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Capítulo 10

Capítulo 10

Aurora

Volví a echar otro vistazo al lugar donde me encontraba. Era más grande que mi "hogar". El balcón que estaba en la sala daba vista a la ciudad, algunos rayos del sol tocaban el suelo y parte de los muebles. La cocina era algo que siempre me había parecido innecesario, la mayoría de los osados prefería ir al comedor para crear el desastre un rato más.

A pesar de ser un lugar espacioso con una sala, una habitación, el baño, la cocina y un pequeño comedor se podía sentir en el ambiente ese aire de soledad. Ahí venían los recuerdos de anoche, seguía respirando y seguía aquí gracias a Eric. Bufé negando con la cabeza. Incluso si contara toda la verdad de ese suceso las personas seguirían viendo al chico como alguien cruel y despiadado.

Eric me había dejado sola en cuanto Max lo requería en la sala de control. Por primera vez me pareció ver algo de duda en él, tuve que repetirle varias veces que estaría bien. Mi estómago rugió. No quería salir en estos momentos, sentía que todos querrían atacarme y arrojarme por el Abismo. Sí, estaba paranoica.

—Quizás tenga algo en el refrigerador—me levanté de la cama saliendo de la habitación. Mi suerte mejoró un poco cuando encontré algunos ingredientes que podría usar pero el mayor problema era que no sabía cocinar—Piensa, Aurora.

Mi madre no acostumbraba a cocinar, de hecho, en pocas ocasiones la había visto preparar algo. Mi padre vino a mi mente, cuando tenía siete años lo había ayudado con el almuerzo. Tomé lo que necesitaba del refrigerador revisando algunos estantes que chillaban un poco al abrirlos. Cuando todo estaba sobre el mesón comencé la preparación esperando que quedara bien.

Mientras intentaba hacer el intento de cocinar mi mente se desconectó de mi cuerpo. ¿Por qué alguien querría verme muerta? ¿De qué le serviría? La discusión con Darío no era motivo para sospechar. Primero: El chico era incapaz de hacerme eso. Segundo: No importaba cuantas veces nos enojáramos, podría ser su peor enemiga y...

"¿Realmente crees que él no lo haría?"

La voz de mi conciencia interrumpió mis pensamientos. Negué con la cabeza, conocía al chico. Además no tiene sentido, no es la primera escena de celos aunque si puedo decir que es la primera vez que las cosas entre nosotros se coloca tan...tensa. Mi cabeza comenzó a doler, respiré profundo intentando relajarme y no pensar tanto. Toqué mi muñeca donde debería estar el brazalete, Eric se había disculpado por eso.

Sonreí sin darme cuenta del gesto, habían cosas más importantes y él se disculpaba por haber perdido el brazalete. Levanté la mirada al mesón, definitivamente estaba dándole muchos problemas. Incluyendo el hecho de que el pobre había dormido en ese sofá. Decidida en lo que haría me limité a concentrarme en la cocina dejando de lado los pensamientos unos minutos.


En el segundo que terminaba de asegurarme que la mesa estuviera lista escuché la puerta cerrarse. Eric estaba de pie mirándome sin entender lo que hacía. Cuando abrió su boca para decir algo me apresuré a interrumpirlo.

— ¡Cierra los ojos!

— ¿Qué?—no supe si estaba molesto por darle órdenes o por haberle gritado.

—Cierra los ojos, ahora—tuve que acercarme a él—Tengo una sorpresa.

—Aurora...

—Después de ver mi sorpresa puedes enojarte—cubrí sus ojos con mis manos incitándole a caminar con cuidado.

—No me gustan las sorpresas.

—Tómalo como un agradecimiento—me detuve junto a una de las sillas de aquella mesa pequeña. Sin apartar mis manos de sus ojos le indiqué que tomara asiento, conté hasta tres para mis adentros y permití que viera lo que había preparado— ¿Cuándo fue la última vez que alguien te preparó algo así?—sonreí mirando los cubiertos en su sitio, los platos esperando a ser servidos, el espaguetis bañado en salsa que había logrado hacer acompañado de algunas albóndigas. Las había probado antes y tuve un buen resultado— ¿Eric?—ante su silencio me sentí nerviosa—Oye, ¿Estás bien?

Sus ojos azules estaban muy abiertos observando cada detalle, todo su cuerpo estaba tenso, sus manos se aferraban a los bordes de la mesa y no sabía si estaba molesto, sorprendido, agradecido...

— ¿Por qué hiciste esto?—su voz fue casi un susurro. Temí haber hecho algo mal— ¿Tú lo hiciste todo?

—Estos días me has ayudado más de lo que crees, lo de anoche quizás no fue nada para ti pero ambos sabemos lo que hubiera pasado si no hubieses llegado a tiempo—ahora sus ojos estaban fijos en mí. Aclaré mi garganta estando algo incómoda lo cual era extraño—Quise hacer algo para agradecerte no sólo por salvarme, también con lo de Darío, con Miriam y también por ese paseo en tren.

— ¿Por qué deberías agradecerme?—frunció el ceño relajándose.

¿Me estaba jugando una broma o se estaba haciendo el idiota? ¿Acaso no escuchó lo que le dije? Me crucé de brazos intentando no enojarme. El moretón en mi mejilla dolía un poco cuando apretaba los dientes o hacía cualquier mueca.

—Porque sí.

—De acuerdo—asintió acomodándose para comenzar a comer. Quise pedirle que dijera un "Gracias" pero eso ya sería mucho. Tomé asiento frente a él sirviéndome en mi plato mientras se encargaba de llenar los vasos.

—Max está necesitándote mucho últimamente—rompí el silencio que los cubiertos interrumpían en segundos.

—Están cambiando algunas cosas para los iniciados de este año—contestó restándole importancia. Pensé que no le gustaría mi talento culinario pero me sorprendió ver que cada vez los bocados eran constantes. Sonreí orgullosa por mi esfuerzo—Tu amiga está a punto de entrar.

— ¿A qué te refieres?

—Sheila está a punto de convertirse en entrenadora.

— ¿Max te dijo algo sobre eso?—sentí curiosidad. Ante su mirada supe que no iba a decírmelo, bajé la vista al plato cambiando el tema un poco— ¿Esperan a muchos chicos este año?

—Puede variar como siempre.

— ¿Vas a torturarlos como siempre?

—No los torturo—esta vez fue mi turno de verlo con incredulidad—Si escoges una facción exigente y que es sólo para valientes que pueden actuar sin pensarlo entonces debes saber que nada será sencillo.

— ¿Dónde entra la tortura?

— ¿Acaso te torturé durante tu iniciación?

—Pues...

—El problema de los transferidos es que creen que escapando de su facción y escogiendo esta todo será fácil—lo escuché con atención—Y el problema de los que son nacidos aquí es que creen ser osados de sangre cuando ni siquiera conocen sus mayores miedos.

—Estás diciendo que tú también tenías ese problema hace unos años...

—No. Cuando dejé caer mi sangre en la Ceremonia de Elección estaba seguro de que no sería sencillo.

—Eso es imposible—Eric me miró—Hablas como si fueras perfecto, como si el Eric de dieciséis años siempre lo supo todo...

—Era un erudito, Aurora—señaló con tono obvio.

—Dijiste que lo tuyo no era buscarle una solución a todo.

—Claro, porque ya lo sabía mucho antes que los demás—dejé el tenedor sobre el plato mirándolo con los ojos entrecerrados. Obviamente teníamos un claro cambio de ánimos, cuando se fue por la mañana había sido...bueno, ahora parecía algo...malhumorado o distante mejor dicho— ¿Qué estás pensando ahora?

—En que estás loco.

—Loco o no, soy el líder.

— ¿Siempre acostumbras a hacer eso?—quise saber. Se mantuvo en silencio, supo a que me refería— ¿Siempre cuando te arrepientes de algo acostumbras a ser así con las personas, Eric?

Masticó lentamente y luego dio un sorbo a su vaso. Regresó la mirada a su espagueti volviendo a comer.

—En cuanto termines con tu plato te llevaré a la enfermería.

— ¿Por qué no me llevaste anoche?

—Porque era muy tarde.

—Eso es mentira.

—Sólo termina de comer, Aurora.

—Pero quiero saber...—el chico pasó su mano por el cabello algo exasperado de tantas preguntas y tanta insistencia de mi parte. De acuerdo, quizás podía ser algo irritable pero quería saber. No todas pueden decir que han visto al hombre sonreír, hablar de su pasado, ser un ángel, ser protector...

—No quería dejarte sola en una de esas camas, sabía que tus padres se preocuparían y por alguna razón no quería eso—hubo un silencio cómodo entre nosotros. Eric suspiró negando con la cabeza—Eres peor que el suero que usan en Verdad.

—Incluso los líderes pueden tener su tortura—me encogí de hombros.

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Seré honesta, no he podido actualizar por tres razones:

Primero: Mi padre anda usando constantemente el computador y eso me atrasa a la hora de actualizar.

Segundo: He estado enferma desde hace una semana.

Tercero: Cuando tengo el computador libre no tengo la inspiración suficiente para escribir.

Me disculpo por eso y espero sentirme mejor.

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