5: Mis cosas
La salida con Jin había sido todo un desastre. Nirvana y Ander se habían quedado dormidos en plena función y el de seguridad casi nos echa porque nos habíamos sentado en el lugar equivocado. Por otro lado, Jin se había reencontrado con su ex novia lo que fue incómodo porque comenzó a acusarme de ser una roba novios. En nuestro camino al auto solté un suspiro y Jin lo notó.
—Siento mucho lo que ocurrió.
—No te preocupes, lo que pasa es que no sabía que tu exnovia estaría aquí.
—Yo tampoco lo sabía, créeme.
Pero no le creí. Nirvana que estaba muy ocupada hablando con Ander, interrumpió la conversación para soltar algo revelador.
—No lo niegues Jin, siempre haces lo posible por volver a verla incluso después de lo que te hizo.
—Nirvana no hables.
Jin estaba furioso y lo pude percibir cuando cerró la puerta del auto con fuerza. Yo me había sentado en el lugar pasajero, pero habría preferido sentarme en la cajuela. El ambiente se había puesto todo raro.
El camino a casa fue silencioso.
Intenté aliviar el incómodo silencio poniendo música y soltando algún comentario. Pero nadie dijo nada. No entendía lo que estaba pasando así que solo me quede en silencio el resto del viaje.
Cuando llegamos a casa intenté escaparme hasta mi habitación, pero Jin me detuvo en medio de la sala. Nirvana y Ander habían desaparecido en las escaleras.
—Es cierto, Hanna fue mi novia durante varios años, y también hizo el intercambio para esta ciudad. No puedo excusarme con respecto a lo que pasó en el teatro, pero sí puedo disculparme contigo. Tuve que habértelo dicho antes.
Solté una risita tonta y agarré uno de sus hombros.
—Esas cosas pueden pasar. Además, no te preocupes, para eso son los amigos. Para apoyarnos.
Jin bajó la mirada y rascó su cabeza.
—Siento no haber sido honesto desde el principio. Sin embargo, llevo tiempo intentando olvidarla, pero es que yo...no lo he logrado.
Me acerqué a Jin.
—Por favor, nunca te sientas mal por amar a alguien— le dije mirándolo a los ojos. Los suyos brillaron con algo de tristeza.
—Ella nunca me dijo que hice mal.
—Lo lamento.
—No, no te disculpes, no es tu culpa. ¿Me perdonas?
Asentí y el soltó un largo suspiro y se despidió de mí para desaparecer por las escaleras como lo había hecho todo el mundo. Me quedé un momento de pie en la sala y se me antojó un poco de agua.
Normalmente encendería la luz, pero no lo hice pues solo busqué la puerta de la nevera y la abrí. Ya se había agotado las botellas de aguas y solo quedaba una bebida energizante a medio tomar que supuse era de Jin. Dejé la puerta abierta y con ayuda de la luz que provenía de la nevera abrí la botella y terminé de beberme el resto del contenido.
Esperaba que Jin me perdonara.
Cerré la puerta. Cuando me giré para salir de la cocina una sombra alta y negra me hizo soltar un grito. Entonces, la luz de la cocina se encendió revelando a un Taeyang adormilado con pijamas, y pies descalzos. La sola escena me hacía temblar...y no de miedo.
—Eso era mío—creí verlo hacer un puchero, pero tal vez eran imaginaciones mías.
—Oh, lo siento, no fue mi—me interrumpió dando varios pasos, lento y controlado. Me puso nerviosa, pero a pesar de eso no me moví. Yo a veces era valiente.
—Te disculpas mucho, ¿no? —su voz gruesa y ronca causó estragos en mi interior. Abrí la boca para volver a hablar y no salió nada—. ¿Ahora qué se supone que voy a tomar?
—Si quieres yo te compro algo rápido—comencé a retroceder mientras él seguía acercándose lentamente como un depredador a su presa. Yo estaba muy nerviosa.
—Es que ya se me quitó el apetito—dijo con disgusto y me tensé. ¿Pero quién rayos se creía este chico?
—Que mal—dije agarrando coraje y pasándole por un lado para salir de allí—. No debí beberlo, lo lamento.
—No vuelvas a tocar mis cosas.
Me detuve a encararlo estábamos a unos cuantos centímetros de distancia, lo que equivalía que estábamos más cerca de lo que quería.
—No tenía tu nombre así que asumí que no era de nadie.
—Si vez algo a medio tomar, asumes que no es de nadie—dijo como si estuviera analizándome—. ¿Qué rayos te enseñaron en la escuela?
—Mira, Taeyang—mencioné un poco molesta por su actitud. Yo no le había hecho nada para que me odiara. Ni siquiera sabía si me odiaba o solo le caía mal—. No volveré a tocar tus cosas, ¿quieres una disculpa frente a todos?
Ladeó el rostro mirándome, otra vez lo hacía de una manera que me hacía sentir extraña, como detallando cada centímetro de mi piel. Una de sus manos se metió en el bolsillo delantero y sacudió el rostro un tanto aburrido.
—No me interesa—respondió apático.
¿Por qué me odiaba tanto?
—¿Hice algo que te ofendiera? —pregunté de forma directa.
El chico frente a mi abrió la nevera de forma lenta, buscó algo en ella y lo vi sacar una pera. La mordió disgustándola y tomándose el tiempo para responder a una simple pregunta. Me pregunté si esta de verdad era su personalidad. Porque, honestamente, la gente así siempre cae mal.
—No tengo que responderte, no te debo nada.
Casi grito por la frustración.
—Bien—solté muy enojada y salí de la cocina.
Era un idiota muy guapo.
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