espectáculo que tanto estaban reclamando; porque de todas formas sabía cuál sería el resultado y debía dar gracias al mensaje por eso. Por advertirme de esa manera tan peculiar y por recordarme lo fácil que son de quebrar las personas con solo poseer un poco de información sobre ellas.

Aunque... ¿debería tomarlo como una advertencia? Porque eso claramente tenía la firma de un juego. Uno que hasta el momento me había tomado la libertad de fingir que no lo era. Pero digamos que jugar a los inocentes y al "¿Quién?", era un lujo que no se me podía dar; ya no más.

Debía dejar de fingir antes de que él me obligara a hacerlo. Porque para bien o para mal, ya había aceptado jugar su juego desde el momento en el que tomé ese palillo y lo enterré en mi propia piel. Además, aquel premio nunca fue por hacer las cosas bien... sino para enmendarlas. Así que, el reloj seguía corriendo y yo debía tomar una decisión...

ESA decisión.

—¿Y-Yoon Su? —Su voz entre suspiros me devolvió a la realidad—. Y-Yo... Yo sé que soy una persona terrible. Q-Que te he dejado sola cuando prometí no hacerlo ese día en la enfermería. —Se sorbe la nariz—. Pe-Pero te juro que lo-lo siento mucho y que... que nunca más lo volveré a hacer. Y-Yo... Yo también te extraño.

Me tensé y esta vez sí me detuve de dibujar.

Ella... ¿también me extraña? ¿"También"?

Cerré mis dedos con fuerza sobre el lápiz, sintiendo que podría ceder en cualquier momento.

—Eun Gi.

—¿Sí? —respondió como lo haría un soldado ante su superior. Estaba tensa, podía sentirlo sin siquiera voltear a verla.

—Respóndeme solo dos cosas.Mirando a algún punto muerto en el terreno.

—L-Lo que quieras.

—¿Qué te dijo Mi Soo ese día, en la cafetería?

Se removió incómoda, pero de todas formas me contestó.

—Más te vale cooperar...

"limosnera" —concluyó mi mente junto con ella.

—De alguna forma Mi Soo se enteró de que... —continuó, pero la interrumpí.

—Ahórratelo. No me interesa saberlo. Tu pasado y lo que sucedió en él es problema tuyo.

Sus ojos cristalizaron y segundos después sus brazos ya me estaban rodeando, agradeciéndome por algo que no entendí. El gesto repentino me llevó a maldecir entre dientes por la molestia que provocó en mi abdomen recién vendado.

—Él tenía razón —murmuró entre sollozos pero con un tono de felicidad inconfundible—. Eres la mejor amiga que podría desear. Dijo que no te interesabas por estas cosas. Que no eras como las demás y yo ya debería saberlo. Lamento tanto no haberlo hecho. Lamento tanto haberte dejado sola por miedo a que me juzgaras o algo peor. Tú nunca harías eso y ahora lo veo. Te quiero mucho, Yoon Su. Sin ti...

La aparté o acabaría empeorando el dolor que ya sentía. Creí que tomaría mi gesto como algo negativo pero fue todo lo contrario. Sonrió ligeramente, algo apenada, dándome a entender que no sería suficiente.

—Lo siento. Olvidé que no te gustan mucho las muestras de afecto.

Volteé a verla.

—¿Quién dices que tenía razón? —pregunté ignorando su comentario.

—Taehyung. Él... Si no fuera por él ahora no estaría aquí, hablando contigo. —Su rostro se iluminó—. No sabes cuánto me alegro de que...

Negué con la cabeza, dando a entender que no quería escucharlo.

—La otra pregunta que tenía para ti —le recordé—. ¿Qué sucede con Sakura y con Kana? Creí que eran amigas.

—Eso... no funcionó. Ellas... Ellas nunca me entenderían. Nunca me aceptarían como tú. Nunca... ¿Yoon Su?

—Taehyung-ah!

Mis ojos lo enfocaron en un gesto casi automático mientras él se acercaba a la cancha.

—¿Juegas un rato con nosotros? —le invitó el chico luego de saludarlo.

—¿Puedo? —le preguntó él con una tímida sonrisa.

—¡Por supuesto!

—Yoon Su... ¿Me estás escuchando?

Ignoré a Eun Gi.

Mis ojos no se despegaron de Taehyung. Siguiéndolo en cada una de las jugadas mientras aplastaba con gracia y talento al equipo contrario.

Sonreí con fastidio.

En aquel entonces había escogido ser el títere, pero esta vez...

Taehyung volteó a verme luego de una maravillosa canasta y, al ver a la persona junto a mí, sonrió con aquella dulzura que solo a él lo caracteriza.

