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Capítulo 31

Capítulo 31

Eric

Iliza bajaba las escaleras con un vestido azul exactamente igual a los que usaba mi madre. Su cabello rubio iba recogido en un moño, era una versión más joven de ella. Los zapatos de tacón que llevaba le hacían algo incómoda su caminata, me acerqué ayudándola regalándole una sonrisa.

—Estás hermosa.

—Eres mi hermano, debes decirlo para hacerme sentir bien—bromeó.

—Hablo enserio—escondí un fino mechón rubio que se había salido de su sitio, al colocarlo detrás de su oreja noté los ojos triste de mi hermana—Ella estaría orgullosa.

—Lo sé—suspiró. Sus pequeñas manos se encargaron de acomodar el cuello de mi chaleco, el azul resaltaba en ambos al igual que en todos en esta facción— ¿Ya sabes lo que harás?

Miré hacia las escaleras y de nuevo a ella. Saqué del bolsillo de mi chaleco el pequeño cofre que mi madre me había dado, le había contado a mi hermana sobre su existencia, pensó lo mismo que yo, mamá era una verdadera erudita. Iliza colocó sus manos sobre el cofre obligándome a guardarlo.

—No puede quitármelo—susurré.

—Pero lo hará si lo ve—dijo preocupada—No quiero más castigos, no quiero más discusiones...

—Tranquila—la abracé acariciando su espalda—Todo se acabará hoy en la Ceremonia de Elección.

El abrazo se vio interrumpido cuando unos pasos bajaron por las escaleras. Mi padre estaba listo para irnos, no entendía como podía vivir tan tranquilo y sereno después de lo que hizo. No le importábamos, jamás lo hicimos, incluso después de haberle prometido a mamá cuidarnos, siguió con su actitud que tanto había odiado. Aquel hombre no era mi padre, jamás lo fue.

Aquel hombre sólo era un asesino y un monstruo. Un verdadero monstruo.

— ¿Ya se están colocando emotivos desde ahora?—sonrió de lado negando con la cabeza—Será mejor irnos.

—Iré a encender el auto...

—De hecho, Iliza—intervine— ¿Podrías adelantarte? Necesito hablar a solas con él y podría tomar unos minutos.

Noté algo de asombro en el rostro del hombre. Incluso mi hermana se sorprendió pero sin decir nada obedeció, al tomar las llaves salió de la casa dejándonos a solas. Estaba tan seguro de mí mismo como jamás lo había estado, de repente el cofre de mi madre pesaba más de lo normal en el bolsillo.

—No quiero llegar tarde...

—No te preocupes, estamos a tiempo—caminé hacia la puerta del sótano—Necesito darte algo antes.

— ¿Tú me darás algo?—no era idiota. Sabía que sospecharía.

—Sé que no seré el hijo perfecto que deseabas tener—me detuve al inicio de las escaleras que daban a la oscuridad completa. Ese lugar donde había visto a mi madre morir. Me giré mirándolo—Iliza tampoco será la hija que ansiabas tener pero ambos creemos que debemos agradecerte por nuestra educación.

— ¿Por qué hacerlo hoy?—levantó una de sus cejas.

—Porque eso hacen todos en un día como hoy—contesté encogiéndome de hombros—Quiero que todo quede en paz. ¿Sí?—tuve que bajar la guardia o al menos hacérselo creer—Haré mi mejor esfuerzo y estoy comenzando desde ahora, ¿Podrías hacerlo tú también?

Respiró profundo relajando sus hombros. Fue entonces que aceptó a seguirme, bajé las escaleras encendiendo la luz. Aquel sótano significaba parte de mi infancia y mi adolescencia, estaba tan identificado con ese lugar que lo extrañaría incluso al irme. Me giré al estar en medio del sótano, mi padre me miró esperando el supuesto regalo y eso hice, de mi espalda saqué la pistola que el mismo había usado para dispararle a mamá.

El hombre no estuvo sorprendido, ni siquiera estuvo nervioso.

