Capítulo 23
Capítulo 23
— ¿Vivian?
La chica giró el rostro al escuchar su nombre. El viento revolvió su cabello oscuro, sus ojos negros eran grandes pero dulces para una chica de dieciséis, tenía unos labios delgados que la mayor parte del tiempo eran rosa natural. Me acerqué a ella sentándome a su lado, la red esperaba abajo mientras que nos encontrábamos en el borde de la azotea que daba a la sede principal de Osadía.
—Hola—hizo una leve mueca. Hasta ese momento no había notado las ojeras y cierto tono rojo en sus ojos—Sólo estoy respirando un poco.
—No es común verte sola—acomodé su cabello. La chica contuvo las lágrimas— ¿Sabes? Con este viento será mejor recoger ese cabello.
Hice una trenza algo suelta y despeinada. El cabello de Vivian era completamente liso, las puntas estaban parejas, todas del mismo tamaño, tenía un tono oscuro pero sin alcanzar el mío. Miriam era lo opuesto a ella, todo lo extravagante funcionaba en la mayor, quizás las dos no éramos tan diferentes como creía.
—Gracias—recostó su cabeza en mi hombro—Por ser tan comprensiva conmigo—suspiró—A veces desearía que Miriam o mis padres fueran así.
— ¿Pasó algo con ellos, Vivian?—susurré sin poder evitar preocuparme por ella.
—Discusiones, eso pasó.
— ¿Fue por tu elección?—asintió—Puedes escoger lo que quieras, tienes cinco opciones...
— ¿Qué pasa si no quiero escoger?—se alejó un poco mirando al vacío— ¿Y si no encajo en ninguna, Aurora? ¿Y si quedo con los Sin Facción?—noté el temor en sus ojos cuando me miró— ¿Por qué estoy dudando tanto? Hace un año estaba completamente segura de lo que haría y ahora faltan sólo meses para eso. Dos meses.
Si decía que la comprendía estaría mintiendo.
—Es bueno que te preocupes tanto por eso—noté ese gesto que hizo con los ojos—Significa que quieres hacer las cosas bien...
—Ni siquiera sé cómo saber cuando algo está bien—llevó sus manos al rostro frustrándose—Odio esto. ¿Por qué demonios tenemos que vivir así?
—Tienes que calmarte, no llegarás a ningún lado...
— ¡No quiero calmarme! ¡Al carajo todo! ¡Al carajo las facciones! ¡Al carajo Osadía!
— ¡Vivian!—reproché—Osadía no tiene la culpa de tu duda, no eres la única que se preocupa en este momento, no eres la única chica de dieciséis años, quizás hay otro joven en otra facción pensando lo mismo que tú.
—Mi abuela decía que antes de la guerra y todo eso del sistema de facciones las cosas eran distintas...
—Todos se asesinaban entre sí—la interrumpí—Quiero ayudarte, soy tu amiga y lo sabes. No permitas que tus padres y tu hermana te hagan sentir mal.
— ¿Eso te dice Eric cuando Nadia te desespera?—levantó una de sus cejas cruzándose de brazos.
—No estamos hablando de eso.
—Podemos hacerlo ahora—se encogió de hombros— ¿Cómo va la relación entre ustedes?
—Vivian.
—Aurora.
Comencé a estresarme. Respiré profundo contando hasta diez. Necesitaba algo de paz mental o esa chica terminaría acabando conmigo. ¡Eso era! Una idea vino a mi mente. Luego hablaría con Eric, sería por una buena causa, Vivian lo necesitaba.
—Sígueme—dije antes de saltar a la red.
— ¿Tienes permiso de entrar aquí?—preguntó cuando salí de la habitación cerrando detrás de mí—Claro, supongo que has venido muchas veces...
—Entre él y yo no ha pasado nada—miré sus ojos—Sé lo que estás insinuando.
Caminé por los pasillos con Vivian siguiéndome. Eric no se encontraba en el edificio, visitaría Erudición con Max, imaginar a Eric junto a Jeanine no me gustaba mucho. La mujer tenía unas ideas sobre el liderazgo y el orden algo parecidas a las del chico cuando lo conocí. Una parte de mí decía que Jeanine podía influenciar demasiado en Eric y éste sin darse cuenta terminaría obedeciéndola en algún momento.
