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Capítulo 3

Capítulo 3

Estuve parte de la mañana practicando con Sheila, iniciamos con juegos tontos pero en cuanto Cuatro llegó tuvimos que colocarle seriedad al asunto. Cuatro era un instructor y uno bueno, había escuchado que le habían ofrecido convertirse en líder de la facción pero lo rechazó dejándole el puesto libre a Eric. Ambos chicos se odiaban desde el alma, había mucha tensión entre ellos, si compartían palabras se podía notar lo incómodo de la relación.

Era algo parecido a mi relación con Miriam. No, claro que no, Miriam y yo habíamos tenido discusiones que pasaron a peleas. Durante mi iniciación nos había tocado luchar en dos ocasiones, eso sólo me dejaba las cosas sencillas, golpearla y hacerla sangrar me causaba un gran placer en el interior pero para Eric eso sólo significaba que lo estaba tomando como juego.

Miré la mesa con los cuchillos listos para usarlos. Por el calor que había producido el combate con Sheila, preferí recogerme el cabello en una coleta alta, podía sentir las gotas de sudor en mi nuca. Tomé uno de los cuchillos decidiendo al azar, la idea era acertar en el blanco manteniendo una gran distancia.

Mantuve la vista fija en donde iba a lanzar. Tomé con firmeza el cuchillo sin que nada me distrajera, conté hasta tres mentalmente haciendo el primer lanzamiento. Para mi desgracia, sólo se golpeó contra el blanco cayendo al suelo. Rodeé los ojos negando con la cabeza, necesitaba practicar, había abandonado esto y había perdido el truco. Fui hasta el cuchillo en el suelo recogiéndolo. Al girarme para regresar a mi puesto, me llevé una sorpresa, una "agradable" sorpresa.

— ¿Necesitas algo?—me atreví a preguntar mientras me acercaba. Noté el cuchillo que había entre sus manos, eché un vistazo rápido al mío, mis manos eran pequeñas a comparación de las de Eric. El chico hacía que un arma pareciera poca cosa entre sus dedos— ¿Vienes a practicar también?

— ¿Nunca te cansas de ser tan curiosa?—respondió con otra pregunta. Se posicionó a mi derecha manteniendo su espacio y distancia—Si no te conociera diría que eres una erudita.

Erudición era la facción que se centraba en el conocimiento pero también la mayoría de sus miembros eran muy curiosos, necesitaban saberlo todo.

El cuchillo de Eric salió disparado insertándose en el blanco. Tal como debió haberme pasado. Del bolsillo de su chaleco sacó otro igual dispuesto a repetir el movimiento. Sus brazos eran terriblemente musculosos, si colocaba a Darío junto a él, el hombre distante terminaba ganando. Sí, Darío podía ser más alto que Eric pero nadie superaba al tipo.

— ¿Eras muy curioso cuando estabas allí?—rompí el silencio cuando fue por el cuarto cuchillo. Eric me miró por unos segundos de manera fría. Todos sabían que él había nacido en Erudición, así como Cuatro que nació en Abnegación. Siempre quise saber lo que se sentía nacer en otra facción pero sentirte a gusto con otra.

— ¿No deberías seguir practicando, Aurora?

¡Mierda! De nuevo había dicho mi nombre. Intenté no sonreír controlando las ganas de reír. Lo miré dirigirse a por los cinco cuchillos que había arrojado, intenté recordar la posición de sus brazos y sus piernas, inútilmente quise imitarlo pero esta vez volvió a pasar lo mismo.

— ¡Maldición!

— ¿Olvidaste lo que se te enseñó, osada?—recogió mi cuchillo acercándose. Había visto una pequeña sonrisa en sus labios, sínica pero agradable.

—Hace mucho que no practico mi puntería.

—Tu puntería está bien—corrigió regresando a su tono frío—Lo que está mal es tu fuerza, las piernas deben ir ni muy juntas ni muy separadas—señaló. De inmediato hice las correcciones—Estás arrojándolo con la mano y ni desde el brazo, el codo te dará el impulso hacia aquí—me tensé al sentir sus dedos rozar la piel— ¿Me estás escuchando?

—Sí, señor—respiré profundo colocando el brazo derecho como debía.

