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____ Vida domestica.

Los ojos de ambos Santos de Athena se miraban desafiantes. Era bien sabido del espíritu de competencia que ambos compartían, importándoles poco mostrar piedad ante su propia pareja. Era más divertido para los 2 de esa forma, después de todo ninguno era débil, solo tal vez un poco infantiles que mezclado con la impulsividad no terminada como buena combinación.

- Gane. - Aioria dio el jaque final para terminar el juego proclamándose ganador. Terminando por inclinarse en su asiento con pereza, apoyándose en las manos. Aun no se acostumbrada a como los japoneses hacían la mayor parte de las cosas en el suelo. Si hasta tenían un cuarto enteramente hecho con la función de acostarse en el. - Lastima que solos tenemos unas cartas. - Menciono Desviando la mirada con un deje de desinterés, Aioria noto como fuera no parada de llover. Siendo probable que se extienda por toda la noche, ellos llevaban cerca de poco menos de 2 horas con ese mismo mazo para pasar el rato.

- Lo sé. - Apoyando su rostro en sus manos Seiya las volvió a sostener la baraja. - ¿Y qué vas a preguntar? - Sonriendo de medio lado, gesto que fácilmente pasada por seductor Aioria siguió, acercando su rostro al Santo de Pegaso­, mientras pensada.

Como ganador podía retar o preguntarle a Seiya lo que quisiera, como un juego de apuestas que tenían para pasar el rato.

- Bueno, la verdad ya me estoy quedando sin ideas. - Sonrió, volviéndose a apoyar para ver de frente a su novio. Ya a estas alturas era poco lo que no sabían del otro, y en sus relaciones siempre fueron el primero mutuamente. Desviándose por una pequeña travesura. - ¿Aceptarías ponerte una minifalda una vez?

- Si lo que quieres es una forma de verme las piernas tienes que pensar mejor. - El contrario rio. La gustada la forma como tratada de contraatacarlo pero Aioria sabía que no era suficiente.

- Eso no responde mi pregunta ¿Lo harías?

- Depende. - Su respuesta final.

- Bueno, ¿Dejamos esto y vamos a comer? - Ofreciéndole la mano al antiguo Santo de Pegaso se levanto, yendo con Seiya a la cocina.

- ¿Deberíamos conseguir un videojuego no te parece? - Buscando en los cajones Seiya saco unas cosas, tenía unas extrañas ganas de comer pescado. Notando al voltearse la expresión incomoda del antiguo santo de leo.

- No lo sé. Aun no me acostumbro a lo tecnológico. - Por más que nunca mencionara nada, a Seiya le daba mucha gracia ver a Aioria adaptarse luego de estar toda su vida en el Santuario de Athena, donde su conexión con la modernidad era poca por no decir inexistente. Haciendo muy tierno de ver cuando toco un teléfono y un televisor por primera vez, cosa que el mismo Leo se sintió avergonzado, hasta que 2 horas después estaba buscando lo básico del objeto.

- Seria lindo verte intentando. - Era claro que en su tono se refería a lo pasado con los objetos antes mencionados cuando recién se mudaban juntos.

- Lo pensare después. - Quiso ignorar el tema, casi avergonzado. Suerte que en el trabajo no tuvo tantos esos problemas. Pues era policía. - ¿Uhm? - Para su sorpresa, sintió los brazos del castaño en sus caberas rodeándolo, apoyando su rostro en su hombro. - ¿Pasa algo?

- Nada grave. ¿Qué te gustaría comer?

- Pues, pensé en tratar de esas cosas que no recuerdo como se llaman pero parecen pizzas.

- Se a que lo te refieres. Se hacerlas. - En primer momento que Seiya supiera cocinar fue algo que le sorprendió a Aioria, antes de que este le explicara que Marin le enseño, cosa que expandió el mismo cuando le toco vivir solo al dejar el Santuario, y expandió aun más cuando él y Aioria empezaron a vivir como pareja. Por petición de Seiya se mudaron al propio lugar de origen de él: Japón.

Llevaban cerca de 3 años viviendo juntos, y otros 3 en una relación de amantes, muchas cosas habían pasado esos años que a su vez terminaron influyendo mucho en los 2. La misma Athena les había ofrecido a ellos la idea de retirarse a una vida común cuando ya después de todas sus peleas hubo bastante tranquilidad como para prescindir de la orden dorada por un tiempo. Claro estaba que un eran santos, las armaduras aun no tenían portadores nuevos, ponían volver a usarlas cuando sea necesario, solo que este no era el momento.

Otra hora había pasado, ambos hombres terminaron de comer. Decidiendo ver una película tranquilamente mientras la lluvia pasada, y el olor de esta se filtrada por la ventana, haciendo un ambiente relajante para ambos. Abrazados mientras el tiempo pasada y la película terminada.

- Seiya... - Pasando su mano por la espalda el mayor susurro, logrando que lo mire a la cara. Rodándole rápidamente un beso. - Vamos a dormir. Ya son las 10.

- ¿Seguro? No te veo tan cansado. - Apoyando sus manos en el pecho del Santo de Leo era claro el tono sugerente en su voz.

- Lo sé. Te espero en la cama. - Dicho esto lo dejo solo. Pasaron cerca de unos 20 minutos donde luego de estar pasando un par de canales Seiya se paro para ir a buscar a su pareja.

Quitándose la camisa al abrir la puerta a paso lento se acerco al león.

- Se que estas despierto. - Y si, al escuchar su voz Aioria le abrió los brazos para acurrucarlo contra su cálido cuerpo, dejándolo bajo su cuerpo para besarlo de forma lenta.

Aioria se había quitada la camisa antes de meterse a la cama. La ropa de los 2 termino desapareciendo hasta quedar desnudos, resonando el ruido obseso de sus cuerpos chocando al tener sexo por todo el cuarto.

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