Capítulo 16
Capítulo 16
Abrí los ojos encontrándome al borde de la azotea, esa que daba directo a la sede de Osadía. Mis manos estaban sudorosas y los latidos de mi corazón eran cada vez más fuertes, una tonta sonrisa apareció en mis labios, encontré a mi padre a mi derecha y a Nadia a mi izquierda. Mi cuerpo sentía una emoción que era imposible de explicar. El viento revolvía mi cabello despeinándolo más.
— ¿Nerviosa?—sonrió papá mirándome.
—Tengo ganas de vomitar y de gritar.
— ¿No le tendrás miedo a las alturas, cierto?—Nadia me guiñó el ojo—Iré primero.
Asentí y sin contar hasta tres, mi hermana se dejó caer al vacío. Nadia tendría unos ocho años, yo en cambio era más pequeña con cinco años pero mis padres sabían que era más inteligente y distinta a ella. Me incliné un poco hacia adelante sólo para encontrar la red con mi hermana dentro, me pareció notar una sonrisa de su parte. Miré a papá quien acarició mi cabello.
—Si no quieres saltar, no tienes que...
—Quiero hacerlo—me apresuré a decir molestándome por eso— ¿No confías en mí?
—Me preocupo por ti, todo padre debe hacerlo.
—Los demás niños lo hacen, yo puedo—sonreí con mucha seguridad en mí.
No fui tan veloz como mi hermana. Conté hasta tres, cerré los ojos y me dejé caer hacia la red. Esperé el impacto pero nunca llegó, al ver a mi alrededor me encontraba en la sala de entrenamiento. Había un arma entre mis manos, los demás chicos que estaban conmigo disparaban hacia el blanco. Todos estaban muy concentrados en lo que hacían, distinguí a los que eran nacidos en Osadía y a los transferidos.
—No quisiera ser tu enemigo—escuché decir a un chico. Junto a mí estaba una chica de cabello hasta los hombros, había acertado en todos los tiros.
— ¿Alguna vez disparaste un arma?—pregunté con curiosidad. La chica sonrió con diversión sonrojándose un poco. Parecía muy ansiosa y emocionada.
— ¿En Cordialidad? Jamás lo hubiera hecho—bufó recargando.
—Tienes buena puntería.
—Tampoco estás tan mal—señaló mi lado. Sí, había acertado pero no tenía tanta destreza como ella, el arma parecía ser parte de su cuerpo—Soy Sheila.
—Aurora—sonreí—Tienes que enseñarme a disparar así.
—Claro que sí.
La imagen cambió. Ahora estaba en la Fosa, me encontraba sentada en una esquina mientras todos se encontraban con sus padres o sus familiares, de acuerdo, quizás no todos pero si la mayoría. Me crucé de brazos manteniendo la mente en blanco, una mujer se interpuso en mi vista. Sonreí levantándome, fui hasta mi madre encontrándola con papá. Éste último si me abrazó como si hace mucho que no me veía. Supongo que el Día de la Visita colocaba sentimental a todos.
— ¿Todo bien?
—Nada de que preocuparse—asentí mirándolos.
— ¿Cuál es tu posición en la tabla?
—Por ahora estoy en el número diez—volví a cruzarme de brazos—No te preocupes, subiré de posición, he recordado cada movimiento que me enseñaste.
—Esa es mi chica—pellizcó mi mejilla.
—Aún me cuesta creer que decidiste quedarte aquí—habló mamá por primera vez. Colocó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja—Estaba segura que escogerías Verdad.
—No creo que sea tan honesta con todos.
—Siempre dices lo que piensas, Aurora, ni siquiera yo puedo hacerlo—sonrió de lado. Lo que dijo me hizo sentir sorprendida y emocionada—Siempre haces lo que quieres. Estoy orgullosa de ti.
La sonrisa se dibujó en mis labios pero la imagen desapareció pasando a otra. Estaba en un balcón conocido para mí, veía el amanecer mientras tenía mis brazos sobre el barandal. El frío era algo fuerte pero soportable, al sentir que alguien me veía, encontré a Eric acercándose.
—Hola—saludé con una pequeña sonrisa.
—Hola—imitó mi posición— ¿Dormiste bien?
Recordé el espectáculo de anoche y sentí vergüenza de mí misma.
—Sí, lamento haberte dado problemas...—mi voz falló al final.
—Lo importante es que estás bien y que esos idiotas no hicieron lo que querían—tragué con dificultad centrando la vista en la ciudad. La sensación de temor, adrenalina y pánico quiso regresar a mí— ¿Cómo te sientes?
—Bien—mentí y él sonrió.
— ¿Enserio?
—Gracias por ayudarme, de nuevo—cerré mis ojos respirando profundo. Quizás no descansé del todo bien.
—Lamento lo de tu brazalete—miré mis muñecas. Eso era lo que menos me importaba.
—Había sido un regalo de mi padre—susurré. Noté algo de sorpresa en él, supe lo que estaba pensando—Creíste que Darío me lo había dado—asintió. La fría brisa me recorrió, me crucé de brazos abrazándome. Me pareció un lindo gesto cuando Eric me cubrió con su suéter—Gracias.
A los pocos minutos me encontraba abrazándolo mientras lloraba como niña pequeña. Sus brazos rodeándome se sentían muy bien, me aferraba más a él y por primera vez...me sentí realmente segura.
Desperté regresando a la realidad, Eric se encargaba de quitarme los electrodos de la cabeza. Me quedé allí en la silla mirándolo, hubo un largo rato de silencio, parecía que nuestras miradas discutían en silencio. Volví a sentirme vulnerable mientras repetía ese momento "feliz" Me levanté quedando sentada mientras suspiraba. Sonreí de lado por lo que estaba pensando.
—Estamos pasando el límite.
— ¿A qué te refieres?
—No debería aparecer en tus momentos felices y tú tampoco deberías aparecer en los míos...
—Volvemos a lo mismo—rodeó los ojos.
— ¿Te das cuenta de que estamos sintiendo algo por el otro?—nos señalé—Esto no es normal, Eric.
— ¿Te das cuenta de que ahora tú eres la que quiere alejarme? Se valiente, querías llegar al fondo de todo esto—pareció molesto o quizás...decepcionado—No tenemos la culpa de lo que está pasando, Aurora—me levanté negando con la cabeza.
—Tienes razón, no tienes la culpa de esto porque la tengo yo—retrocedí en cuanto se levantó—Escucha, sólo quería ser tu amiga, quería...saber porque alejabas a todos, quería ayudarte—Eric guardó silencio. Algo poco común en él— ¿Por qué estás tan tranquilo?
—Por nada—se limitó a decir. Se giró hacia el computador cerrando el programa y guardando el cofre que me había mostrado—Quizás no debiste intentarlo.
— ¿A qué te refieres?
—Me refiero a que no debiste hablarme desde un principio, si no sabías lo que provocarías debiste pensarlo dos veces—respiró profundo. Estaba molesto. Lo notaba en su voz y sus hombros estaban tensos—Por esa misma razón alejo a las personas, porque todos quieren entrar a la habitación pero nadie quiere quedarse para echar un vistazo—quise decir algo pero siguió hablando caminando hacia la puerta—Nada de esto pasó, no te preocupes.
—Eric, yo no...
—No quiero escucharte ahora—señaló. Respiró profundo manteniendo la compostura—Quiero estar solo.
—Lo siento, no quise hacerte pensar que...
—Vete ahora—repitió con ese tono frío que no escuchaba desde hace un tiempo.
Las luces tenues de la sala de tatuajes hacían algo deprimente el ambiente. Eché un vistazo al cuaderno donde le había comentado a Tori las nuevas ideas para los nuevos tatuajes, había quedado encantada por mi creatividad. Jugué con el lapicero entre mis manos mientras apoyaba mi mejilla en mi mano derecha. A los minutos tuve compañía.
—No me gusta ese rostro—señaló con una pequeña sonrisa—Pareciera que alguien te rompió el corazón.
"Algo así..."
—Lo contrario—corregí. Tori tomó asiento junto a mí aprovechando que no tenía clientes. Nadia estaba ocupada con un grupo de chicas que no dejaban de reír o bromear entre ellas.
— ¿Quieres contarme?—acercó mi cuaderno hacia ella— ¿Darío tiene algo que ver?
Llevé mis manos a mi cabeza soltando el lapicero. Suspiré por ese nombre. No sabía nada sobre el chico desde hace una semana, desde ese momento en la sala de entrenamiento. La imagen de Eric defendiéndome sólo me hizo sentir peor. Sentí la mano de Tori sobre mi espalda, era una buena amiga. No todos tenían la oportunidad de ver este lado dulce en ella.
—No sé que estoy sintiendo, Tori—negué con la cabeza cruzándome de brazos sobre la mesa—Esto no es normal.
— ¿Te refieres a Eric?—susurró. Ante la mirada que le dirigí sonrió de lado—No te enojes con Nadia, ella no es la única que lo sabe. ¿No es eso lo que siempre has querido? ¿Acercarte a Eric y conocer su historia?
—Sí pero...—recordé lo bien que se sentía abrazarlo. Volví a negar con la cabeza, estaba tomando un rumbo distinto—Jamás quise hacer que sintiera esto por mí, tampoco quería sentir algo por él...
—Estás asustada.
—Más que asustada—admití—Quiero saltar, quiero gritar, quiero reír pero al mismo tiempo quiero hacer cosas estúpidas.
— ¿No lo habías sentido con Darío?
Lo que Eric había dicho vino a mi mente. No hacía falta que estuviera ebrio para hacerme saber que Darío jamás me amó y yo tampoco lo amé, sólo fue una relación que...ni siquiera puedo recordar cuando comenzó. ¿En qué momento acepté ser su novia? Sí, el chico me respetó cuando intentaba subir la intensidad de las caricias y los besos pero...no me sentía completa. No me sentía como cuando estoy con Eric y es gracioso porque con sólo una mirada sonreía como tonta, me encantaba hacerlo enojar pero también hacerle entender que el mundo tiene diferentes colores.
"Eres un hermoso monstruo"
¿Por qué le dije eso?
—Cree que lo usé, Tori—contuve las lágrimas—No sé porque me entristece saber eso. No sé porque desde que lo vi hace horas me siento tan...
— ¿Incompleta?
—Sí.
— ¿Quieres que te diga lo que creo?—asentí y acarició mi cabello ondulando las puntas—Creo que te enamoraste de él, te enamoraste sin darte cuenta y para sorpresa de todos, Eric también podría estar pasando por lo mismo.
—Pero no quería hacerle daño y él no lo entiende...
—Así son las relaciones verdaderas, Aurora—explicó—Jamás planeas nada, conoces lo que nadie ha tenido la suerte de conocer y cuando te das cuenta de eso...sueles sentir miedo.
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Llevó escribiendo este capítulo durante todo el día u.u Hubiera terminado antes pero al parecer el día de hoy nadie conoce otro nombre que no sea el mío -.- En fin, aquí lo tengo. Es un poco largo pero vale la pena. Quería contarles sobre un concurso al que me anoté, de hecho, esta historia está inscrita. Se llama FW Awards 2017. Les estaré avisando de cualquier cosa.
El próximo capítulo será desde el punto de vista de Eric.
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