Terminé rompiendo el lápiz en mi mano.

Esta vez me convertiré en el maldito titiritero.

~~~~>>>

—¿Quién demonios eres? —le murmuré al espejo, cuyo reflejo mostraba su rostro y aquella sonrisa que tanto me perturbaba.

Sabiendo que no obtendría una respuesta, me desnudé y entré a la tina hasta que el agua me cubriera por completo.

<<<~~~~

—¿Quieres dejarlo de una vez?

—¿Dejar qué? —como si no lo supiera.

Me detuve abruptamente, obligándolo a hacerlo a él también y volteé a verlo con cierta rabia que no me molesté en contener.

—¡De seguirme! —le espeté, mirándolo directamente a los ojos.

Las personas que caminaban a nuestro alrededor nos miraban al pasar junto a nosotros pero terminaban ignorándonos luego de eso.

Él se encogió de hombros, guardando las manos en los bolsillos de su pantalón.

—¿Quién dice que te estoy siguiendo? Simplemente vamos en la misma dirección.

—Lo haces —aseguré, sin romper el contacto visual. Lo había estado haciendo desde que subió al mismo autobús que yo y me protegió de que alguien me pegara como calcomanía en la ventanilla—. Lo haces y si esperas que te de las gracias por...

—No espero eso. Solo me aseguro de que llegues bien a casa.

Fruncí el ceño.

—¿Sabes lo raro y sospechoso que se oye eso? —Él simplemente se encogió de hombros dando a entender lo poco que le importaba—. ¿Quién te ha pedido nada? ¿Quién te crees o qué derecho tienes para hacerlo? No tenemos ninguna relación. No somos amigos. No somos nada.

—Aún. —Aquella sonrisa cargada de inocencia y de seguridad me hizo estremecer y enojarme todavía más.

—Tira la toalla porque eso no pasará —le aseguré.

Él dio un paso hacia mí, obligándome a levantar la cabeza para poder sostenerle la mirada por la evidente diferencia de estatura. Todo ello sin dejar de sonreírme de esa forma.

—Ya lo veremos, Yoon. Quién será quien la tire primero.

Cerré mis manos en puños a mis costados, esperando haber reaccionado así por lo insoportable e insistente de su parte y no por la extraña sensación que me sacudió luego escucharle retarme de esa forma.

—Te aseguro que no seré yo —sentencié, para luego darme la vuelta y entrar a casa.

~~~~>>>

Emergí a la superficie entre respiraciones irregulares y carcajadas ahogadas que se abrían paso por mi garganta sin poder contenerlas. Sería tan divertido cuando él lo descubra... No obstante, ya tendría tiempo suficiente para deleitarme con eso.

Me concentré en terminar de bañarme y luego revisé mis quemaduras para tratarlas y sustituir las vendas mojadas con unas limpias justo como le había visto hacer a Taehyung. No pude evitar sonreír por lo irónico de la situación pero he de admitir que fue útil de alguna forma.

Me vestí y bajé las escaleras para aprovechar la soledad y el silencio de la noche y de paso, el calor de la chimenea.

—Señorita. —La voz del señor Lee llegó desde atrás mientras mis ojos se consumían por el crepitar y danzar de las llamas frente a mí—. La persona que me pidió buscar llegará en unos minutos.

—De acuerdo. —Asentí sin voltear a verlo.

Sentí el sonido de sus pasos cada vez más cerca, hasta que estuvo junto a mí y me quitó el objeto que traía en las manos, con el cual jugaba distraídamente.

—Esto no es algo con lo que debería jugar.

Lo miré mientras se acercaba a la chimenea para colocar el atizador junto a los otros dos.

—Dígame, señor Lee —hablé de la nada, con los ojos clavados en ese objeto que ahora formaba parte de mí—. ¿Por qué el peligro resulta más excitante que la seguridad?

El señor Lee dirigió su mirada al atizador que acababa de quitarme y luego volteó a verme a mí, pero no respondió nada.

—¿Por qué si la advertencia brilla tan intensamente frente a nosotros —continué—, aun así nos aferramos a lo dañino?

El señor Lee frunció el ceño, pero se mantuvo sereno como de costumbre.

—Si lo que intenta decir es que usted es dañina, puede detenerse, porque no es así.

—Según el señor Min no soy dañina. Solo soy un monstruo.

Lo sentí tensarse y apretar los nudillos a los costados de su cuerpo. Por primera vez esos ojos que toda la vida me habían mirado de manera gentil y paternal, lo hacían con algo de ira mezclada con impotencia.

—Deténgase, señorita. Usted no es ningún monstruo y mucho menos la culpable de lo que sucedió.

