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Capítulo 7

Capítulo 7

El cielo de azul había pasado a un gris oscuro, la lluvia sólo creció empapando todo a su paso. Mi ropa y el cabello se habían secado con el viento que entraba, el tren daba un paseo por la mayor parte de la ciudad, pude distinguir a lo lejos algunas personas vestidas de gris. Las casas eran tan sencillas como los que vivían allí, claro, era Abnegación.

— ¿En qué piensas?—miré a Eric. Por primera vez me pareció sentir algo de curiosidad por su parte—Es extraño verte tan callada.

—No lo niego.

— ¿Estás pensando en Darío?

—Era en lo menos que pensaba—contesté mirando algunos edificios abandonados y casi destruidos—Sólo me preguntaba lo que se sentiría estar en otra facción—guardó silencio mientras se mantenía cruzado de brazos resaltando sus músculos—Sí, sé que no debo pensar así, estoy traicionando a Osadía...

— ¿Pensabas de esa forma cuando fue la Ceremonia de Elección?—mantuvo un tono serio pero tranquilo. Mordí mi labio algo pensativa terminando con un movimiento negativo de cabeza. Fue entonces mi turno de preguntarle.

— ¿Cómo supiste que tu lugar era ser un osado y no un erudito?—para mi sorpresa, no tardó en responder.

—Conseguirle una razón a todo no era lo mío.

Quise preguntar por su resultado en la prueba pero estaba prohibido tocar ese tema. Todo resultado era conocido sólo por aquel que enfrentara la prueba y sólo en ese instante podían identificar a un miembro de un divergente. Sonreí un poco al imaginar un Eric sin tatuajes ni piercings, un Eric sabelotodo con ropa azul y acompañado de montones de libros.

— ¿Tu familia que pensó sobre tu decisión?

—El Día de la Visita durante mi iniciación, encontré a mi hermana esperándome—por unos minutos se perdió en sus pensamientos—Se sorprendió al verme pero al mismo tiempo estaba contenta por mí.

— ¿Ella se quedó?

—No. Quizás por eso nuestros padres nos odian mucho más—quise darle ánimos pero no podía arriesgarme tanto—No sé si lo sabes pero en mi facción no acostumbrábamos a mostrar mucho amor en público aunque tampoco éramos abnegados que le temen al contacto físico.

— ¿Quiere decir que por eso abandonaste Erudición?

—Era lo que menos me importaba. La única que estaba a mi lado todo el tiempo era Iliza.

Así se llamaba su hermana. Sonreí para mis adentros por la mañana tan agradable que estaba teniendo.

— ¿Y en dónde está Iliza en estos momentos?

—Cordialidad.

No pude evitar reírme. Eran dos hermanos muy idénticos, demasiado idénticos definitivamente. Eric se mantuvo muy serio con sus ojos azules en mí. Estaba mirándome más de lo debido pero ni eso lograba incomodarme.

—Perdón, no estoy burlándome, es sólo que...

—Lo sé—rodeó sus ojos sonriendo débilmente— ¿Por qué decidiste quedarte en tu facción?

—Porque es mi hogar. Me tomó un tiempo decidirme—abracé mis piernas—Mi padre sabía que era una osada de corazón y mi hermana estuvo orgullosa de mi elección.

— ¿Qué me dices de tu madre?—movió sus piernas un poco al mismo tiempo que se acomodaba—La he visto en la sala de control algunas veces, nadie tiene quejas de su trabajo y el día que la conocí parecía una mujer perfecta para el liderazgo.

—Así es ella—miré mi brazalete—Mi madre fue la única que se sorprendió, se había decidido de que su hija menor terminaría en Verdad.

— ¿Nunca mientes?

—Lo hago la mayor parte del tiempo—sonreí de lado—Desde niña he sido muy..."honesta" con los demás.

— ¿Qué me dices de tus miedos? ¿Los superaste?

—Me gustaría saber tu respuesta sobre eso—señalé con una sonrisita picarona— ¿Le temes a algo, Eric?

