6: Buen mentiroso
Había pasado una semana interesante.
Todavía seguía siendo raro para mí adaptarme a este lugar. Es decir, ellos eran buenas personas y me hacían sentir cómoda.
Exceptuando a Taeyang que parecía odiarme.
Lo que había notado es que todos teníamos libre el fin de semana. Nirvana y Ander pasaban la mayoría del tiempo fuera de la casa y era raro verlos por aquí. Tania y Jin tenían el mismo horario y siempre se iban juntos a la universidad.
Lo más raro de todo es que Taeyang y yo teníamos el horario de clase muy parecido. Cuando bajaba las escaleras para irme a la universidad, él también iba saliendo o cuando me detenía en la cocina para preparar algo, él buscaba alguna fruta en la nevera y luego se iba.
El silencio era demasiado incómodo.
Había terminado de hacer un proyecto y mis neuronas estaban fritas. Me parece que eran las once de la noche y todos dormían. Afuera llovía como si el mundo se fuera a acabar. Estaba comiendo algo mientras miraba el televisor, cuando terminé me puse de pie para acercarme a la cocina a limpiar el plato.
—Oh, eres tú—la voz de Taeyang me obliga a mover el rostro en su dirección. Se adentra a la cocina sin voltear a verme y abre la nevera. Me mantengo estática mientras lo veo sacar ingredientes para un sándwich. Por último, saca una pera, la limpia en el grifo y se la lleva a la boca.
Sacudo el rostro. ¿Por qué siempre está tan callado? ¿No habla? Desde que me echó de su habitación y después se burló de mis bragas no hemos hablado. Bueno, y lo último, que me dijo que no tocara sus cosas, pero fuera de ahí, no volvimos a cruzar palabra.
Se acerca a mi lado y prepara todo como si yo no estuviera aquí. Permanezco en silencio parpadeando como una tonta.
¿Por qué se ve tan guapo de perfil? «Es modelo y no nos han dicho, es eso». Sacudo el rostro.
Entonces, voltea a mirarme. Sus ojos se entrecierran y parece escanear mi rostro con atención. Mis mejillas se calientan.
—Tienes cara de susto—murmura. ¿Se prepara un sándwich y al mismo tiempo se come una fruta?
—Solo pensé en que todos estaban dormidos.
—Bueno, ya vez que no.
Sus ojos pasean por mi vestimenta y creo ver una sonrisa de burla. Llevo un pijama de gatitos. Supongo que se acuerda del suceso con mis bragas.
—Espero que no estés tocando mis cosas—su voz suena ronca y algo molesta. Ruedo los ojos.
—Esta vez no me he tomado tu jugo—respondo separándome de la encimera y secándome las manos—. No tocaré tus cosas, señor: «Me enojo si tocan mi juguito».
Me burlo.
—Es una buena noticia, señorita: «Toco lo que no es mío porque soy metiche».
Abro la boca indignada.
—No soy metiche.
—¿No? —cuestiona divertido—. Entonces, ¿por qué sigues aquí?—pregunta señalándome con un pedazo de pan.
Mi cuerpo se tensa:—Pues vivo aquí y puedo estar donde yo quiera.
"Muy bien, dile más."
—Pero sigues mirándome—apoya ambas manos de la encimera y se inclina—. ¿Ves que eres una metiche? ¿Por qué quieres verme preparándome algo de comer?
Mi ojo tiembla y respiro profundo antes de responder con lo primero que llega a mi mente: —Es que te he confundido con una cucaracha—me encojo de hombros. Suelta una risa absurda y su ceño se frunce.
—¿Esa es la mejor respuesta que puedes darme? —sus ojos parecen recorrer todo mi rostro y su mirada se detiene en mis labios. Mi cuerpo entero se estremece.
—No soy muy creativa.
—Ya veo.
Se queda en silencio.
—Yo no te estaba mirando, solo...estaba—me interrumpo soltando un jadeo. ¿Por qué estaba nerviosa?
—Estás por mentirme, ¿no es así? —levanta el rostro para mirarme por encima de sus espejuelos.
—No me conoces—respondo a la defensiva—. No puedes saberlo.
—Tengo una habilidad, Zuliney—dice mi nombre con lentitud—. Sé cuándo la gente miente o está por mentir.
Rodeo la isla de la cocina bajo su mirada.
—Pues para saber cuándo la gente miente tienes que ser un buen mentiroso.
—Puede que sí lo sea—confiesa agarrando su sándwich y caminando hasta el sofá.
Camino detrás de él para sentarme al otro extremo del sofá, no iba a huir y además, yo llegué primero.
—¿Qué haces despierta tan tarde? —pregunta sin voltear a verme.
—Y la metiche soy yo—respondo levantando mis piernas y arropándome.
—Igual podías irte pero, ¿qué crees?—susurra—. Sigues aquí.
—No porque hayas llegado y te hayas golpeado el pecho como un chimpancé para demostrar que eres un macho alfa, significa que me voy a ir. No te tengo miedo.
Otro relámpago me asusta y doy un brinco. Escucho una risa nasal y volteo a verlo con los ojos entrecerrados.
—Cuando tu boca se abre, comienzo a cuestionarme si de verdad estás en la universidad. Dices cosas sin sentido y actúas como una niña.
—Para actuar como un desinteresado; me has observado bien—es lo único que respondo. Se queda en silencio y continúa comiendo.
¿Un punto para mí?
Me doy una palmadita en la espalda.
Saco mi móvil para ver algunas notificaciones. Hay un video que mi hermana me ha enviado pero el audio está muy bajito y no logro entender lo que dicen las personas.
Subo el volumen para escuchar mejor.
Un frío de vergüenza me atraviesa en cuanto escucho unos gemidos desesperados. Todos provienen de mi móvil. Con torpeza intento bajarle el volumen, pero se me cae. Soy un manojo de nervios, con las manos resbalosa, con el rostro enrojecido y con ganas de matar a Emily por hacerme esta broma de mal gusto.
—Pobre alma desgraciada—escucho la voz del apático. Parpadeo asustada y guardo mi celular mientras lo veo masticar tranquilo.
«Emily, tus días están contados». Mi hermana me las va a pagar.
—No era un video sexual, lo juro—intento explicarle.
Se toma el tiempo para responder. Entierro mi rostro en mis manos. ¡Qué bochorno!
—Mi hermana piensa que esto es gracioso —digo soltando un gruñido.
Escucho a Taeyang darle un sorbo a una botella de agua. Parece típico de él tomarse tiempo para responder.
—La tecnología ha estropeado todo—murmura de pronto. Lo miro de reojo.
—Estoy de acuerdo.
—O igual puede ser una excusa y solo eres una pervertida—levanto la cabeza indignada.
—No deberías asumir nada de mí porque no me conoces —digo a la defensiva.
Se incorpora sin responder de inmediato, camina tranquilamente hasta la cocina. Escucho que abre la nevera y lo veo acercarse al sofá. No se sienta, más bien, se inclina para agarrar el control remoto. De nuevo, tomándose el tiempo para responder.
—Es inevitable cuando lo único que has demostrado es que abres la puerta sin tocar, eres molesta, torpe, tienes escaso sentido común, te gusta mentir y tocas lo que no es tuyo. No me has dado una impresión distinta.
Mi sangre hierve y me incorporo para encararlo. Yo puedo parecer tranquila pero cuando me buscan, me encuentran. Me detengo cerca para intentar amenazarlo, pero es absurdo porque sigue siendo más alto que yo.
—No voy a tolerar que me faltes el respeto, Taeyang. Está bien que me odies por razones que no entiendo, pero no vas a hablarme así.
Levanta una ceja ante mi ataque de furia y se inclina para tener su rostro a mi altura.
—¿O qué? —pregunta en un susurro.
Abro la boca para intentar responder, pero apaga el televisor y se gira para perderse por las escaleras.
Suelto un suspiro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro