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Capítulo 6

Capítulo 6

No sé por cuánto tiempo le sostuve la mirada pero algo dentro de mí me decía que había acertado. Había tocado algo en Eric, quizás yo estaba en lo cierto. Nadie era lo que era sin una razón. Todos necesitaban un motivo para cambiar y por más loco o acosador que pareciera, quería conocer la razón de Eric.

Los que iban dejando el comedor eran porque habían terminado de comer. Entre uno de esos grupos osados pude notar a Darío acompañado de Nadia. Sentí un pequeño nudo en la garganta, quizás debería disculparme con él por haber sido tan... ¿Exagerada? ¡No! ¡Claro que no! ¿Pero qué estoy pensando? Él es quien debe disculparse y mi hermana también debería hacerlo por abrir la bocota.

— ¿A dónde vas?—pregunté al ver que se levantaba.

—A mi habitación, el único lugar donde parece que puedo descansar en realidad—sus ojos fueron a mí—Deberías hacer lo mismo.

—Dudo mucho que pueda dormir—dejé salir un suspiro cansado. Duró más tiempo de lo normal allí de pie mirándome, creí que diría algo pero terminó girándose y saliendo del comedor. Unos minutos después imité su gesto de ir a descansar, tal vez los problemas del día me permitirían coger el sueño más rápido pero una voz femenina me hizo detenerme en los pasillos.

—Aurora, Aurora—canturreó. Rodeé los ojos teniendo una expresión serena cuando se situó frente a mí. Llevaba su cabello negro suelto y despeinado, sus labios eran algo carnosos, poseía ojos oscuros, melena larga además de un cuerpo que llamaba la atención de cualquiera. Tal vez Nadia no era tan distinta a ella.

—Mamá—tomé una bocanada de aire—Iba a mi habitación, yo...

— ¿Ibas a irte sin explicarme lo que pasó hoy?—se cruzó de brazos. Sus cejas oscuras ayudaban a todo su humor negro, ¿Enserio mi padre creía que teníamos el mismo carácter?

—Supongo que Darío lo hizo por mí.

—Creí que habías dejado los berrinches hace tiempo...

— ¡Nadia es una maldita chismosa!—solté entre dientes sorprendiéndola por la forma de hablarle—No creo que mis acciones de hoy sean más escandalosas que sus aventuras amorosas en cada rincón de Osadía.

—Sí, cierto, tienes toda la razón—asintió—Pero el hecho de haber golpeado a Eric si lo es, ¿Por qué tanta necesidad de hablarle a ese hombre?

—Intentamos tener comunicación—mentí. Realmente no sabía que decirle y tampoco quería discutir, estaba muy cansada como para hacerlo. Levantó una de sus cejas al notar el brazalete en mi muñeca—Antes de que preguntes, papá me lo dio y no...él.

—Tu padre no pierde la costumbre.

Los regalos no eran lo suyo, por eso el hombre jamás le regaló nada y Nadia tenía la misma impresión con los regalos. En ocasiones me sentía fuera de lugar pero eran muy escasas esas ocasiones.

—Tuve un día difícil es todo—le resté importancia—Eric no está molesto conmigo o al menos eso dice él. Intentaré sentar cabeza pero si Miriam vuelve a llamarme zorra...

— ¿De nuevo te comparó con tu hermana?—sonrió de lado—Creí que eras más inteligente que ella.

—A veces exploto, soy humana, ¿Qué puedo decir?—me encogí de hombros.


El día había comenzado con lluvia, el sol brillaba increíblemente intenso en el cielo azul y despejado. Era un clima extraño pero me hacía sentir cómoda, esperaba con paciencia a las afuera del edificio justo frente a los rieles del tren. No importaba si me mojaba con la lluvia, quería respirar por unos minutos y quería...estar sola. Abrí mis ojos sintiendo una presencia a mi lado, al girar la cabeza lo encontré de pie junto a mí. Las gotas caían por su rostro y sus brazos, era extraño que no llevara la chaqueta de siempre.

—La primera vez te encontré caminando sobre el borde de una azotea, la segunda vez estabas maldiciendo a unos cuchillos que no tienen la culpa de nada y ahora estás aquí sola disfrutando la lluvia—sonreí de lado pero se mantuvo serio sin verme—Eres algo extraña, Aurora.

