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Capítulo 44

Capítulo 44

Desperté de golpe sintiendo el corazón latir rápidamente y con fuerza. Eric tuvo que calmarme recostándome de nuevo, al controlar mi respiración fruncí el ceño. ¿Qué hacía allí de pie? ¿No había entrado conmigo a la simulación?

— ¿Qué...?

—Desperté antes, hubo un error y lo arreglé a tiempo—explicó soltándome al saber que estaba calmada.

— ¿Despertaste antes?—alguien tocó la puerta. Eric se dirigió a ella abriéndola, me levanté de inmediato al identificar a Max con dos soldados— ¿Qué está pasando?

—Ya te lo dije, arreglé el error.

—Será mejor que vengas con nosotros, Aurora—la voz de Max era muy real. ¿Seguía en la simulación o había despertado y esto realmente estaba pasando? La habitación era exactamente la misma, cuatro paredes, vacía, con el computador y la silla esperando al siguiente. No supe en qué momento los dos soldados habían tomado mis brazos.

— ¿Cómo pudiste delatarme, Eric?—el chico me miró como si no valiera nada. Había un brillo de gozo en sus ojos, sonrió de lado con esa arrogancia de hace tres años.

—Facción antes que sangre.

—Jamás dices eso, estás mintiendo—intenté soltarme pero las manos se aferraron con más fuerza— ¿Dónde dejas a tu hijo?

—Debiste pensarlo mejor antes de confiar en mí—señaló—Soy el líder de la facción, debo hacer lo que es correcto, asesinaste a tu mejor amiga, ¿Ahora tienes miedo de morir como ella?

— ¡Ustedes me obligaron a hacerlo!—Max se mantenía firme. Quise golpearlo— ¡Tú me obligaste a hacerlo!

—Y pudiste no hacerlo—regresé la atención a Eric—Pudiste tomar la segunda opción, querida. ¿Por qué no lo hiciste?

Esto tenía que ser una broma. Una cruel broma. ¿Estaba hablando enserio? Miré alrededor como si consiguiera una respuesta, quise apartar las lágrimas que me nublaban la vista pero sólo negué con la cabeza sin lograrlo. Me traicionó, confié en él y de nuevo caí como tonta. Eric Coulter nunca dejará de lado su trabajo, nunca dejará de lado lo que realmente era.

Ahora lo admitía, tenía miedo pero no sabía de qué exactamente.

—No quise dispararle.

—Responderé por ti: No lo hiciste porque eres peligrosa, eres una asesina, eres divergente y eres un riesgo para todos. Incluso para ese bebé—miré al suelo negándome a escucharlo. Cerré con fuerza mis ojos y una imagen vino a mi mente.

—No todos pueden encajar como tú. Eso te hace peligrosa.

—Lo hubieran notado durante mi entrenamiento.

—Si el nuevo programa de Jeanine hubiera existido hace tres años lo hubiera hecho—admitió—Te hubiera descubierto.

—Y me hubieras entregado.

Al instante respondió sin vacilar.

—No, no lo hubiera hecho.

Las lágrimas, el dolor, la preocupación y el miedo desaparecieron cuando lo comprendí. Otro de mis miedos había sido ese: Eric entregándome a los líderes para deshacerse de mí. Ser traicionada por la persona que amaba, abrí los ojos sonriendo de lado.

—Esto no es real—susurré. Mi corazón fue calmándose en cuanto lo admití—Sí—hablé un poco más alto—Soy divergente, soy peligrosa y ustedes me temen—los miré—Soy más fuerte que ustedes, eso es lo que odian—sonreí de alivio. De alguna manera sentí un peso menos sobre mis hombros.

Soy divergente, no debo tener miedo porque yo soy el miedo de ellos.


Desperté en la habitación con los brazos de Eric rodeándome, me apretaban más de lo normal, tardé en ver que impedía que pudiera alterarme. Me rendí colocando mis manos sobre sus muñecas, respiré profundo agradeciendo estar en casa de nuevo. El verdadero Eric jamás me entregaría.

— ¿Estás bien?—su voz ronca me causó una agradable seguridad. Asentí incorporándome, me deshice de los electrodos pasando mis manos por el cabello, recosté mi espalda de la pared recogiendo mi cabello en un moño. Apoyé mis manos en mis rodillas sonriendo de lado— ¿Segura que estás bien?

— ¿Dónde estuviste?—quise saber—Sólo te vi una vez—lo miré— ¿Estuviste mirando?

—No querías entrar sola, estuve contigo pero estabas más enfocada en el miedo que no me notaste—cerró todo en el computador. Tomó asiento en la silla mirándome con algo de seriedad— ¿Cómo supiste que no era real?

—Recordé lo que dijiste—el chico levantó una de sus cejas junto a los piercing que esta tenía—El Eric de hace tres años no me hubiera entregado.

—Dijiste no creerme.

—No lo hice, ahora sí—Eric frunció el ceño sin entender—Había imaginado lo que sería enfrentarme a eso. El suero lo encontró en mis miedos y pasó esto.

— ¿Entonces...no es tu miedo realmente?

— ¿Has pensado como será cuando nazca?—contesté con otra pregunta—El bebé.

Eric tardó en responder esta vez. Sus ojos bajaron a mi vientre, noté algo de incomodidad de su parte. Me acerqué a él acercando la silla del computador sólo un poco. ¿Y si no era niño? ¿Qué pasaba si era una niña? Sonreí para mis adentros, Eric sería demasiado celoso con los chicos, sería más protector que mi padre y la niña quizás tendría problemas con ese tema de novios.

—Lo imagino más como su madre—respondió—Y espero que sea como ella también.

—No digas eso.

— ¿Quieres que sea como el resto?—sonrió de lado— ¿Quieres que viva bajo las mismas ideas de los demás? Te aseguro que en cuanto nazca lo sabrá todo—tomó mi mano—Mi madre decía que los niños antes de nacer ya lo sabían todo. No debes temer que sepa lo que hicimos, no somos asesinos, Aurora. Hacemos lo que hacemos para sobrevivir. Todos intentan sobrevivir y sólo los que lo logran son fuertes.

—Tal vez tengas algo de divergente en tu sangre—suspiró rodeando los ojos. No le había gustado eso— ¿Por qué los odias?

—No lo hago.

—No dudaste en dispararle a esa muchacha—le recordé—Te gusta tu trabajo, jamás te he escuchado quejarte o decir lo contrario—fijó sus ojos en mí— ¿No recuerdas a tu madre? ¿No piensas en ella cuando debes dispararle a un inocente?

—Pienso en ella cada día—asintió—Sé que no estaría contenta con lo que hago, no debes repetírmelo.

—Y aún así no haces nada para cambiarlo—alejé mi mano. Antes de que pudiera decir algo me adelanté—Es tu trabajo, lo sé—me levanté—Tampoco debes repetírmelo.


La sala de entrenamientos estaba casi vacía, era extraño y deprimente. Estaba siendo masoquista viniendo aquí, los recuerdos con Sheila se repetían una y otra vez, era extraño no tenerla allí practicando o riendo con los demás. Sonreí un poco pensando en la simulación, había sido tan real ese abrazo que por un instante creí que lo era. Mi hermana también estaba allí.

Dos personas cercanas a mí llegaron tan lejos para terminar así. Sheila tenía talento en la tecnología y en la defensa, su resultado tuvo que ser Cordialidad, Osadía y Erudición. Le mintieron como a mí o quizás ella si lo sabía pero prefirió no decirlo. Negué con la cabeza dudando de esa posibilidad, Nadia pudo tener todas las facciones pero prefirió quedarse en casa. Mi propia hermana se subestimaba así misma, siempre me pareció alguien seguro de sí mismo.

— ¿Estás bien?—di un respingo girándome—Lo siento, no quería asustarte.

—Estoy bien—fingí mi mejor sonrisa. Se acercó mirando hacia donde veía, recordé su actitud de robot esa noche.

— ¿Cómo te...encuentras? Ya sabes...

—Mi hermana y mi mejor amiga murieron por una mentira—fui sarcástica— ¿Cómo debo sentirme?

Necesitaba controlar algunos impulsos. Mis emociones estaban a flor de piel, Darío no merecía nada de mí pero en ese momento no quería ser dura con él.

— ¿Crees que no lo eran?

—Ambas ocultaron la verdad incluso a las personas más cercanas—me encogí de hombros. Debo hacerle creer que pienso como ellos— ¿Creíste que lo sabría?—miré sus ojos grises.

—Nadie diría algo así.

— ¿Las defiendes?

—No, sí, bueno...algo así—el chico no sabía lo que decía. Él no estuvo consciente esa noche. Mi cabeza comenzaba a palpitar, el mareo llegó como una ola, tuve que sostenerme de Darío— ¿Estás bien?

—Creo que voy a vomitar—el nudo en mi garganta se hizo más tenso. Lo que había en mi estómago terminó en el suelo, Darío apartó el cabello de mi rostro estando preocupado, sentí su caricia en mi espalda. Podía ver que sus labios se movían pero no escuchaba nada, todo se volvió borroso, sus brazos me atraparon antes de que cayera sobre mi propio vómito.

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¡Hola! Me disculpo por no haber actualizado ayer pero estuve todo el día en la calle acompañando a mi padre. Logramos comprar el pasaje de avión y el 14 de mayo estaré saliendo de mi país, por esa razón, cada día subiré dos capítulos o quizás tres. ¡Saludos!

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