Sonrió como lo haría un niño pequeño cuando lo pillan en una travesura. Tenía que admitir que se veía adorable cuando dejaba todo ese lado frío y serio. Algo me decía que el hombre que estaba sentado a mi lado era otra persona muy distinta.

—Yo pregunté primero—sus ojos brillaron—Muchos de los osados suelen grabar sus temores en la piel pero tú no lo has hecho—miré el tatuaje de su cuello y sus brazos.

—No puedo hacerlo. No puedo grabar aquello que superé cuando están usando lo que temo.

—Agujas—adivinó—No duele.

—Lo que tienes en el cuello no lo dice—volvió a sonreír de lado—Cuando debía ir a enfermería era una tortura para mí. Las agujas sólo causaban temblores en mi cuerpo, mis manos estaban sudorosas y muchas veces me desmayaba.

— ¿Estás hablando enserio?—pareció disfrutar con mi sufrimiento.

—Sí pero ahora te toca responderme. ¿A qué le temes...aún?

— ¿Quieres una verdad o una mentira?

Algo hizo "clic" en mi cerebro. Miré el brazalete y luego a él.

—Serpientes.

— ¿Cómo lo supiste?

—No lo sabía, sólo adiviné—me encogí de hombros—Lo siento, puedo quitármelo si te molesta...—su mano se aferró a mi muñeca. Tragué en seco teniéndolo un poco cerca.

— ¿Sueles hacer eso con tu novio?—su voz ronca me dejó muda. Negué con la cabeza y alejó su mano. Tardé unos minutos en recuperarme, antes de poder decir algo, Eric continuó—Te queda bien, perfecto para ti.

— ¿Por qué?—quise saber.

—Eres una mezcla de lo que odio y lo que temo.

—Si me odiaras no estuvieras conmigo en un vagón y tampoco estuvieras dando un paseo en tren—fruncí el ceño algo molesta por haber esperado un buen comentario de su parte.

—La mayor parte del tiempo lo hago—se excusó— ¿Cuál es tu defensa?

—Que no eres lo que temo y tampoco lo que odio—me apresuré a decir— ¿Sabes? Creo que dices odiarme porque soy la única que te hace preguntas y soy la única que te ha golpeado y ha sobrevivido a eso.

— ¿Cómo sabes que eres la única?—enarcó una de sus cejas. Eric se levantó manteniendo un buen equilibrio con el tren en movimiento—Creo que es hora de vengarme, ¿No crees?—hizo una señal con su dedo—Ven aquí.

Tardé unos minutos en lograr mantener el equilibrio apoyándome más de la pierna derecha. Jamás había visto una pelea en un vagón, quizás los osados preferían arrojar a sus enemigos por las puertas hacia la muerte. Abrí los ojos como platos al pensar en Eric arrojándome del vagón. El hombre era más grande y más fuerte que yo. Tragué con dificultad colocándome en una torpe posición ya que los movimientos del tren me dejaban en desventaja.

—No quiero golpearte de nuevo—me atreví a decir. Una sonrisa maliciosa apareció en sus labios.

— ¿Quién dice que vas a golpearme?

—Creí que no estabas molesto, dijiste que...—retrocedí esquivando su brazo.

—Yo no dije nada, Aurora—volvió a hacer otro movimiento que tuve que esquivar. Eric no intentaba golpearme, algo en su forma de lanzar golpes indicaba lo contrario, con el tren sin detenerse, tropecé con mis propios pies cayendo de espalda en el suelo. Tenía una sonrisa victoriosa.

— ¿Cómo puedes hacerlo?

—Si tuvieras una visión distinta de mí, como tú dices...—extendió su mano ayudándome a levantar—Sabrías a la perfección que no soy capaz de golpearte.

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Les dejo uno de mis vídeos favoritos de Eric n.n Fue el primero que vi cuando comencé con mi adicción de Jai Courtney :P

¿Alguien podría decirme en sí lo que es la sala de control? En el libro Divergente, Tobías trabajaba en esa parte, al menos fue lo que leí en el capítulo y quisiera saber en sí que es. Sin más que decir, espero que les haya gustado. ¡Saludos!

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