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Capítulo 48

Capítulo 48

Tardé unos minutos en digerir lo que estaba diciendo. Una chispa de esperanza se encendió en mi corazón, éste latía con emoción y fuerza, tragué con dificultad abriendo la boca varias veces sin conseguir palabra alguna. Entonces... ¿Aurora había escogido Cordialidad? Una parte de mí sentía alivio de saber que mi hermana estaría con ella, eso me hacía sentir seguro. Max estaría lejos de ella, sonreí de lado sin evitarlo. Jamás la imaginé como alguien cordial, ¿Qué le hizo cambiar de parecer? Recordé las veces que solía decir que no era capaz de dejar a su familia, no era capaz de abandonar Osadía, era su hogar aunque ya no lo parecía.

Iliza se levantó en silencio, tomó mi mano obligándome a colocarme de pie, había algo en su mirada que no supe descifrar. Sabía que algo me ocurría.

— ¿Hace cuánto la conoces?

— ¿Qué?—aclaré mi garganta. El nudo en ella no ayudaba de mucho.

—No me mientas, algo te pasa, sólo mírate, tu mano está fría y tus ojos luchan con las lágrimas—parpadeé varias veces sonriendo con burla. Pasé mi mano libre por el cabello intentando recobrar la compostura, no me había fijado en ella—Eric, ¿Quién es ella?

—No tiene importancia.

—Soy tu hermana, cuéntame—me obligó a mirarla.

Respiré profundo intentando estar lo más serio posible. Esto de las emociones no era lo mío.

—Tuve un sueño muy real—comencé a contar. Tomé asiento en el brazo del sofá, me crucé de brazos para mantener mis manos quietas. Iliza tomó asiento de nuevo escuchando con atención—Algunas cosas han sido reales. De hecho, la mayoría.

Estuve unos minutos contándole todo, asentía mientras me escuchaba, en ningún momento me interrumpió. Cuando terminé de hablar hubo otro rato más de silencio. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

— ¿Quieres que te lleve a ella?

—Sí—estaba tan ansioso por verla que no dudé— ¿Realmente crees lo que te conté? ¿Crees que sea posible?

—Los sueños son producto de nuestra imaginación—se encogió de hombros—No tengo una explicación a eso—tomó mi mano llevándome a las escaleras, los caballos nos veían con algo de interés. Me parecían animales hermosos e intimidantes—No te preocupes, yo cuidaré de ella.

—No la dejes sola ni un minuto—me detuve y ella hizo lo mismo—Aurora es fuerte, valiente, arriesgada, testaruda, un poco obstinante pero en algunos momentos sólo necesita que alguien la abrace y le recuerde que no está sola.

— ¿La quieres mucho para ser sólo un sueño, cierto?—bajé la cabeza algo avergonzado—No tiene nada de malo, Eric.

—Será mejor ir con ella.

Iliza asintió retomando el camino. Bajo las miradas de algunos que estaban cerca la seguí, el viento soplaba algo fuerte, los árboles se movían sacudiendo sus hojas, el olor a tierra relajó la tensión en mis hombros. Respiré profundo consiguiendo calmar mi mente, habían muchos niños que reían, los adultos eran atentos a cualquier necesidad del otro y parecían niños riendo por todo, jugaban o cantaban.

Poco a poco fuimos alejándonos de las risas y los juegos, se escuchaba el correr del agua, los árboles y arbustos abundaban, nos habíamos metido al bosque, frente a nosotros apareció un lago donde la corriente era suave, un grupo de chicas saltaba desde unas rocas junto a la cascada, reconocí a una de ellas. Su cabello era largo, en mi sueño lo tenía sobre los hombros, recordé el momento que le había dado el regalo de Aurora. Sheila se había quedado en su facción de origen, sonreí por eso, confiaba en la chica. Aurora tendría un apoyo más.

Las chicas al ver que Iliza estaba acompañada detuvieron las risas y los juegos. Habían cinco con Sheila. Sus ropas estaban mojadas al igual que sus cabellos. Ver a la amiga de Aurora sólo me hizo recordar el momento de su muerte, tal vez era mejor que se quedara aquí.

— ¿Sucedió algo, Iliza?—preguntó una de las muchachas. Estaba con la mitad de su cuerpo dentro del lago.