— ¿Por qué no me sorprende esto de ti, Eric?

Apunté hacia él quitando el seguro del arma.

—Tampoco me sorprende tu reacción—sostuve el mango con ambas manos. Jamás había disparado, sólo sabía que debía jalar el gatillo y la bala haría el resto—Deberías ser cuidadoso al dejar las armas de fuego cerca cuando hay niños.

— ¿Vas a dispararme ahora?—bufó. Sus ojos seguían reflejando esa prepotencia de siempre— ¿Todo por un capricho de un niño malcriado? ¿Sigues extrañando a tu madre, Eric?

—Era tu esposa—dije entre dientes—Era mi madre. Nos amaba y te amaba a ti, maldito monstruo.

La risa que lanzó me causó escalofríos. Sentí las gotas de sudor por debajo del chaleco y la camisa. Mis manos se tornaron frías pero mi corazón latía constantemente.

— ¿Me dices monstruo cuando ella era un verdadero monstruo ocultando lo que era?—se cruzó de brazos—No seas estúpido, Eric, has demostrado ser inteligente. Hice lo correcto.

—Ella podía salvarse, ¡Nunca nos lastimó!—alcé la voz. Mis ojos ardieron, no podía llorar ahora, no delante de ese monstruo—Durante toda mi vida he vivido creyendo que merecemos esto, que podrías cambiar pero incluso mamá sabía que eso jamás pasaría. No mereces vivir, Coulter—imité su tono de asco cuando solía reprocharme por mis actitudes—Ni siquiera merecías tener hijos y tampoco mereces seguir respirando.

La bala salió en cuanto jalé el gatillo. Se introdujo en su pecho, lo miré caer de rodillas mientras la sangre comenzaba a salir. Respiraba con dificultad, le había disparado a mi padre.

¡No! Él jamás fue un padre.

Volví a levantar el arma acercándome. Esta vez la bala entraría en su frente. Se quedaría solo y cuando los demás sepan de su muerte, Iliza y yo estaremos lejos de ahí. Me miró fijamente sonriendo con suficiencia. Gruñí tensando mis manos.

—He aprendido a vivir con sangre en mis manos, hijo—tosió un poco. Noté algo de sangre en su boca— ¿Serías capaz de hacerlo también?

Cerré con fuerza mis ojos. Por su culpa no tuve momentos felices, por su culpa tuve que recibir castigos injustos, por su culpa no tuve una infancia normal, por su culpa conocí lo que era el temor y el miedo, por su culpa me sentí poca cosa, por su culpa creí merecer todo eso porque creí que las cosas pasaban por una razón pero no, por su culpa mi madre estaba muerta, él jamás pudo amar a alguien. Un verdadero monstruo no ama, él era la clase de monstruo cruel y malévolo que se importaba por sí mismo.

Iliza no merecía esto.

Yo tampoco.

Podríamos tenerla aquí estando orgullosa de cualquier elección que hiciéramos pero eso no pasará. Mi madre jamás irá a visitarnos, jamás nos dará las buenas noches, nadie se volverá a preocupar por mí y yo tampoco quiero preocuparme por otra persona porque eso hace el amor. Te daña en segundos, por esa misma razón debía colocar fin a todo esto. En cuanto volví a mirar a mi padre, noté el temor en sus ojos, sí, ese temor que tantos años yo sentí ahora se lo transmitía a él.

—Mereces ser castigado, Coulter—dije y seguido de eso. La sangre salpicó, su cuerpo cayó al suelo con la bala en su cabeza. Guardé la pistola debajo del chaleco por la parte baja de mi espalda y salí del sótano dirigiéndome a mi Ceremonia de Elección.

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Sé que es corto pero quería colocar un sólo capítulo donde apareciera este recuerdo. Me concentré tanto que realmente me imaginé al Eric de dieciséis en esa posición. Irónico que unos años después...esa misma escena se haya repetido.

Spoiler a los que no han leído o visto Insurgente xD

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