Había pensado en todo eso anoche al despertar de otra pesadilla. Eric terminó pasándome a la cama y él quedó dormido en el sofá. Era estúpido considerando el hecho que ya habíamos dormido juntos.
— ¿Qué buscaste allí?—la voz de la chica pisándome los talones me trajo a la realidad.
—Algo que te ayudará a calmarte y a no mandar al carajo tu hogar—Vivian bajó la cabeza. De inmediato me arrepentí de ser dura—Lo siento, no quise hablarte así.
—Realmente debo evitar que los problemas de los demás me afecten.
Al llegar a esa habitación de cuatro paredes con una silla en medio acompañado del computador, saqué del bolsillo de mi suéter el frasco con el líquido amarillo. Vivian cerró la puerta después de percatarse que nadie estuviera cerca para notarnos. Me acerqué al computador preparando el líquido.
— ¿Qué suero es ese?—preguntó al llegar junto a mí. Era inteligente al identificar el color del típico suero que usaban para los temores y miedos.
—Uno que sólo los líderes tienen—le señalé la silla—Te hará olvidar los problemas por unos minutos, créeme, funciona.
Vivian se recostó en la silla con algo de duda. Conecté los electrodos donde iban y en cuanto el suero estuvo en su cuerpo, sus ojos se cerraron por un pequeño rato.
Tal como esperaba, la mayoría de los recuerdos felices de la chica eran sobre sus padres y sobre su madre. No pude evitar sonreír de lado cuando aparecí en ellos, apreciaba el hecho de que me consideraba como alguien que la hacía sentir feliz. Vivian era una gran chica, ella no pertenecía a Osadía, sí, este era su hogar de origen pero... ¿Y si Vivian encajara más en Cordialidad? ¿Iliza la ayudaría? Sonreí de lado negando con la cabeza. Vivian no es tan amable y dulce.
Es honesta. Muy honesta. ¡Eso es! Ella merece estar en Verdad.
Supervisé sus latidos, su cerebro, cada parte que los electrodos me indicaban por el computador. Al poco rato cuando despertó miró directo al techo, de sus ojos caía algo cristalino, me apresuré a limpiar la lágrima cuando una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
— ¿Te sientes bien? Estás llorando.
— ¿Cómo es que...—limpió el rastro de las lágrimas—...nadie sabe sobre ese suero?
Miré el frasco ahora vacío. A mi mente vino el pequeño niño rubio y de ojos azules, sonreí con dulzura. Me hubiera gustado conocer a ese niño, a ese pequeño Eric.
— ¿Puedes guardar el secreto?
—Claro—se levantó lentamente.
—La madre de Eric lo creó—susurré como si alguien pudiera escucharnos—Trabajaba en el laboratorio de Erudición pero rechazaron esa propuesta. Él los aceptó antes de perderlos y...aquí está.
Los ojos negros de Vivian brillaron de una forma especial. Inclinó la cabeza de lado sólo un poco antes de decir:
— ¿Lo has conocido muy bien, no es así?
—Es un monstruo muy hermoso, estamos trabajando en ello—sonreí guiñándole un ojo.
Todos se dirigían al comedor, quizás la mayoría, Sheila me hizo señas en uno de los puestos para que me acercara. Tori y Nadia no habían llegado, a veces se quedaban en la sala de tatuajes conversando entre sí o atendiendo los que faltaban. Eché un vistazo al tatuaje en mi brazo de la flor abierta y sonreí de lado.
— ¿Todo bien en la mañana?—preguntó mi amiga llevando un trozo de carne a su boca—Estuve buscándote, quería entrenar un poco.
—Vivian estuvo conmigo—comencé a comer con lentitud y bajo la mirada curiosa de ella—Se sentía mal con los problemas de sus padres y quise ayudarla un poco.
—No pensé que fueran tan amigas—tragó con dificultad bebiendo algo para pasar la comida por su garganta.
—Somos amigas—le resté importancia—Mi odio hacia su hermana no tiene nada que ver con ella.
