Capítulo 36

Por la mañana cuando desperté Eric ya no estaba. Quise volver a dormir pero el sueño no regresó a mí. Me levanté, fui al baño, cepillé mis dientes y tomé un baño, salí con la toalla cubriendo mi cuerpo, me vestí con lo primero que conseguí, recogí mi cabello en un moño algo suelto, algunos mechones se escapaban, tenía un mejor aspecto que el de ayer pero seguía estando más pálida de lo normal. Usé sólo un poco de maquillaje.

Sentada a orillas de la cama miré a un punto ciego en la habitación. Por unos minutos mantuve la mente en blanco hasta que mi actitud de anoche me hizo dudar si había hecho bien o mal al haberle hablado así a Max. Jamás había tenido problemas con alguien superior de la facción, no era esa clase de chica problemática.

"Muchas cosas han cambiado desde que lo de Eric y yo inició"

Miré el armario que contenía su ropa. Demasiadas cosas habían cambiado desde ese momento, mi propósito era conocerlo y ayudarlo, ¿Cuándo mis sentimientos comenzaron a afectarme? ¿Desde cuándo el chico comenzó a gustarme? Respiré profundo intentando controlarme. Era obvio que las cosas tomaban un rumbo distinto en un abrir y cerrar de ojos.

Si hubiera aceptado el trabajo podría investigar más a fondo todo el tema de divergentes, tendría acceso a demasiadas cosas. ¿Cómo mi madre podía trabajar a su lado? Muchos les temían a los "rebeldes" como solían llamarlo en ocasiones, incluso la palabra "divergente" era temida y peligrosa. Una pregunta apareció en mi cabeza: ¿Algo cambiaría entre Eric y yo si uno de los dos fuera un...divergente?

Si pudiera conseguir el computador podría echar un vistazo. Estaba mal que me metiera en sus cosas pero también estaba mal que Eric no fuera del todo honesto conmigo. Miré la habitación incorporándome. ¿Dónde podría esconderlo? ¿Cuál sería el último sitio donde yo buscaría? ¿La cocina? No. ¿La sala? No. ¿Algún cajón de la mesa de noche? Tampoco. Eso me dejaba...

Abrí el armario moviendo la ropa sin hacer desastre. Luego lo dejaría todo como estaba. Mi corazón se aceleró un poco al conseguirlo. Tomé el computador colocándolo en la cama, lo encendí y para mi mala suerte necesitaba una contraseña. Unos toques a la puerta me hicieron dar un respingo, Eric no podía ser. ¿Quizás...Max había venido a hablar con más calma? Escondí el computador debajo de la cama dirigiéndome a la puerta. Me relajé en cuanto Sheila sonrió.

— ¿Qué haces aquí?—le dejé espacio para que entrara. Cerré de nuevo mirándola.

— ¿Te levantaste con el pie izquierdo?—levantó una de sus cejas—Me preocupaste un poco ayer. No te vi de nuevo en toda la tarde. ¿Dónde estabas?

—Salí a respirar—mentí a medias— ¿Necesitas algo?

—Sí—se colocó algo seria— ¿Qué te está pasando, Aurora? Estás extraña.

—Estoy bien—me encogí de hombros—Max vino a proponerme trabajo en la sala de control.

Formó una O con sus labios. Luego del asombro vino la confusión.

— ¿Por qué?—regresó a su rostro de sorpresa— ¿Aceptaste?

—Tal vez si no hubiera nombrado a Jeanine Matthews...

— ¿A qué te refieres?—tomó asiento en el brazo del sofá mientras se cruzaba de brazos.

—Jeanine tuvo la idea y Max me tomó como su primera opción—resumí—Quiero arrepentirme pero no logro hacerlo—la miré— ¿Has hablado con Cuatro?

—Sí, anoche lo vi en la Fosa—asintió hablando despacio—Conversamos sobre la Ceremonia de Elección, estaré con él ayudándolo con los nuevos iniciados...

—Felicitaciones. Lograste lo que querías.

Sheila sonrió de lado sin dejar de mirarme. Tuve que sonreírle también para calmarla, sí, yo misma me sentía extraña. Tenía muchas cosas en mi cabeza en este momento. Después del silencio se atrevió a hablar:

—Jeanine se irá una semana antes, según Cuatro, Erudición debe tener todo en orden.

— ¿Volverá?

—No lo creo. ¿Qué has hablado con Eric sobre eso?

Recordé el computador debajo de la cama. Sin responder, fui a la habitación, lo saqué del "escondite" tomando asiento. Sheila se acercó también estando sorprendida y confundida. Antes de preguntar me adelanté.

