16 ❧ Noona
Abriste tus ojos, cegada de la vanidad y belleza que TaeHyung había logrado transmitirte aquella tarde. La noche se pronunciaba a lo alto de la ciudad; las luces del cuarto eran tenues y percibiste con poca nitidez a un hermoso hombre, descansando sobre tu cuerpo.
Tal vez fue aquella la imagen más bella que habías presenciado.
Te preguntaste qué estaría soñando en este momento. Te preguntaste qué sería de tu verdadera identidad. Te preguntaste sobre tu nueva vida, sobre lo tuyo con TaeHyung. Y sobre todo... te preguntaste por JungKook. Aquel a quien tanto amabas.
Y odiabas.
Acariciaste la amplitud de sus cabellos. Su cabeza descansaba sobre tu pecho, justo debajo de los pechos. Entonces, de no inmutarse, comenzó a moverse sonriente, abrazando tu cintura.
__ Buenas noches, princesa__ le sonreíste jovial.__ Arriba. La noche es joven.
TaeHyung comenzó a ronronear estrechándote más hacia él; no pretendía salir de la cama por nada del mundo. Vaya, era un dormilón de primera.
__ ¿Piensas dormir hasta mañana?__ preguntaste divertida. Acariciaste su cabello de nuevo, sus bucles comenzaban a tomar forma.
__ Contigo sí. Y sintigo también__ bromeó y reíste fuerte.
Eras sincera y auténtica con él. Sentiste que TaeHyung era el giro inesperado que tu vida necesitaba para continuar tranquilamente, fuera de la boca del lobo de JungKook.
Te había lastimado, usado, manipulado y mentido.
Él era un completo farsante, embustero y arrogante. Y la peor parte era que seguías enamorada, y con cada segundo que transcurría, ese sentimiento se potenciaba.
TaeHyung, de algún modo, canalizaba ese dolor y esa ausencia.
__ Tae...__ llamaste en un susurro.__ ¿Qué sucedió con mi verdadera identidad? Es decir, ahora que soy Dianna Warner.
Sus ojos te observaron muy abiertos.
__ Pues, Lèa ha asumido al mando. Y quedó tu renuncia y retiro oficial. Para el resto del mundo, te has tomado vacaciones__ sonrió de lado.
Con que así terminaban las cosas para ti.
Sin embargo, existía algo que despertó una poderosa inquietud.
__ Pero yo no he firmado ninguna renuncia.
Su expresión gritó un nombre escalofriante y comprendiste con exactitud de quién se trataba la enorme faena: JungKook. Él había robado tu firma, noches atrás.
Estúpido.
__ Lo odio__ agregaste, presionando la mandíbula. JungKook era detestable.
__ Olvídalo. Sólo...__ mencionó, dándote un beso en los labios__ nunca olvides ni dejes de ser quién eres ahora. Te amo.
Algo en tu cuerpo ensayaba una respuesta, pero él te había cegado. Te amo. Pero tú no lo amabas, por tanto que lo intentaras. Lastimarlo era lo último que deseabas en el universo y no te lo perdonarías.
__ Oye...
__ Lo siento__ se disculpó.__ No debí decir eso.
Comenzó a levantarse. Su enorme cuerpo se dirigió al otro extremo de la cama, de espaldas tuyo, encorvado hacia adelante. La situación se volvía más complicada y voluptuosa.
Gateaste hasta él, y tus manos se posaron en su espalda, practicando algunos masajes.
__ TaeHyung... aún no logro... olvidarlo__ comenzaste a confesar.__ Me enamoró, me abandonó y me hizo mucho daño. Pero aún así... no lo sé__ tus manos seguían maniobrando sobre su tensa espalda.__ ¿Puedes ayudarme? Temo morir entre sus garras, Kim. Tengo mucho miedo.
Su cuerpo volteó frente a ti. Su mirada aún reflejaba la ardua nostalgia pero la sinceridad vibraba en su cuerpo. Y la ternura del amor.
__ No tienes nada que pedir. Sólo... déjame amarte...__ quebró su voz. Sus musculosos brazos te rodeaban ahora.__ Te lo suplico.
Él no podía ser tu amigo. No podía ser sencillamente un compañero, un salvador. TaeHyung estaba allí para reemplazarlo a él, a JungKook. Y eso partía tu corazón en dos.
Odiabas a JungKook con toda tu alma. Pero peor odiabas amarlo con demasiada locura.
Ambos se besaban ahora, en medio de abrazos y cosquillas. TaeHyung era sensacional.
__ ¿Tienes hambre?__ preguntó.__ Yo muero de hambre. Pediré que traigan algo.
Reíste con fuerza.
__ ¿Cómo alguien como tú puede estar en la mafia?__ preguntaste inquieta.
__ Yo sólo absorbo y estafo. ¿No te gustan los hombres malos, nena?__ seducía con voz grave y ronca, hasta atrapar tus labios. Sus palabras te excitaban.__ Iré a la ducha. En unos minutos llegará el staff.
TaeHyung se dirigió al baño.
Te colocaste nuevos atuendos que había en el armario. Excelente, ahora eras Dianna Warner. Y tenías una coartada perfecta, muy bien liderada por JungKook.
Una sensación de frialdad comenzó a arrugarse en tu pecho. De pronto sentías temor e inseguridad. ¿Por qué?
Un mensaje llegó al buzón del celular de TaeHyung. Lo reconociste. Tomaste el celular con cuidado.
__ Oye, Bella Durmiente__ le llamaste desde la puerta del baño.__ Te llegó un mensaje.
Él ya había terminado y, probablemente, se secaba.
__ Déjalo, luego lo veo.
Ibas a dejar el celular sobre el escritorio, pero pronto volvió a sonar. Una enorme intriga te carcomió el cerebro y, en un impulso, la pantalla se encendió sobre tus ojos. Estaba con nombre, decía Marcie. Su contacto estaba agendado.
Con tan sólo ver la foto del perfil, reconociste de inmediato a la joven.
Aquella muchacha, esbéltica y con lencería, quien había entrado a la habitación de JungKook noches atrás, mientras a él se tatuaba. Aquella quien te había cerrado la puerta en el rostro. Aquella quien lo había llamado mi amor.
¿Qué hacía ella allí?
Entraste a los mensajes y deseaste no haberlo hecho.
Una foto. Ella, desnuda, estaba sentada sobre los muslos de TaeHyung, con una botella de whisky abierta y ambos cuerpos empapados con el alcohol. Y sonrientes. La foto estaba tomada de frente, por alguna otra persona.
Debajo llevaba escrito: Qué rica noche, bebé. Yo también te extraño.
Aquello era reciente, y eso fue lo que partió tu corazón. TaeHyung había jugado contigo. Habías confiado en él, te habías endulzado con sus palabras, habías permitido que se arrimara a tu corazón, le habías confesado tus sentimientos y secretos.
Y sin embargo, todo fue una farsa.
El hedor del hastío que emanabas podía espantar a cualquiera que se acercase. Y TaeHyung lo percibió. Estaba vestido y su cabello seguía húmedo. Un rastro de confusión apareció en su mirada.
__ Ey... ¿qué sucede?__ preguntó, sin acercarse.
Volteaste rígida, con su celular en tus manos. Sonreías con malicia, pero también con dolor.
__ "Qué rica noche, bebé. Yo también te extraño"__ leíste con sarcasmo. Luego, ensayaste la foto que se encontraba justo arriba. La mejor parte fue notar su rostro sorpresivo.__ Sabes... yo siempre osaba del respeto. Pero esto... yo realmente creía en que no caerías bajo, Kim. Era eso, ¿verdad? Ya probaste mi vagina. Así que el trabajo terminó__ azotaste, con una dureza impresionante que golpeaba tu garganta.
No ibas a llorar porque no lo sentías.
No ibas a golpearlo porque no tenías fuerza por malgastar.
__ No... n.no creerás que esto fue para usarte, ¿verdad? Yo estoy enamorado de ti__ comenzó, quebrado.
__ La tienes agendada, idiota. Imagino que le enviaste un te extraño. Contéstale, parece entusiasmada__ dijiste, entregándole el celular.
__ Yo... no... espera, te juro con mi vida que jamás le envié eso... créeme... por favor__ murmuró escandalizado, interponiéndose en tu camino.__ No me dejes.
No me dejes, noona.
__ ¿Se supone que deba escoger si creer en ti o en eso? Creo que las pruebas aquí son suficientes__ susurraste.__ Sal de mi camino__ amenazaste fortificada de odio.
TaeHyung se movió, no iba a discutir contra algo que no creerías jamás. Estaba apenado y lloraba en silencios.
Saliste de la habitación sin ninguna otra palabra.
Caminabas estridente con los tacones aguja, ondulando las caderas, con guardias cuidándote las espaldas a lo largo del pasillo a una distancia prudente.
Primero en tu adolescencia. Luego JungKook. Después Julia. Ahora TaeHyung.
Por tanto que intentabas, no fuiste capaz de llorar. De expulsar aquella rabia y angustia que tanto te estremecía. No podías liberarte, estabas encarcelada y deleitada.
¿Aquél era tu destino? Terminar destrozada... Que te lo arrebaten todo... El dolor...
Entraste a la habitación de JungKook, sin pedir permiso. Su cuerpo se recostaba sobre el oscuro sillón de cuerina. Fumaba y dos vasos de vino yacían sobre la pequeña mesilla de café.
Sus labios sonrieron cuando apareciste y no pudiste evitar estremecerte. Estaba sensual así, lo que aumentaba tus nervios.
__ Sabía que vendrías, preciosa__ dijo, levantándose.
Estabas encolerizada, incapaz de analizar o pensar con claridad, la ira te consumía el cuerpo y no había forma de liberarlo.
__ Cierra la boca__ amenazaste.
Te dirigiste a su escritorio apoyando tus manos en éste, cargando tu peso. El corazón se aceleraba y JungKook no ayudaba mucho.
Su camisa estaba abierta y los músculos y tatuajes se exhibían.
__ Confiaste en la serpiente equivocada__ murmuró, posicionándose detrás tuyo.
__ Vaya, Jeon, ¿por qué hablas de ti en tercera persona?__ sonreíste melosa y con ira irradiando de tus ojos.
Su risa se hizo presente entre ambos y sus manos comenzaron a acariciar tu espalda y cintura.
Sus roces lograban conciliar tu dolor; su tacto te erizaba la piel y te fascinaba. Necesitabas mucho más de él y odiaste esa necesidad.
Volteaste.
__ No me toques.
La histeria volvía. Sentías el placer de aplastar al universo como cucaracha, y a las personas que lo habitan.
__ Déjame quitarte tu dolor, noona__ suplicaba su voz, sus labios rozaban tu cuello, tu mentón, tu oreja. La sensibilidad arribaba a tu cuerpo como centellas.
Y el dolor de la excitación.
Sus manos se entrometían en tu cintura, en tus pechos. Notaste sus músculos endurecerse, los trozos de sus manos sobre tu cuerpo, lo estrecho de ambas distancias, el alcohol y el tabaco.
__ Tú no puedes cambiar__ sedujo su voz.__ Naciste para mí, y yo nací para servirte__ musitó entregándote la copa del vino.
Bebiste todo su contenido de una.
Sí, tus manos querían poseerlo en cuerpo y alma. Dominarlo.
__ No lo haré__ dijiste, engañándote a ti misma. Negándote a tu propia tentación.
__ Vamos, noona. Si tienes dudas, hazte la pregunta. ¿A qué viniste aquí?__ decía sonriente, mordiendo su labio inferior. Habías caído en la excitación.
De pronto, él hizo algo que no esperabas.
Su cuerpo se inclinó hacia adelante y sus rodillas tocaron el suelo. Se había agachado frente a ti, entregándose.
Sus brazos se abrieron. Su mirada oscureció ladina, como el esclavo que había sido tuyo alguna vez.
__ De ahora en más__ comenzó a rezar su voz con una autoridad y firmeza que jamás habías oído,__ haré lo que tú me digas, noona. Obedeceré cada una de tus órdenes, así me conduzcan a la muerte. Aceptaré cualquier destino y sobreviviré entre tus manos.
Tu corazón galopaba exorbitante. JungKook se entregaba a ti, reclamando ser el esclavo que era. A su propia voluntad.
Aquél hombre nefasto fallecía por ti, se rendía a tus pies, al pie de la letra. Gemiste. JungKook era tuyo.
No ibas a volver a las doctrinas anteriores.
No ibas a tropezar con la misma piedra.
Ibas a dominarlo, a volverlo muy tuyo.
Te agachaste frente a él y lo tomaste de la perilla. Sus ojos oscuros y hermosos te contemplaron.
__ Repite.
__ Yo haré lo que tú me ordenes, noona, así me conduzca a la muerte__ repitió con una sinceridad tan fuerte que no conocías.
__ ¿Qué pasará con tu plan de la absorción de las empresas Warner?
__ Queda a tu consideración continuar con el plan o no. Sólo lo ejecutaré si me lo permites.
__ Vaya, JungKook__ sonreíste con malicia.__ ¿Abandonarías tus millones por mí?
Sus ojos seguían hipnotizados bajo el hechizo de tu encanto natural.
__ Yo te amo y daría lo que fuera por ti, noona__ dijo con firmeza y autenticidad.
Comenzaste a presionar su mandíbula con fuerza, clavando las uñas en su piel. Sumiso o no, lo odiabas hasta el fondo de tu corazón. Y lo amabas con una vehemencia inaudita. Besaste sus labios y una enorme satisfacción te recorrió las arterias.
__ No vuelvas a mencionar que me amas. De lo contrario, te azotaré bien fuerte__ amenazaste, hundiendo las uñas con más fuerza. Pero JungKook no de quejaba.
__ Tal vez me gustaría que lo hicieras, noona.
Largaste su mentón y las marcas perforadas de tus uñas se escondían en su piel. Jamás objetó nada.
__ Te doy mi permiso para continuar con el plan__ aseguraste.__ Quiero esos millones. Y derribar a TaeHyung. Quiero que te encargues de él, pero no tan pronto.
Te levantaste.
__ Como lo ordenes.
__ Ve al sillón, Kookie__ jadeaste, tomando la botella de whisky.
Su enorme cuerpo descansaba sobre el sillón. Su mirada parecía querer violar tu cuerpo y se relamía los labios una y otra vez. Desde metros percibiste que moría por tocarte.
__ Quítate la camisa.
Su cuerpo exhibía fuertes tatuajes enormes y oscuros sobre cada rastro de piel. Sonreíste al notar que llevaba escrito tu nombre a lo largo de su pecho, gigante y lúcido.
Vertiste todo el contenido de la botella sobre los pectorales de JungKook hasta la última gota.
Pronto, desde su vientre lamiste y remojaste tus labios con el líquido, ascendiendo a lo largo de sus fuertes abdominales. El whisky pintaba tus labios y endulzaba tu boca de placer.
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