—Todo está bien, éste es mi hermano Eric—sonrió mirándome y luego a ellas—Vino a visitarme. ¿Dónde está Aurora?

Sheila iba a responder pero se vio interrumpida cuando desde la cascada un cuerpo saltó. Distinguí una melena oscura, el agua salpicó a las que estaban cerca, noté algunas gotas pequeñas que alcanzaron a tocar mi pantalón. Cuando salió a la superficie notó el silencio que se había hecho, en cuanto la chica se giró mirando a mi hermana y luego a mí sentí las ganas de salir corriendo hacia ella, quería abrazarla, besarla, tocarla y asegurarme de que estaba bien. Aurora estaba allí frente a mí, era ella.

Sus ojos oscuros brillaban como en mi sueño, sus labios habían abandonado ese labial rojo, ahora eran rosados, muy naturales, su cabello negro estaba mojado por el salto hacia el agua, en cuanto salió del lago contuve la respiración. Aquella melena salvaje caía de forma lisa por su espalda, noté algunas ondas que se formaban en las puntas, llevaba un vestido suelto que aumentaron mis ganas de abrazarla. Se veía hermosamente tierna, sus pies iban descalzos, por el agua aquel vestido se aferraba a su cuerpo. La Aurora que estaba frente a mí sólo tenía dieciséis años.

—Lo siento—se disculpó. Un sonrojo se asomó por sus mejillas.

Sonreí para mis adentros intentando no correr hacia ella. No quería asustarla.

—Y aquí estás—Iliza se acercó a Aurora sonriendo con dulzura—Él es mi hermano, Eric, le decía a las chicas que vino a visitarme.

—Oh—sus ojos me recorrieron entero en segundos. Extendió su mano sorprendiéndome un poco, había escuchado decir que las personas en Cordialidad acostumbraban a saludar con un abrazo—Soy Aurora.

—Lo sé—estreché su mano sintiéndola tan pequeña entre la mía, sentí el impulso de acariciarla—Iliza me ha hablado de ti.

— ¿Podrías hacerle compañía un momento?—interrumpió mi hermana. Noté algo de nerviosismo en la mirada de Aurora—Me llevaré a las chicas a la cocina y regreso en un momento—podía imaginar lo que pasaba por su mente. Quería negarse, quería decir que no pero ser cordial no se lo permitía. Sonrió con un poco de esfuerzo asintiendo, las demás se fueron dejándonos solos.


Mirar a la Aurora cordial era extraño pero interesante. En mis sueños ella no usaba vestidos de colores alegres, en mis sueños el negro y el rojo reinaba en su ropa, esos dos colores la identificaban, me había acostumbrado a verlo en ella todo el tiempo. Tener esta versión dulce y despreocupada de ella era algo completamente nuevo pero me gustaba. La Aurora osada había quedado atrás, ésta era una nueva que debía conocer.

Por un momento deseé estar en Cordialidad sólo para estar todos los días a su lado.

— ¿Extrañas tu facción?—pregunté mientras veía como alimentaba a los caballos. Hace unos minutos que habíamos regresado al establo, la chica se había acordado del almuerzo de los animales. Su cabello oscuro iba recogido en una coleta alta, un pañuelo lo sostenía en esa posición, su vestido naranja se había secado un poco, llegaba hasta un poco más abajo de sus rodillas, las botas que llevaba estaban un poco desgastadas.

—Un poco—se encogió de hombros.

— ¿Por qué decidiste este lugar?

—Porque me gusta—sonrió un poco terminando con su trabajo. Me crucé de brazos mirándola, no creí que le gustara todo eso—Me gustan los animales, me gusta la naturaleza, me gusta estar rodeada de gente cariñosa y amistosa.

"Sí, esta es una nueva Aurora"

— ¿Tus padres lo sabían?

— ¿Acaso irás a contarles?—quiso saber—Sé que eres uno de los líderes de Osadía—fue mi turno de sorprenderme—Antes de la ceremonia pude verte en algunos momentos, fuiste muy bueno en tu iniciación, recuerdo que todos hablaban sobre ti y Tobías.

"De acuerdo, ella sabía sobre mí, no es malo pero debo saber que mentiras escuchó sobre mí"

—Supongo que no escuchabas nada bueno.

Rió con algo de nerviosismo negando con la cabeza.

—Conozco a tus padres, hace poco comencé a trabajar con tu madre en la sala de control y con tu padre suelo hablar sobre algunos tipos de entrenamiento para los iniciados—el sonrojo se hizo más intenso en sus mejillas—Tu hermana trabaja en la sala de tatuajes, cuando llegué a la facción ella hizo su trabajo conmigo.

—Me gustan—se acercó mirando con curiosidad— ¿Puedo...?

—Claro.

Acercó sus manos tocando la piel tatuada, aquel gesto me hizo cerrar los ojos, sus manos en mi cuello me hicieron recordar las veces que la besaba y ella tenía por costumbre hacer eso. Sonreí un poco sin evitarlo, Aurora llevó sus manos a mis brazos, volví a mirarla teniéndola más cerca. No parecía haber nada en ella que indicara algo de su vida como osada. Era como ya sabía, en donde fuera podía encajar.

—Nadia siempre ha sido buena en esto—señaló admirando el tatuaje aún—Tori le enseñó muy bien.

— ¿Qué escuchaste sobre mí?—susurré. Hice un esfuerzo por hablar claramente. Ahora el que estaba nervioso era yo.

Aurora me regaló una de sus sonrisas pícaras, sus ojos se fijaron en los míos, llevó sus manos hacia su espalda encogiéndose de hombros.

— ¿Preocupado por lo que se pueda decir del nuevo líder?

—Yo sólo...

—Eres muy curioso—entrecerró sus ojos adoptando una actitud divertida y casi infantil que la hacían ver más dulce. No había ningún defecto en ella porque todo era perfecto—No eres tan serio como creía, eres bueno, Eric.

Regresé a los recuerdos del sueño. ¿Qué fue lo primero que me había dicho cuando intentaba alejarla de mí?

"No eres un monstruo, Eric, no eres frío, no eres esto que intentas ser"

Le sostuve la mirada más tiempo.

— ¿Cómo estás segura de eso?

—Basta con mirar a esa persona a los ojos—explicó—También se debe a que jamás creí lo que decían de ti.

— ¿Por qué?—quería callarme y no preguntar más pero ella seguía provocándome.

Aurora mordió su labio intentando no reír. Volvió a estar un poco más seria antes de responder.

—Todos tienen una historia, una razón para ser como son—ahí estaba ese lado típico de ella— ¿Otra pregunta, señor?

—Cuéntame sobre ti.

Estuve parte de la tarde escuchando todo lo que tenía que decir. Aurora extrañaba Osadía, extrañaba a su familia y había considerado en permanecer allí pero terminó convenciéndose de que debía hacer lo que su corazón dijera. Cordialidad la había recibido con los brazos abiertos, se había adaptado a un gran paso, muchos la querían, me contó sobre lo nerviosa que estuvo en la Ceremonia de Elección, también en la Prueba de Aptitud, decía lo que sus padres creían que escogería. Había dicho que en un principio sintió miedo de no encajar y terminar con los Sin Facción.

El tiempo paso volando escuchándola decir sus gustos y sus miedos. Me contó sobre algunos momentos de su infancia, su padre era cómplice en todo lo que hacía, su hermana en un tiempo fue casi cómplice pero al crecer fue abandonando todo eso.

— ¿Qué me dices de los chicos de aquí? ¿Son iguales a los de Osadía?—rompí el silencio que se había hecho. Nos habíamos sentado en el suelo uno junto al otro, en ese instante recordé la escena en el tren. Nos encontrábamos en la misma posición.

Su cabello oscuro se movía con el viento que entraba, su ropa se había secado poco a poco, parecía muy concentrada en sus pensamientos, sus labios se apretaban de vez en cuando, sus ojos se movían mirando cada rincón de la ciudad. No quería admitirlo pero se veía atractiva de esa forma.

— ¿En qué piensas?—no soporté el silencio—Es extraño verte tan callada.

—No lo niego.

— ¿Estás pensando en Darío?—jamás me lo diría si fuera cierto.

—Era en lo que menos pensaba—regresó su atención a los edificios—Sólo me preguntaba lo que se sentiría estar en otra facción—me crucé de brazos. De nuevo se perdía en sus pensamientos—Sí, sé que no debo pensar así, estoy traicionando a Osadía...

—Son amables.

— ¿Sólo eso?—levanté una ceja.

— ¿Quieres saber si tengo una relación con alguien?—se cruzó de brazos— ¿Vas a proponerme algo acaso?

—Tus amigas se asustarían si eso pasara—ella rió causando una sonrisa en mí. Esto era real, lo que sentía en mi pecho era real, Aurora era real esta vez—No soy bueno con las relaciones.

— ¿Alguna vez tuviste novia?

—No.

—Mientes.

—No, es cierto. No ha llegado la correcta—me encogí de hombros.

— ¿Te gustaría tener una familia en un futuro?

Recordé cuando recibí la noticia de que sería padre. Estaba asustado, no lo negaba.

—Aurora, debo llevarte a enfermería.

—No quiero ir. ¿No lo entiendes? ¿Qué crees que dirá Max cuando lo sepa?—entendía su preocupación pero necesitaba saberlo con seguridad.

— ¡No me importa él!—tomé sus brazos para hacerle entender—No me importa lo que dirán los demás porque me importas tú—fui honesto y sincero. Sus ojos contuvieron las lágrimas, la emoción fue invadiéndome, tendría un hijo con la mujer que amaba. Todo cambiaría en nuestras vidas cuando naciera—Si es cierto que estás embarazada quiero saberlo. Si hay algo creciendo dentro de ti merezco saberlo porque también es mío.

— ¿No estás molesto conmigo?—su voz se quebró. No me gustaba verla así y no entendía porque pensaba eso.

— ¿Por qué estaría molesto? ¿Creíste que te culparía de esto?—aparté las lágrimas de sus mejillas estrechándola entre mis brazos—Te amo, Aurora—susurré después de besar su frente.

— ¿Te ves como madre en un futuro?—contesté con otra pregunta. Aurora lo pensó unos minutos haciendo una mueca graciosa.

—No estoy lista ahora. Los niños no son de mi agrado, los bebés lloran mucho y sería una pésima madre.

—Coincidimos en eso.

—Dame cinco—levantó su mano esperando chocarla con la mía. Negué con la cabeza aceptando, nuestros dedos se entrelazaron y mi corazón volvió a acelerarse. El sol comenzaba a caer, en unos minutos tendría que irme— ¿Volverás a venir?

— ¿Quieres que venga?

—Por supuesto, debo hacerles creer a las chicas que somos pareja—bromeó. Rodeé los ojos y ella rió—Debes ser mi cómplice en esto.

—Soy el líder de una facción, estaré ocupado en ocasiones.

—Entonces iré a buscarte y le haremos creer a todos que tenemos algo—la miré con terror. Sabía que era capaz de eso, Aurora volvió a reír levantándose y ayudándome luego—No te preocupes, sólo bromeo. ¿Puedo pedirte algo?

—Lo que quieras.

—Cuida a mi familia, ¿Sí?—sonrió dulcemente—Si necesitan algo intenta ayudarlos, sé que tienes problemas más importantes pero me gustaría hacerles saber que estoy bien y que sigo preocupándome por ellos. Al menos hasta que termine mi iniciación...

— ¿Estás usándome por este tiempo?—fingí estar herido por eso.

—Algo así—bromeó—No, mentira. Hablo enserio, sólo intenta mantenerlos cerca por mí. ¿Sí?

—Lo prometo. Ahora quiero pedirte algo a ti—eso la tomó por sorpresa— ¿Puedo abrazarte?

Creí que me tomaría por loco y raro pero Aurora tuvo la típica reacción que esperaba. Sin responder abrió sus brazos rodeándome. La estreché entre los míos sonriendo con esa tranquilidad que sólo ella me daba, cerré mis ojos apretándola más, apoyé mi cabeza sobre la suya sintiéndome completo. Mi corazón latía con energía y podía sentir el de Aurora igual. No quería soltarla.

Esta podía considerarse la primera vez que nos abrazamos, la primera vez que hablamos, la primera vez que reímos, sonreímos y también la primera vez que escuchamos al otro. Esta era la primera vez que admitía en la realidad sentir algo por Aurora.

Ella merecía estar aquí, ella estaría bien aquí, no por la protección de mi hermana, sino porque cuando se trataba de Aurora todo iba bien.

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Bueno chicas y chicos, el próximo será el final n.n Me entristece un poco que termine ya que me encariñé con la historia y los personajes pero también me enorgullece saber que hice un buen trabajo. Sus comentarios me ayudaron mucho a saber si estaba haciéndolo bien o mal.

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