Capítulo 22

—Entonces... ¿Crees que Jeanine venga a comprobar la instalación del nuevo programa en los computadores?—pregunté antes de ocupar mi boca con comida. Subí mis pies al sofá apoyando el plato sobre mis piernas, Eric me reprochó por eso pero le resté importancia.

—Eso creo—contestó.

—He estado considerando algo durante todo el día, creo que sería buena idea...

— ¿Por qué siento que será lo contrario?—susurró. Esta vez fue mi turno de reprocharle por desconfiar de mí—Lo siento, dime.

—No. No diré nada.

—Aurora.

—No.

—Estás bromeando—ante mi silencio rodeó los ojos—No seas infantil.

—Estás desconfiando de mí—acusé.

—Claro que no, sólo...pienso que...

—No sigas hablando, lo estás empeorando, aún no eres bueno con las disculpas—dejé el plato sobre la mesa central que había en medio de ambos. La lluvia seguía cayendo afuera, pude ver de reojo hacia el balcón, la noche había caído hace unas horas y esta sería la primera vez que pasaría la noche con Eric. No quería aparecer de nuevo en su puerta por culpa de mis pesadillas y tampoco quería dormir sola.

Mi cabello aún se encontraba algo mojado por la ducha. Si Sheila supiera lo que estoy haciendo...

— ¿Y bien?—insistió. Sonreí un poco por su curiosidad.

"O también es bueno actuando y tú le crees"

— ¿Crees que tenga posibilidad de trabajar en la sala de control?—noté cierto asombro en su rostro. Levantó una de sus cejas esperando una explicación—Mi madre trabaja allí pero tú tienes más...influencia.

—Influencia—repitió jugando con la comida sin apartar sus ojos de mí.

—No soy buena haciendo tatuajes y tampoco quisiera trabajar en las tiendas que hay en la Fosa—señalé. Bajé del sofá prefiriendo el suelo. Apoyé mis brazos de la pequeña mesa mirándolo—Sí, he hecho algunos diseños que Tori y Nadia han usado pero eso no es lo mío.

—Te he visto ser dura y peligrosa con Miriam, ¿Por qué no hablas con Sheila para que te ayude con lo de ser instructora?

— ¿Quieres que pierda la paciencia con los iniciados?

—Si decides atreverte a ser instructora eso será lo primero en lo que trabajarás.

—No lo creo.

—Podrías ocuparte de los osados como tú, esos que nacieron aquí.

— ¿Enserio quieres que sea instructora?—eso no me agradaba—Tienes que ayudarme con mi idea.

—El hecho de que permita que te quedes aquí no significa que deba usar mi "influencia" para ayudarte—usó cierto tono irónico— ¿Estás usándome?

—Quizás—me encogí de hombros. Reí un poco—Claro que no, sólo pensé que podrías ayudarme. Me gustaría manejar los computadores y estar al tanto de todo. Quiero manejar los datos de Osadía, quiero tener a cargo algunos detalles que no todos pueden manejar—Eric recogió los platos antes de levantarse e irse a la cocina. Lo seguí con la mirada puesta en él—Tienes que admitir que es mejor.

— ¿Mejor de qué?

—Que ser una instructora.

Noté un suspiro de su parte. En cuanto regresó a su puesto mordí mi labio intentando convencerlo.

— ¿Por qué no le pides ayuda a tu madre? Estoy seguro que su influencia es mejor que la mía.

— ¿Estás diciendo que no puedo convencerte de conseguirle un trabajo a la chica que te ha entendido y ayudado hasta ahora?

—Aquí vamos con el drama—rodeó sus ojos pasando su mano por el cabello—Traeré una almohada y una manta.

Maldije mentalmente en cuanto se fue. Pensé en una forma de convencerlo, realmente quería un trabajo y por primera vez lo deseaba sin necesidad de sentir presión por alguien más. Me imaginaba trabajando en ese lugar, Cuatro la pasaba allí la mayor parte del tiempo, podría pedirle algo de ayuda pero no, de inmediato mi cerebro decía que era mala idea. ¿Y si hablaba con mi madre? No. Ella comenzaría a preguntar las razones, los motivos y terminaríamos tocando el tema de Eric, algo que no tenía nada que ver pero conociéndola...podríamos terminar en una discusión y sería peor.

Pasé mis manos por el cabello pensando en otra forma. ¿Por qué demonios Eric Coulter era tan difícil? Respiré profundo mirándolo venir. Una pequeña luz apareció en cuanto tuve una idea. Nadia y Sheila conocían a los hombres. Muchas veces cuando era niña escuchaba decir a Nadia que era sencillo conseguir lo que se quería de los hombres, no hacía falta ser tan inteligente para saber lo que a ellos le gustaba.

—Dormiré aquí—me apresuré a decir en cuanto dejaba la almohada en el sofá.

—No, dormirás en la cama, yo dormiré aquí.

—He dormido muchas veces en tu cama, no tengo problemas con quedarme aquí—me incorporé tomando la almohada. En segundos me la arrebató acomodándose en el sofá— ¿Siempre eres así de terco?

—Puedes irte cuando quieras—señaló la puerta con una sonrisa. Extrañamente lo notaba más confiado que antes. Recordé sus palabras de esta mañana. Nada de secretos entre nosotros. Debíamos ser...transparentes algo que me estaba costando, quizás a él también pero lo hacía ver sencillo—Apaga las luces, si necesitas algo me despiertas.

—No—me crucé de brazos—Voy a dormir aquí, levántate—el chico que me había dado la espalda no respondió—Eric—de nuevo silencio.

Miré hacia la cocina teniendo una idea. Infantil o no estaba molesta. Le pedí un favor y le costaba conseguirlo. Nadie le daba una respuesta negativa nunca. Caminé hacia allí tomando un vaso, lo llené con agua y regresé al sofá dejando que el líquido cayera sobre su rostro. De inmediato se levantó molesto, su rostro estaba rojo de ira y sus ojos se habían oscurecido. Sonreí tomando asiento en el sofá.

—Buenas noches.

— ¿Quieres jugar sucio? De acuerdo, no tengo problema—borré la sonrisa intentando forcejear con él. Aquellos brazos resultaron ser más fuertes de lo que pensaba, intenté hacer fuerza opuesta para impedir que me sacara del sofá. Aguanté la risa cuando Eric tropezó cayendo sobre la mesa donde hace minutos estábamos cenando—Aurora, te lo advierto, muévete.

— ¿Me ayudarás a conseguir el trabajo?

— ¡¿Es enserio?!—Bufó—Eres una niña malcriada.

—Eso no lo pensabas esta mañana cuando me besaste—sonreí con inocencia. Eric pareció gruñir, se levantó y me cargó sobre su hombro como si no pesara nada para él. Realmente no sé como hice para que me soltara, sólo sé que en cuanto estuve en el suelo hice que volviera a caerse al empujar una de sus piernas. Una pequeña sonrisa apareció en mis labios, era primera vez que luchaba con él.

Aunque era obvio que ninguno de los dos quería lastimar al otro.

Hice el inútil intento de levantarme pero caí cerca del sofá. Llevé mi mano a mi rodilla haciendo una mueca de dolor. Eric de inmediato se acercó preocupado.

— ¿Estás bien?

Quedé sobre él sonriendo con orgullo y con mi brazo en su cuello.

—Perfectamente. Acabo de ganarte.

—Tú lo dijiste, acabas de ganarme, ¿Sigues creyendo que no serías una buena instructora?—apartó el cabello de mi rostro mirándome fijamente al dejar su mano en mi mejilla. Lentamente aparté mi brazo sintiendo como mi corazón latía un poco más rápido de lo normal.

— ¿Por qué no me quieres en la sala de control?

—Porque no es un lugar para ti.

— ¿Quieres que vea a dos niños golpearse entre sí y disparando armas?

—Todo trabajo tiene cosas negativas, la sala de control será mucho para ti, no estás lista—repitió. Respiré profundo intentando no molestarme con él—Lo hago por tu bien.

— ¿Ahora vas a sobreprotegerme como hace la mayoría?

—Aurora—lo miré. Tenía una pequeña sonrisa en los labios que poco a poco fue desapareciendo—Sé de lo que eres capaz porque lo he visto, no serás como yo pero eres mejor que todos en esta facción.

Mis mejillas ardieron dañando toda la imagen seria que tenía. Sonreí un poco por sus palabras cortando la distancia y perdiéndome entre sus labios.

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Alcancé a subir este capítulo a tiempo. El final ya lo tengo listo (en mi mente) debo decir que sorprenderá e impactará un poco. El próximo capítulo será un poco más...interesante. Habrá una "pequeña" discusión por algo que Aurora hizo sin permiso de Eric. Algo que para él significa mucho.

Listo. No digo más o terminaré contando todo. ¡Saludos!