Capítulo 1
Capítulo 1
La brisa revolvía mi cabello, por suerte lo llevaba recogido para no sentir la molestia de los mechones en mi rostro. Respiré de nuevo profundamente avanzando de puntitas sobre el borde de la azotea, era el edificio principal que daba directo al centro de Osadía, claro, llegabas directo si decidías saltar hacia el vacío. Todos los iniciados pasaban por esa prueba, yo lo había hecho y no había sido tan difícil. Quizás se debía al hecho de que no era ninguna transferida, escogí mi facción de origen y no tuve que pasar por la separación de mi familia ni de las cosas que quería.
La mayor parte del tiempo la pasaba aquí o en La Fosa donde mi hermana trabajaba en la sala de tatuajes, tenía una fascinación por ellos desde siempre, Tori se tomó la molestia de enseñarle todo lo que sabía convirtiéndola en alguien tan buena como ella.
Realmente solía estar en cualquier lado que me sintiera cómoda. Sí, había pensado en trabajar pero no lograba decidirme en que área. Bufé comenzando a frustrarme, miré el sol que comenzaba a esconderse. Otro día perdido. En minutos el cielo oscurecería dándole paso a las estrellas, desde mi habitación no podía apreciarlas, podía ser estúpido pero era relajante pasar horas mirándolas.
— ¿Qué estás haciendo aquí?—di un respingo escuchando esa voz profunda y masculina. Inconscientemente me había tensado. Con cuidado giré sobre mis talones encontrándome con sus ojos azules, estaba cruzado de brazos provocando que sus brazos se notaran más fuertes. Lo conocía, claro que sí, ¿Qué persona de Osadía no conocería a uno de los líderes más fríos y distantes?
—Sólo miraba—de un salto bajé del borde teniendo los pies en tierra firme esta vez— ¿Qué haces tú aquí?
— ¿Acaso hay algo que me impida estar aquí?—levantó una de sus cejas. No era difícil notar sus intentos de intimidación, a pesar de ser más pequeña me mantuve serena. Sonreí con diversión negando con la cabeza— ¿Dije algo gracioso acaso?
— ¿Acaso hay algo que me impida sonreír?—imité su postura.
Eric avanzó con paso firme y decidido hacia mí. Pude sentir los latidos de mi corazón volverse más constantes, su cabello era de un rubio algo oscuro, tenía un tatuaje en el cuello y en sus brazos. Desde que lo conocí durante mi iniciación me parecía que escondía algo más, las personas eran lo que eran por una razón, nadie nace siendo así.
Era la única que pensaba distinto sobre ese hombre.
— ¿Olvidas con quién estás hablando, Aurora?—su voz amenazante me causó escalofríos, no por temor, más bien por un extraño placer de escuchar mi nombre en sus labios—Te hice una pregunta—avanzó de nuevo quedando a centímetros de mí. Alcé mi rostro para mantener el contacto visual.
—Creo que no he dicho nada malo—susurré—No funcionará conmigo—levantó sus cejas sorprendido e incrédulo. No era primera vez que teníamos un encuentro así, de hecho, ningún encuentro con él era agradable. No pude evitar pensar en la primera vez que lo vi.
Todos los iniciados se encontraban en la azotea del edificio, las respiraciones eran algo agitadas debido al salto en el tren. La adrenalina corría aún por mis venas, no podía evitar sentirme fuerte y grande. Un hombre vestido de negro y con unos piercing en una de sus cejas nos recibió allí. Se presentó con un nombre, era Eric y también uno de los líderes de Osadía. Era extraño porque jamás lo había visto, toda mi vida he sido una osada, los rostros no eran tan nuevos a excepción de los iniciados que llegaban cada año.
— ¿Qué se supone que hay abajo?—escuché a una chica erudita junto a mí.
—Estos tipos están locos—le respondió otra con la misma ropa azul.
— ¿Y si lo estamos para que estás aquí?—gruñí mirándolas.
—Quizás una de nosotros quiera demostrarle a los demás que no aceptamos la cobardía en nuestra facción—Eric al parecer me había escuchado. Tampoco había hablado muy bajo que digamos, sus ojos azules estaban fijos en mí, casi atravesándome. Estaba furioso por mi falta de atención, todas las miradas fueron a mí, me sentí nerviosa, algo poco usual.
— ¿Yo?—pregunté como idiota.
—Yo quiero hacerlo—un muchacho de Cordialidad había levantado la mano.
— ¿Te he nombrado acaso?—lo fulminó con la mirada regresando su atención a mí— ¿Te parece que estoy mirando a alguien más?—se cruzó de brazos.
—No lo sé, yo...
—Acércate—ordenó.
Mis piernas respondieron al instante, mis manos comenzaron a sudar, respiré profundo deteniéndome frente a él. Era muy fuerte y más alto. ¿Cuántos años tendría? Era un monstruo a mi lado, sólo tenía dieciséis años, quizás en un tiempo podría ser tan fuerte y firme como él.
—Sin decir nada quiero que saltes ahora mismo si no quieres mudarte con los Sin Facción—susurró con voz ronca y amenazante. Quise decir algo pero me contuve, asentí pasando a su lado, subí al borde de la azotea y no dudé en saltar.
Unos días después me había enterado de que recién lo habían elegido para ser uno de los líderes. Para sus superiores era el mejor ejemplo de lo que significaba ser osado. Parpadeé varias veces encontrándome sola, algo confusa me acerqué a donde hace minutos había estado parada, Eric había saltado dejándome allí sin decir nada. Eso no era normal.
El comedor era un verdadero caos, frente a mí estaba Nadia, mi hermana. Nos llevábamos tres años de diferencia, sus ojos eran negros igual que los míos, tenía una melena castaña oscura que caía suelta por su espalda hasta su cintura, el mío era de un negro azabache que comenzaba liso pero algunas ondas se creaban en él. No era tan largo como el de ella. Teníamos el mismo color de piel, sus labios eran delgados y los míos lo contrario. Nadia siempre había sido más delgada que yo, por sus brazos se encontraban algunos tatuajes que para ella no tenían sentido. Sólo los había escogido y ya.
— ¿Has visto a Sheila?—pregunté mientras daba un mordisco a la hamburguesa.
— ¿No me dijiste que estaría mejorando sus intentos de ser instructora?
Sheila era una transferida de Cordialidad, nos habíamos hecho amigas durante la iniciación. Era diferente a su gente que vive feliz y dando amor a todo el mundo, todo el tiempo.
—Seguramente Cuatro la esté supervisando—tragué con dificultad bebiendo algo para pasar la comida por la garganta.
— ¿Hiciste algo hoy?—ladeó su cabeza entrecerrando sus ojos—Además de estar saltando por ahí.
—No—mentí.
—Aurora—reprochó.
Mordí mi labio pasando la vista por los osados que estaban allí. Eric comía con toda la tranquilidad posible, sus ojos estaban fijos en su bandeja, mientras todos a su alrededor reían o conversaban, él se mantenía distante y metido en sus pensamientos. Por un momento me pareció dulce, cuando se me ocurrió levantarme para ir a hacerle compañía, Nadia golpeó mi mano sobre la mesa.
— ¡Oye!—me quejé acariciando el lugar del golpe.
— ¿Cuántas veces te he dicho que no hables con ese animal?
—No es un animal y realmente perdí la cuenta.
—Auro, escucha...
—No es malo—me miró incrédula—Tal vez un poco pero tiene sus motivos.
—Los tenga o no, aléjate de él, eres muy ingenua y soñadora, no quiero que salgas herida...
—No soy ingenua, ¿Eso crees?—bufé perdiendo el apetito—Eres mi hermana, deberías conocerme.
—Y por eso quiero que te alejes de Eric.
— ¿Por qué? ¿Sólo porque todos dicen esos estúpidos rumores?—me levanté ganando la atención de dos osados que estaban cerca—No seas una más del montón porque yo no lo soy. Digas lo que digas no me harás cambiar de opinión—antes de que pudiera decir algo más salí del comedor dirigiéndome a mi habitación.
***************************************************
Es mi primer fic de Divergente. La idea se me ocurrió de repente, estoy dudosa sobre seguirla o no simplemente quisiera saber que opinan. Creo que me guiaré más de la película. En fin, quisiera saber lo que piensan.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro