Capítulo 19
Capítulo 19
— ¿Estás bien?—Nadia me miró con algo de preocupación. La mañana se había ido más rápido de lo que creía—Estás muy callada y muy...pensativa—recosté mi cabeza hacia atrás. Cerré mis ojos suspirando—Por favor, dime que no estás pensando en Darío.
—No—contesté al instante—Es en alguien más.
—Eric—volví a mirarla y ella sonrió de lado— ¿Sabes que todos están notando lo cercanos que son?
— ¿Estás hablando enserio?
—Claro que sí—regresó su atención a mi muñeca— ¿Vas a contarle a papá?
—No creo que esté de acuerdo con saber que yo...—me interrumpí a mí misma. Nadia sonrió con diversión, casi caía en ese truco— ¿A qué te refieres?
En cuanto su trabajo había terminado eché un vistazo al resultado. Sonreí al ver el mismo diseño que había hecho, le había pedido el favor a Nadia de hacérmelo, después de mirarme con incredulidad y duda aceptó contenta de que su hermana finalmente decidiera hacerse un tatuaje. No había sido doloroso, de hecho, no había sentido nada.
Colocó algo parecido a un papel transparente, serviría de protección al dibujo para que no se dañara por los primeros minutos. Bajé la manga de mi suéter levantándome luego.
—Te gusta Eric. ¿Por qué crees que existe tanta insistencia de tu parte en conocerlo?—dijo como si fuera algo normal. Organizó sus instrumentos de trabajo llevando su cabello recogido como el mío. Ante mi silencio se aseguró de que estuviera allí todavía mirándome— ¿Por qué te avergüenza decirlo?
—Estoy...recién descubriendo lo que siento—expliqué cruzándome de brazos. La marca que había dejado Darío en ellos durarían por unos días, tendría que cubrirlas cuando Eric estuviera cerca o esta vez el susto iría para el chico—Él también está pasando por lo mismo.
— ¿Ustedes ya...? Tú sabes...
—No, Dios, claro que no—me sonrojé—Sabe que debemos ir con calma, no puedo entregarme así tan...—no supe explicarlo y Nadia sonrió divertida—Como tú.
— ¿Cómo yo?—preguntó con interés.
—Sí.
— ¿Tienes miedo de que Eric te dejé después de estar contigo, Aurora? Porque si eso es lo que ocurre jamás tendrás la oportunidad de saberlo—señaló. Casi lo tomo como un consejo.
—La diferencia entre nosotras es que tú lo tomas como algo simple, para mí es importante...
—Para mí también lo es—se apresuró a decir. No lucía molesta—No importa con cuantos hombres esté, yo decido con quien estoy y con quien no—rodeé los ojos—Si Eric realmente te quiere, entenderá que no estás lista. Debe respetar eso. ¿Me escuchaste?—chasqueó sus dedos llamando mi atención.
—Todos le dan mucha importancia a eso.
—Cuando lo pruebes, sabrás porque es así.
Tori y Nadia iban charlando entre ellas mientras caminábamos al comedor. Agradecí a Tori muchas veces por haberme ayudado con Darío. ¿Por qué no pude hacerle daño? ¿Todavía seguía importándome? Llegando a la Fosa me sorprendí de ver a Eric acompañado. Era una chica parecida a él, la identifiqué en cuanto recordé su nombre. Su ropa era llamativa al ser diferente a los demás, era extraño cuando alguien de otra facción venía a visitar a un osado.
Me apresuré a caminar intentando no mirarlos mucho. Me apresuré a esconderme entre uno de los muros quedando lo suficientemente cerca para escuchar de lo que hablaban. Tori y mi hermana siguieron hacia el comedor sin percatarse de mí.
— ¿Se supone que debo creerte?—esa era Iliza. Algunos osados murmuraban entre sí mirándola con cara de pocos amigos, ambos ignoraban ese gesto—Deja de jugar.
—No estoy jugando, estoy hablando enserio.
—Sabía que no era normal eso de contarle sobre nosotros—escuché un suspiro de su parte. Asomé mi cabeza notando una pequeña sonrisa en ella—Mamá estaría contenta de escucharte decir eso.
—Lo sé—tuve que volver a esconderme cuando Eric miró a su alrededor—Le hubiese encantado conocerla.
Quizás ahora pueda preguntarle con más libertad sobre la verdad de su historia. ¿Qué pasó con su padre cuando supo que se iría de Erudición? ¿Cómo fue ese tiempo de decisión?
—Es una buena chica, Eric—susurró su hermana—Quizás pueda cuidarte mejor que yo.
Sonreí dulcemente por eso.
—Me sorprendió que vinieras, han sido unos dos largos años...
—Sí, bueno, he estado algo pensativa después de enterarme de que tienes una amiga especial que realmente se preocupa por ti—señaló—Eres mi hermano, sigo preocupándome por ti. No importa lo que hagas, estoy contigo.
Mi corazón saltó de alegría y sentí un cosquilleo agradable en el estómago. Entonces... ¿Gracias a mí había hecho una especie de reconciliación entre ellos? ¿Qué había pasado exactamente para que estuvieran separados por dos años? Definitivamente tenía que hablar con él, necesitaba saber respuestas pero sin sofocarlo. Estábamos iniciando una... ¿Relación? ¿Qué se suponía que éramos? La palabra novio no encajaba para Eric, era un ser más allá de eso. Era más maduro que Darío, con él no iban los juegos tontos, si decidía atreverme a algo serio con el líder de la facción tendría que ser tan segura como él.
Un brazo rodeó mi cintura y una mano cubrió mi boca causándome pánico. Entre el susto y la adrenalina golpeé con el codo justo en las costillas de esa persona, me giré colocándolo contra la pared mientras él recuperaba el aliento.
— ¿Qué demonios? ¿Por qué me asustaste así?—retrocedí mirándolo.
—Eres...pésima para...esconderte—aclaró su garganta haciendo un esfuerzo por controlar su respiración.
—Lo siento—no pude evitar disculparme—No quería golpearte, sólo...reaccioné.
— ¿Enserio? No lo había notado.
— ¿Por qué vino tu hermana?—quise saber— ¿Sucedió algo?
—No. Sólo estaba preocupada, es todo—le restó importancia— ¿Qué hacías escuchando? ¿No te enseñaron que es de mala educación?
—Si hablaremos sobre los modales del otro, no tienes nada que reclamar—sonrió con ironía— ¿Qué es gracioso?
—Nada. ¿Dónde estuviste toda la mañana?
La discusión con Darío, la intervención de Tori y la conversación con Nadia vinieron a mi mente. Me esforcé por estar tranquila, Eric era un experto en identificar las mentiras de la verdad. ¿Por qué ahora resultaba ser muy perfecto ante mis ojos?
—No sabía que por un beso debía darte explicaciones—me crucé de brazos.
—Estás desviando el tema—acusó acercándose.
—Tú iniciaste—me encogí de hombros—Hablando enserio, ¿Por qué Iliza estaba preocupada?
— ¿Alguna vez me dijiste que habías hablado con ella?—se detuvo a una corta distancia de mí. Alcé mi rostro manteniendo el contacto visual. Tuve que esforzarme por hacer memoria.
—El día que decidiste beber regresaba de las granjas de Cordialidad—contesté—No pude decirte nada en ese estado—se mantuvo serio— ¿Eso que tiene que ver? ¿Por qué se preocupó?—fruncí el ceño sin entender.
—Le conté la verdad.
— ¿De qué?
—Sabes de qué—acomodó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja regresando a su posición—Está feliz por mí—hubo unos minutos de silencio entre ambos. Por la forma en que lo miraba, sabía que tenía algo que decir— ¿Qué sucede?
—Quiero saber que pasó con tus padres, quiero saber la verdad esta vez, ¿Por qué tu padre te torturaba de esa forma? ¿Por qué tu madre lo permitía?—susurré—Si tuviera un hijo y esa persona que digo amar llega a lastimarlo, puedo jurarte que no viviría para contarlo.
—Algunas madres son diferentes, Aurora.
—No. Todas las madres tienen una forma de proteger a sus hijos—miré sus ojos—Tienes que contarme todo eso, Eric—suspiró como si pudiera tener paciencia de esa manera—Puedes confiar en mí, recuérdalo.
Desperté empapada por el sudor, mi corazón iba a salirse del pecho, miré alrededor encontrándome en la oscuridad de mi habitación. Mis nervios estaban alterados, no quería dormir en ese lugar. Me levanté sin pensarlo colocándome los zapatos, tomé el suéter cubriéndome y salí de la habitación sin pensar con claridad. Estaba alterada por la pesadilla que no podía recordar. Todo mi cuerpo parecía estar alerta de cualquiera que estuviera cerca.
A los minutos después toqué su puerta al detenerme frente a ella. Esperé unos minutos volviendo a tocar con más insistencia hasta que por fin abrió. Tenía un aspecto somnoliento, aquel estilo suelto y despreocupado le quedaba bien, sus ojos se abrieron un poco más al verme.
— ¿Aurora? ¿Qué estás haciendo aquí?
—Tuve una pesadilla, no quiero dormir sola, todo está muy oscuro y mi mente está alterada en este momento—hablé tan rápido que tardó en reaccionar mientras intentaba entenderme. Me abrazaba a mí misma con el frío que recorría los pasillos.
—Sólo fue un mal sueño, es todo—me atrajo hacia él abrazándome. Escuché la puerta cerrarse, todo estaba tan oscuro como en mi habitación. Me dejé guiar por él hacia su cuarto, encontré la cama donde había dormido en dos ocasiones, en cuanto me soltó volví a sentirme insegura. Sé que tengo que controlarme pero mi cuerpo parecía no reaccionar.
— ¿Qué estás haciendo?—pregunté al ver que tomaba una de las almohadas.
—Dormiré en el sofá, no te preocupes, no es primera vez—negué con la cabeza. Eric pasó su mano por el cabello intentando tener paciencia.
—No te vayas.
—No me iré, estaré en la sala.
—No quiero estar sola.
—Aurora—reprochó algo malhumorado— ¿Jamás tuviste una pesadilla?—asentí sin moverme—Entonces sabes que debes calmarte, el sueño llegará a ti y listo—bajé la vista sabiendo que tenía razón—Intenta dormir, estaré en la sala.
Tomé asiento quitándome los zapatos. No sabía que esperaba exactamente. ¿Por qué había venido? Nadia podría haberme recibido...no, mentira. Nadia me habría devuelto a mi habitación. Eric era el único a quien podía molestar, Sheila cuando dormía caía rendida al cien por ciento. Me cubrí con las sábanas cerrando mis ojos intentando dormir. Nada me pasaría, estaba segura. Con todo en silencio, mi cuerpo fue relajándose poco a poco, controlé los latidos de mi corazón sintiendo un peso detrás de mí, me giré de inmediato encontrándolo algo enfurruñado.
—Sí, soy yo, intenta dormir—sonreí de lado mientras lo veía esconderse bajo las sábanas dejando sólo su espalda ancha a la vista. Me giré de nuevo sin borrar la sonrisa.
— ¿Por qué...?
—Al parecer si tengo conciencia después de todo—se limitó a decir—Duérmete.
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Sé que muchas esperan el momento de la "acción". Tranquilas, parte por parte, además, hay algunas cosas que quiero colocar antes. Ya verán.
FOTO: El nuevo tatuaje de Aurora.
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