Capítulo 9
Capítulo 9
Eric
Mi cuerpo aún estaba tenso y mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Los tres hombres que la habían atrapado se habían ido de inmediato al perder la batalla. En ese momento pensé en Aurora reaccionando, al girarme la encontré en el suelo inconsciente. Me acerqué sin dudarlo agachándome mientras notaba el moretón que comenzaba a formarse en su mejilla derecha, aparté el cabello de su rostro notando algo de sangre en su frente. Quizás había sido muy brusco cuando la aparté de ellos.
—Aurora—la moví un poco sin obtener respuesta—Aurora, ¿Me escuchas?
"Obvio que no, está inconsciente, idiota"
Gruñí pensando en llevarla a enfermería pero sabía que no estaría tranquilo con eso. Tenerla en una cama sola mientras debo avisar a sus padres no era la mejor opción. La cargué en brazos sintiéndola tan liviana como una pluma, me apresuré en caminar lo más rápido que podía por los pasillos agradeciendo a los cielos cuando llegué a la puerta sin que nadie me notara. Como pude giré el pomo de ésta empujándola con el hombro, cerré con un movimiento de pie y me dirigí a la cama grande en donde dormía cada noche, con cuidado recosté a Aurora en ella buscando algo para limpiar la sangre de su frente.
A los minutos me encontraba con un pañuelo mojado en mi mano mientras notaba el pequeño corte que se había hecho cuando la empujé lejos del borde de aquel puente, en cuanto recordaba la imagen de Aurora removiéndose entre aquellos sujetos sentía la adrenalina correr por mis venas. Había actuado sin pensarlo, me sorprendió como de estar pensando en el día tan extraño que tuve pasé a reaccionar de la nada dispuesto a sacarla de allí.
Si no hubiera llegado a tiempo...
—No creo que el idiota de tu novio lo haya hecho—susurré hablando a solas. Su mejilla estaba algo hinchada además de morada. Fui a la cocina con el pañuelo en la mano, tomé algunos cubos pequeños de hielo que había en el refrigerador y regresé a la cama tomando asiento junto a la chica. Lo coloqué en la parte del moretón y no noté ningún movimiento de su parte.
Su pecho se movía, estaba respirando.
Incliné mi cabeza un poco hacia la derecha mientras la detallaba por unos minutos. Su cabello negro estaba esparcido por toda la almohada creando un manto oscuro que combinaba con el gris y el rojo de la cama, sus labios rojos estaban cerrados al igual que sus ojos negros, había algo en ellos que no sabía decir en realidad que demostraban, eran dulces e inocentes pero al mismo tiempo amenazantes y fríos. Justo sobre su labio superior noté un pequeño lunar circular, muy pequeño que jamás lo había visto o quizás en cada conversación que teníamos estaba tan enfocado en dejar en claro quién era que lo pasé por alto.
Sí, Aurora era muy hermosa, de eso no había duda. La imagen del tren vino a mi mente haciéndome suspirar con pesadez, la había visto reír, sonreír, estar algo aterrada, tener curiosidad, sorpresa...demasiadas emociones en un día.
"¿Qué estás haciendo realmente, Eric?"
Ni siquiera yo lo sabía pero algo en esta mañana me hizo sentir cómodo después de tanto tiempo. No recordaba la última vez que me sentí así.
Alejé el pañuelo con los hielos dentro. Lo dejé en el tazón con agua que había traído a la mesa de noche, cubrí su cuerpo con cuidado notando que en sus muñecas no estaba el brazalete. Quizás durante el forcejeo lo había perdido, no estará contenta cuando despierte y se de cuenta de ello. ¿Por qué querrían arrojarla al vacío? Sí, obvio, para deshacerse de ella pero... ¿Quién quería hacer eso? Miriam la odiaba pero no podía ser capaz de eso.
Fui a la pequeña sala donde estaba un sofá no muy cómodo. Me recosté allí manteniendo una buena vista de Aurora, si necesitaba algo estaría despierto para eso.
Abrí los ojos maldiciendo para mis adentros, no sabía en qué momento me había quedado dormido. Miré hacia la cama encontrándola vacía, eché un vistazo alrededor deteniendo la vista en el balcón que daba una increíble imagen de la ciudad. Me incorporé acercándome después de estirar mis brazos escuchando como todo mi cuerpo crujía un poco.
