Capítulo 14
Capítulo 14
Eric
Veía como el sol iba escondiéndose por la ventana de mi habitación. Todo estaba en silencio, extrañamente me sentía bien, mi padre llegaría más tarde del trabajo, eso traía paz a la casa. La puerta se abrió dejándome ver a mi madre que traía algo en sus manos.
— ¿Qué es eso?—no pude aguantar la curiosidad. Algo que mi padre odiaba por completo.
—Un nuevo suero que inventé en el laboratorio—sonrió orgullosa. Cerró la puerta detrás de sí y se acercó a la cama, tomé asiento en ella mirando una especie de cofre, era completamente negro—Es algo diferente a lo que tu padre hace.
— ¿No sabe sobre esto?—al abrir el cofre pude ver pequeños frascos que contenían un líquido amarillo. Los conté en segundos encontrando diez. A mi padre le encantaba intensificar más el suero que usaban en las simulaciones o a la hora de enfrentarse a la prueba que te ayuda saber donde perteneces— ¿Qué hace?
—Hace unas semanas venía pensando en esos momentos felices que olvidamos por los problemas que tenemos—explicó tomando uno de los frascos mirando el líquido—Este suero te hará pensar en todo lo que te gusta, eso que te hace más feliz que nada.
— ¿Enserio?—sonreí— ¿Ya lo has probado, mamá?
La felicidad disminuyó en su rostro y sus ojos perdieron brillo.
—Todos dijeron que era algo innecesario—susurró.
— ¿Qué?
—Dicen que es más importante recordar lo que tememos, que debemos aprender de la mente y al parecer la felicidad no entra en el tema—negó con la cabeza guardando el frasco.
Sentí algo de pena por ella y enojo también. ¿Es que eran idiotas o qué? ¿Por qué cuando alguien hace algo distinto todos dicen que "No"? Cerró el cofre acariciándolo con la yema de sus dedos. No podía dejar que echara todo eso a la basura, yo si creía en ella.
—Quiero quedármelo—me miró sorprendida—Puedo probarlo más adelante.
— ¿Quieres probarlo?
—Sí—tomé el cofre pero me detuvo.
—Úsalos cuando sientas que no puedes más, cuando te sientas presionado o quizás cuando necesites un poco de tranquilidad—susurró acariciando mi mejilla sonriendo dulcemente—Todos necesitamos dejar los temores de lado.
Desperté con el dolor de cabeza torturándome. No recordaba la última vez que había bebido pero había sido hace mucho, abrí los ojos encontrándome en mi habitación. Intenté recordar un poco los últimos momentos y el cómo había llegado aquí pero quise evitar que el dolor creciera.
Me levanté con cuidado sintiendo que todo se movía en cámara lenta, respiré profundo restregándome los ojos con mi mano. Al parpadear varias veces noté la oscuridad del lugar, era de noche y todas las luces estaban apagadas. Me incorporé saliendo de la cama, sentí el frío suelo bajo mis pies descalzos, caminé hacia la cocina sirviéndome un vaso con agua. Mientras lo bebía noté que algo se movía en el sofá.
Avancé con lentitud entrecerrando los ojos, una larga melena oscura caía por sus hombros mientras se abrazaba así misma. Una Aurora arrepentida vino a mi mente, me llevaba a la habitación y se aseguraba de que no hiciera otra estupidez. Recordé haber tomado su mano acariciando el brazalete que le había dado, sus ojos brillaron y sus mejillas tomaron un color rosa.
"Genial. Ahora soy un profesional para coquetear cuando estoy ebrio"
Dejé el vaso en la mesa central, fui a la habitación y regresé cubriendo a la chica con la sábana, estaba temblando cuando lo hice. Su respiración era tranquila y sus labios rojos formaron una pequeña sonrisa mientras se aferraba a la sábana.
Cuando abrí mis ojos al escuchar una puerta cerrarse, encontré a Aurora dejando una bandeja en el comedor. Durante la noche había tenido que cargarla dejándola en mi cama, sólo así el frío no le molestó tanto. Segunda vez que debía dormir en el sofá.
—Estás despierto—se acercó al verme— ¿Cómo te sientes?
—Normal—me limité a decir. Realmente quería tomar un baño, comer algo y prometerme a mí mismo que no volvería a beber.
—Para la próxima deja que me quede allí—señaló el sofá antes de irse al comedor. Me levanté siguiéndola notando algo raro en su actitud—Te traje el desayuno, creí que tendrías hambre—llevaba su cabello recogido en una coleta alta—Yo debo irme.
—Espera—tomé su mano. Sus ojos evitaron todo contacto conmigo— ¿Por qué regresaste?
— ¿Recuperaste la memoria?—noté algo de sarcasmo en su voz.
— ¿Estás molesta conmigo?
— ¿No puedes agradecer que estuve contigo evitando que fueras más idiota?—la solté sin evitar sorprenderme. Aurora jamás me había hablado así—Oh, cierto, eres Eric Coulter, jamás agradeces y jamás dices la verdad.
— ¿Cómo sabes mi apellido?—me acerqué a ella. Pocas personas sabían eso.
—Me tengo que ir—volví a detenerla y fue entonces cuando me encontré con su mirada— ¿Qué quieres?
— ¿Por qué estás molesta conmigo?
Respiró profundo rodando los ojos. Esta vez no la solté.
—Me sentí incómoda contigo, es todo—fruncí el ceño sin entender—Luego te lo explicaré, no quiero hablar de eso ahora.
—De acuerdo—asentí conformándome con eso—Ahora dime lo del apellido.
—Me encontré a tu hermana—se apresuró a seguir—La identifiqué mientras cargábamos los camiones y apareció ese apellido.
Quería saber lo que habían hablado. ¿Acaso Iliza le dijo algo? Solté a Aurora respirando profundo, cada vez las cosas parecían complicarse, la voz de mi madre vino a mi mente acompañado del cofre. Miré a la chica teniendo una idea.
— ¿Quieres acompañarme?
— ¿A dónde?
—Hay algo que quiero mostrarte.
Después de tomar una ducha, desayunar y estar listo. Caminé por los pasillos con Aurora en silencio, sonreía para mis adentros cuando veía el brazalete aunque ansiaba saber que había hecho para incomodarla y molestarla tanto. Llegamos a una habitación que conocía muy bien, sólo estábamos ella y yo.
— ¿Qué hacemos aquí?—me miró sin entender.
Me acerqué al computador que estaba junto a la silla que todo osado conocía para enfrentar sus miedos. Saqué el cofre del bolsillo de mi chaqueta colocándolo sobre la mesa. Aurora con curiosidad tomó un frasco en cuanto lo abrió.
—Mis padres trabajaban en uno de los laboratorios de Erudición—la miré darle vueltas al frasco observando aquel líquido amarillo—Mi madre me entregó el cofre cuando tenía once años.
— ¿Ella los hizo?
—Sí, así es—asentí—Después de que rechazaran su propuesta se me ocurrió tenerlos.
Aurora echó un vistazo al cofre. Había nueve frascos y un puesto vacío.
— ¿Qué pasó con el otro?—me miró.
—Lo usé cuando me convertí en líder—levantó sus cejas un poco—Por alguna razón la recordé cuando Max me ofreció esa oportunidad.
— ¿Por qué rechazaron a tu madre?
—Por crear algo distinto—tomé el frasco de su mano preparándolo en la inyectadora—Este suero no invoca tus temores, es todo lo contrario—susurré—Hace tu mente te lleve a los momentos que te hacen realmente feliz, quizás un momento o una persona—tomé asiento en la silla.
— ¿Qué vas a hacer?
—Quiero mostrarte cómo funciona—recosté mi cabeza hacia atrás—Conecta los electrodos y usa el suero. Verás todo en el computador.
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Hace mucho que quería usar esa canción n.n La idea vino a mi cabeza por un sueño que tuve hace poco. Espero que les vaya gustando.
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