Capítulo 47
Capítulo 47
Iliza había escogido Cordialidad, al igual que en mi sueño. Durante la ceremonia, mi padre guardó silencio, su rostro era serio, estaba molesto con nuestra decisión pero para nuestra suerte y para su desgracia, el hombre no podía hacer nada. Por primera vez no podía tener el control en sus manos, había pasado al frente antes que mi hermana, pude escoger cualquier otra facción, Abnegación, Verdad o Cordialidad pero tuve que ser honesto conmigo mismo. Escoger algo que no era lo mío sería insoportable, antes de que mi gota de sangre cayera sobre las brasas de Osadía pensé en Aurora. Una pequeña sonrisa apareció en mis labios, si llegaba allí debía encontrarla. Necesitaba saber si ella era real.
Ya había cambiado un primer suceso que era la muerte de mi padre. Era mejor torturarlo con la soledad.
Desde ese momento no supe más sobre mi hermana, antes de subir al tren me había quitado el saco azul que señalaba mi antigua vida. No, desde ahora todo eso quedaba atrás. Podía ver los rostros nerviosos y asustados de los trasladados, sabía lo que venía, sabía lo que debía esperar. Cuando estuve en la habitación donde todos se quedarían, muchos estaban agotados por las emociones en un día. Hasta ese momento no había recordado el cofre que traje de mi madre. Levanté el colchón de la cama ocultándolo debajo de éste.
El entrenamiento fue más intenso cada día pero cada fase fui superándola. Tobías Eaton era demasiado bueno para mi gusto, la envidia fue creciendo en mí haciendo que le odiara, sobretodo cuando demostró ser excelente en el área de los computadores. Los líderes tenían su atención fija en él pero también podía escuchar rumores sobre mí, eso me agradaba. Volví a pensar en Aurora el día que decidí hacerme un tatuaje, fue irónico que en mi elección sólo me decidí por los dos que había visto en mis sueños. ¿Y si no fue un sueño? ¿Y si quizás vi parte de mi futuro si escojo mal? Bufé negando con la cabeza, eso era ridículo.
La mayoría estaban ocupados, en la sala había muchos tatuadores y muchos iniciados ansiosos por dibujarse la piel. Imaginé a mi hermana acompañándome si hubiera venido conmigo, Iliza se hubiera estremecido, creo que quizás se hubiera mareado no sin antes decirme que estaba loco. La flor con los pétalos abiertos vino a mi mente, era perfecto para la chica de mi sueño.
— ¿Decidiste esos?—una voz femenina me sacó de mis pensamientos. Al verla supe quien era al instante, sentí algo de alivio pero también un poco de tristeza. En sus brazos había tantos tatuajes juntos que no se distinguía ni un poco de piel, su cabello caía largo hasta su espalda de la misma forma despeinada que usaba su hermana. Levantó una de sus cejas oscuras por mi silencio—Tienes tiempo de arrepentirte, iniciado.
Había algunas cosas que en mi sueño jamás sucedieron. Esta era una de esas, al menos no lo recuerdo.
—Sí—aclaré mi garganta. Sonrió con diversión tomando los diseños, colocó su mano en mi espalda obligándome a avanzar. Me acomodé en la silla sin poder apartar la vista de la chica. Ni siquiera sentí dolor cuando inició con su trabajo. Una punzada comenzó a tocar constantemente mi estómago, intenté calmarle, no sabía si era preocupación o emoción.
—Necesito que te relajes, estás muy tenso—siguió con su atención en mi cuello. Respiré profundo cerrando los ojos—No creí que te asustará algo de tinta.
"No es eso lo que me asusta, tener a una persona que supuestamente murió y que no es real es lo que me asusta"
Antes de irme necesitaba preguntarle algunas cosas. Los tatuajes estaban recién hechos, podía sentir la piel adormecida, la miré organizar lo que había usado durante su trabajo.
—Eres muy joven para trabajar aquí—levantó de nuevo una de sus cejas mirándome.
— ¿Enserio?
— ¿Tienes mucho tiempo haciendo esto?—seguí con las preguntas.
—Algo así—ladeó su cabeza cruzándose de brazos. Ante mi silencio sonrió de lado—Tranquilo, no es mi primera vez haciendo tatuajes.
— ¿Alguien más de tu familia hace esto?
— ¿Eres de Erudición, cierto?—antes de responder siguió hablando—Sólo ellos son tan curiosos, no tienes aspecto de venir de allí, menos ahora—señaló su trabajo— ¿Cómo te llamas?
—Eric.
—Bueno, Eric, si yo fuera tú me preocuparía más por mi iniciación.
Un chico llamó la atención de Nadia y ella fue a atenderle. Al salir de la sala de tatuajes me tomé mi tiempo de llegar a mi habitación, decidí irme por los pasillos que había estado cuando intenté sacar a Aurora de allí, había cierto temor en mí. ¿Cómo podía hacer que tuviera una elección diferente? La próxima Ceremonia de Elección sería la de ella, no podía quedarse aquí, Osadía era peligrosa para ella y lo era mucho más siendo divergente.
En la sala de entrenamiento todos escuchaban las instrucciones de los instructores, la clase se vio interrumpida por un hombre que necesitaba hablar con ellos. Era el padre de Aurora, era primera vez que lo veía allí, intenté no mirarlo mucho pero era casi difícil no hacerlo. Podía buscar a su hija, podía dedicarme a buscar en cada rincón de la facción pero quería que apareciera por si sola. Quería que llegara a mí por cosas del destino.
Mi ascenso había llegado más rápido de lo que esperaba, Cuatro había rechazado la oferta y aunque me sentí como una segunda opción no dudé en aceptar el trabajo de líder. Allí conocí a Max, me fue imposible no odiarlo, sentía las ganas de dispararle cada vez que lo tenía cerca, gracias a él aprendí a ser frío la mayor parte del tiempo, se volvió una costumbre de nuevo. En la sala de control conocí a Deborah, la madre de Aurora, últimamente me encontraba con su padre, su hermana o hasta su madre por el trabajo, pero ella no aparecía. Comenzaba a desesperarme hasta que llegó el día.
Recibí a los iniciados en la azotea, todos o mejor dicho, la mayoría había saltado del tren. De inmediato busqué entre los rostros a ese par de ojos oscuros brillantes. La interrupción que esperaba durante mi explicación y presentación no ocurrió, los chicos fueron saltando hacia la red y Aurora no estuvo entre ellos. Si ella no estaba allí significaba que había escogido otra facción.
¿Dónde podía estar? En el comedor insistí buscándola, por muchos días estuve así. Creí que estaría tranquilo pero no pude estarlo, necesitaba saber donde estaba, podía preguntarle a su hermana o a sus padres. Me reproché por no haberla buscado, tal vez el destino quería mantenerla lejos de mí. ¡No! Necesitaba saber en qué facción se encontraba, la ansiedad creció en mí, una tarde cuando los iniciados descansaban del entrenamiento decidí visitar a mi hermana.
Sólo Iliza podría hacer que mi mente se distrajera un poco, además, extrañaba a mi hermana. Verla me haría bien. Dejar atrás a los idiotas iniciados me haría bien, para mi suerte, Darío no estaba entre los transferidos, Sheila tampoco. ¿Habrán cambiado de parecer a la hora de elegir?
La amabilidad de Cordialidad se respiraba cada vez más con cada paso que daba, era el perfecto ambiente para Iliza pero no para mí. Estaba acostumbrado a la rudeza y la frialdad que me sentía extraño en ese lugar. Muchos me miraron en cuanto aparecí, Joanna, la líder de la facción, no tardó en recibirme. Esperé unos minutos en su "oficina" justo en los establos, mirando por la pequeña ventana encontré a un grupo de niños corriendo y jugando, unas manos cubrieron mis ojos cegando mi vista.
—Me pregunto quién será.
—Yo también me lo pregunto—escuché su risita. Aparté sus manos girándome, frente a mí había una chica que seguía con esa mirada dulce que tanto me recordaba a mamá pero toda su vestimenta había cambiado, Iliza llevaba ropa suelta y cómoda, en su cabeza había un pañuelo rojo. La abracé con fuerza levantándola del suelo dándole vueltas en el aire. En cuanto sus pies tocaron el suelo se fijó en los tatuajes—Dios, Eric, ¿Qué hiciste?
— ¿Te has visto acaso?—la señalé—Casi no te reconozco.
—Bueno, no he cambiado tanto como tú—sonrió—Te extraño.
—Yo también—volví a abrazarla— ¿Qué tal este lugar? ¿Te sientes bien?
—Me siento en casa, hace mucho que no me pasaba esto—se separó para mirarme. Tomó mi mano llevándome a un sofá desgastado—Muchas personas aquí conocen a mamá.
— ¿Qué?
—Lo sé, también me sorprendí—no borró la sonrisa. En su mirada apareció un brillo de tristeza—Todos la querían.
Mi madre había nacido en Cordialidad y había escogido Erudición. ¿Por qué? Sí, cierto, la divergencia corría por sus venas. No importaba lo que escogiera, terminaría encajando allí. Esa dulzura que derramaba en todo momento venía de este lugar, habíamos escogido el hogar de nuestros padres sin darnos cuenta. Fruncí el ceño decepcionado de mi elección, era muy tarde para arrepentirse.
—Estaría orgullosa de ti.
—De ambos—tomó mis manos.
—Estoy en el mismo lugar que papá estuvo—suspiré—Le prometí que no sería como él.
—Eric—miré sus ojos azules—No eres como él, eres mucho mejor.
—Eres mi hermana, debes decirlo—bromeé. Golpeó mi brazo amistosamente entre risas—Tengo algo que contarte, hace poco me ascendieron—me apresuré a continuar antes de que chillara de emoción—Soy el nuevo líder de Osadía. Al menos uno de ellos.
— ¡Felicitaciones!—sonrió mostrando todos sus dientes—Me alegra mucho por ti. ¿Es difícil serlo? ¿Qué tal los nuevos iniciados?
—Bien—mentí. Los odiaba a todos— ¿Y aquí?
—Todo es...normal—sonreí por su expresión—Es cierto, es mi primera vez a cargo de las cosechas, estoy trabajando con los transferidos en las granjas, es agotador pero divertido.
—Sí, claro, llenarse de tierra y reír del cansancio es divertido.
—No te burles de mí—volvió a golpearme—No soy yo la amargada.
—No soy amargado—me miró con incredulidad.
— ¡Oye! Entre los iniciados hay una chica que me recordó a ti—fruncí el ceño. Eso era extraño—No he olvidado el nombre que dijiste el día de la ceremonia—seguí sin entender— ¿Recuerdas ese sueño extraño?
— ¿Te burlarás de mí ahora?
—No, lo haré luego pero esta chica se llama Aurora—borré la sonrisa. Mi corazón se aceleró—Y viene de Osadía.
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Próximo capítulo: PENÚLTIMO.
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