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___ Citas a Ciegas.

Odiaba ser el único sin pareja. Seiya estaba seguro que era lo suficientemente atractivo para cualquier hombre del santuario, pero a su vez se sentía frustrado de que no pudiera conseguir nada serio.

Antes nunca le importo, como le dijo a Miho antes de partir había rasgos de la vida normal que no le parecían algo necesario. Puede que muy mundano para su gusto luego de conocer y entrenar para algo mayor, una diosa. Tal vez fue solo producto de su mente joven acostumbrada a esa idea. Ya tenía a su hermana con él, a sus amigos, la tierra en paz, un futuro puesto en la orden de Athena como Santo de Oro.

Tal vez solo pensada eso porque lejos de Athena no tenía nada. Para ese momento tenía 13, ahora tenía 21, la necesidad tan nueva de probar ese rasgo de humanidad que nunca tuvo: Amor más allá de lo fraternal. Si bien en apariencia se pudiera decir que no había cambiado mucho. Pues seguía siendo un "Chaparro revoltoso" (En palabras de algunos dorados y otros de plata incrédulos que un chico tan torpe haya derrotado dioses) Solo que más maduro.

Suspiro. No quería llenarse de esos sentimientos tan melancólicos. Aun le quedada una vida por delante, si Shiryu, su gran amigo ya había encontrado una pareja en Shura de capricornio, Hyoga e Ikki entre los 2 eran una relación estable que actualmente residía el Siberia. Y el dulce y tierno Shun estaba en las garras del Santo de Scorpio. Claramente Seiya podía encontrar una pareja.

Seiya se encontrada sentando en las escaleras del templo de Sagitario perdido en sus pensamientos románticos. Detrás de él, el santo guardián de ese templo lo mirada interesado, Seiya se encontrada como en otro mundo ya que estaba totalmente perdido en sus pensamientos lejos de la realidad.

- ¿Seiya? - Aioros le llamo, sentándose a su lado mientras ponía una mano sobre su hombro. Su vestimenta se había modernizado mucho en esos últimos años, al igual que las de Seiya, al dejar las armaduras de lado por un tiempo.

- Perdona. ¿Pasa algo? - Rompiendo su postura Seiya se inclino hacia atrás, apoyando sus manos en el suelo sonriendo para Sagitario.

- Me entro curiosidad de que pasa por esa curiosa mente tuya. - Hizo saber, Seiya rio con nervios.

- No es la gran cosa, solo me encuentro en la necesidad de tener pareja por primera vez a mis 21. - Ironizo.

- Auch. Jajaja. Bueno... Supongo que no es algo tan raro. No eres el primero en esa situación, supongo que nos crían con la idea de morir por Athena, pero tarde o temprano queremos algo mundano y humano. ¿Cómo te va en eso?

- Algunos solo me piden sexo, cuando yo lo que deseo es una relación seria. Un noviazgo en todas las reglas al fin de cuentas. - Suspiro pesadamente, inclinándose hacia el frente apoyando su cabeza y menos en su pierna, perdiendo la sonrisa en sus labios. - ¿Tú has tenido pareja?

- La tuve, cuando era muy joven, creo que a los 11 tuve una relación con ya te imaginaras quien pero tras lo pasado hace años, no me siento cómodo con lo que paso. Actualmente estoy conociendo a cierta chica en el pueblo.

- Que suerte. - Dijo. - Bueno, asumo que más pronto me vuelvo santo de sagitario. - Bromeo, Aioros también rio.

- Pues una jubilación no me cae mal. Jajaja. - Seiya siempre le genero ese sentimiento de familiaridad, como si de un hijo o un segundo hermano fuera. Por eso, pensada como ayudarlo de forma correcta. El necesitada a alguien digno para él. - Uhmmm... Creo que te puedo ayudar en una cita a ciegas.

- ¿Citas a Ciegas? La verdad esa idea me es incómoda.

- Calma, que es alguien que conozco y actualmente está soltero. No te dejaría en malas manos. - Le aseguro, sonriendo lo suficiente para animar a Seiya, aceptando luego de pensarlo unos minutos.

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Suspiro. Se había arreglado lo mejor que podía, mirando a los lados en medio de la plaza en rodorio donde Aioros le había dicho que esperada. Su cita llevaría un girasol para saber quién era.

La duba tenia ansioso a Seiya, ¿Quién podría ser? Un dorado tal vez, ya que era alguien que Aioros conocía bien como para ofrecerle una cita. Seguramente este fuera a estar consciente de quien iba a encontrar. Tenía nervios, emoción y miedo a la par.

- Seiya... - Una voz sueva se escucho a su izquierda, una voz que conocía a la perfección. Volteándose lentamente encontrándose con el Santo de Leo, mirándolo con lo que pareció ser anhelo, terminando formando un gesto bastante atractivo en ya considero sexy Aioria de Leo. Entregándole un girasol en manos.

Seiya no podía apartar la mirada de Aioria, incrédulo y totalmente sonrojado.

- Ahmm... Gracias... - Antes de que pudiera apartar la mirada el Santo de Leo lo sujeto del mentón, para verlo a los ojos.

- ¿Vamos? -Asintió. No podía creer que Aioros lo pusiera en manos de su propio hermano.

Si era sincero consigo mismo desde pequeño Aioria le pareció bastante atractivo, tal vez incluso el culpable de que le gustaran los hombres, pero nunca lo considero como una posible pareja por estar ser solo una atracción unilateral hacia alguien que es posible no esté interesado en él, y si en Marin.

- Me sorprende verte aquí.

- Aioros fue muy persuasivo. - No mentía. Su hermano estuvo hablando un rato con él hasta convencerlo de aceptar, Aioria tuvo sus inquietudes con la idea, pero como le dijo su hermano, no era del otro, y el ya quería a Seiya desde antes. - No estaba seguro de aceptar, a decir verdad.

- ¿Qué tanto te dijo Aioros? - Indagando en el tema se aventuro a acercarse a terreno peligroso contra el León dorado.

- En resumidas cuentas... Que no me vendría mal una cita. No negare que me sorprendió mucho cuando me dijo que si quería salir contigo, pero mientras lo pensada, siempre me pareciste lindo, tienes varias heridas del pasado pero sigues sonriendo de manera casi infantil.

- ¿Lo dices por lo que paso en el santuario? Acerca de lo ultimo no sé si es un alago.

- De lo primero no quiero hablar, es una cita ¿No?

- Claro. ¿Vamos a comer o prefieres otra cosa?

- Pues rara vez he comido fuera del Santuario, siempre comí en el templo de Leo acompañado de algunos sirvientes.

- Vaya, entonces que sea buena escusa. ¿Vamos? - Asintió.

En el camino cada uno buscada un tema de conversación para pasar el rato los 2, ya que al ser parte de un ejército de guerreros donde se conocían desde ya unos años, ya se conocían bastante bien siendo difícil hablar de algo que no supieran ya o de su pasado tormentoso.

- ¿Ya has salido con hombres antes? - Hablo Seiya, luego de terminar de comer. Aioria pensó en llevarlo a un lugar más cómodo donde no hubiera tanta gente para estorbar.

- Pues la verdad no. Al menos que las misiones cuenten, porque de ser así, salí con medio santuario. - Bromeo con ironía, queriendo ignorar la realidad de esas "citas" - Eran pocos lo que me llamaban la atención. Lo más cercano fue cuando Mu me invito a mí y a Alde ha la torre en Jamir cuando tenía unos 17. Creo que es lo más cercano.

- Pues... Ya sabrás que he tratado de tener citar. Ninguna es suficiente para terminar en una posible segunda.

- ¿Puedo ser ese cambio? - Sonrió. Tenía unas ganas de rodear al Pegaso con los brazos, a lo manos tomar su mano. Pero no quería causar un alboroto en el pueblo debido a que aun había gente alrededor, pocas pero a la final estaban. - Podemos tener las citas que quieras. - Enternecido Seiya busco mirar a los ojos verdes de Aioria, pareciendo que brillaban al verlo. Sujetando su mano sin pensar en nada. Sobresaltando al león.

- Claro que me gustaría, aunque si te soy honesto no sé si esta es una buena cita. No sé dé que hablar.

- Yo tampoco. Supongo que es por lo obvio, ya nos conocemos. - Deteniéndose en su camina se posiciono de forma que queden frente a frente, en uno de los caminos que llevaban al santuario y sus alrededores.

- ¿Y ese "Seiya" que ya conoces es lo suficiente para querer ser su novio? - No pensada en ser una declaración directa, solo es algo que tuvo la necesidad de preguntar. Aioria se le quedo mirando unos segundos como pensando en su respuesta. Las palabras correctas mejor dicho.

- Si... De lo que te conozco hasta ahora, creo que si quisiera ser tu novio. - Sin pensarlo mucho Seiya lo abrazo, terminando claramente con la cabeza hundida en el pecho del mayor, siendo aprisiono por los brazos de este.

- ¿Me vas un beso? - Sin apartar la mirada de donde estaba pidió, para su agrado Aioria le acepto la propuesta. Levantando su mentón para besarlo lentamente en los labios, ninguno tenía prisas en avanzar, fue un beso lento en un lugar donde nadie los mirada.

- ¿Quieres volver al Santuario?

- No la verdad. Quiero quedarme solos los 2 un rato más.

- Hecho. Creo que hay un lugar perfecto para los 2. - Y dicho esto, sin más vacilaciones lo rodeo de los hombros con su brazo y se lo llevo con él.  

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