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Capítulo 41

Capítulo 41

Tres días habían pasado desde la muerte de Sheila. La mentira que habían dicho a los demás era que el rastreador había tenido una reacción distinta en los rebeldes, ante el peligro que eso implicaba los líderes y algunos soldados debieron hacerse cargo del problema. Muchos perdieron amigos, hermanos, padres e hijos. La tensión había crecido y aumentado con la tristeza que se respiraba, nadie recordaba en qué momento ocurrió el desastre, nadie recordó haber escuchado algo.

No quería hablar con nadie, no deseaba ver a mis padres, no deseaba ver a nadie. Esos tres días estuve encerrada en mi habitación, las noches eran horas eternas para mí, cuando la oscuridad venía, los recuerdos se encargaban de torturarme causándome más dolor. Comía algo no porque tuviera hambre, sólo procuraba hacerlo por el bebé. Mi cuaderno donde dibujaba seguía en la habitación de Eric, él era la principal persona que no deseaba ver.

La mayoría de mi ropa se encontraba en ese lugar, en algún momento tendré que ir a buscarla, quiera o no. Mi cuerpo solía descansar cuando mis ojos no aguantaban más, la muerte de Sheila se repetía una y otra vez pero Max no daba la orden, el que me obligaba a hacerlo era Eric. Cuando la bala impactaba en su frente, el cuerpo de la chica caía al suelo, Eric sonreía y susurraba en mi oído lo bien que lo había hecho.

Por primera vez estaba viéndolo por cómo era. ¿Cómo puedo perdonarlo después de lo que vi y después de lo que hice? Luego de nuestra última charla esa noche, comenzaba a pensar en las consecuencias, estuve al día siguiente alerta de cualquier sonido a la puerta. Temía que vinieran a buscarme, temía que Eric fuera a delatarme por sus..."impulsos" pero cuando la noche volvió a caer tuve que admitir su supuesta "preocupación" y "protección" por mí.

—Bébelo, te hará sentir mejor—Tori me extendió una taza con algo de té. El líquido era oscuro, olía exquisito pero a simple vista parecía agua sucia.

La sala de tatuajes estaba casi vacía, era extraño ver a tan poca gente pero también suponía que nadie estaba de ánimos para dibujarse la piel. Había decidido venir a verla porque me parecía que era la persona indicada en ese momento, miré hacia el espacio que correspondía a mi hermana. Nadia no estaba allí y jamás lo estará. Cuando llegué, Tori me abrazó con fuerza susurrándome que lo sentía, no hacía falta preguntarle la razón.

El sabor dulce del té se resbaló por mi garganta creándome una agradable sensación de calidez y comodidad. Las lágrimas insistieron en salir pero las contuve. Estaba cansada de llorar todo el tiempo, comenzaba a odiarlo, me hacía pensar que era débil, durante mis diecinueve años jamás sentí las ganas de llorar, mucho menos por cualquier tontería pero durante diecinueve años no había conocido la cruda realidad y no había conocido lo que significaba perder a alguien.

Escuché a la voz de mi cabeza culpar a Eric por todo lo malo que había experimentado.

— ¿Los has visto?—mi voz salió en un susurro. Tori tomó asiento frente a mí ordenando algunas cosas en la mesa, en su brazo había un tatuaje, éste tenía la forma de un río o al menos eso me parecía.

— ¿A quiénes?

—Mis padres.

—Sólo vi a tu padre una vez en la Fosa, de hecho, fue ayer—contestó. Sus ojos oscuros lucían cansados pero no tanto como los míos. Dejé la taza sobre la mesa mirando el líquido— ¿Quieres hablar conmigo?

Mi hermana y mi amiga. Nadia y Sheila. Dos vidas perdidas, aquellos que decían ser los líderes y los que se preocupaban por los suyos acabaron con ellas. Me sentía desprotegida en la facción, ¿Desde cuándo se asesinan mutuamente? ¿Acaso repetirán el procedimiento cuando los nuevos iniciados lleguen? Me encontré pensando en Eric de nuevo, no entendía su forma de proteger, realmente no lo entendía y me costaba hacerlo.

— ¿Alguna vez...dudaste de ella?—mantuve los ojos en el líquido oscuro de la taza.

—No—suspiró—Estoy tan sorprendida como tú.

Recordé lo que había dicho sobre el hermano de Tori. No era común que Nadia hablara sobre algo con tanta seriedad, la palabra divergente la había visto como algo normal, sí, muchos odian a los rebeldes pero... ¿Acaso yo era peligrosa? ¿Sólo por encajar en las cinco facciones? Me parecía estúpido.

— ¿Por qué...?—tuve que tomar otro sorbo de la taza— ¿Por qué se deshicieron de tu hermano?

— ¿Qué?

—Nadia me había contado lo que era—su rostro cambió. Era una mezcla de rabia y tristeza. Me incliné hacia adelante antes de preguntar— ¿Por qué somos peligrosos? ¿Por qué Jeanine nos busca tan desesperadamente?

Tori tomó mi mano derecha sobre la mesa. Podía confiar en ella, lo sabía. Abría y cerraba la boca varias veces, no sabía que decir, estaba en shock. Imaginé a mi madre teniendo la misma reacción que ella, necesitaba su punto de vista pero en estos momentos no deseaba escucharla ni verla. Por su culpa, Nadia estaba muerta, no me importa si Max la engañó o no, su deber era protegerla a ella, tal vez no a mí. Seguía creyendo en mi interior que podía cuidarme sola. Contuve las lágrimas por poco tiempo.