— ¿Aurora?—seguí avanzando. El sol comenzaba a salir, allí estaba ella. Tenía sus brazos apoyados del barandal mientras miraba el amanecer, todo su cabello estaba algo despeinado pero siendo honesto, no lucía tan mal. Sus ojos negros se fijaron en mí y sonrió apenas.
—Hola.
—Hola—me detuve a su lado imitando su posición— ¿Dormiste bien?
—Sí, lamento haberte dado problemas...
Algo en su tono de voz no encajaba, sus ojos no brillaban como la mayor parte del tiempo hacía. Mierda, me había dado cuenta de tantas cosas que ahora las notaba todas.
—Lo importante es que estás bien y que esos idiotas no hicieron lo que querían—noté como tragaba con dificultad mientras apartaba la vista observando la ciudad— ¿Cómo te sientes?
—Bien—su voz falló. Sonreí con algo de ironía.
— ¿Enserio?
—Gracias por ayudarme, de nuevo—tomó un profundo suspiro cerrando sus ojos unos minutos.
—Lamento lo de tu brazalete—señalé sus muñecas.
—Había sido un regalo de mi padre—susurró. Al notar mi sorpresa sonrió tristemente—Creíste que Darío me lo había dado—asentí mirándola. Negó con la cabeza cruzándose de brazos mientras se abrazaba un poco temblando. Una parte de mí que jamás pensé que existía me obligó a que le ofreciera mi suéter con algunas rayas rojas—Gracias.
— ¿Sabes quiénes fueron, Aurora?—sabía que se sentía jodidamente mal pero necesitaba saber su respuesta. La fría brisa recorrió mis brazos creándome escalofríos.
—No tengo ni idea, quizás se equivocaron de persona.
— ¿Crees que pudo haber sido Darío?
—Sería incapaz de hacerme eso, lo conozco—negó con la cabeza mirándome. Sus ojos brillaron pero no por alguna emoción, mi cuerpo se tensó cuando Aurora comenzó a sollozar. ¿Qué tenía que hacer? ¿Palmaditas al hombro o...?—No me siento bien, Eric.
—Lo sé—susurré abrazándola. Encajó a la perfección en mis brazos, podía sentir sus lágrimas mojando mi camisa pero le resté importancia. Me mantuve así con ella un rato, un largo rato en silencio. ¡Dios! Se sentía tan bien que no quería alejarme. Los recuerdos de anoche sólo hicieron que me aferrara a ella—No llores por él.
—No estoy llorando por él, sólo...—de nuevo volvió a caer en el llanto.
Estaba seguro de que era primera vez que lloraba. ¿Dónde estaba la Aurora testaruda que conocía?
—Entremos—regresé a la sala sin soltarla. Tomó asiento en el sofá donde había dormido mientras limpiaba sus mejillas calmando el llanto— ¿Quieres un poco de agua?—en cuanto asintió me dirigí a la cocina. Al regresar las lágrimas se habían ido, le entregué el vaso tomando asiento junto a ella.
—Lo siento, no debí llorar así pero estoy...a punto de explotar.
—Todos explotamos de formas diferentes—bebió un poco calmándose mucho más rápido— ¿Mejor ahora?—el moretón en su mejilla seguía intacto pero la hinchazón había bajado mucho.
—Debo regresar a mi habitación—comenzó a deshacerse de mi chaqueta pero detuve su mano que estaba helada—Has hecho mucho por mí, estoy segura de que tienes otras cosas que hacer...
—La soledad no te hará bien en este momento—le recordé mirándola fijamente—No tengo problemas si decides quedarte, lo que te haga sentir mejor.
— ¿Volverán por mí, cierto?
—Es posible—odié ser honesto—No te preocupes, no se acercarán si no te dejo sola.
De nuevo sin previo aviso Aurora volvió a abrazarme y esta vez no tardé tanto en rodearla con mis brazos sintiendo la nueva calidez recorrerme entero.
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Lamento no haber actualizado ayer pero tenía visita en mi casa y odio cuando estoy escribiendo con muchos ojos sobre mí -.-
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