—Sólo mueve el brazo, no muevas tu cuerpo o perderás la posición correcta.

Sonreí de lado sintiendo que el entrenamiento de hace tres años volvía a repetirse. Aunque esta vez sólo estábamos nosotros dos, los demás osados estaban enfocados en sus prácticas y para mi suerte, mi padre no andaba cerca, Sheila conversaba con Cuatro con total seriedad. La mirada de Eric me hizo saber que esperaba por mí.

—Lo siento, me distraje.

—No me di cuenta.

Arrojé el cuchillo y esta vez logré darle como era debido. Sonreí orgullosa mirándole.

—Gracias—Por un momento pensé que iba a ser amable pero no, eso no pasó, simplemente se giró hacia la mesa. Decidí acercarme aclarando mi garganta— ¿Puedo preguntarte algo?

— ¿Desde cuándo necesitas mi permiso para algo?—dejó los cuchillos sobre la mesa acomodándolos.

— ¿Por qué eres tan obstinante?

Enarcó una de sus cejas, miré el piercing que había en una de ellas y luego sus ojos azules.

— ¿Disculpa?

—Sí, desde que te conocí eres de esos que se odia hasta sí mismo...

— ¿Crees que me odio a mí mismo?—me interrumpió inclinándose un poco hacía mí. Tenía su hombro a la altura de mi frente, mi corazón se mantenía tranquilo y yo también.

— ¿Por qué te gusta estar solo?

— ¿Por qué debería darte respuestas sobre mi vida?—miré el tatuaje en su cuello.

—Porque...—me encogí de hombros—Se guardar secretos.

— ¿Y?—siguió con sus ojos en mí. Aquel aroma masculino comenzaba a marearme.

— ¿Y qué?

— ¿Debe importarme que sepas guardar secretos?—abrí la boca para responder— ¿Me estás coqueteando, Aurora?

— ¡¿Qué?!—me sonrojé retrocediendo—No, claro que no, tengo novio y no necesito coquetearle a alguien más...

—Bien, entonces detente—se giró para irse. Tomé su brazo sintiéndolo jodidamente bien. Sus ojos quisieron atravesarme pero mantuve mi posición firme hasta que se acercó susurrando—Sería una pena que Darío supiera lo que está haciendo su novia, ¿No crees?

—No puedes mentir.

— ¿Estoy en Verdad para ser honesto?—sonrió sínicamente—Mantente lejos de mí y mantendré tu secreto.

—Pero yo no...

—También se guardar secretos. ¿Lo ves?


— ¿Por qué hiciste eso?—preguntó Sheila mientras estábamos sentadas en el puente. El Abismo era el lugar donde muchos osados habían saltado y habían muerto.

—Me pareció agradable...—di un respingo por su risa que causó eco.

—La palabra agradable no queda con él—rodé los ojos—Oh, vamos, estoy bromeando.

—Nadia cree que debería alejarme...

—Sí, bueno, yo lo haría.

— ¿Por qué los demás lo hacen o porque tú quieres hacerlo?—encaré y ella tardó en responder— ¿No crees que Eric es así por una razón, Sheila?

—No. Su personalidad es así y así se quedará.

—Tengo el consuelo de que hablamos por unos minutos—recordé sus instrucciones y el roce con mi brazo. Sonreí de lado, había sido una extraña pero agradable sensación.

— ¿Has hablado con Darío sobre esto?

—No.

—Entonces prácticamente le estás hablando a un tipo sínico sin que él lo sepa—sonreí divertida por su drama— ¿Y si te secuestra y Darío debe rescatarte? ¡Oh, Dios mío! Le darás tu virginidad a Eric...

— ¡Shh! ¡Cállate!—me apresuré a cubrir su boca entre risas nerviosas— ¿Estás loca? ¿Sabes que nuestras voces hacen eco?—susurré con las mejillas ardiendo—Nadie debe saber si lo soy o no, ¿Podrías dejar el tema?

Sheila comenzó a reír como loca, a los minutos me uní a su risa pero realmente estaba avergonzada por mis pensamientos y sus palabras.

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Coloqué la canción porque en todo el capítulo estuvo sonando en mi computador :P

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