08 ❧ Órdenes
Descendiste las escaleras apresuradamente. De pronto, tu mente maquinaba posibles formas en concluir tu invitación. Tu mente sentía azotarse en las arterias provenientes del intenso calor que insolaba gravemente tu estabilidad. El tiempo se aproximaba con velocidad y aún no decidías la convocatoria.
Entre tanta polémica neuronal, por una fracción de segundos atravesó en ti el interrogante por qué. Eras la mentora de Jungkook. Su propietaria. No deberías esperar respuesta de su parte alguna, ni tampoco consultarle tu invitación. Simplemente, su deber era ser sometido ante tus peticiones y placeres; sin embargo, de pronto te viste obedeciendo sus términos y privacidad respectiva.
Frenaste de pronto. Inhalaste un aroma fresco que recordó tu extravagante severidad por sobre todo. Absoluta y políticamente minuciosa. Tu fisonomía describía la exigencia mentalidad que ya poseís, tonificando las cejas de modo incontrastable. Aquellos pasos insolentes e imprudentes se alteraron ahora como taconazos firmes y estridentes.
Abriste con seguridad personal la entrada al gimnasio.
Jungkook se encontraba debajo de las barras, puesto que ya habría ejercido su extrema fuerza en esta varias veces y con gran éxito. Volteó hacia ti reincorporándose. El sudor atravesaba su camiseta musculosa, adhiriéndose primitivamente a sus pectorales masculinos que remontaban ideas sobrevoladoras en tu mente. La sensualidad de su abdomen, tan sumiso ante ti. Su rostro se difundió ante tu presencia en un abismo oscuro del cual, no lograste vislumbrar lo que estimaba.
Una vez recuperada tu prudencia inestable -desviada a causa de la maravillosa anatomía masculina que contemplaste-, procuraste atraer su atención hacia tu petición, y no tanto hacia tu excitación sexual. Sin embargo, dudabas de que no haya notado tu pérdida de cordura.
__ Jung...Kook__ pronunciaste inútilmente,__ ¿cómo estás?... es decir... no es que tenga la intención de saberlo, ya sabes... curiosidad. Es decir, sí... quiero saber.
No dejaste más opción que detenerte ante un pequeño discurso tan necio de tu parte. En un segundo lugar tuviste la posibilidad en camino de retraerte, sin embargo, a pesar de tu masculleo, Jungkook no se ha molestado en tomar respuesta alguna. Te repusiste estructuralmente con intenciones de devolver tu control sobre él.
__ Mañana se realizará una gala en el salón de esta mansión. Tú serás mi invitado de honor. No quiero disturbios ni objeciones.
Su mirada perturbadora comenzó a penetrar la intensidad de tu mirada inútilmente actriz. La proximidad de ambos cuerpos presentes en menor medida, cada vez menor, concentraba la habitación en tonada perturbante e inestable. Cada vez menor, más cerca.
__ Estoy bien, gracias. Lo siento, creí haber oído mal. ¿Qué clase de invitación me pediste?__ musitó el mayor entre dientes, con cierta sonrisa jocosa.
Tu semblante estupefacto aún se estremecía mientras tu consciente intentaba analizar su respuesta inquietante.
Quizás, él habría comprendido de manera errónea, puesto que no fue una petición. Sino una orden. Otra de tus órdenes. Su deber era obedecer sin ninguna objeción. Por otra parte, se había burlado de ti. Y continuaba con ello. Oír mal fue su excusa, acompañada de una extraña mueca con indicios sucios entre falsedad y porquerías.
__ Jungkook, aquello no te lo sugerí, ni tampoco pedí. Fue una orden__ preservaste tu posición rigurosa ante él.
__ Exacto. No fue una petición__ su expresión continuaba perfectamente intacta, irritando tu impaciencia a gran medida.
__ No se cuál clase de orden es la que esperas, pero deseo que haya quedado claro lo que mencioné; tampoco me interesa que intentes divertirte tomándome el pelo.
Instantáneamente comenzó a carcajear, desnivelando el intenso humo caliente de tus venas en tu cabeza y la tolerancia ya ínfima.
__ No comprendo tu gracia__ manifiestaste rigurosa de forma en la cual detuvo su gracia sin sentido para ti.
__ Vaya... pues, yo no comprendo tu arrogancia. Y tampoco tu incompetente falta de respeto.
Su cuerpo era enorme y excitante, resplandeciente y perfecto, de sonrisa cautivadora y ojos insitantes y abismales que ya no eran los mismos. Repentinamente, una mueca de desagrado y fastidio, fundido en la monserga empezó a crear conflicto interno.
Jungkook ya no era el mismo.
Las punzadas en la sien destellaban con mayor intensidad, mientras el sudor recorría la espina dorsal.
Y allí estabas tú, débil frente al depredador. Sumisa, ingenua ante él. Su manipulación empezó a propagar sus primeros efectos, ovacionado tu mirada al suelo -describiendo un lo siento-, sintiéndote estrecha bajo su intimidación visual.
¿Qué es lo que sucede?
__ Escucha. No es por enfado, ni nada por el estilo. Simplemente nadie debe ser sometido ninguna otra vez a tus órdenes. ¿Me entiendes? No puedes obligarme. Ya no más, cariño.
Su estridencia vigorosa aún resonaba a gritos en los oídos. Tan pequeños como las de una adolescente. Su esfuerzo semental y resistente motivó tus fuerzas por expulsar las enormes disculpas que le debías. Tu orgullo intenso deseó eliminarse de alguna forma, mientras mordías tus labios intentando inhabilitar tu garganta. El sudor comenzó a dar sus indicios en la frente y al costado de tus orejas, pegando el cabello contra la piel. Cual los planetas se alinearan con intención de demostrar tu vulnerabilidad ante él. Maldita sea...
__ Lo... siento__ pronunciaste quebradiza, antes de sollozar por primera vez. La vista se nublaba al instante; sentiste con intensidad muy clara la vibración constante de tus manos y piernas. Los golpes en tu sien ascendieron en cuanto a su fuerza y la garganta de pronto quemó con ardor repugnante que complicó tu resistencia al articular. Sentiste la acumulación de agua en tu campo visual que te comprometía a no pestañear.__ Jungkook, lo siento mucho__ revelaste dejando caer una lágrima. Luego dos y tres. Cuatro, cinco lágrimas. Lloraste con locura frente a Jungkook.
Había una vez, una joven que no sabía perdonar.
Se sumía en su orgullo y maltraba sin piedad.
El amor tuvo que arribar.
Y desde adentro confesar.
Luego de disculpar,
él sus labios iba a mirar,
y de pronto a bes...
__ Ven...__ incitó Jungkook, alargando sus brazos para rodear y abrazarte el tronco, pese al ambiente inestable por calor y el sudor corriente en ambos cuerpos.__ Sería un completo idiota si no perdonara. Y más aún a ti. Lamento yo también la forma en la que te hice expulsar todo. Realmente, jamás me perdonaría lastimarte y pido disculpas si lo hice.
La suave voz de Jungkook acariciaba tus oídos en bellas melodías. Cruzaste tu vista con la suya, con el ceño fruncido y con confusión.
__ Todo este tiempo llevaste tu exigencia y rigidez sometida por la insolencia. Eso no te permitía expulsar lo que sientes y tienes tan retenido. Pero puedes librarte ahora. No dejes que nadie más te lo impida. ¿Comprendes? Yo te ayudaré.
Aquellas palabras con seguridad y determinación insitaron a mostrar una bella sonrisa en tu rostro. De calidez y alivio. Tanto física como emocionalmente.
__ Gracias Kookie. ¿De veras lo harías?__ preguntaste como si estuvieras ebria o soñando.
__ Daría lo que fuera por ti, pequeña__ enunció rozando las yemas de sus dedos sobre las lágrimas.__ Lo que fuera.
__ Oh, ¿ahora soy pequeña?
__ ¿Ahora soy Kookie?
La mezcla de ambas risas alteraron el júbilo y convivencia en el ambiente. Su vista clavada en la tuya descendía a tus labios, para unirlos y sumirse en ellos. Besando con desesperación apasionante. Atrapando ese sabor peculiar de ti, que convulsionó la mente y cordura de Jungkook.
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