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Capítulo 30

Capítulo 30

La supuesta preocupación de Darío por mí no era algo que me importara ahora. Dudaba mucho sobre él, han pasado tantas cosas hasta ahora que no confío en él pero lo que dijo de Eric me dejó pensativa, quizás porque sabía que era capaz de no decírmelo por mi "bienestar". Por primera vez la conversación terminó bien, no hubo reacciones violentas ni momento de tensión, sólo bajé la guardia cuando lo vi salir del lugar. Sheila se acercó a mí cruzada de brazos.

— ¿Todo bien?

—Sí—la miré— ¿Cuatro no ha llegado?

—No creo que venga hasta después del almuerzo, desde que Jeanine comenzó a venir seguido se la pasa en la sala de control—contestó—Max lo solicita mucho también.

—Tengo un mal presentimiento, Sheila.

—Lo sé—suspiró—Yo también.

Aprovechando el buen día y clima, la chica me acompañó a correr un rato, las piernas de Sheila eran más largas que las mías, la velocidad de ambas era distinta, por lo general, mi amiga siempre iba adelante y era yo que tenía que alcanzarla pero esta vez aprecié que se quedara junto a mí. Estuvimos trotando por un rato alrededor del edificio que pertenecía a Osadía.

— ¿Sabes? Creo que podrías hablar con tu madre.

— ¿Sobre Jeanine?—seguí trotando al mismo ritmo que ella—No creo que hable de eso. Cuida mucho su trabajo.

— ¿Qué tal con tu padre?

—Puede que le haya contado algo—asentí.

—Quizás estamos dándole vueltas a algo que no tiene importancia pero...es extraño—frunció el ceño.

Me detuve con la respiración algo agitada. Sheila llevó sus manos a su cintura mirando alrededor. Pude ver el tren que pasaba a lo lejos. Recogí mi cabello en una coleta alta nuevamente ya que la anterior se había deshecho por completo.

— ¿Puedo preguntarte algo, Sheila?—regresó su atención a mí— ¿No extrañas a tu familia?

— ¿Te refieres a mis padres? Claro, es normal extrañarlos.

—Pero nunca hablas de ellos, ni siquiera durante la iniciación...

Se encogió de hombros tomando asiento en una gran roca plantada en el suelo. Apoyó sus brazos sobre sus rodillas al subir los pies a la roca. Su cabello estaba algo alborotado pero se veía bien así. La camisa de tirantes que Sheila llevaba dejaba ver en su espalda el tatuaje del símbolo que representaba a Cordialidad.

—Siempre he estado acostumbrado a ser independiente, quizás no me afecta.

— ¿No has pensado en verlos ni una vez?

Sheila entrecerró sus ojos mirándome con curiosidad.

— ¿Qué estás intentando, señorita?

—Nada—me acerqué tomando asiento junto a ella—Hablando con mi madre me di cuenta que soy una de las pocas personas en tener comunicación con sus padres.

—Y tu hermana.

—Nadia y yo tenemos problemas...

—Como toda relación de hermanos, es normal. Si no tuvieran problemas entonces allí deberías preocuparte.

Sonreí de lado asintiendo. Tenía razón, además de pensar en Nadia y en mí también vino a mi cabeza Iliza con Eric. Ambos se habían protegido todo el tiempo, se apoyaban mutuamente, aunque la relación de Nadia conmigo fuera distinta, no puedo mentir al decir que mi hermana no se preocupaba por mí.


Después del ejercicio de mañana, Sheila y yo nos separamos, fui a la habitación de Eric tomando mi bolso dirigiéndome a la mía luego. Tomé algo más de ropa decidiendo tomar una ducha luego, el agua relajó un poco mi cuerpo, en cuanto estuve lista, todos los osados se dirigían al comedor. Noté a Darío más adelante, charlaba con otro chico, por curiosidad, intenté ver a Miriam o encontrarla pero me sentí más tranquila cuando en el comedor no estaba.

Incluso sabiendo que no la había incitado a suicidarse, no me sentía preparada para verla, no ahora.

—Aquí estás—Sheila llegó junto a mí. Tomó una bandeja y me ofreció otra, en minutos estábamos en una fila que iba avanzando mientras podíamos servirnos lo que quisiéramos. Tomé un poco más de lo normal, cuando me disponía a sentarme con la chica encontré a Eric sentado en el mismo lugar de siempre—Ve con él, intentaré hablar con Cuatro—señaló del lado contrario.

—De acuerdo—me acerqué a mi lugar dejando mi bandeja frente a la suya. Levantó sus ojos azules mirándome con seriedad— ¿Y bien?—tomé asiento.

— ¿Qué?—masticó con lentitud.

— ¿Todo bien con Jeanine?

—Sí.

— ¿Enserio?—comencé a comer. La expresión de Eric era la típica que todos veían.

— ¿Tu amiga te dijo algo y quieres confirmarlo conmigo?—levantó una de sus cejas bebiendo de su vaso. Me sentí molesta por su estúpida actitud, el enojo empeoró al recordar lo de Darío. Ambos seguimos comiendo en silencio hasta que decidí hablar.

— ¿Quién fue a verme cuando estuve en la enfermería?—volvió a mirarme— ¿Por qué no me lo dijiste?

— ¿Hablaste con ese idiota?

—No me cambies el tema—susurré— ¿Por qué no me dijiste que Darío fue a verme?

— ¿Qué importancia tenía?

— ¿Dónde quedó lo de "no secretos, no mentiras"?

—No voy a discutir por él—antes de que se levantara tomé su mano sobre la mesa. Algunos osados que estaban cerca miraron ese gesto murmurando entre ellos pero no me importó.

—Tampoco voy a discutir con eso pero después de unos días de descanso, regreso y consigo que estás escondiéndome algunas cosas, Eric—susurré. Sus ojos oscurecieron un poco. Siempre que pasaba eso, estaba enojado o frustrado— ¿Qué está pasando? ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué Max te solicita tanto?

Miró nuestras manos para luego soltarme. Las miradas de los demás desaparecieron cuando Eric echó un vistazo a los espectadores, se inclinó hacia adelante mirándome. Se levantó dejándome allí con la intriga.


Sheila no había conseguido nada como era de esperarse. Ninguna de las dos habló sobre eso, después de dejar el bolso en la habitación de Eric, regresamos a los pasillos consiguiendo a lo lejos la puerta que daba a la sala de control. Dos guardias supervisaban la entrada mientras algunos entraban, Sheila tomó mi brazo escondiéndome entre las paredes por si alguien llegaba a vernos.

— ¿Desde cuándo hay tantos computadores allí?—susurré intentando ver lo más que podía hacia adentro. La gran puerta estaba abierta, noté pantallas con escrituras, la tecnología había mejorado en ese lugar.

—Jeanine instaló un nuevo programa en todas las facciones pero el de Osadía es tan avanzado como el de Erudición—contestó.

El cabello rubio de Jeanine se dejó ver, estaba metida en uno de los computadores y junto a ella estaba Eric. De nuevo tuve un mal presentimiento, por un instante creí sentir celos pero no, más bien era preocupación por lo que se estuviera metiendo.

Parte del día había estado con Sheila, visitamos a Tori y Nadia que se alegraron de verme, había buscado a mi padre por el edificio pero no lo encontré. Después de un día algo movido, esperé con paciencia en el sofá, me distraje dibujando en el cuaderno. A las horas después fue que Eric llegó. Dejé lo que estaba haciendo mirándolo en silencio, en una de sus manos traía un computador portátil. La dejó sobre la mesa deshaciéndose de su chaqueta luego.

— ¿Podemos hablar ahora?

—Estoy cansado.

—Yo también pero no importa—dejé el cuaderno a un lado—Necesitas ser honesto conmigo.

—Aurora—rodeó los ojos—Estoy cansado para esto.

— ¿Qué está haciendo Jeanine? ¿Cuál es su interés en Osadía?—exigí saber.

—Nada de lo que debas preocuparte ni enterarte—dejó la chaqueta sobre el sofá. El computador me llamó la atención, sentí la necesidad de revisarlo pero era obvio que Eric lo mantendría vigilado y cerca suyo—No lo pienses mucho.

— ¿Qué estás haciendo?—me levanté—Explícame y me quedaré tranquila. No estoy pidiendo mucho.

Suspiró acercándose a mí. Tomó asiento a mi lado estando algo nervioso. Esto no me gustaría, estaba segura.

—Estamos mejorando el sistema de facciones para descubrir divergentes con más rapidez.

— ¿Qué?

—Erudición necesita la seguridad de Osadía, hace poco hicimos una especie de alianza para deshacernos de los divergentes que insisten en destruir el sistema—me mantuve callada. No podía creer que hablara de la misma forma que ella. ¿Tanto le había lavado el cerebro?—Muchos creen que Abnegación está guardando divergentes...

— ¿Quieres deshacerte de los divergentes?—lo interrumpí—Eric—tomé su mano— ¿Sabes de qué estás hablando? Jeanine quiere asesinar a las personas que eran como tu madre.

—Esto es distinto.

—Por favor, no caigas en esto—pedí—Me preocupo por ti, incluso cuando discutimos me sigues importando.

Suspiró acercándome a él rodeándome con sus brazos. Apoyé mi cabeza en su pecho introduciendo mis manos por debajo de su camisa dejándolas en su abdomen, su piel tibia causó un cosquilleo en la punta de mis dedos. Si algo le llegara a pasar a Eric no podría perdonármelo.

"Eric es diferente, no es idiota, no intentes protegerlo, él sabe defenderse solo"

—Quiero preguntarte algo—susurré rompiendo el silencio. Nos mantuvimos en la misma posición— ¿Qué sucedió con tu padre después de dispararle a tu madre?

En el silencio se creó la tensión. Eric se tensó por completo apretándome contra su cuerpo. Los latidos de su corazón se aceleraron y fue más que suficiente para saber que algo malo había pasado. Sólo eso me faltaba saber para conocer el cien por ciento de su historia.

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El próximo capítulo será narrado por Eric.

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