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07 ❧ Tan jodido

Cerraste la puerta con delicadeza. Observaste sus ojos no tan oscuros, que se envolvían en los tuyos sin disminuir aquella tensión inestable. Tu corazón acelerado redujo un valor en pronunciar las palabras adecuadas, sin embargo no habías de rebajarte de aquel modo. Los nervios se trasladaron hacia tus manos ya temblorosas.

__ ¿Cómo te encuentras?__ susurraste entrecortadamente, lo cual el hecho de notar tu propio nerviosismo no hacía más que hechar leña al fuego. Aquel fuego que encendía innecesariamente tu cuerpo.

__ Muy bien noona__ respondió.__ Aunque....

Jungkook contradijo. Sabías que su comodidad ya no era absoluta por lo que harías lo posible en intentar revertir su situación.

__ ¿Aunque?__ reiteraste con ansias. Pues, ¿Cuál podría ser su disconformidad?

Su mirada gacha y su falta de respuesta obligó a tu ser tomar asiento a su lado. Colocaste tu mano sobre su hombro, incitándolo a mencionar aquello a lo que no fue de atreverse. Te observó nuevamente con éxito. Luego dirigió su tormentosa vista a sus esposas que enjaulaban tobillos y muñecas. Interpretaste con éxito sus petitorios.

__ No te preocupes__ comenzaste tu promesa.__ No volverás a sentir el peso de cadenas sobre tu cuerpo. Creo que es tiempo de revertir las cosas, por supuesto, si es que lo aceptas como disculpas.

Te arrodillaste en el suelo, compartiendo la línea visual que nublaba sus ojos del orgullo. Una lágrima rodó su mejilla. Tomaste la llave del bolsillo trasero y la introdujiste entre las cadenas que arruinaban los sentimientos de tu privilegio. Las observaste con desprecio y contenta al no volver a ejercerlas sobre Jungkook nunca más.

Oíste un claro sollozo.

Fue entonces cuando te enredaste entre los brazos de tu querido, permitiendo la clave unión de su musculatura junto a tu cuerpo ahora frágil. Ambos sollozando ante un mismo consuelo, que alivió los dolores de cada uno en particular, y en común también.
Intentaste separarte, sin embargo se presentó una fuerte presión a tu alrededor que impidió que lo hicieras.

__ Por favor... no me sueltes. No ahora. Por favor__ imploró el mayor con deseo.

Depositó un pequeño beso en tu cuello ahora húmedo. Y decidiste abrazarlo con más fuerza. Tu corazón continuaba golpeando aún más fuerte, con claridad y descontrol, más veloz que nunca. Temías que él pudiera oír el desempeño que ocasionaba en tí misma.

__ Noona, ¿puedo preguntarte algo?__ alertó sobre tu oído sobresaltándote nerviosamente. En ningún momento se atrevió a permitir la separación alguna de ambos cuerpos. Por lo que te viste obligada a contestar.

__ Dime Jungkook.

__ Respecto a las reglas que me diste cuando llegué aquí...

__ Olvídate de las reglas, Jungkook. Ya no más__ dijiste casi sin analizarlo claramente.

__ ¿Qué es lo que sientes por mi?

Un fuerte contracción en el centro de tu pecho se presentó ante aquella pregunta. Tu mente se encontró bloqueada ahora y ya no fuiste capaz de pronunciar absolutamente nada.
Tomó exigente tu rostro con ambas manos, con el volante de observarte. Y encontrar alguna verdad en tus ojos.

__ Respóndeme.

Tu voz aún continuaba abruptamente interrumpida. Pues, no tuviste en claro aún tus sentimientos, y si los supieras no encontrarías el móvil seguro de cómo expresarte.

__ Dime, noona.

Cualquier articulación lograda no ayudó ante tu hecho de hablar. Tus manos se encontraron en un sudor inestable y la cercanía de Jungkook empeoró tu bienestar.
No pudiste responder, de aquello estabas segura.
Por lo que abrazando su cuello uniste ambos labios con intención de sumirte en un beso adrupto de largo lapso.

Jungkook comenzó tomando un juego inadmisible por ti. Pues, el tiempo corriente e incesante tampoco permitía mejorar tu situación interna. Aquel quizá ya delirio rodeaba innecesariamente tu cavidad femenina. Pues, ya y de pronto sería eliminado el hecho de que tu mera atracción se tornaba adrupta hacia él. Habías de perder tu cordura contra las órdenes. Contra las reglas. La actitud pasiva que solía envolverse entre tu ser últimamente. Aquella actitud que estabas dispuesta a rechazarla por completo.

Sin embargo, un nuevo pensamiento se había forjado anteriormente. Pues, ahora que ya te habías librado de Julia, no comprendiste el hecho en que ya no utilizabas a Jungkook. Hacía tiempo en que una situación elevante, erótica que solían cometer, ya no se daba lugar. Sin embargo, con solamente llevar aquella idea en tu mente causaste temblor inconsciente e inevitable en tu organismo. Jungkook provocaba. Era el responsable. Tomó lugar a sus provechos sobreactuando una escena inexistente. Una acción prematura que desenvolvía tus sentidos hasta despojarlos completamente. Reduciendo la arrogancia que tu cuerpo aquejaba.
Dio provecho a una nueva actitud manipulable que conviertía tu mundo sumiso en órdenes de oídos.

Su poder sobreevaluado que consistía en manejar tus impulsos a su provecho personal, te llevó a reflexionar. Por tu vida entera la actividad tuvo lugar siempre. Pues, ¿qué sucedía con tu rol ahora?

Te recostaste sobre el escritorio con millones de entregas de archivos para la semana siguiente, acerca de los nuevos proyectos a realizarse sobre Lucrecia&Vanity. Casi imposibles de lograrse a tiempo limitado. Tu cansancio corporal y el estrés mental obligaron a tus piernas ejercer fuerza para llegar a tu habitación.

En el transcurso, tu mente comenzó a divagar acerca de Jungkook. Sus posibles acciones, su entretenimiento, su ser y alma. Simplemente divisar aquella tormentosa silueta que originó deseos apasionantes en tu mente, desenvolviendo tu cansancio. Sus labios cuya suavidad conformó tu estatus diario. Ya se convertía en necesidad.

Tomaste descenso hacia el primer piso, en donde se encontró su gimnasio. Podías oír el sonido musical proveniente de la sala. Entonces, abriste ligeramente la puerta entrecerrada, con intenciones absolutas de observarlo trabajar su organismo.

Lo contemplaste allí, en la cinta de caminar, aumentando la velocidad al compás de la música. Por el espejo notaste su lado frontal, descubriendo su cuerpo totalmente sudado, el cabello en la misma situación, y sus ojos entrecortados.
Entonces, sentiste una leve presión en el abdomen. Por ciertas razones, aquellas punzadas debilitaron tu estabilidad, agregando en ti la pesadez del estrés.

Tu visión se divulgó atentamente en su musculatura. Las operaciones tuvieron éxito. Sus hombros eran anchos y enormes, en donde continuaban sus formidables brazos cargados de potencia, marcando sus venas eufóricas del calor. Llevaba puesto una remera musculosa cuya cual expuso a la perfección su trabajo abdominal.
Y sólo allí, dio lugar a tu imaginación.

Sentir aquel aumento de peso sobre ti, que te abrazó fuerte sintiendo por completo su bello abdomen. Instintivamente regalarte frente a sus manos que sostienían con fuerza tus muñecas.
La mezcla atenuante de sudores, ambas respiraciones a la par. Melodías en los oídos que sin cautela aumentaron tu presión. La impaciencia que la espera producía, lograda por aquella prisión ficcionista de ambos cuerpos en desvelo entre las sábanas.

Y sólo con ello, tu respiración fue inestable. Algunos punteos comenzaron a chocar sin detenciones en el clítoris. E inevitablemente, dejaste tus dedos reposar por debajo de la tela, tomando presión en aquella zona. Pues, de alguna u otra forma comenzó a saciarte. Cerraste tus ojos. Tu sistema nervioso comenzó a actuar sobre tu voluntad personal enviando sus signos enloqueciendo tus deseos. Volviste a abrirlos. Dispuesta y sin rastro de cordura, presionaste nuevamente creando movimientos circulares. Aquella necesidad se elevó aún más incitando a continuar de forma apresurada. Sí, consoló tu estrés y malestar mental. Mientras, tus pensamientos hacia Jungkook continuaban inundando el placer.

__ Ahhh...__ mencionaste en susurros, deleitada del placer.

Aquello alivió y despejó tu conciencia, sin embargo la cordura continuaba sin aparecerse.
La velocidad viajaba de un extremo a otro, hasta cierto punto final en el cual tus pies se rindieron al suelo. La adrenalina magistral se apoderó del vientre en su totalidad, consumiéndote de abajo hacia arriba. Sentiste tu torso volar, y tu mente desprender el fuerte pulso que predominaba allí en el interior.

__ Ahhh... ¡Jungkook!__ gemiste en tono elevado esparciendo tu orgasmo.

Suspiraste satisfactoriamente.

Recompusiste tus pensamientos, pues ya temías que el otro haya oído sin querer tu voz en plena acción.
Acomodaste correctamente tus bragas y saliste huyendo nuevamente.

Mierda.

Ciertamente, JungKook te había oído claramente.

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