03 ❧ Sentimientos
Realmente te había complacido aquella noche con JungKook. Tu mente se perdía rebuscando entre archivos su cuerpo lujurioso y formidable musculatura que se interponía en la memoria. Un deseo arrasador ponderaba tus deseos de llegar a su cuarto, despojarlo de la camisa y volver a consumirte en su cuerpo. Tener el dominio y el poder. No comprendías como una causa tan tediosa como JungKook podía quitarte el estrés y oprimirte hasta lograr estallar de ansiedad e inquietud.
Tan poderosa fue la incertidumbre que, pronto como la marea, recuerdos de tu adolescencia penetraron tu alma como recuerdos fantasmagóricos del inframundo que no deseabas revivir jamás.
¿Cómo podrías sentirle temor a JungKook? ¿por qué su nombre resonaba como choques de cristal s tan temprana medida?
Algo tan personal que sorprendentemente no actúa cual amenaza ni tampoco en tu contra.
Y tus dudas crecieron junto con las de tu divina y sus interrogatorios que solía formular cuando algo le apetecía demasiado.
__ ¿Cuándo podré conocer a tu niño?__ cuestionó ansiosamente tu amiga. Imaginaste por un momento cómo sería el enorme y sexy joven junto a las dos. Tus ojos se iluminaron y no precisamente de lujuria y pasión.
__ Quizá... más adelante. Veré para el mes próximo...__ hayaste sin expresión alguna. Aquel acto había sido a propósito. Con el propósito de acabar con su impaciencia. Adorabas eso de ella.
__ No juegues. Voy en dos semanas__ se levantó del sillón, acercándose a ti, besando tus labios, retirándose de la oficina, descubriendo tus necesidades.
Mientras tanto, el joven Jeon volvía a tu mente constantemente, bloqueando tu cuerpo y pensamientos, irrumpiendo con tu concentración, llevándose la rapidez del reloj para volver y ser follado. Nunca (a menos en tus recuerdos) te habías sentido de aquella forma con alguno de tus anteriores hombres de seda. No se daba. Era simplemente sexo circunstancial que jamás había logrado satisfacerte al máximo.
Con pensarlo, tu vientre se erguía en punzadas. Querer admitirlo o no, tu vagina gritaba otras incoherencias sobre quien la había complacido la noche anterior.
Aquel día, te dedicaste a apurar a medio universo, para llegar y hacer de las tuyas. Hacerte de Jungkook. Una vez más, te sucumbías en la insistencia y te encontraste inestable. Ya no fuiste capaz de resistir y tampoco tuviste idea de cómo concluir el día sin que todo salga erróneo por culpa de la miserable ansiedad que te causaba tu pequeña y curiosa mascota.
De momento retocaste cada escena de tu día anterior por la noche, precisamente desde el momento en que lo encontraste en su habitación. Observando con asombro y sin objetarse de tus actos. Aquella manera de hablar, sus palabras... Parecía completamente dispuesto y notaba que daba su ser por ti. Se oía extraño, pero de cierta forma te hizo sentir satisfecha.
Recordaste su rostro, el sudor, sus peticiones cuales no accedías...
Recordaste el momento en que le quitaste su privilegio, su virginidad. Pero aún no comprendías por qué seguía siendo el prestigiado.
Recordaste... Déjeme tocarla, noona...
Aquello había dicho mientras se consumía en el sumo placer que le estabas ofreciendo. Aunque esa petición sonaba a gusto.
Caíste en la cuenta de que quizá le había gustado que lo hayas dominado de aquella forma. Se suponía que en un principio debía estar aterrado por lo que estarías a punto de cometer. Sin embargo, no fue así.
Se oyó extraño.
Se había dejado en sí por completo. Se había entregado en cuerpo y alma.
En otras palabras, había disfrutado de la misma pasión y lujuria que (al igual que tú) era la primera vez que sentías.
Abriste la puerta, arraigada, repitiendo el proceso del día anterior.
Te mostrabas muy ansiosa, cualidad que no fuiste capaz de remover incluso cuando sus ojos de gato te observaron tímidamente.
Te costaba admitir que quizás JungKook se sentía muy a gusto con su estado actual, y ello se debía a tus anteriores experiencias que no resultaron como te habría complacido.
Llegaste a imaginar si estaba tramando algo o si todo se trataba de un falso entramado. ¿Podría ser eso posible? ¿Cuál sería su razón? Es decir, ¿querría escapar?
Sus manos jugaban inquietas entre ellas perforando la camisa que cubría parte de sus muslos.
El sustantivo propio JungKook y el verbo huir era palabras que no serías capaz de juntarlas jamás.
Sus labios rosados a penas sonreían, percibiste una sonrisa casi indivisible, pero por poco evidente. Sus ojos reflejaron cierto brillo que no lograste interpretar si tal vez era una muestra de afecto, una señal de bienestar o su agrado ante tu presencia. Pero te produjo simpatía y no fuiste capaz de resistir a una sonrisa.
__ ¿Cómo te encuentras?__ preguntaste cómplice.
__ Muy bien, noona. ¿Y usted?
__ No tienes derecho a dirigirme preguntas, a menos que te lo conceda. Creo habértelo dicho. ¿O me equivoco?
Irguió su cabeza arrepentido, en especie de reverencia. Sus esposas no le permitieron el ágil movimiento, sin embargo, interpretaste con éxito sus disculpas. Sus movimientos te maravillaban tanto que sentiste la vertiginosa sensación de un encendido en tu interior que moría por la espera.
__ Discúlpeme, noona. Le prometo que no se repetirá.
Entonces su mirada perforadora y embelesada comenzó a recorrerte el cuerpo. JungKook comenzó a emanar algo que adoptaste pero aún no fuiste capaz de notarlo. ¿Qué era?
__ De rodillas__ ordenaste.__ En el medio de la habitación.
Respetando tus órdenes, se dirigió en el medio del cuarto, lenta y tranquilamente, como si la necesidad y la urgencia no hubieran existido en si. Lo observaste caminar, su desnuda espalda blanca y marcada, y el resto de la ropa que sólo cubría su cintura hasta abajo. Se agachó doblando su espada.
Te dirigiste al cajón del fondo. Allí tomas el objeto de aprecio, con mango dorado y el resto puro cuero. El látigo.
Jungkook volteó suavemente para confirmar tu futuro golpe hacia él. Sus ojos enormecieron al ver el objeto que llevas en tus manos.
Te acercaste acechando a tu presa, como si la piedad fuese lo último por rogar de sus labios.
__ Quítate la ropa.
Obedecía el joven a tus órdenes. Lo contemplaste allí, desnudo y tan indefenso ante ti. El juego de los roles producía un gran efecto en ti. Adorabas esa clase de dominio que ocasionaba la adrenalina en tu cuerpo.
Levantaste la barbilla de tu mascota con la intención de que mirase a tus ojos. Y así fue. Exhibían cierto brillo que obligó que tu cuerpo reaccionara, besando sus labios lentamente. Coordinando movimientos lentos, apasionantes y conmovedor hacia ambos. Finalizaste acariciando su mejilla. Él cerró sus ojos mientras dejó su boca entrecerrada que logró excitarte bastante. Sentiste intensas ganas de montarte en sus muslos, abrazar su espalda mientras hacían el amor.
Tomaste con resistencia el látigo. Apuntando a sus espaldas y lo azotaste fuertemente, hasta oír un golpe opaco. Se quejó. Nuevamente azotaste con el mismo procedimiento por distintas partes de su espalda, cada vez más fuerte, limitando su silencio.
__ Noona... ¡AH!
Observaste cómo su cuerpo se deleitaba de dolor que producía aquel látigo. Observaste ya su espalda con claridad, carmesí y repleta de marcas. En ningún momento Jungkook se detuvo a llorar, lo que te resultó extraño ya que jamás había ocurrido que alguien se resistiese tanto a tus actos. Adorabas aquella faceta de él. Por más adolorido que aparentaba, sus ojos y sus palabras suplicaban por más.
__ Ahh... sí...__ musitó, con un atisbo de satisfacción.
Las dudas surgieron en tu mente. Al parecer, el joven disfrutaba de tu forma tan intensa al tratarlo. ¿Qué provocaba en su cuerpo?
Cuando lo observaste detenidamente hallaste que estaba excitado.
Notaste que Jungkook te deseaba más que cualquier cosa. Y lo concederías. Mojada y consumida en el placer, harías uso del juego.
Él provocaba algo inexplicable en tu cuerpo, que no te dió capacidad de descifrar qué o cuán mayor era. Sentiste en mayor cantidad esas ganas de poseerlo por completo. Lo recostaste en el suelo. Arqueó su espalda al sentir el contacto tan frío, que a su vez le erizó la piel.
Te escabulliste entre sus piernas sin dejar de observarle el rostro. Tomaste su pene creando éxtasis con la lengua desde su base iniciando un recorrido lento hasta la punta caliente. Disfrutaste cómo apretaba sus ojos fuertemente, crispado por una descarga en su cuerpo, arqueando su espalda aún más.
Presionaste tus labios en el glande, dando espacio para comenzar a lamer. La lengua jugaba en todo tiempo hasta el fondo de la garganta. Él simplemente gemía fuerte, como si aquellas experiencias fuesen completamente nuevas en sí (claramente) ensimismado en el placer que tú le producías. De saliva pasaste a succionar lo posible tan profundo como te quepara la boca. Sentiste el exótico golpe rozando tu garganta y soltaste arcadas.
Y en cuanto la vibración de tus cuerdas vocales en su fuente de placer, parecieron motivan la alteración de su placer.
Lograba decir en tanto unas palabras, apenas audibles para ti. Todo relacionado a tu cuerpo, a su sentir, a sus expresiones, y sus deseos.
__ ¡Noona! quiero... t..te necesito...
Oíste las palabras del sumiso y te dirigiste a sus testículos, los cuales muerdes ligeramente, y amazas dentro de la boca, sellando tus labios en el. Tus dedos maquineaban en complacerle de arriba hacía abajo, presionando su glande. Fue entonces cuando notaste el tono caliente y espeso correr por tu mano, y con ello, la desesperación del joven y sus inalcanzables latidos.
Asomaste tu visión para contemplar el sudor esparcido en su rostro. Tan indefenso y sirviente hacia ti. Sin lograr hacer nada. Sin ninguna posibilidad de escapar, por más que no estuviese en sus planes. Por alguna razón sentiste una necesidad distinta, de cuerpo y alma, que tus labios llevaban anhelando y deseando.
Besaste suavemente con extremo cuidado aquel rosado y suave pétalo de labios. Sin querer, lo despojaste de las esposas. Sin despegarse uno del otro, Jungkook rodeó tu cintura con sus brazos. De pronto, tu necesidad y deseo se combinaron arrastrándote al suelo, en donde el joven se colocó encima tuyo. Un beso profundo y apasionante con sentimiento, a pesar de no ser rápido e insignificante como habrías de planear. Sin embargo, ¿a qué se debía ese tipo de demostración? Más aún naciendo de tu parte.
Sus manos te arrimaron más hacía sí, aferrándote hacia un mundo cálido que proviene de su pecho.
No comprendiste aquel sentimiento extraño que empezó a causar un gran pésame. Entonces, sentiste una barrera oscura que te obligó a parar. Lo alejaste con cierta fuerza y no lograste más que observar su perfecto rostro suplicante implorando por más. Te levantaste del suelo y, sin siquiera volver la vista atrás, te retiraste de la habitación, con bata puesta.
__ Ve a... cambiarlo. Dale su cena y que descanse__ ordenaste a la sirviente mayor, con bastante dificultad.
Tomaste asiento en el sillón y recalculaste tus pensamientos.
¿Cuál fue el motivo de aquella demostración? ¿Qué ocurrió precisamente? ¿Cómo habían llegado hasta semejante término?
Besar a alguien no sólo implicaba placer. El movimiento de labios fueron cuales mareas, la lengua era digna de la soledad y el choque constante provenía de los latidos del corazón.
Lo habías besado lentamente, con paciencia, con cariño, sosteniendo su mejilla e incluso abrazando su cuello. ¿Con qué sentido? ¿Por qué se había forjado tal necesidad hasta el punto de atrapar sus labios? ¿Cuál era la verdadera causa?
Lograste admitir que en su forma de actuar, sin importar el grado de porcentaje, JungKook comenzaba a atraerte más.
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