— ¿Cómo...?—volvió a interrumpirse. Miró alrededor y luego a mí—Dios mío, Aurora. ¿Cómo no lo notaron? ¿Qué hiciste?—ahora lucía molesta.

—No hice nada—aparté las lágrimas con mi mano libre. El sonido del disparo me hizo tragar con dificultad—Tuve que fingir ser lo que ellos querían y...—negué con la cabeza cerrando mis ojos—Sheila murió por mí—admitirlo era peor que pensarlo—Yo le disparé. Tuve que hacerlo o ellos acabarían conmigo.

— ¿Qué?

—Ellos dispararon a los que estaban despiertos—intenté recuperar la compostura. El nudo en la garganta seguía allí impidiéndome hablar con claridad. Los ojos oscuros de Tori contenían las lágrimas—Lo que dijeron fue una mentira. No existe ningún rastreador, usaron un suero que sirve como simulación y...en mí no tuvo efecto. Lo mismo pasó con Sheila y Nadia.

—Lo siento—se levantó abrazándome. Recosté mi cabeza en su hombro conteniendo los sollozos—Lo siento mucho.

—No he podido dormir, han pasado tres días y para mí es una eternidad—respiré profundo. Tori acarició mi espalda unos segundos antes de arrodillarse tomando mis manos.

—Necesitas descansar, ¿Recuerdas?

—Nadia fue la primera en saber sobre el embarazo—mordí mi labio—Estaba tan contenta por el hecho de ser tía y yo estaba segura de que sería increíble—Tori sonrió con tristeza. No había palabras exactas para decir en un momento así y ella lo sabía.

—No sé si deba preguntar esto pero...—acarició el dorso de mis manos— ¿Qué dice Eric?

El recuerdo del sueño hizo que el nudo se fuera y las ganas de llorar también. Sentía la humedad en mis mejillas pero en vez de sentirme peor, sólo sentí el deseo de lastimarlo, en pocas palabras: Comencé a odiarlo. Recordé nuestra última discusión encontrándolo patético.

—No estamos juntos—aclaré mi garganta—Por su culpa llegué a esto, por su culpa no puedo ser como antes y por su culpa tendré en mi conciencia la muerte de mi mejor amiga. No quiero verlo. Lo quiero lejos de mí, Eric es lo que todos decían, es un monstruo y esto me pasó por no escuchar a los demás.

No esperaba palabras que me hicieran cambiar de opinión. Más bien, podía jurar que Tori pensaba algo como "Te lo dije"

—Lo siento—repitió—Creo que lo mejor por ahora para ti será pensar en el bebé—la miré— ¿No lo quieres?

—No tiene la culpa de esto. Debo aceptarlo—negué con la cabeza—No puedo creer que sea una de ellos, todo fue tan...normal durante la Prueba de Aptitud, luego la Ceremonia de Elección, la iniciación...—Tori tomó asiento de nuevo. Bebí otro poco del té antes de preguntar— ¿Cómo supieron que tu hermano era...?—no me dejó terminar.

—Las simulaciones eran como un juego para él—susurró hablando con precaución—Cada vez era el menor tiempo que pasaba allí, una vez los líderes decidieron entrar para ser testigos de lo que se escuchaba, su entrenador estaba allí también y...ese mismo día...

—Jamás hubo algo anormal en mis simulaciones—fruncí el ceño—Eric dijo que podía encajar en las cinco facciones.

—Es cierto—asintió—No pueden controlarte. Por eso eres peligrosa y con más razón debes tener cuidado.

—No va a delatarme—aseguré—Créeme.

—Creí que no confiabas en él—levantó una de sus cejas. Pasé mis manos por mi cabello desenredándolo—Culpable o no, seguirás preocupándote por él, no por el hecho de darle un hijo, es más por el hecho de que aún lo amas.

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Jamás dejo adelanto por aquí pero como actualizaré de nuevo el lunes, les dejaré algo corto del próximo capítulo. ¡Saludos! Deseenme suerte en mi retiro n.n

— ¿Qué me sugieres entonces?

—No actúes como lo harías normalmente—miré sus ojos—No tomes la primera opción, escoge la segunda. Los rebeldes son conscientes durante la simulación, saben que lo que hacen no tiene sentido porque nada es real. El miedo no los paraliza, los obliga a avanzar.

—De todas maneras debieron notar algo extraño...

—Aurora—guardé silencio—Toda tu vida has vivido como osada, todo en ti viene de aquí—me soltó hablando más bajo—Hiciste lo que todos te han dicho que debes hacer, actuaste como te han dicho que actuaras.

Lo que Max había dicho tuvo algo de sentido para mí.

"Algunos saben fingir muy bien, no todos son tontos"

Jamás fingí, Nadia tampoco lo hizo y Sheila mucho menos. Sólo fingí en una ocasión, hace tres días realmente. Eric tenía algo de razón, no hice lo que yo haría en realidad, todo este tiempo hice lo que mi cerebro recordaba, durante ese tiempo actúe como osada, no como Aurora.

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