⁵ 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘪𝘥𝘰.
BEAUTIFUL MONSTER.
MARZO 2016, JUEVES 24.
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WADE WILSON:
Sonreí al ver cómo Emma se levantaba de su asiento al igual que otras personas para celebrar el hecho de que su equipo favorito de hockey, los Islanders, habían anotado. Los Rangers, mi equipo favorito al igual que la mayoría de los Vengadores, era el oponente en éste juego y por eso no celebraba, pero al verla a ella celebrando no podía dejar de sonreír.
No soy tan fan del hockey como Harley, pero pagaría por ver toda la temporada junto a Emma, porque es lo más tierno que he visto en toda mi vida, sobretodo verla con el gran suéter de su equipo, el cual le quedaba gigante.
—Estoy emocionada. —Me dice, pero yo sólo me dedicaba a mirarla hipnotizado por su belleza. Ella tenía la vista en la pista de patinaje mientras hablaba—. Creo que Helgeson no está jugando tan bien hoy y eso nos puede perjudicar, ya que él es defensa y es muy importante para que no hagan más puntos el otro equi-
La chica de cabellos grises me miró con los brazos cruzados, pero yo estaba bastante distraído estudiando cada parte de su rostro como para darme cuenta de ello.
—¡Wade! —Chilló sacándome de mis pensamientos, dejando un golpe en mi hombro que casi ni lo sentí.
—¿Qué? —reí.
—No me puedes mirar a mí, porque sino, vas a perderte el juego y no vas a entender lo que pasa —me explica con tono obvio, lo que me hizo agrandar mi sonrisa—. No hay nada de interesante en mi rostro así que-
Oh, sí que lo hay, y es toda la hermosura en él.
—En tu camisa lo hay. —La interrumpo sonriente—. Creo que esa no es tu talla, Emma.
—Oh, es que es de mi papá —sonrió a medias—. Bueno, e-
—¿Es fanático del hockey también? —ella asintió—Supongo que vienes con él a todos los partidos.
—Pues sí, así era antes de que él y mi mamá murieran —eso me dejó sin palabras.
—¿Qué? —alcancé a decir—. Lo lamento, Em. Lo lamento mucho —digo con rapidez al notar lágrimas en sus preciosos ojos, las cuales ella limpió antes de que cayeran. Tomé sus manos—. Lo lamento, lo lamento de verdad. No hubiera preguntado si hubiera sabido.
Ella soltó una pequeña risa—. Pero no lo sabías, Wade. Está bien.
—¿Segura? —la vi asentir.
—Pasó cuando tenía casi seis años en un accidente donde yo estaba presente —apretó mi mano, acelerando mi pulso.
—Estoy contigo para lo que necesites, ¿bien? —tuve la necesidad de decir eso para intentar hacerla sentir mejor. Ella iba a decir algo, pero la bocina de la pantalla la interrumpió.
—Oh, no. —La escuché murmurar al ver los puntajes de su equipo. El oponente los había sobrepasado con rapidez—. Lo que faltaba —se cruzó de brazos y se recostó en mi hombro con un puchero en sus labios.
Mi corazón latía tan fuerte que Peter no me dejaría de molestar por todo un año si se enteraba.
—S-Se van a recuperar rápido, tranquila —la alenté a pesar de yo ser del equipo oponente, moviendo mi brazo en donde ella se había recostado para acercarla a mí y abrazarla.
—¿Tú crees? —me pregunta con desanimo.
—Claro que sí.
En la pantalla se pudo leer el aclamado "juego" que hacían en éste tipo de eventos, y que por primera vez me aterraba la idea de yo ser enfocado con la chica a mi lado.
'Kiss Cam', leí antes de que la cámara de besos se activara y comenzaran a enfocar a parejas.
—Ay, no —Murmuré al ver a Emma sonreír y ver la pantalla con emoción, reincorporándose en su asiento para verla mejor.
—¿Te gusta ese juego? ¡A mí me encanta! —dio un pequeño salto en su lugar—. Es muy hermoso, sobretodo una vez que enfocaron a una pareja y resulta que la pareja del chico era el muchacho a su lado y fue muy bonito.
¿Por qué es tan adorable y pura? ¿Alguien puede explicármelo?
Pasaron cuatro pares de personas, en donde yo rogaba a mis adentros a que no nos escogieran ya que iban a criticarme y no quería que Emma se sintiera avergonzada de estar conmigo, pero mis ganas de besar a Emma eran irreales.
Cuando la pantalla se apagó y el descanso de los jugadores había terminado, con ellos ya sobre el hielo, el aire regresó a mis pulmones.
La vista de Emma siguió a un vendedor de algodones de azúcar que caminaba entre el público para venderles con más facilidad, y no era la primera vez que la descubría mirando al hombre ya mayor con un gran palo que tenía incrustados todos los algodones de azúcar que vendía. La primera vez supuse que iba a comprarlo en el momento en que los jugadores descansaran, pero al ser ya la cuarta vez, decidí comprárselo yo mismo.
—¿Quieres algodón de azúcar? —Le pregunté con dulzura, para que no le diera vergüenza decir que sí al igual que Peter cuando comenzamos a ser mejores amigos.
Ella asintió con timidez. Llamé con unasilbido al vendedor, que por suerte, no estaba tan lejos.
Cuando llegó, Emma escogió el que quería y el anciano se lo entregó.
—Tenga, señor. Muchas gracias... Stan
—Para eso estoy, hijo —sin decir más, el anciano con lentes de sol se alejó para seguir caminando por el estadio e intentar vender algodones de dulce.
Emma me volteó a ver, regalándome la sonrisa que me llenó de vida y que recordaré para siempre—. Gracias —me dijo antes de acercarse a mí y dejar un beso en mi mejilla, que terminó de hacer esta noche la mejor de mi vida hasta ahora.
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