Sheila llevó el cuchillo a su pecho fingiendo que se apuñalaba el corazón. Reí por su rostro empujándola suavemente. El almuerzo continuó y miré alrededor intentando encontrar a Vivian. ¿Dónde estaría? La había perdido de vista hace una hora, creí que estaría aquí...
Di un respingo cuando una mano tomó mi brazo.
—Necesito que vengas conmigo ahora mismo—jaló de mí sorprendiéndome por su actitud.
— ¿Qué suce...?
—Ahora mismo—volvió a jalar de mí obligándome a levantar. Sheila iba a intervenir pero la detuve prometiendo regresar luego. Eric me sacó del comedor sin decir una palabra, estaba furioso, sus ojos habían oscurecido y parecía más alto e intimidante. Cuando identifiqué la puerta supe lo que pasaba— ¿Qué demonios hiciste con el frasco?—me soltó en cuanto estuvimos solos.
—Iba a decírtelo cuando regresaras...
—Dime que no lo usaste sin mi permiso.
—Lo usé por una buena causa, era necesario—me acerqué pero él retrocedió pasando su mano por el cabello.
—Era necesario—repitió incrédulo— ¿De quién es el cofre, Aurora?
—Tuyo, por supuesto.
—Así es, ¿Por qué demonios entraste a mi habitación y tomaste algo que no te pertenece?—apretó sus manos convirtiéndolas en puños. Me mantuve tranquila ante eso— ¡Respóndeme!
Quizás no debí ser tan impulsiva. Eric tenía razón. ¿Qué hacia tocando algo que significaba mucho para él?
—Lo sé, hice mal, debí consultártelo primero pero Vivian estaba muy triste y tensa por todo que creí que sería buena idea usar...
— ¡Eran de mi madre, Aurora! ¡Son diez malditos frascos! Te regalé uno para que conocieras lo que provocaba en la mente—se acercó peligrosamente—Usé dos cuando fueron necesarios, me quedan seis. ¿Sabes por qué no los uso? Porque son valiosos.
—Lo siento, yo...
—Vuelves a tocar otro frasco y te arrepentirás—se regresó a la puerta.
— ¿Estás amenazándome?—enarqué una ceja.
—No, estoy advirtiéndote—señaló—Soy el líder aquí y tienes que obedecerme.
¿Por qué tenía que decirlo?
—Estoy harta de esas palabras—bufé— ¿Por qué cuando estás molestos dices eso? No me interesa que seas el líder, no me causas miedo, espero que lo entiendas, no soy cualquier osada, no cumplo las reglas, lo hago a mi manera—exploté sin controlarme— ¡Lo dices como si esperas a que caiga de rodillas ante ti! ¡No soy así, Eric! ¡Saca eso de tu mente!
Justo cuando él iba a responder, el alboroto de afuera nos interrumpió. Salimos de la habitación encontrando a una multitud que corría por los pasillos, sin pensarlo me introduje entre ellos llegando a la Fosa. Del borde que daba directo al agua había dos chicos jalando algo.
— ¡Aurora!—mi padre llegó y al parecer lo primero que pensó fue en mí. Respiró aliviado al encontrarme a salvo, Nadia junto a Tori estaban entre la multitud que veía, Sheila se acercó al localizarme.
— ¿Qué sucedió?—quise saber.
—Alguien saltó de nuevo—susurró.
Otra de las tradiciones de Osadía. ¿Qué persona hace eso de suicidarse? Debió ser alguien muy cobarde...
— ¿Quién fue?—escuché a mi padre preguntarle a Sheila.
Los chicos sacaron el cuerpo delgado dejándolo en el suelo. Mi corazón se detuvo y todo fue en cámara lenta. Una pareja fue corriendo a ver el cuerpo de la muchacha que habían sacado, mis piernas perdieron fuerza cuando de entre la multitud, Miriam fue corriendo. Llevé mi mano a mi boca conteniendo el llanto sin esfuerzo. Aquel cuerpo era el de Vivian.
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¡Sí! Alcancé a subirlo. Intenté hacerlo un poco más largo de lo normal ya que mañana no podré subir capítulo nuevo por falta de tiempo. El próximo será contado por Eric y se explicará el por qué de lo que pasó. ¡Saludos!
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