Me tensé porque sabía exactamente a qué se refería. Ya no estábamos hablando de lo mismo.

—No —contesté sin vacilación alguna, manteniendo un tono tranquilo que nos devolviera al tema inicial como si nunca lo hubiéramos dejado—, podría decirse que fue culpa suya. Que no sé en qué estaba pensando cuando limpió mi habitación si él había dejado bastante claro que solo yo podía hacerlo.

Bajó la mirada, evidentemente avergonzado por lo que había hecho.

—Usted no lo haría y, conociendo a su padre, pensé...

—¿Que podría hacerme un favor y librarme de su castigo? —concluí por él, escuchándose aún más absurdo de lo que ya me parecía—. Su inocencia me desconcierta, señor Lee. Con tantos años trabajando en esta casa ya debería saber que nada de lo que diga o haga podrá salvarme.

¿En serio he dicho "salvarme"?

Mala elección de palabras Yoon Su. Mala elección...

—Sé que no, pero... pero debía hacer algo por usted. Usted fue castigada dos veces por mi intromisión. Si yo no hubiera intervenido, habría sido quemada una vez, no dos; aunque no tendría que haberlo sido en realidad. Además, muy a mi pesar ya que fue por mi culpa, debo darle las gracias porque esa segunda iba para mí y aun así, usted la recibió en mi lugar.

De ahí las palabras del señor Min: "Incluso con sentimientos, jamás dejarás de ser un monstruo".

Al parecer ambos habían malinterpretado mi ofrecimiento. El señor Lee por pura ingenuidad. El señor Min con el fin de tomarlo como una simple excusa.

—Lo perdonaré por pensar de esa forma. Los años deben de estar pasándole factura. Pero no se preocupe. No me molesta refrescarle la memoria.

Su mirada cansada y abatida se posó sobre la mía con esa esperanza que no parecía mermar con el tiempo.

—Mi ofrecimiento no fue para salvarlo, señor Lee. Porque usted nunca estuvo en peligro en primer lugar.

No le sorprendieron mis palabras, dado que sus sentimientos y el pensar que yo lo había hecho por esa razón, eran sólo una fantasía que prefería creer por sobre la realidad.

—El señor Min solo buscaba alguna excusa para volver a poner sus paternales manos sobre mí —continué— y no, usted no se la dio, si eso es lo que cree. Porque limpiado o no mi habitación, él habría hallado otra forma de hacerlo.

Me encogí de hombros dando por terminado el tema. Fue entonces que sonó el timbre y él pidió permiso para retirarse e ir a abrir la puerta, solo que lo detuve antes de abandonar la habitación del todo.

—Permítame darle las gracias, señor Lee.

—¿Por qué exactamente, señorita? —desconcertado.

—Por darme la solución que estaba buscando. —Con la mirada clavada en la chimenea.

El señor Lee frunció ceño.

—¿Y qué solución sería esa?

Sonreí, dejándome llevar por las llamas.

—Que para que se detenga, no hay de otra que cerrarlo por completo.

—¿Cómo?

La insistencia del timbre y mi silencio, le dieron a entender que no obtendría respuesta alguna. Así que se marchó para regresar segundos después con mi invitada.

—La joven Nakamura acaba de llegar —anunció para luego hacer una reverencia antes de retirse—. Con el permiso de ambas.

—Todavía no me puedo creer que en serio haya aceptado venir —soltó ella con fastidio una vez solas.

Una risita casi inexistente dejó mis labios para luego despegar mis ojos de las llamas y voltear a verla con una intimidante pero resplandeciente sonrisa.

—Bienvenida a mi humilde morada. —Arqueó una ceja y yo señalé el sillón de piel junto a ella. Cerraría el grifo pero antes me aseguraría de que se desbordara y de esa forma jamás sería abierto de nuevo—. Ponte cómoda, Sakura.

No podía darme el lujo de lidiar con las goteras. Mucho menos cuando una de ellas, acabaría provocando un salidero de no ser contenida a tiempo. Y, si estoy en lo cierto y lo conozco lo suficientemente bien, ese futuro salidero ya había dado el primer paso y por supuesto, yo no me quedaría atrás...

*Notificación de SMS*

<< Hola. Lamento escribirte tan de repente y sin tu consentimiento. Conseguí tu número con una de tus compañeras, por favor no te enojes, pero necesitaba saber cómo estabas y también me gustaría saber si podíamos hablar. JM >>

.
.
.

¿Cuál es su deporte favorito para ver y cuál para jugar? Para mí serían: fútbol, para ver y volley, para jugar.

🪐

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro