04 ❧ Celos
Como sentimiento de golpe fuerte, el estómago te punzaba junto con tus manos. Y un ligero temblor que recorría las piernas creciendo el dolor del pecho. Encontrar en el cuarto ciertos rastros de sonrisas escondidas, aquellos ojos suplicantes e inocentes, sin descartar las miradas indirectas. Unas imposibles de evitar, perforadoras, apasionantes y conmovedoras.
Los escalofríos susurrantes que gustaban viajar por las esquinas oscuras donde la luz del sol jamás llega. Las inmensas ganas de retirar ello que cubre ambos cuerpos, pues, resulta ya inestable. Nervios. Aunque sobre todo, una inmensa vehemencia por pasar todo el día allí dentro, haciendo lo que no debería, cometiendo delitos y dejando pasar las locuras irrevelantes e inapropiadas para el resto del mundo. ¿Por qué? Sólo ganas y placer. Sin embargo, un pequeño vacío se presentaba en cada momento cuando salías fuera de aquella habitación, sintiendo necesidad de algo faltante, abandono, algo que no comprendías a qué puede llegar a semejar con el propósito de abastecerte. Jamás encontrarías la explicación, pues, hacía tiempo que los sentimientos reales que llevabas hacia personas no existía, desvaneciéndose. Aunque en cierta forma, te conmovía pensar que te resultaba reconocible aquel sentir tan fuerte por Jungkook.
Y de pronto los temores vuelvían a tu mente como águilas, incluso con sólo pensarlo. ¿Acaso puede ser...? Lo negaste. Y mientras más lo hacías, menos te lo creías.
Diste otro sorbo de café. Amargo. Volviste a colocar otra cucharada de azúcar. Iban siete cucharadas. Y sin embargo, seguía amargándose a través de las papilas gustativas. Pensaste en divina, en Julia. Quizá logres sentirte mejor en presencia de ambas en el mismo cuarto donde adorabas encontrar a Jungkook.
Observaste el reloj. Los segundos corrían en cámara lenta, como si cada roce de agujas se tomara un tiempo en llevarse vidas, mientras que en la segunda vuelta las creara. Impaciencia. Simplemente media hora, aunque no se oiga como lo vivías. Tus deseos sólo se redujeron a dejar pensamientos sobre una insignificante vida, sobre un insignificante ser encadenado en aquel cuarto. Volaste inútilmente. Buscarías algo con qué distraer la mente hasta el cumplimiento del horario. Y el caso finalizaría allí.
Oíste el sonido del timbre. Revisaste la computadora comprobando de quién se trataba. Sonreíste. Pulsaste la tecla y diste apertura a las rejas.
Pues aquí vendría tu salvación.
__ ¿Me tardé demasiado?__ preguntó, besando tus labios.
__ Déjame mostrarte.
Sonreíste de lado, conduciendo a Julia a lo largo del pasillo hasta llegar a la puerta de manija doradilla y calibrada. Levantaste la mano para abrirla y, ante el roce, el vértigo se apoderó de tus manos.
Cerraste los ojos, imaginando hallar la presencia de un JungKook sentado por algún borde de la recámara, padeciendo el silencio o tu espera. Tal vez ansioso por tu llegada, sonriente por tu presencia. Conociendo o no la razón, te complacería de cualquier modo. Hasta que Julia te devuelve de nuevo a la dimensión real. Abriste la puerta.
Te siguió Julia. Ella y sin control, lo observó escaneando cada aspecto de si. De pronto, tu corazón comienzó a contraerse atrozmente. Pues, Jungkook se aparentaba impactado por divina, sus ojos revuelvían el cuerpo de ella con deseo, un deseo profundo que hacía notable observando atentamente las pupilas. Su boca entreabierta jadeaba a susurros oscuros y rojo íntimo. Su mano derecha ocultaba su reciente erección. El pecho se te retorcía impactantemente.
Julia despejaba sus atuendos, mientras acechaba cautelosamente a tu mascota, algo tuyo que dejaría de ser. Algo que te sería arrebatado sin vuelta atrás.
Movía caderas en cada paso, como buena perra, mientras el joven observaba impactante y conmovido cada acción que tomaba ella. Atrapaba sus labios. Ambos se hundían en un beso tan profundo, casi sentimental. Jungkook impaciente intentaba tomarla de la cintura. Ella tomaba posición sobre sus muslos, apretando y uniendo ambos cuerpos, que por poco lograban sacar chispas.
Tus ojos no lograron apartarse, y tu pecho se reprimía constantemente, mientras la amargura sucumbía por la garganta, arrasando con tus súplicas de olvidar. Un humo comenzó a querer inundar tus ojos.
Ver el constante contacto de ambos produjo mucho dolor en ti. ¿Por qué?
__ ¿Piensas desvestirte?__ preguntó Julia jovialmente. No supiste el por qué y sin embargo el enojo hacia ella y su causa te invadió.
Retiraste con culpa los atuendos. Tan lenta y pacíficamente, como las agujas del reloj. Cada paso y acto provenientes de ti ocasionaba que tu cuerpo se retraiga, cual espacio restringido.
Diste la vuelta con la intención de que no observaran tu rostro decayente. Sin embargo, notaste que la atención de JungKook se ve atrapada únicamente por Julia. Producía mayor dolor, removiendo tus órganos, y tomando lugar en la amargura del café dulce. La garganta ardía en llamas apaciguantes y el humo invadía tus ojos por completo. Cuidaste no pestañar sin dejar caer lágrimas. Secaste aquella parte rápidamente y reparaste en tratar de olvidar aquellos sentimientos.
Luego, observaste el retrato de la pared, prácticamente perdida, tratando de comprender.
Es que los sentimientos no se evaden nunca.
Debías aceptarlo, y navegar hacia ellos. Como una náufraga.
Y sin admitirlo, tu camino rodearía envidioso y deprimido, con toques de sufrimiento por cada día más.
Como las bellas flores de la taza del té, abrazadas de las negras espinas.
Un sentimiento tan oculto y enterrado que aún resultaba más decayente. Uno que no podía exteriorizarse. Uno que asesinaba. Y destruía cada parte de ti.
__ No te quedes ahí parada. ¿No piensas venir?__ oíste la voz de ella atrayendo tu atención.
__ Claro...__ tartamudeaste.
Jamás habías osado de tartamudear.
Subiste a la recámara, donde penosamente tomaste a Jungkook de su miembro erecto. Temblorosamente, lo llevaste a la boca. Te hallaste tediosa en un principio ganar agilidad y movimiento, retocando con saliva cada tramo faltante.
Habías de sentirte extraña, pues, se trataba de la primera vez en que dudaste tanto luego de grandes experiencias sexuales.
La mano derecha atraía aun más aquello con lo que anhelabas jugar. Dirigiste la lengua a la base subiendo por el contorno hasta la punta en donde tomaste partida de las pequeñas succiones.
Tu cuerpo comenzaba a actuar y tus pensamientos sucios ayudaban a excitarte más. Echaste vistazo a tu presa, quien cierra sus ojos fuertemente, mientras su pecho ascendía y descendía debido a su inestable respiración. Ciertos suspiros de su parte creaban armonía en los oídos.
De pronto, sentiste algo caliente rozando a tu par. Pues, se trataba de Julia nuevamente, repitiendo lo que le llevabas a Jungkook. Trataste de bloquear su pase, comenzando a llevarte el pene hasta la garganta, una y otra vez creando ruidos exóticos.
Ella interpretó tu señal como un juego, por lo que empujó tu torso con su trasero, adueñándose del joven.
Volviste a tu posición intentando arrebatarle lo que pertenecía a ti.
Entonces ambas se encontraron en batalla, tú por Jungkook, y ella por su extremidad. Pues, aquella fue la atroz diferencia.
Luego, te detuviste observando la situación con temor, melancolía y dolor. Sobre todo ese dolor, que ardía cual llamas enormes que quebraban con tu interior.
Él acariciaba el cabello largo de Julia, atrayéndola más hacia sí. Los contemplaste a ambos, que ni siquiera notaron tu tormentoso estado.
Ella seguía maquinando de una forma inexplicable, apoderándose de él y se detuvo al explotar de abstinencia.
Él la tomó abrazando su cintura, besando sus labios con cautela y cierto toque de inocencia. Así tal cual se aparentaba.
Jamás te había abrazado. Ni acariciado.
El dolor se esparcía del pecho hasta tus pies. Cubriendo cada centímetro de recuerdos, palabras, actitudes vacías que alguna vez viviste.
Todo parecía congeniar con un bosque oscuro sin ningún ser, perdida, en un medio indestructible, con barreras, piedras, sin puente por cruzar. Sin oportunidad. Sin la misma nada.
Entonces, cayó tu primer lágrima en tanto tiempo.
__ ¿Qué te sucede? Vamos, ven__ incentivó quien antes hacías llamar tu divina. Por supuesto que ya no lo era. Ni tampoco volvería a serlo.
Sin embargo, ¿por qué se presentaba el reciente odio por Julia? ¿Cómo explicar aquella ocurrencia?
Negaste en tus dentros. Te restringías a él. Te bloqueaste de rodillas, tan suplicante, implorando por algo que no conseguirías.
__ Tengo... cosas por hacer.
Intentaste sonar prudente y convincente, con el objetivo de no dejar expuesto tus verdaderos sentimientos. Agachaste la cabeza y rápidamente vestías tus atuendos. En ningún momento te atreviste a voltear con la situación caliente entre Julia y tu anterior Jungkook.
Apresuradamente huiste disparada por la puerta, no sin antes oír unas dulces palabras, una suave voz hecha melodía. Una por la que suspirabas sin intención alguna.
__ Noona, no te vayas...
Seguiste trotando por el pasillo a pesar de soltar varias lágrimas de dolor intenso que tu corazón sufría.
Se presentó un cuarto que no reconocías e igualmente entraste en él.
Observaste un portaretratos antiguo. Estabas allí, sosteniendo dos colitas bajas y el uniforme escolar. Con alguien a tu lado sonriendo a la luz del sol.
__ Maldita sea...__ susurraste volviendo a tus lamentos y lágrimas. Cuando todo era oscuro.
Un mundo que asemejaba ser una ilusión. Una realidad transparente que te había perforado en lo profundo del corazón. El amor fue tan falso e inestable como jamás habías presenciado. Te habías vendado los ojos sintiendo el cuerpo clavarse por entramados de espinas, que te dejaron cicatrices inolvidables. Porque aprendiste a confiar en el amor con una locura apaciguante que nada lo razonaba y todo lo revelaba. Porque tal vez el amor no cabía en tu pobre y adolorido corazón.
Te sentaste sobre el suelo, si detener el terrible llanto, mojando tus ropas. Sin importancia.
La amargura. El humo.
El café, y la taza del té.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro