⁴ 𝘪𝘯𝘤𝘦𝘯𝘥𝘪𝘰.
BEAUTIFUL MONSTER.
MARZO 2016, MIÉRCOLES 23.
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WADE WILSON:
Vi como Emma cerró la puerta luego de sonreírme por última vez. Yo no era capaz de borrar la sonrisa que tenía en mi rostro.
Cuando iba a poner en marcha el auto, mi teléfono comenzó a sonar con el tono que Peter le había puesto para cuando él me llamara, la canción que le habían hecho, mejor conocida como 'La Canción del Hombre Araña'.
Tomé el celular y contesté—. Ya voy en camino, necio.
—¡Wade! Hay un incendio subiendo unas cuadras de la casa de tía May —escuché su voz acelerada—. Le dije que iba a buscar helado para comerlo después de las chimichangas.
—¡Qué buena idea! El mío de vainilla, por fa-
—¡Sólo vente de una buena vez! —y colgó.
Fui lo más rápido posible al lugar en donde el arácnido me había indicado, con una sola persona en la cabeza. Emma.
Quería verla de nuevo. Necesitaba verla de nuevo, pero, ¿cómo?
Podía pedirle a Peter que me diera las entradas para un partido de hockey que se ganó en Burger King por comerse diez de las hamburguesas más grandes que venden él solo. Era mañana, y teníamos planeado ir ambos, pero sé que él entenderá. Lo amo mucho, es tan lindo.
En unos minutos ya había llegado. Estacioné el auto a dos cuadras antes del lugar y corrí a un callejón para ponerme mi traje y poder ir hacia el edificio en llamas.
Luego de vestirme, corrí hacia el lugar que tenía ya a muchas personas rodeándolo, quienes veían la escena con terror y preocupación.
Cuando me vieron aparecer y comenzar a romper la puerta principal del edificio con tan solo dos apartamentos dentro, todos comenzaron a aplaudir con alivio y emoción, sabiendo que Peter también estaba allí dentro.
Al lograr entrar, pude ver como todo el lugar comenzaba a derrumbarse poco a poco por todo el fuego que había. Inspeccioné el lugar de manera rápida para asegurarme de que no quedara nadie en la recepción.
Al recordar que el humo no hacía ningún efecto en mí, mi preocupación llegó a Peter.
Subí las escaleras antes de que éstas se destrozaran, llegando al primer piso de dos. Allí me encontré con un perro y su dueño totalmente inconsciente a su lado, a un lado de la puerta del departamento.
Tomé al hombre en brazos con su mascota siguiéndome. Dentro del departamento había una ventana, por lo que no dudé en correr hacia allá y asomarme para encontrar una manera de poder bajarlos.
Al ver hacia arriba estando asomado en la ventana, pude ver como Peter salía con un bebé en brazos, para después volver a subir con la ayuda de sus telarañas.
—¡Telarañas! —Lo llamé antes de que entrara. Él me miró—. ¡Hay personas aquí abajo! ¡Dame una de tus telarañas!
Él obedeció, y desde aquí lo escuchaba toser, lo que me dio más razón para apresurarme e ir a ayudarlo.
Enrollé la telaraña que mi compañero había pegado al techo de la planta de arriba a la cintura del hombre inconsciente, para después bajarlo con cuidado y dejarlo en el suelo sano y salvo con la ayuda de los civiles afuera del edificio.
Les indiqué que desamarraran el nudo de la telaraña para bajar al perro de la misma manera que su dueño.
Al revisar todo el lugar y asegurarme de que no quedara nadie, tomé la misma telaraña y subí al piso restante, que es en donde Peter estaba.
Aquí sin duda se había comenzado el incendio, ya que al entrar eso podía verse debido a toda la cantidad de fuego que había.
—¡Telarañas! —Grité para encontrarlo, pero no hubo respuesta—. ¡Telarañas! ¡¿Dónde estás?!
—¡Pool! —Escuché su voz desde una de las habitaciones. No dudé en correr hacia allá para ayudarlo.
Al llegar a donde él estaba, pude verlo con una mujer en brazos ya inconsciente, y él estaba casi en el mismo estado, lo noté por sus pasos débiles y como estaba casi en el suelo, pero aún así, sacando todas sus fuerzas para salvar a la mujer.
—No, no, no —murmuré corriendo hacia él para ayudarlo—. Quédate conmigo, amigo. Ya vuelvo.
Tomé a la mujer en brazos y corrí de nuevo a la ventana por donde había entrado al apartamento. Al asomarme, pude ver que los bomberos ya habían llegado, y tenían un gran trampolín en el suelo.
Lancé a la mujer con la fuerza suficiente para que cayera en el centro, para luego voltearme a correr a Peter antes de que el incendio empeorara aún más. Al llegar, pude ver que parte de su máscara estaba rota, dejando ver su ojo ya cerrado, haciéndome saber que estaba inconsciente. Se la quité lo más rápido que pude y le puse la mía, para después yo ponerme la de él, poniendo el agujero en la parte trasera para que no vieran mi rostro. Tomé una tela que estaba siendo quemada poco a poco y la pisé para que la llama se apagara, amarrándola de manera para que mi piel no se viera. De esa manera no nos reconocerían a ninguno.
Tomé a mi mejor amigo en brazos y me eché a correr a la ventana, lanzándolo primero para que estuviera a salvo. Cuando lo quitaron del trampolín, salté yo sin dudarlo. Al aterrizar, quedé algo mareado.
—Gracias, señores. —Murmuré levantándome y tambaleándome un poco—. Creo que desde aquí me encargo yo —tomé a Peter en brazos y comencé a correr lejos de allí, sintiendo la mirada de todos los presentes en nosotros.
Corrí las dos cuadras para llegar al callejón donde me había puesto mi traje, y al llegar, dejé al castaño en el suelo sobre mi mochila y me arrodillé junto a él.
—Pete. —Lo llamé—. Petey, despierta —lo removí. Comencé a desesperarme al no verlo moverse—. Hay q-que ir a casa de tu tía, necio. ¿Lo olvidas? Hoy es su cumpleaños.
Lo moví más fuerte y no reaccionaba, acelerando mi pulso.
—Peter —dije más fuerte—. Peter, despierta.
Segundos después de llamarlo varias veces, a punto de irme camino al hospital, el menor se removió en su lugar abriendo poco a poco sus ojos, logrando que la tranquilidad volviera a mi ser.
—¿Qué pasó? —Murmuró quitándose mi máscara. Yo hice lo mismo—. ¿Dónde estamos? ¿Y por qué tengo tu máscara?
—Luego te cuento, Pete. Qué bueno que estás bien —lo abracé, dejándolo algo confundido, pero aún así me correspondió el gesto—. Oye, ¿recuerdas el partido de hockey al que íbamos mañana? —él asiente, mirando su máscara quemada—. Pues, tú ya no vas.
—¿Qué? —arrugó su entrecejo al hablar con desanimo—. ¿Por qué? Me esforcé mucho para ganar esas entradas. ¿Sabes el esfuerzo que hice para comerme esas diez hamburguesas?
—¡Es que hoy vi a Emma! —Dije golpeando su hombro con emoción—. Adivina donde trabaja.
Él iba a contestar, pero de la emoción, lo interrumpí.
—¡En mi local favorito de chimichangas!
—¡No!
—¡Sí! Y ella es una de las cocineras.
—¡Es tu sueño, Wade!
—¡Lo sé! —me levanté de un brinco con emoción, haciéndole reír—. Y la llevé a comer un helado, y como la empleada me miró mal por lucir como la mierda, ¡Emma me defendió!
—Ya la amé.
—Y yo quiero volver a verla, así que tú me darás tu entrada para ella porque me amas.
—Está bien, pero debes traerme algo, ¿bien?
—¡Ah! ¡Te amo, pequeño bastardo! —lo tomé del rostro y planté un beso en sus labios. Él se quedó con los ojos abiertos y la mirada perdida—. Es tu primer beso en casi un año. Deberías agradecérmelo. Ahora vamos a comprar el helado para tía May.
Luego de comprar el helado del sabor favorito de May, ambos fuimos a su casa y comimos junto a ella. Hace aproximadamente dos meses, se le detectó leucemia a May, lo que destrozó a Peter, y que hizo que ambos la visitáramos muy a menudo para hacerle compañía.
Desde que me conoció, yo le he caído muy bien ya que fui la persona que ayudó a Peter a seguir adelante luego de la muerte de Gwen. Me adora tanto como yo a ella.
Stark ha pagado cada uno de los tratamientos, sólo que May piensa que Peter lo hace y se preocupa por eso.
Si May muere, sería ya la sexta persona cercana a Peter que muere, contando a sus padres, su tío, Gwen, su mejor amiga Alicia, quien murió hace a penas dos meses, y puede que May sea la número seis.
De algo sí estoy seguro: estaré siempre para Peter, no importa qué.
—¿Sabes, tía May? —Habla Peter, bastante entretenido con su helado de fresa—. Wade conoció a una chica.
—¿Qué? ¿Enserio? —dice ella sonriente—. ¡Me alegra mucho, cariño! Tienes que presentármela. ¿Cómo se llama?
—Eh...
—Se llama Emma —dijo el necio de Parker—, y van a salir mañana a un partido de hockey.
—¿Qué no irían ustedes dos?
—Sí, ese era el plan, pero le di mi entrada a la chica para que pudiera ir con Wade.
—Qué dulce eres, cielo —habla May tomando los platos ya vacíos para lavarlos y usarlos para el pastel—. Y Wade, espero conocer a tu novia muy pronto.
—¡No es mi novia!
Ya quisiera.
—Aún. —Completa Peter sonriente.
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