—Creí que ya lo sabías—su nariz seguía con el moretón.

—También creí lo mismo pero parece que nunca dejas de sorprenderme—levanté mis cejas sorprendida de que lo dijera. Abrí la boca para señalarle sus palabras pero me envió una mirada fulminante—No hagas que me arrepienta.

El tren se estaba acercando, ambos esperamos un largo rato hasta que un poco más allá de la mitad, Eric comenzó a correr logrando subirse en poco tiempo. Intenté repetir la imagen en mi mente, se había visto increíblemente bien. Sonreí divertida por mis pensamientos. Entonces caí en la cuenta de que iba a quedarme atrás cuando el último vagón pasó frente a mí.

Mis piernas corrían lo más rápido que podían, el tren se estaba alejando cada vez más. Eric miraba como me esforzaba por alcanzarlo sin tener intención de ayudarme. Había sido muy extraña su "amabilidad" en hablarme. Con el corazón latiendo rápido recordé la primera vez que tuve que subirme al tren de Osadía.

— ¿Estás segura de esto?—insistió mi padre estando de pie junto a mí.

—Todos los niños se suben sin problema, tengo seis años, puedo hacerlo sola.

— ¡Así se habla!—sonrió emocionada mi hermana—De todas maneras mantente cerca de papá por si necesitas un impulso, ¿De acuerdo?

Recogí mi cabello en un moño torpe. El cosquilleo en mi estómago comenzó cuando el tren se dejó ver viniendo hacia nosotros. Los demás niños osados acostumbraban a subir y bajar sin problema, de hecho, era lo que todo niño en Osadía aprendía a hacer primero. Muchos decían que era por lo sencillo mientras que otros simplemente les gustaba sentirse lo que eran, osados.

— ¡Ahora!

Con el aviso de mi padre comencé a correr detrás de Nadia. Mi hermana alcanzó a subirse de un solo salto, era más ágil debido a que estaba acostumbrada. Miré los mechones de su cabello revolverse con el viento, mis piernas eran más cortas que las de ella, no podía alcanzarla tan fácilmente.

— ¡Vamos, Aurora!—animó extendiendo su mano. Papá intentó ayudarme pero le recordé que podía hacerlo. Tardé unos minutos pero logré subirme sin necesidad de aceptar la ayuda de mi hermana.

— ¡Vamos, Aurora!—la voz de Eric me regresó a la realidad. El cansancio estaba llegando a mis piernas y mis pulmones no aguantarían más. En ese momento pasó lo que menos podía pasar viniendo de él. Acepté su mano dejando que me impulsara al vagón. Mi corazón golpeó con fuerza mi pecho y mis piernas estaban agotadas por los minutos de haber corrido tan rápido.

Apoyé mi espalda justo al lado de la puerta dejándome caer hasta el suelo. La brisa que entraba provocaba que mi piel se erizara por completo, era una brisa helada. Eric tomó asiento frente a mí mientras los edificios pasaban a gran velocidad. En cuanto conseguí respirar de nuevo me atreví a romper el silencio.

— ¿Cómo fue tu primera vez?—ante su rostro supe que no me había entendido—Ya sabes, aquí en el tren.

Miró hacia los edificios sin responder. Tenía que ir más despacio, ¿Por qué tuve que ser tan impulsiva? Miré el brazalete en mi muñeca acariciándolo, los rayos del sol lo alcanzaron provocando que brillara un poco.

—Fue cuestión de segundos—alcé el rostro observando a Eric. ¿Enserio me había respondido?

— ¿Siendo un erudito?

—Así es—sus ojos se volvieron más claros. De un azul hermoso, incluso más hermoso que el cielo despejado de Chicago.

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Estoy segura de que debo tener algunos errores en este capítulo. Si es así espero que me corrijan, recuerden que soy nueva en esto de Divergente y estoy guiándome más de la película que del libro. ¡SÍ! Sé que la canción es de Shadowhunters pero gracias a ella me inspiré un poco en el capítulo y la letra me hace pensar mucho en Eric y Aurora.

En fin, espero que les haya gustado.

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