—Eric la trajo de la sala de control. Jeanine mejoró el sistema para cazar divergentes—expliqué—Él cree que están haciendo un buen trabajo pero no me fío de eso, Eric jamás me dirá la total verdad, sabe que siempre estaré en desacuerdo con esto.

— ¿Tu madre también está metida en eso?—tomó el computador colocándolo sobre sus piernas. La pantalla seguía con una pequeña ventana exigiendo la contraseña— ¿Tanto alboroto por los divergentes? ¿Acaso existen esas personas?—Sheila escribió en el teclado una respuesta incorrecta. En el segundo intento entró sin problemas. Ante mi rostro sonrió divertida—No puedo creer que no lo supieras.

— ¿Qué escribiste?

—Tu nombre.

Mis mejillas ardieron un poco por lo sencillo que había sido y por lo poco inteligente de Eric.

Tomé el mando del computador de nuevo encontrando algunos códigos, archivos, imágenes de fórmulas para los sueros, nada importante. Tantos números me daban dolores de cabeza. Si hubiera entrado en Erudición no hubiera durado mucho. Quizás en la primera etapa de la iniciación estuviera arrepintiéndome. No todos eran inteligentes.

En medio de la búsqueda abrí un archivo que contenía otros más. Había muchos nombres, no supe cuantos ya que perdía la cuenta. Sheila se inclinó entrecerrando los ojos, estaba mirando lo mismo que yo.

— ¿Estoy leyendo bien?—susurró— ¿Nadia Lane? ¿Qué hace el nombre de tu hermana allí?

—No lo sé—antes de entrar allí miré los demás nombres. El archivo no tenía un nombre en específico que me dijera lo que era pero podía suponer quienes eran—Ellos estuvieron en la iniciación de Nadia—Sheila guardó silencio—Habían trece iniciados, trece si contamos a mi hermana.

—Y aquí hay trece nombres. ¿Qué hace Eric con ellos?

Regresé hacia atrás con más curiosidad. Si mi hermana aparecía, yo también debía estar aquí. Nadia tiene tres años más que yo, sólo debo contar tres años más y encontraré mi archivo. En mi mente rogaba que estuviera aquí, si en la sala de control se distribuían los trabajos entonces mi información podía estar con Cuatro, con Max, con mi madre o con cualquier otra persona.

—Aquí está—sonreí.

— ¿Aparezco allí?—Sheila estaba casi sobre mí intentando ver. Ambas compartíamos la misma curiosidad. Al contar los nombres encontré nueve—Ni siquiera está Darío.

—Eric debe tener a los nacidos en Osadía. Quizás alguien más se ocupe de los trasladados—miré mi nombre sin saber lo que encontraría. Aurora Lane. Pocas veces escuchaba mi apellido, volverlo a leer era extraño. La última vez que lo escuché fue en la Ceremonia de Elección donde me llamaron para hacer mi decisión, mis padres habían asistido pero Nadia no pudo ir ese día.

Sheila entró en mi nombre. Aparecía lo típico, nombre completo, edad, facción de origen, puntuación durante la evaluación, padres, hermanos. Una foto mía aparecía junto a todo eso. Seguí bajando descubriendo más detalles, mi resultado de la Prueba de Aptitud aparecía.

—Que novedad—bromeó Sheila sonriendo de lado—Sigo sin entender que hace con estos archivos. ¿Te dijo algo más aparte del tema de divergentes?

—No—omití la verdad sobre su padre. Salí de todo eso entrando en el buscador privado. Con el teclado escribí el nombre y apellido "Eric Coulter" La pantalla exigía un código para abrir el archivo. Rodeé los ojos manteniendo la calma, Sheila volvió a encargarse demorándose unos minutos— ¿Eres buena con la tecnología, no?

— ¿Eso es malo?

—No. Sólo es...raro en ti.

—No puedo entrar—gruñó frustrándose.

— ¿Por qué? El archivo está allí...

—Lo sé, pero el buscador está entrando en la sala de control, por eso exige el código—volví a mirarla.

— ¿Cómo sabes eso?

—Cuatro me ha enseñado algunas cosas—levanté una de mis cejas—No, no hay nada entre nosotros, somos amigos, él no es mi tipo y yo tampoco soy el suyo—aclaró—No perdemos mucho. Todos los nombres deben contener los mismos detalles, ¿No crees?

Suspiré haciendo una mueca. No estaba convencida pero tampoco podía exigirle más. Aún así me preguntaba lo mismo que Sheila: ¿Qué hacía Eric con todos esos nombres? ¿A quién estaba evaluando?

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No falta mucho para que la historia entre en la etapa final n.n Atentos a todo.